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Cuento para una mujer inteligente

Querida amiga Este es un cuento recién terminado y quería hacértelo conocer para saber tu opinión. Me encanta que me digas francamente que gozas con algun cuento. Pero me gustaria saber si escribes poemas, cuentos o me comentes las delicias me imagino de tu masturbacion.
Quisiera saber si ello es producto de nostalgia del amor o por el amor. Tambien pense que pasaría si fuéramos conocidos y una noche de luna llena....

....” La noche estaba fresca y el cielo oscuro resplandecía con el color azulado de la luna, me daba cuenta que gozabas con el viento suave que acariciaba tu rostro. Tu, sentada cerca de mí te sentías cohibida al sentir que mi mirada recorría todo tu cuerpo deleitándome en tu blusa de seda beige que dejaban ver las delicadas siluetas de tus senos así como la dureza de tus pezones apenas disimulados por su transparencia. Te fijabas que también se dirigían hacia tus piernas que habías cruzado momentos antes, descubriendo la redondez y suavidad de los muslos enmarcados entre en la falda que se había corrido cuando subiste al automóvil. Recuerdo que hablamos mucho, tu me contabas tus recuerdos más bellos y sonreías seductoramente cuando contabas algún inocente desliz. Te escuchaba en silencio sin interrumpir tu relato deleitándome con el sonido de tu voz y el movimiento de tus brazos y manos que como palomas parecían flotar en el reducido espacio. Y de pronto te comencé a mirar con otros ojos. Ya no eras la hembra excitante de horas antes. Tenia frente a mí a la mujer con mayúsculas, aquella que durante largos y penosos años busque y sin darme cuenta te atraje hacia mí comenzando a besarte, acariciándote las piernas deslizando mis dedos sobre le blusa rozando tus pezones. Mis labios húmedos presionaban sobre los tuyos, mi lengua buscaba por toda tu boca, entrelazándose con la tuya, mis manos seguían acariciando el contorno de tus senos recreándome con su dureza y su arrogancia. Después comenzaron a recorrer desde la punta de los pies suave y lentamente por tus muslos, disfrutando las piernas y sumergiéndose en la calidez y suavidad de la entrepierna para encontrar humedecida la tanga que con la punta de los dedos la levantaron al pasar suavemente y acariciaron por un instante la vagina. Tu respiración se volvía cada vez mas acelerada y pequeños gemidos escapaban de tu boca que al quitarte uno a uno los botones de la blusa se hicieron más fuertes. En la penumbra alcanzaba a ver la redondez de tus pezones totalmente erguidos y anhelantes y con delicados besos dejaba mi aliento en cada uno de ellos disfrutando al máximo el placer de sentir y que también tú lo sientas como se humedecían totalmente la totalidad de nuestro sexo como gritando el deseo de sentirnos uno dentro del otro. Mis labios fueron dejando los senos bajando lentamente hasta tus muslos en pequeños mordiscos hasta alcanzar la calidez de tu entrepierna saboreando con avidez los deliciosos y exquisitos flujos de tu vagina, impregnando de ese aroma especial mi boca. Mi lengua jugueteaba por los labios mayores hasta llegar al clítoris donde se detuvo, por un instante sentí que tu cuerpo se paralizaba anunciándome la llegada de un colosal orgasmo. Y así fue, luego de una violenta sacudida donde sentía contraerse tus músculos expulsaste como un río caudaloso un borbotón cálido que baño literalmente el asiento, mientras presionabas mi cabeza contra tu pubis como intentando introducir tu concha en mi boca. Tenia tus nalgas apretándolas con fuerza para poder saborear mejor aquel néctar, aquella concha que se brindaba en todo su esplendor con todos sus deseos y su ansiedad. Por un instante vi tu rostro crispado como si tuvieras nublado el cerebro, pues apretabas con mucha fuerza mi rostro entre tus ardientes muslos y tus uñas se hundían en mi espalda, acrecentando tu ansiedad de ser totalmente penetrada. Fue en ese momento que bajaste los brazos y tus manos nerviosas bajaron el cierre del pantalón desesperadamente con el fin de liberar el preciado prisionero introduciendo con la misma ansiedad una mano hasta alcanzar mi pene que salto como un resorte como si hubiere estado esperando su liberación. En verdad es un hermoso falo (pija se dice en argentina) duro y cálido, de proporciones interesantes y de gran belleza, que tomaste sintiendo su calidez y dureza, y apreciando las suavemente ramificaciones venosas. Me recosté sobre el asiento a fin de facilitar tus movimientos y te lo ofrecí amorosamente apuntando a tu rostro, como pidiendo de manera sencilla que te sometas, lo acaricies, lo idolatres y luego lo devores. Por un momento me miraste fijamente y luego abriste lentamente tu boca comenzando a besarlo suavemente, alargando el placer de cada contacto de tus labios con su palpitante piel, tenías los labios totalmente humedecidos por la pasión y los deslizabas con gran facilidad a través de su excitante cuerpo, lo besabas con fruición, como gustando un exquisito manjar o un sabroso helado o algún dulce. Tu lengua se deslizaba cual nerviosa serpiente alrededor y a lo largo paladeando con lujuria sus especiales sabores y exóticos aromas como si uno de tus mayores placeres sea disfrutar golosamente del sexo oral. Pero era tan grande tu excitación que pedías casi a gritos que te penetrara, apoyaste tu espalda en el asiento y abriste totalmente las piernas permitiendo que mi pija quede prisionero de ellas. Te sujete con firmeza los tobillos haciendo que las piernas se mantengan abiertas y a la vez me ofrezcan la deliciosa sensación de ver tu concha delicadamente depilada, totalmente mojada y ardiendo de deseo. Estabas como loca, desesperada, deseando ser penetrada, de sentir invadir tus entrañas con mi pene. Yo también te deseaba con toda el alma, pero prefería disfrutarte, sentir el roce de mi pija con tus labios y apretarla contra tu clítoris prolongando tu agonía y llevándome a niveles tantricos, logrando elevar mi goce como siempre lo he soñado y tantos humanos buscan. Tu me implorabas, rogabas que la metiera de una vez, pedías cabalgar sobre mí con el amor como estandarte, querías saciar el hambre de sublime querías morir al fin en el intento. De pronto aferraste mi cara con tus manos y sellaste mis labios con un beso: siempre mirándome fijamente y con una fuerza y furia jamás pensada tomaste mi pija con una mano y la llevaste con firmeza a tu ansiada y hambrienta concha. Cerré los ojos, te tome de los cabellos y echándote la cabeza hacia atrás mordí tu cuello y deje resbalar mi lengua como una serpentina en tus oídos musitando ¡TE AMO! MI DULCE Y PEQUEÑA MIA... TE AMO.Y apreté los dientes sintiendo y llenando de gozo todo mi ser, mientras escuchaba tus débiles gemidos seguramente al sentir como entraba y salía ocupando con lascivia tu húmeda morada. Tus ojos brillaban con la intensidad de las estrellas, a veces mordiéndote los labios, otras arañando mis espaldas ya desnudas y llevando furiosamente un ritmo infernal de tus caderas como queriendo sentir mi órgano para siempre. Sentía las oleadas continuas de tu flujo caliente saliendo a borbotones de tu sexo, bañando todo el asiento haciéndome sentir tu deseo de regalarme aquellos tus mejores orgasmos. Y entonces supe porque el amor duele cuando llega la ausencia. Porque en esos instantes de profunda entrega y goce espiritual y físico entregamos parte de nuestros corazones y dejamos recuerdos imborrables en el alma. Porque coger así es sentir el amor divino, es darse el uno al otro es fundirse en un solo cuerpo, perdiendo la noción del tiempo y la distancia. Es gozar con lujuriosa excitación sintiendo el salvaje aroma del macho, lamiendo mi sudoroso pecho, haciéndome comprender que en ese momento eras absolutamente MIA, que era tu hombre, que me pertenecías, que en ese momento de sublime locura era como si los diques que durante largo tiempo habían significado trabas culturales y obstáculos personales se habían hecho trizas, dejando al descubierto lo mas profundo de tu ser, y en libertad los sentimientos mas ocultos para disfrutar hasta el delirio por primera vez. Yo también era tuyo y quería regalarte la noche más hermosa, la más maravillosa.Tu introducías tu lengua haciéndome sentir tus labios y mordisqueando a placer mis oídos al tiempo que seguía el fantástico embate de tu concha, mientras mis manos se aferraban a tus senos como queriéndolos devorar con golosa ansiedad. No me importaba el dolor de tus uñas desgarrando mis carnes porque entendía que era tuyo, que te pertenecía y tratabas de darme hasta tu vida para marcar la mía y asegurarte que nunca jamás pudiera recibir tanto placer, porque al fin habías comprendido que nuestro encuentro sería inolvidable, que siempre recordaría a la que por una noche fue su mujer, su amante, quien se entregó de la manera mas completa y absoluta. Y yo habiendo vivido el amor de los amores sentía que esa noche tu sabor, tu aroma, tus flujos, tus caricias, tus ternuras se derramaban como flores en mi vida. Y mientras se apagaban lentamente tus gemidos y el olor a sexo cubría nuestros cuerpos, te tomé por las nalgas te atraje suavemente hacia mí tratando de no romper el hechizo de ese fantástico momento de aquella noche azulada por los rayos de la luna. Nos abrazamos fuertemente y nos quedamos en silencio escuchando nuestros corazones, y apoyando tu cabeza en mi pecho y aferrada a mis brazos te quedó dormida con una sonrisa de amor.
Datos del Relato
  • Categoría: Hetero
  • Media: 5.87
  • Votos: 53
  • Envios: 11
  • Lecturas: 2711
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Comentarios


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6 comentarios. Página 2 de 2
Lorna
invitado-Lorna 24-06-2003 00:00:00

Erótico y con clase. Me ha encantado. Creo que le gustará a cualquier mujer (y hombre) inteligente, como tu mismo dices. Realmente bonito.

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