Todo comenzó en una reunión de amigas, tomando el té, relatando nuestras experiencias eróticas, a medida que transcurría el tiempo, los relatos fueron subiendo de tono, llamándonos la atención, el mutismo de Jésica, muy callada hasta el momento, sabiendo lo ardiente y fogosa que es, no había explicación razonable para que no abriera la boca. Cuando la requerios que narrara alguna de sus aventuras más excitantes, nos comenzó a hablar de su perro. Intrigadas en extremo, le hicimos notar que hablaba de él como si fuera su pareja, a lo que nos respondió muy suelta de cuerpo, que ese era el reemplazo perfecto.
-¿Cómo? -Preguntamos al unísono.
-Pues verán, lo tengo adiestrado para que venga por las noches a mi alcoba, cuando me viene en gana, y él sabe perfectamente de qué va la cosa...
-¡Tenemos que verlo!- exclamamos entusiasmadas.
-Bueno, cuando quieran lo hacemos- respondió a secas.
Pasaron los días y no se habló más del tema, pero una noche estaba en su casa, estudiando para un exámen final, de repente dijo:
-¿Te acuerdas del perro? ¿Quieres que te muestre cómo lo hacemos?
-Por supuesto!- Respondí muy emocionada.
-Ya verás como se hace – Dijo Jésica, lleva un silbato a su boca y sopla, no se escucha ningún sonido, pero el animal aparece corriendo.
Era un Gran Danés negro, con corbata blanca. Una bestia formidable de aproximadamente unos 70 kilos, con un andar entre enérgico y cansino. Cierra la puerta con llave, y una vez hecho esto se recuesta en la cama abriéndose de piernas. Como si fuera un amante experto, el perro empieza a lamer su vulva, mientras ella, con muestras de satisfacción, se levanta el top y se acaricia los pechos. Mientras tanto, presa de excitación, yo estaba acariciando mi sexo, al ver esto, mi amiga dice:
-Acércate, no tengas miedo...
Torciendo el torso me ofrece sus pechos, no me hice rogar, fui directo a sus pezones, nos trenzamos luego en un beso profundo de lengua, mientras que el animal intensificaba el lengüeteo de su coño, en Bobby (así se llama el perro), se va endureciendo un pene largo, fino y fibroso, de un color rojo furioso, cual lápiz de labios.
Mientras nosotras seguíamos jugando, él monta de un salto sobre la cama.
-Ya verás qué quiere- dice mi amiga.
Se da vuelta, baja de la cama con él, se arrodilla, toma el miembro de Bobby con la mano, lo da vuelta y comienza un chupa chupa que arranca quejidos al parecer de placer, ella lo tiene asido fuerte de la base del miembro (nunca pensé que fuese tan enorme!), vuelve a llevarlo a su boca y lo chupa como un pirulí de crema.
Bobby hace un movimiento brusco, ella saca debajo de una almohada un par de escarpines pequeños, lucha con él, hasta que logra calzárselos en las patas delanteras, luego se coloca de espaldas, en cuatro, ofreciéndole su sexo; éste, en un movimiento instintivo, la monta por detrás como si fuera una perra, ella lo ayuda a embocar, y Bobby al fin logra metérsela. Allí comienza un movimiento veloz de mete y saca, diría casi frenético, con estocadas violentas y groseras, mientras ella se ayuda frotándose el clítoris con la mano derecha, mientras con la izquierda se ayuda para no perder el equilibrio ante las embestidas del vigoroso animal. En esos momentos veo con asombro, una bola que va creciendo desde la parte media hacia atrás del pene, ésta se va haciendo más y más grande a medida que él se mueve, más y más ligero, convirtiéndose en una verdadera máquina de follar. En un movimiento que todavía no alcanzo a comprender logra introducir la bola dentro de la vagina de mi amiga, momento en la cual ella da un grito, como de dolor intenso, y en su cara adivino un orgasmo devastador, continúa por unos momentos, hasta que el animal lanza una especie de aullido ¡¡Corriéndose dentro!!
Ella se retira, el semen brota y chorrea por sus piernas, le salen borbotones de líquido viscoso, entre ventosidades vaginales, producto del acomodamiento de las paredes internas de su sexo, tan estiradas por el trabajo del pene de Bobby, quedando el piso encharcado de esperma, ahora casi líquido, transparente y de un olor penetrante, y mi amiga desparramada sobre la cama, desfondada y exhausta, con su sexo brilloso y visiblemente irritado.
Mientras tanto, yo alucinada, sin querer estaba reponiéndome de un brutal orgasmo, cuando mi amiga vuelve a la realidad preguntándome:
-¿Qué te pareció?- a lo que repuse:
-¡Estupendo! ¿Cuándo lo hacemos?
-Mañana mismo, si quieres- Respondió.
-¡Trato hecho!
(Continuará)
HOla : Me parece interesante y excitante tu relato asta cierto punto peroooo.... eso que dejes que tu perro termine dentro de ti y dejes que se le hinche la bola y te la metas es como cualquier enfermedad venerea Cuidado !!!!!!!! yo que tu me informaba bien de las concecuencias de cojer con un perro no sea que termines con la vagina infectada. Estudios an determinado que mujerres que tienen relaciones con animales procrean hijos con enfermedades venereas........... Quierete un poco y se mas Higienica.