El odio despierta rencillas; pero el amor encubre todas las faltas.

Proverbios 10:12

Juré ante Dios que mataría a mi mujer por haberme sido infiel con mi jefe. Jamás pensé que ella pudiera ser capaz de un engaño como ése, pero a veces las cosas ocurren aunque uno no tenga una explicación lógica paras mismas.


Recuerdo que le rompí un diente a mi amigo Carlos cuando me dijo en una fiesta de la oficina que Maritere me engañaba con Isidro, mi jefe, la persona que me había ayudado en mis estudios de leyes, que había comido en la misma mesa conmigo, que iba a mi casa y se sentía como rey.

Nunca sospeché que los besos y abrazos de mi amada esposa fueran un acto de traición y de infidelidad... era común entre las esposas del grupo...

Siempre nos visitaba y nos invitaba a pescar en su lancha. Era un hombre cuarentón que nunca se había casado pero que tenía muchos amoríos callejeros. No sabía lo que era una responsabilidad del hogar, ser un padre respetuoso y un marido entregado a una sola mujer.

Pero las dudas fueron poblando mi mente, mi corazón se llenó de perversos sentimientos y el capullo del odio se abrió y nació esta flor venenosa que ahora me induce a matar a lo que más amo en esta vida...

Es una sombra maligna donde no se puede razonar, donde surgen todos los intintos del animal que llevamos por dentro... lo único que me preocupa es mi pequeña de cinco años, ¿Cómo explicarle que su propio padre mató a su mamita?

Pero les repito que cuando los celos entran en nuestras mentes arrazan con todo tipo de nobles pensamientos, es una plaga maldita que nos ciega, que nos empuja al abismo, a la desesperación, es un virus incurable, destructor...

Llevo dos semanas planificando mi crimen... ahora lo confieso con ustedes. No soy un asesino, soy un hombre temeroso de Dios, que cree que un día daremos cuentas de nuestros actos al Creador, no creo en eso de la reencarnación, ni de tener varias vidas, eso es conveniente para uno, le brinda varias oportunidades para enmendar nuestros errores, pero no es compatible con las enseñanzas de la biblia...

Hace una semana que no le dirijo la palabra a mi esposa. La observo fijamente, la miro... en verdad que es preciosa, tuve suerte de conocer una mujer como ella. Es inteligente, mucho más brillante que yo, tiene dinero, su padre posee varias compañias... ella abandonó su profesión de doctora para cuidar a nuestra hija... la adora, la he visto llorar cuando la pequeña se enferma... es dulce, gentil... no he escuchado ni una palabra de protesta por mi actitud... sigue siendo la misma... por eso se me hacía difícil creer lo que me amigo me decía...

Pero tengo que matarla, siento un dolor terrible que se apodera de mi cabeza, siento como si una fina espada atravezara mi corazón, escucho las burlas y las risas de mis compañeros, las miradas de las secretarias, los comentarios de todos... ella me engaña, pero no lo puedo creer y menos aceptar...

Miren, ven este papel... me llegó en forma extraña anoche...dice que vigile a mi esposa, que sale con mi jefe... que todos lo saben en el trabajo...

Pero no puedo creer que haya gente tan perversa, que se alegren de destruir un hogar tan hermoso como el mío...

Quizás a ella le pase lo mismos que me pasó unos meses atrás. Una de mi secretarias me insinuó que saliera con ella. Si la vieran... es una reina, preciosa, con su cabello negro y largo, con un caminar sensual que le quita la vida a cualquiera, con unos labios carnosos, sensuales, una boca que invita a morirse sobre ella...

Pero como les dije, amo a mi esposa, sí la amo y pienso matarla...

¿Saben sólo he escuchado rumores? No he hablado con ella porque creo que la ofendo si lo hago... me pregunto, ¿y si no es verdad?,¿Y si todo es una falsa?

No sé si tendré el valor de asesinarla. Aquí tengo el cuchillo que compré anoche, le temo a los revólveres... está muy afilado, el carnicero lo amoló, le dije que había comprado un penil para celebrar el quinto aniversario con mi esposa... estaba que cortaba un cabello, como el filo de una navaja de recortar...

La mataría cuando estuviera durmiendo, no quiero que sufra su muerte, que no la sienta... debe ser una herida certera, sin derramamiento de sangre abundante, luego llevaré a la niña a sus abuelos y me entregaré a la policía...

Falta poco... por eso estoy aquí, en mi balcón, contemplando las estrellas y la luna llena... una noche como ésta la conocí, la besé, la hice mía, una noche como ésta supe lo que era ser hombre, lo que era amar, una noche como esta comprendí lo maravilloso que es amar a una mujer como mi Maritere...

Recuerdos sus miradas, sus palabras, su risa, sus caricias, sus besos... recuerdo cuando la llevé a la alcoba y los rayos de luz se filtraban por la ventana de cristal, recuerdo el cantar nocturnos de los insectos, el ladrido del perro en la lejanía... recuerdo tantas cosas hermosas... pero tengo que matarla, es terrible, horroroso... pero lo haré por mi honor, por la sociedad que no perdona...

Ahí está ella, peinando a la pequeña... tiene una bata roja, transparente... me mira y sonríe, yo cambio la cara, ella observa el cuchilo, lo mira, ve la luz de la luna reflejada en el metal... no sé lo que piensa, pero en su rostro solo hay paz...

Dios mío, no puedo creer que ella me engañe... se retira al dormitorio y acuesta a nuestro angelito. Regresa a la sala... observa un programa en la televisión...

Perdonen, estoy llorando, no quiero que ella me vea llorando... lloro de dolor... no saben cuan grande es el sufrimiento de un hombre que se siente engañado por la mujer que ama...

Me inclino en el sillón. Mi mente vuelve a vagar, recuerdos y más recuerdo... la noche se va apagando, mis neuronas ya no conectan, me siento en un vacío inmenso, siento que mis lágrimas se han secado y escucho la voz de mi amada...

__Buenas noches amor, no te acuestes tarde...

Temblé de frío, sentía que mi corazón se detenía.
Estaba desesperado, nervioso... me levanté del sillón... se me cayó el sobre que Carlos me había dejado en la oficina... no quería saber nada de aquel mensajero del demonio que había envenenado mi alma con la noticia del engaño de mi mujer...

La curiosidad era muy fuerte. Abrí el sobre tembloroso mientras caminaba hacia el cuarto dormitorio con el cuchillo en las mano izquierda.
Sostenía el papel con la derecha. Sentí que una luz brillante iluminó mi ser... moví mi cabeza...
me acerqué lentamente a mi esposa...

Allí estaba ella exquisita, con sus senos blancos, apetitosos, acostada boca arriba.
La miré, miré su cuello, su pecho, su corazón...

Miré el papel por última vez y leí lo que decía...
Hubo silencio, sólo eschaba la respiración de mi doncella... me acerqué poco a poco ... la besé en los labios suavemente y me retiré al barcón...

Ella no me engañaba... todo había sido una broma...entonces lloré de coraje hasta el amanecer...

Fin