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Hace dos años, estaba terminando la carrera y decidí empezar a hacer el proyecto para poder exponerlo antes de terminar el curso y poder obtener el título lo antes posible. Para ello, me tuve que inscribir y según el tema que yo elegí me asignaron un Director del Proyecto. Fui a mirar las listas con curiosidad de que profesor sería, de si lo conocería porque me hubiera dado clase antes o algo y a ver si me tocaba uno bueno porque iba a tener que estar mucho tiempo trabajando con él. Miré dicha lista y el nombre que observé no me sonaba de nada, por preservar su identidad aquí lo llamaré Antonio.
Aquella época era una de las más bonitas de mi vida, salía a menudo, estudiaba, tenía un novio fantástico, muchos amigos...Las cosas no podían ir mejor. Mi novio era alto, con unos ojitos verdes que me volvían loca, muy guapo y además muy buena persona. Le gustaba mucho el sexo, al igual que a mí y nos lo pasábamos muy bien juntos. Nunca había estado tan enamorada antes de alguien como de él.
Llegó el día en que me tocaba ir a hablar con el Director de mi Proyecto. Fui al despacho y ahí estaba. Llamé a la puerta y amablemente me dijo que podía pasar. Ese fue mi primer encuentro con él. Vi un hombre alto, delgado, pero de cierta edad, no sabía cuantos años tendría pero yo le echaba unos 55. Entré, le expliqué la idea que había tenido para el proyecto y él me dijo que le gustaba aunque fue bastante poco efusivo.
Durante los siguientes días me puse manos a la obra. Cuando tenía dudas iba a su despacho a preguntar y Antonio me explicaba siempre por encima y sin mucho detalle pero no me caía mal del todo. Solía comentar con mi chico algunas dudas también ya que su profesión está bastante relacionada con la mía y el sabe mucho sobre algunos aspectos.
Un día estaba en la biblioteca y se me ocurrió una idea que mejoraría sustancialmente mi proyecto, pero antes tenía que consultarlo con Antonio. Así que guardé mis libros y me fui a la universidad a ver si lo encontraba.
Llegué cuando justo salía del despacho. Le dije que quería hablar con él y volvió a entrar. Me senté en la silla que está en frente de la suya pero él decidió quedarse detrás de mí observando los planos que yo le enseñaba. Hubo un momento en que se agachó por encima de mi hombro para ver de más cerca lo que yo le enseñaba y me acarició con delicadeza el hombro. Pensé que ya me estaba cogiendo cariño y por eso era más amable conmigo así que después de aprobar mis cambios me fui muy contenta para casa. Había quedado con mi novio para cenar e incluso terminamos disfrutando de un magnífico sexo como el que siempre tenía con él. Esta vez fue en su coche. Era un lugar donde nos encantaba hacerlo. Ambos vivíamos con nuestros padres y en nuestras casas no era muy fácil así que ahí nos sentíamos muy a gusto. Me encantaba sentarme encima de él y notar como su polla entraba y salía de mí en aquella oscuridad. De ahí, nos fuimos a dormir, y al día siguiente cuando me levanté estaba tan cansada que decidí volver a acostarme y desaprovechar la mañana prometiéndome a mí misma que la tarde la utilizaría como debía. La tarde volví a dedicarla al proyecto y cuando ya llevaba unas horas me di cuenta de que había un error que había pasado desapercibido tanto para Antonio como para mí. Aunque era un poco tarde decidí volver a la facultad a ver si lo encontraba. Fui derecha a su despacho y me encontré a la mujer de la limpieza la cual me dijo que el profesor acababa de salir. Pensé que qué pena, ya que era viernes y no podría aprovechar el fin de semana. Pero cuando salía lo vi de lejos y lo llamé. Le expliqué un poco por encima lo que me pasaba y me dijo muy amablemente que ahora lo mirábamos. Volvimos al despacho pero al ver a la mujer de la limpieza él decidió no molestarla y me propuso ir a la sala de profesores. Yo nunca había estado allí pero acepté. Fuimos y vi que era una sala grande, con dos sofás, una mesa y claramente destinada al relax.
Me invitó a sentarme en uno de los sofás y empezamos a repasar los cálculos. Mientras yo explicaba lo que creía que estaba mal, noté que su mano se posaba en mi brazo, lo que me hizo sentirme más relajada. Él asentía y observaba atentamente. De repente noté su mano en mi rodilla, me pareció curioso pero lo tomé como un gesto de amabilidad. Yo llevaba una falda negra y una camiseta rosa, acompañado de unos zapatos de tacón también negros. Empezó a mover su mano por mi pierna y me empecé a poner un poco nerviosa. Tenía una de sus manos en mi hombro y la otra deslizándose por mi pierna. Me giré un poco para ver su cara y me hizo un gesto de complicidad. Me estaba poniendo nerviosa. Nunca hasta ese momento me había fijado en él como en un hombre, siempre lo había visto como un profesor pero ahí lo vi un hombre muy atractivo. "Laura, estás enferma" pensé. Y seguí explicando. Antonio llegó con su mano a mi falda y lejos de cortarse empezó a levantarla. Yo no sabía como reaccionar, así que continuaba como que no pasaba nada. La mano que estaba en mi hombro comenzó a bajar hasta que la note en mi pecho y cada vez lo agarraba más fuerte. Ya no podía aguantar más como que nada estuviera pasando así que gire mi cabeza y él agarrándome fuerte de la cintura me atrajo hacia él para besarme. En ese momento no pude pararlo, me apetecía muchísimo. Nos besamos y él empezó a quitarme la camiseta. Cuando me la quitó, se giró y vio que habíamos dejado la puerta abierta y aunque a esas horas no había mucha gente en la escuela, era bastante peligroso. Se levantó corriendo, sacó sus llaves del bolsillo y cerró la puerta por dentro. Volvió hacia mí y me dio la mano para ayudarme a levantar. Me levanté y noté como me agarraba del culo. Pero ahí ya empecé yo a sentirme mal y le dije "Antonio, no podemos hacer esto". Él siguió como que no hubiera escuchado mis palabras y yo que lo deseaba mucho no podía pararlo. Empezó a quitarme el sujetador. Enseguida noté su boca en mi pezón. Me agarraba mientras muy fuerte con sus manos, lo que me hacía sentirme muy deseada. Me apoyó en la mesa mientras lamía con muchas ganas mis dos pechos. Él mientras se iba quitando su camisa. Cuando terminó, se metió la mano en el pantalón, se sacó su polla y me dijo "Toma, zorrita, chupa", lo que me hizo sentirme un poco sumisa pero a la vez me ponía muchísimo. Sin dudarlo me agaché, le agarré la polla, la cual ya estaba bastante dura y comencé a chuparla con delicadeza. Antonio estaba tan ansioso que me agarró la cabeza y me obligo a hacerlo más rápido. Oía sus suaves gemidos que me hacían disfrutar de la situación aún más si cabe. De repente me cogió de los brazos y me subió a la mesa. Con la falda aún puesta me bajó las braguitas que llevaba, que por cierto yo acostumbro a usar tanga pero ese día no era así, me puso la puntita de su polla en mi coño y empezó a dar golpecitos. Yo lo tenía bastante mojado. Me ponía muy cachonda ver como me deseaba aquel hombre que me llevaba por lo menos 30 años. De golpe me la metió toda y aunque tuve que reprimirme para no gritar, me costó mucho. Sus embestidas eran fuertes y firmes. A la vez acariciaba mis pechos. A todo esto empecé a pensar que no estábamos utilizando preservativo. Yo con mi novio nunca lo hacía sin él. Pero ya no quería pararlo. Incluso el riesgo que ello conlleva me hacía tener más ganas de follar con él. Antonio no hablaba nada, sólo disfrutaba de mi cuerpo. Nunca me había sentido tan deseada. Sacó su polla de mi coñito y empezó a chuparmelo. Lo único que me dijo en todo el rato fue un "buff, qué rico" que se le escapó. Pronto volvió a follarme, pero mientras lo hacía me cogió en brazos, se dirigió hacia la luz, la apagó y después me llevó hasta la ventana. Era un ventanal grande que ocupaba prácticamente toda la pared. Afuera ya había anochecido. Me colocó mirando hacia afuera, con los pechos pegados en el cristal y el follándome por detrás. Entendí que le ponía cachondo el que aunque no nos podían ver porque estaba la luz apagada, nos estábamos exhibiendo. Me folló durante un rato más y finalmente sacó su polla porque iba a correrse y me preguntó si quería su leche. Yo no podía perderme ese sabor, así que dejé que se corriera en mi boca. Al terminar, los dos nos sentimos un poco avergonzados, así que recogimos todo y nos fuimos quedando para el lunes para resolver lo que no habíamos hecho. Ese fin de semana, me sentí muy mal. Era la primera vez que era infiel en mi vida. Yo quería mucho a mi novio y no quería dejarlo con él pero aquel hombre me atraía mucho. Me encontraba tan mal que incluso rechacé tener sexo con mi novio, lo que no solía hacer habitualmente. Incluso pensé si ese hombre estaría casado o tendría pareja.
El lunes, tenía que ir a verlo y me moría de vergüenza. Cuando entraba por la escuela, el corazón me latía a mil. Fui a su despacho y él me recibió como siempre, así que me tranquilicé un poco, pensé que todo había quedado en lo de aquel día y que lo olvidaríamos los dos. Pero cuando me iba, me llamó, y me dijo "¿quieres quedar esta tarde en mi casa? mi mujer trabaja". Ahí descubrí que efectivamente estaba casado y que no iba a quedar ahí. Volvimos a tener relaciones sexuales en varias ocasiones. En su casa, en la universidad, incluso una vez en el baño de un bar. Pero decidí no dejar a mi novio, sabía que estaba mal lo que hacía, pero lo quería mucho. Finalmente, saqué un 9,34 en el proyecto. Lo celebramos la última vez como se merecía. Esta vez en un hotel y no hemos vuelto a vernos. Fue una gran experiencia que nunca olvidaré, ya que está relacionada con el final de mi carrera y gracias a él tengo mi trabajo de hoy en día.
Espero que os guste mi historia. Es totalmente real y he decidido contarla para escuchar opiniones ya que aún me siento un poco mal por mi novio. Agradezco cualquier opinión así que no sólo leáis, ¡¡¡OPINAD!!!! (Os contestaré a lo que me digáis). Muchas gracias a todos.
laura 11-11-2013 00:14:05
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laura 11-11-2013 00:13:19
Muchas gracias por tu opinión, invitado-Juan |
invitado-jose 09-11-2013 20:33:08
me ha encantado este relato, se ve que entiendes del tema y te ha pasado en real, es muy bueno |
invitado-Juan 09-11-2013 20:26:02
Me ha encantado tu relato, gracias por escribir tan bien |
laura 30-09-2013 18:33:57
Gracias por tu opinión, invitado-Israel V. L., pero debo decirte que yo sé que hice mal y creo que lo dejo claro en el relato. Me parece que la mayoría de la gente que ha opinado ha entendido perfectamente que ya lo tengo todo más que reflexionado. Pero creo que todos podemos cometer errores y no por ello debemos ser crucificados. Cada uno paga sus errores, de muchas maneras, pero entre otras con el sentimiento de culpa. Y por supuesto que a mí no me gustaría ser engañada, me he puesto mil veces en ese lugar. Gracias por tu opinión, de verdad. |
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Muchas gracias, invitado-jose!, me alegro de que hayas disfrutado leyendome