El día había sido tremendo. Entre el trabajo y el calor que durante todo el día nos había castigado llegue a casa empapada en sudor y agotada, solo me apetecía darme una ducha y tumbarme en el sofá a descansar.

Subía en el ascensor ya pensando en el agua fría de mi ducha. Vivo en un cuarto piso de una urbanización céntrica de Madrid rodeada de pisos por todos lados y el ascensor no tardo en llegar a la altura de mi piso. Abrí la puerta de mi casa a la vez que por enésima vez secaba el sudor de mi frente. Deje caer el bolso a la entrada de mi casa, solo pensaba en ducharme y refrescarme, ya recogería el bolso mas tarde. Tenia tantas ganas de irme a duchar que se me olvido correr las cortinas de mi cuarto como hacia cada vez que iba a quitarme la ropa para evitar las miradas de los vecinos que rodeaban mi casa, pero esa tarde se me olvido. La verdad es que yo tampoco es que sea una de esas mujeres que la gente se para a mirar y tampoco me importa vamos pero lo hacia por pudor.

Me desnude y al ir a sacar el albornoz del armario, mi armario es de esos que tienen un cristal en la puerta central, vi como la vecina del piso de enfrente estaba mirando desde su ventana. Me gire y ella se metió otra vez en su cuarto a toda velocidad, la había pillado espiándome. Y yo desnuda ¡¡

Me fui a la ducha sin dejar de pensar en que mi vecina me había estado espiando mientras me desnudaba, pero ¿porque lo habría echo? Si he de ser sincera yo también la había espiado alguna que otra vez desde mi cuarto y es que la chica era guapísima, una morena de piel canela muy atractiva con la que alguna que otra vez había tenido fantasías eróticas. Sonreí para mi y pensé en que si al volver a mi cuarto sospechaba que ella seguía espiándome le daría lo que buscaba para ver como reaccionaba.

La idea me atraía y podría resultar interesante y divertido así que al salir de la ducha me seque, recogí mi pelo en una toalla y me puse el albornoz. Fui a mi cuarto y me puse delante del espejo del armario, al ver el reflejo del cristal sonreí. Al otro lado del edificio oculta detrás de la cortina se descubría la silueta de mi vecina y lleve a cabo mi idea, ya que ella había resultado ser alguna vez mi fantasía erótica, ¿porque no ser yo la suya?

Sin darme la vuelta, es decir, dándole la espalda a ella abrí el armario y saque un conjunto de ropa interior. Lo colgué en la esquina de la puerta y me solté el albornoz dejándolo caer por mi cuerpo hasta llegar al suelo. Normalmente esto lo hacia en el cuarto de baño libre de toda posible mirada pero hoy fui al cuarto de baño cogí el bote de leche hidratante y me la lleve al cuarto, aun desnuda y de espaldas a la ventana levante una a una mis piernas y fui dándome crema subiendo hacia mis muslos.

Imaginaba a mi vecina mirándome y la sensación me gustaba, no sabia si seguiría allí pero en el fondo lo deseaba. La imaginaba mirándome directamente al culo o viendo como frotaba mis piernas y mis muslos y la sensación de ser observada me excitaba. impregne mi otra pierna bajando la otra lentamente notando al rozar mis piernas la humedad de mi sexo. Luego subí por mi cintura hasta mis senos y baje otra vez mis manos por mis nalgas.

Cuando impregne mi cuerpo de crema hidratante cogí la ropa interior que había dejado colgada de la puerta y deseando sinceramente encontrarme con la mirada de mi vecina reflejada en el cristal corrí la puerta del armario para ponérmelo.

Y la vi. Había salido de detrás de la cortina y apoyada en el alfeizar de la ventana me miraba fijamente. Me puse la ropa interior de color rojo, la verdad la mas provocativa que tenia, y me mire delante del espejo. Ella seguía allí, mordiéndose los labios. A mi me hubiera gustado girarme y dejarla que me viera de frente pero tenia miedo que al descubrirla se asustara y volviera a esconderse y tenerla allí mirándome me estaba excitando y no quería que acabara así. Tenia que hacer algo que la hiciera quedarse en la ventana aunque me girara y decidí darle el mayor morbo que yo le podía dar. Decidí masturbarme para ella.

Aprovechando que el día era caluroso, muy caluroso, salí de mi habitación, cuando llegue al pasillo casi corrí para no perder un segundo, fui a la cocina y me puse un vaso de agua con hielo que me lleve al cuarto, al entrar mire de reojo al espejo, mi vecina seguía allí ... Por suerte.

Di un sorbo al agua y simulando calor ,(no me hizo falta simular mucho) saque uno de los hielos del vaso y me lo pase por los labios y el cuello dejando que el agua cayera por mi espalda, de espaldas a la ventana frente al espejo volví a pasar el hielo por mis labios, sonríe, mi vecina se había desabrochado la blusa y se mordía los labios.

Me baje un poco el sujetador y pase el hielo por mis pezones hasta dejarlos muy duros, el frió del hielo erizaba mi piel. También pase el hielo por mi espalda y deje que las gotas mojaran mis braguitas y se deslizaran por mis muslos. Estaba excitada, la situación, el frió del hielo sobre mi cuerpo, el morbo de tener a mi guapa vecina mirándome, todo aquello me excitaba.

Moje los dedos en el agua helada y deslice la mano por debajo de mis braguitas, estaba empapada y no precisamente del agua del hielo, pase mis fríos dedos por todo mi sexo y mire al espejo. Mi vecina tenia la boca abierta y el movimiento de su brazo me hizo saber que ella también estaba acariciándose. Ya era mía, aunque me girara ya no se iría de allí.

Me baje lentamente las braguitas hasta la mitad de mis piernas y apoyándome en el cristal de mi armario pase la mano por debajo de mis piernas y comencé a acariciarme abiertamente mostrándole mi culo en todo su esplendor a mi vecina. Veía en el reflejo de mi cristal la cara de placer de mi vecina que ya se tocaba abiertamente y eso me calentaba, decidí que había llegado el momento de compartirlo con ella ...

Me gire mire de frente a mi vecina que en un primer momento se sobresalto pero a la que ya tenia en mi poder, y deje que mis braguitas se cayeran al suelo. Completamente desnuda me acerque a la ventana y con los dedos húmedos de mi sexo empecé a tocarme los pezones. Mi vecina se estaba masturbando como una loca, había conseguido encenderla del todo y no dejaba de frotarse el coño.

Alguna vez yo había soñado con aquel coño, con aquella mujer de piel canela, y ahora la tenia allí delante mío masturbándose porque yo la había puesto caliente y una idea asalto mi cabeza. La ventana y una de mis barras de labios seria suficientes. Me acerque un poco mas a la ventana hasta que mi vecina solo podía verme de cintura para arriba. Baje la mano hasta mi sexo y empecé a masturbarme. Ella me miraba fijamente con cara de deseo, sonreí y escribí en la ventana con la barra de labios;

- Si quieres verlo tendrás que venir a mi casa

Asintió con la cabeza, me indico que esperara con las manos, se perdió en su habitación y con su barra de labios escribió en su cristal.

- Dame cinco minutos.

Cinco minutos? le iba a dar toda la tarde y toda la noche si ella me dejaba así que asentí y vi como corriendo por su cuarto iba vistiéndose. Decidí que desnuda no era la mejor manera de esperarla, recogí la ropa interior roja que estaba en el suelo, al ponerme las braguitas note que estaban caladas y como mi sexo las mojaba aun mas. un camisón completo mi vestuario.

No llegaron a pasar los cinco minutos cuando el timbre de mi casa sonó. Abrí la puerta y me quede cerca de la puerta escuchando el ruido del ascensor bajar, pararse, volver a subir y detenerse en mi planta. Mire por la mirilla y al verla sin dejar que tocara el timbre la abrí. Se sorprendió pero sonrió, la invite a pasar, venia minimamente arreglada se le veia que no habia querido perder el tiempo. Yo no sabia que decirla solo queria cogerla entre mis brazos, me acerque a ella y la susurre;

- Llevo puesta la misma ropa interior que cuando estaba delante del espejo y la siento empapada.

Mordiéndose los labios se acerco a mi oído y me dijo:

- A mi no me ha dado tiempo ni a ponerme las mías, estaba deseando llegar.

La bese. Y desde ese beso se sucedió una noche maravillosa