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Categoría: Gays

Mi Shorcito Rojo

A pesar de que tengo 31 años, la gente siempre me da unos 18. Soy rubio de ojos verdes, mido 1.72, y peso 70 kilos. Mi vida siempre ha sido bastante erótica, y aunque me gustan ciertas mujeres, tambien me encanta tener relaciones con hombres. En total he tenido relaciones con más de 100 mujeres y más de 50 hombres, aunque la verdad es que he perdido la cuenta. Tuve experiencias áltamente eróticas de niño, tanto con niñas como con otros niños también. Fui violado por un hombre a una temprana edad, y de chiquito tambien sufrí abuso sexual a las manos de unas mujeres. El resultado fue de que ahora soy un verdadero perro, y una verdadera perra tambien.
Jamás me olvidaré de la primera vez que decidí tener relaciones con un hombre. Lo que pasó fue esto. Había ido a acampar con mi cuñado de aquellos tiempos, y decidimos poner la carpa debajo de un puente por donde pasaba un río. Había un anciano que vivía ahí, que de seguro tenía ochenta años por lo menos.
Confieso que me sentía atraido a mi cuñado por la enorme verga que tenía y que siempre andaba sacando como broma o algo por estilo. Cada vez que lo hacía me quedaba como paralizado y hasta hoy sueño en mamársela y sentirla llenando mi orto. Seguro que dura habrá sido de unos 30 centímetros porque creo que hasta blanda llegaba a 22. Si la hubiera agarrado con mi mano no pudiera haber tocado el dedo índice con el pulgar por lo gruesa que era. Tenía unas hermosas venas azules que translucían a través de su piel blanca. Traía la punta cubierta por su prepucio ya que no era circuncisado. ¡Cómo me hubiera encantado jalarle la pielcita hacía atrás hasta dejar su hermoso capullo brilloso al descubierto! Le hubiera lamido y chupado ese palo enorme gozando tanto de las sensaciones que me hubiera ocasionado como tambien del sabor y hasta del olor. Me hubiera tragado toda su leche hasta dejarlo seco, pero no pudo ser. Mi cuñado siempre hablaba mal de los homosexuales, y por lo tanto no me atreví a ser demasiado directo. Aunque como les estoy por relatar, sí se dio cuenta de que tambien me gustan los hombres.
El día que fuimos a acampar era un día bastante caluroso. Por lo tanto traía puesto una camiseta blanca y un pantalón de algodón bastante corto, de color rojo, sin calzoncillos ni nada. Al llegar al puente donde íbamos a acampar, mi cuñado se fue a explorar los alrededores mientras me quedé organizando las cosas un poco. Bueno, la verdad es que lo de organizar fue mas que nada una escusa para ponerlo verde a ese viejo vagabundo. Aunque me veo bastante bien ahora, calculo que a los quince años que tenía en aquel entnoces me veía aun mejor. Encima con lo que traía puesto, no me costó mucho trabajo hacer que a ese viejito se le cayera la baba.
Esperé hasta que mi cuñado se había alejado lo suficiente, y aunque el shorcito que traía puesto apenas me tapaba las nalgas, me lo jalé por detrás hasta que quedó como tanguita entre mis nalgas blancas que no tenían un pelo ni siquiera, igual que mis piernas, excepto que en mis piernas tenía algunos vellitos rubios. Luego enrollé la parte de arriba dándolo unas tres o cuatro vueltas para que quedara así con mis nalgas casi totalmente descubiertas. Yo era bastante tímido a pesar de mi atrevimiento, asi que me arrepentí un poco y me jalé el shorcito un poco hacia abajo para que me tapara la mitad de mi culo. Después fingí que andaba buscando algo en mi mochila para agacharme con el culo apuntado hacia el viejito, y cuando hacía esto sentía que el short se me metía más y sabía que mis nalgas estaban casí descubiertas, pero ya no me importaba. Al escuchar que el viejito medio gemía y decía algunas cosas en voz baja que no alcanzaba a entender, me excité cada vez más. De vez en cuando yo me paraba y me acariciaba mis propias nalgas mirando la mochila y fingiendo estar distraido como si estuviera pensando en algo. De repente escuché al viejo que me ofrecía un mate, que para los que no saben es un te verde que se toma con una bombilla (pipote, sorbete) de metal. Caminé hacía él en la manera más sexy y afeminado que pude.
Al tomarme el mate, simulé que me estaba chupando una verga, lamiendo a la bombilla de vez en cuando y mentiéndolo y sacándolo de mis labios. De repente el viejo dijo que tenía que mear, y alejándose unos dos metro apenas, sacó su verga, que era de buen tamaño aunque no podía comparar con la de mi cuñado, y soltó el chisguete. Le miré la verga descaradamente mientras él me miraba a mí y hacía señas con su cabeza hacia su pene como preguntándome si me gustaba. Yo accedía que sí al no despegar mi vista de su pene, me mordisqueaba el labio de abajo y mientras habría la boca un poquito medio jadeando, tocaba la punta de mi lengua contra el labio de arriba y me la raspaba contra los dientes. El viejo terminó de mear y se dirigió hacia una chozita que tenía cerca de ahí sin tomarse la molestia de guardar su pene, y volteando la cabeza me hizo señas que le siguiera. Lo hice, y al entrar en la choza ví que el piso era de tierra y solamente tenía un poco de ropa ahí.
El viejo me agarró una nalga mientras yo me estaba fijando en lo que había ahí, y ví que se estaba masturbando con la otra mano. Dejé que explorara mi culo con sus manos grandes y ásperas, y hasta me daba una nalgada de vez en cuando. Me sentía tan excitado que alzaba mi colita un poco y me encorvaba para darle mejor acceso. A pesar de mi estado de excitación, tenía miedo de que mi cuñado regresaría pronto, y creo que me excitaba aun más pensando en la posibilidad de que me encontrara así, cuando de repente escuché que me llamaba en voz alta desde el puente. Le dije al viejo que íbamos a tener que esperar y que no le dijiera nada a mi cuñado porque no sabía mi secreto. El viejo empezó a insistir que siguiera ahí con él, que no nos encontraría, y como para convencerme trató de hundir la mitad de su dedo medio en mi ano sin usar tan siquiera un poco de saliva como lubricante. A pesar de que al estar seco me ocasionó dolor, la verdad es que me gustó. Aun así, le volví a insistir, logré librar mi culo de las manos del viejito y salí de la choza. En seguida me dí cuenta que mi short seguía estando dentro de la raja de mi culo pero mi cuñado ya podía verme de donde estaba, así que traté de sacarlo lo más que podía sin que fuera obvio, y no me atreví a desenrollar la parte de arriba para que me tapara más. Al acercarme más a él me preguntó qué había estado haciendo en la choza del viejo, y le dije que no había entrado si no que el viejo me había estado haciendo la plática desde la puerta, ya que la puerta estaba del otro lado y no podría haberme visto saliendo por ella. Luego mi cuñado tomó un paso hacia atrás y mirandome las piernas se rió un poco y me preguntó que por qué traía el short así. No supe que decirle y seguro que me sonrojé un poco, pero después de una breve pausa le dije que había estado tomando sol. Hice todo lo posible para que no me viera de atrás, apoyandome contra una columna, y posicionándome estratégicamente. Sabía que sospechaba algo pero no habló más del tema. Cuando pude me acomodé el short para que tapara el 80 por ciento de mi culo dejándomelo un poco descubierto para que el short no se notara tan diferente a como estaba antes. Mi cuñado se puso a pescar y le dije que me iba a caminar por el río para buscar un buen lugar para tomar sol. Me dijo que no era buena idea porque me podría pasar algo, le dije que no se preocupara que regresaría en un par de horas.
Pasé por debajo del puente para sacar un envase de aceite mineral con el cual untar mi piel para así broncearme bien. Ví que el viejo estaba otra vez ahí mirándome con una sonrisa pícara. Seguro que se había quedado dentro de la choza haciendose una tremenda paja mientras pensaba en mi culo. Me dí vuelta para que lo viera de nuevo, y ya que mi cuñado no podía verme de donde estaba pescando, volví a meter mi short en la raja de mi culo, pero esta vez sin pena, hasta que apenas quedó un triangulito rojo en la parte de arriba. Con la cola apuntada hacia el viejo, empecé a echarme el aceite, primero en los brazos, luego en mi cuello, en mi pecho, en la cara, y por último en las piernas. Pasé mucho rato untándome las piernas para de ese modo tener escusa para agacharme ante el viejo. En eso se acercó y me preguntó si quería que me ayudara. Acepté y volví a encorvarme un poco y al alzar mi colita en el aire, me quité la camisa, me eché un buenos chorros de aceite en la espalda y otros mas sobre mis nalgas. Como mi mochila había quedado en el sol, el aceite se sentía bien calentito. Parecía como si fueran chorros de semen cayendo sobre mí aunque todavía no conocía esa sensación. El viejo empezó a desparramar el aceite que cayó sobre mis nalgas, y volví a excitarme bastante sintiendo esas manos tan grandes y ásperas masajeándome el culo. En vez de desparramar el aceite que había caído en mi espalda, dejaba que se escurriera y de vez en cuando pasaba la mano para transladar todo el aceite hacia mi culo. Yo casi no aguantaba lo rico que sentía. Cuando sentí que quería mover mi short a un lado para jugar con mi anito, en vez de oponerme le ayudé. Sus manos eran verdaderamente grandes pero con el aceite sus dedos pentraban mi pequeño agujero facilmente. Me asusté un poco por las sensaciones nuevas y por el comportamiento de este viejo que había sido un poco brusco a veces. También temía que mi cuñado me viera así, pero como ya les mencioné, ese detalle a la vez me causaba mayor excitación. El viejo gemia al insertarme los dedos y poco a poco empezó a hacerlo con mayor fuerza y velocidad hasta que se oía el resto de su mano golpeando contra mi culito como nalgadas. Me ponía en éxtasis con el ritmo e intensidad de la culeada que me estaba haciendo con los dedos, y más porque cada dedo de él era más grueso que mi pulgar. Sabía que en ese momento sólo me estaba dando con uno y le supliqué que me diera con dos. El viejo se emocionó aun más con esto y enseguida me metió el índice junto con el medio y empezo a meterlos y a sacarlos todavía más fuerte y rápido que antes, y tuve que agarrarme de una viga del puente para no caerme. Después de meter y sacar sus dos dedos unas cien veces quizás, sentí que me metió tres. Gemí en voz alta y le rogué, “ay no que me duele”. Pero el viejo me siguió dando con tres y al poco rato me acostumbre cosa que el dolor ya no se sentía tan intenso. Poco tiempo después, vi que mi cuñado se acercaba para tomar algo o no sé qué, le dije al viejo que me fuera a buscar más al rato, y salí corriendo. Escuché que mi ano sonó como una botella siendo descorchada cuando los dedos del viejo fueron retirados rápidamente. Corrí por el río hasta ver un lugar medio profundo, y me tiré a nadar un rato. Poco tiempo después ví que el viejo se acercaba, pero también venía mi cuñado unos treinta metros detrás de él. Yo trataba de alejarme disimuladamente cuando mi cuñado se ponía a pescar, pero me seguía y noté que aunque no se acercaba mucho, tampoco dejaba que estuviera fuera de su vista. Yo seguía haciendo pequeñas exhibiciones para el viejo que me miraba desde la sombra de un arbol, sacando mi culito del agua y haciendo poses arriba de las piedras grandes que habían ahí, pero siempre con la cara mirando hacia mi cuñado y mi cola apuntando hacia el viejo. Después de varias horas me cansé de este juego y me fui a la carpa para tomarme una siesta.
Me desperté la mañana siguiente en la madrugada. Mi cuñado estaba durmiendo y como se le notaba el tremendo bulto que traía en el pantalón, me quedé mirandolo por media hora o más aguantádome las ganas de hacerle tantas, pero tantas cosas. Al escuchar al viejo echarle leña al fuego para calentar agua, me levanté y salí de la carpa. Me tomé un mate con él haciendo las mismas cosas para excitarlo y en poco tiempo se paró y como yo estaba sentado, se acercó a mí y sacando su pene de su pantalón me lo puse en frente de mi cara. Ya que estabamos muy cerca de la carpa donde durmía mi cuñado, me paré y haciendole señas de “ven” con mi dedo índice me fui alejando del puente y el viejo me siguió. Me fui bastante lejos, más de un kilómetro para que no hubiera tantas posibilidades de que nos volviera a interrumpir, y nos encontramos con las ruinas de una casa de bloques de cemento, o quizás era una casa que por algún motivo habia sido abandonada sin que se terminara de construir.
Me arrodillé ahí y el viejo se acerco a mí con su pene en la mano. Todavía me acuerdo del olor que tenía a sudor, a humo, y a vino. Aun así me encantó. Parecía que estaba hecha de goma como no la traía muy duro. Después de meter y sacarla de mi boca un par de veces a la vez que lo mojaba con mi lengua y lo apretaba con mis labios, creció un poco, pero aun así seguía un poco flácido. Le jalé la pielcita hace atrás dejando la hermosa cabeza brillosa de su pene al descubierto. Se lo limpié con la lengua y sí estaba un poco sucio. Fue la primera vez que había sentido el gusto de semen ajeno en mi boca. Cuando ya traía la verga un poco más dura, me puse contra una de las paredes mirando hacia la pared, y alcé mi colita lo más que pude para ofrecérselo al viejo. El viejo me quitó el shorcito que yo traía, pero mientras más trataba de cojerme, más flácida se le ponía la verga. Me metí los dos dedos índices al ano y hice fuerza para abrirlo lo más posible. Me dí cuenta que todavía traía aceite dentro de mi ano del día anterior. Me unté los dedos índices con saliva y me aseguré de que traía el ano bien lubricado mientras estiraba mi ano de ambos costados para ver si así podría. Me sentía encendido, le suplicaba que me cogiera, hasta le agarré la verga y traté de meterlo a fuerzas aunque estuviera flácida, pero de nada sirvió. Me dí vuelta y empecé a mamarle la verga de nuevo. Me sentí un poco frustrado por el hecho de que no se le paraba, y me la sacaba de la boca de vez en cuando para verificar su estado y a la vez me golpeaba la cara con ella mientras le decía que me encantaba su verga y le pedía que hiciera lo que pudiera para tener una erección porque quería que me cogiera. Y así estabamos, yo golpeandome la cara con la verga semi-flácida del viejo mientras le decía “Ponte duro, por favor que quiero sentirte en mi horto, dale papi que lo traigo bien calentito y mojadito.”, cuando de repente escuché una voz ajena decir “si no podés con ese, probá con este”.
Me pegué un gran susto aunque no era la voz de mi cuñado, y mi susto fue mayor aún al escuchar las risas de una media docena de hombres. Verdaderamente sentí muchísimo miedo en aquel momento. Pensé que seguramente iban a darme una golpiza por ser puto, pero el que me había hablado traía su verga en la mano y estaba durísima. La verga de ese hombre era de unos 25 centímetros de largo y casi tan gruesa como la de mi cuñado. Tenía las venas tan hinchadas que parecían que estaban por reventar. Aunque no la había pelado todavía ya se veía la mitad de la punta que en vez de roja se veía morada por su estado de excitación. Deducí que la tenía así porque llevaba rato mirándome y escuchando las cosas que le había estado diciendo al viejo.
Miré a los demás hombres tratando de ver cuantos habían y ví que en total habían ocho. Estaban muy sucios, sudados, traían los pantalones mojados y embarrados hasta las rodillas, y noté que traían unas bolsas grandes y malolientes en las que más tarde descubrí que traían nutrias y pieles de nutria. Para los que no saben, la nutria es como un castor pero con cola de rata. Las caras de los hombres estaban sucias con barbas y bigotes que parecían ser el resultado de varias semanas en el campo sin rastrillo ni peine. Traían sus camisas manchadas de sudor debajo de las axilas, y aunque estaban a varios metros de mí, por el olor que desprendían me dí cuenta de que llevaban varias semanas sin bañarse y con la misma ropa puesta. También ví que todos traían navajas grandes colgando de sus cinturones.
Decidí que lo mejor sería ser lo más sumisivo posible y cumplir con todo lo que me pedían. El que tenía esa piedra monstrosa de verga en la mano miró al viejo y le dijo “gracias Don Pablo, pensé que estabas exajerando lo bueno que estaba este pedazo de culo, pero mirá como me la ha puesto, ahorita voy a disfrutar de esa boquita que tiene y luego voy a romperle el orto, y acá los muchachos van a tener que esperar su turno.” Algunos de los otros respondieron “Pero ya, cojételo de una vez.”, “que bárbaro está”, “tremendo pedazo de yanqui puto voy a metértelo hasta el fondo”, “acabá con él Oswaldo”, “no, dejános algo Oswaldo, pero acabá, acabá rápido que después podés tomar otro turno”. No podía creerlo, el viejo me había traicionado, bueno, por un lado había hecho que se me cumpliera un sueño, pero en ese momento no sabía si iba a salir de esta con vida. El viejo me miraba con cara de vicioso y cuando uno de los hombres le entregó una damajuana de vino, entendí que aparte de haberme traicionado me había vendido, o que por lo menos me había alquilado. Miré a cada uno de los hombres y si tenía alguna duda acerca de si todos querían turnarse conmigo, con las miradas que me daban quedó claro que todos querían probar. Yo iba a ser su puta y decidí ser la mejor puta posible.
A pesar del miedo que sentía, mi verga seguía durísima, y cuando Oswaldo acercó su enorme pedazo de carne tiesa a mi cara, los otros hombres empezaron a burlarse de que sólo con pensar en chuparle la verga a Oswaldo se me había puesto así. La verga de Oswaldo también olía a vino, a humo, y a sudor, pero los olores eran más intensos y aparte olía a semen viejo. La ropa de Oswaldo era un asco también y al acercarse me manchó los muslos con el barro que traía en las botas y en los pantalones. Casí no aguantaba el olor pero sabía que mi vida dependía de hacer todo lo que me dijieran. La verga de Oswaldo me pego en la cara y me sorprendió lo pesado que se sentía. Al agarrársela traté de tocar mi dedo índice con mi pulgar, pero por el tamaño quedó por lo menos un centímetro de espacio entro los dos. Al pelarle la verga vi que traía la punta sucia con un líquido blanco que seguramente era esperma vieja y por eso olía tan mal. “Mirá nene” me dijo, “hasta te traje queso ricota por si tenías hambre. Limpiámelo bien y dejaré que me chupés los huevos.” Hice lo que me estaba pidiendo. La verdad es de que hasta me empezó a gustar. El sabor fuerte a verga y a huevos sudados que tenía me empezó a parecer sabroso. Le chupaba con más y más ganas, y aparte de casi vomitar un par de veces cuando me agarró de la cabeza encajándome la verga hasta que entrara en mi garganta, lo estaba disfrutando demasiado. De vez en cuando oía a alguien decir algo así como “apuráte loco que me toca a mi”, “van a tener que pasar dos a la vez o no vamos a terminar nunca”, “pero el pibe es experto mirá como mama, para mi que puede con tres.” También oí los nombres de algunos de los otros hombres, pero solamente sabía como se llamaba el que me estaba obligando a chupar su verga apestosa, aunque creo que de todas maneras yo lo hubiera hecho de mi propia voluntad.
De repente Oswaldo quitó su pene de mi alcance y me dijo “ya, ponéte en cuarto perrita que te voy a partir el culo.” Me puso como quería y me eché toda la saliva que pude en la mano para lubricarme el ano con el.” Sentí las manos de Oswaldo sobre mis caderas, y sentí como ponía su verga dura en posición para penetrarme. Torcí mi cuello para mirarlo y le supliqué “Ten cuidado que soy virgen”. Todos se rieron. “Pero qué vas a ser virgen vos, perra, virgen de la oreja quizás pero por poco tiempo.” Me dolía que se rieran de mi de esta manera, pero más me dolió cuando Oswaldo me encajo la mitad de su verga y luego la verga entera con dos embestidas. Encurvé la espalda tanto que sentí que se me iba a romper, apreté tanto con mi ano que pensé que de seguro le estaría doliendo a él. Pensé que quizás podría apretarlo tanto que le resultaría incómodo y se daría por vencido, pero tuvo el efecto contrario. Lo escuché decir “Puede ser que no nos estuvo mintiendo muchachos, lo tiene más apretado que la mierda, pero no le sale mierda, solo un poco de sangre, y se siente tan apretadito, creo que pronto les va a tocar.” Empecé a llorar y a suplicarle que parara, que me dolía demasiado, que no podía, pero poco a poco ví lo inutil que eran mis quejas, y poco a poco me dejaba de doler tanto.
Mis quejas se fueron convertiendo en gemidos a la vez que les empecé a chupar las vergas a dos de los hombres que se habían acercado buscando el calor y la humedad de mi boca. Hice lo mejor que pude turnandome entre los dos penes mientras Oswaldo me cogía brutalmente. Sentí como sus enormes huevos golpeaban contra los mios a un ritmo frenético. (tatatatatatatata) Mientras yo empezaba a gozar más y más tanto de la sensación de esa enorme verga que entraba y salía de mi culo como un pistón, como de las dos vergas que me estaba chupando. Los otros hombres seguían burlándose más y más de mí pero ya no me importaba. De repente sentí el pene que tenía en la boca empezar a pulsar más y más fuertemente hasta que soltó una media docena de chorros de leche caliente y espesa dentro de mi boca, y al sacarla, siguió botando esperma que embarró mi cara y hasta cayó en mi ojo. Seguí mamando la verga del otro y de repente paso lo mismo a la vez que Oswaldo por fin terminó dentro de mi culo, y se paró dejando mi agujero sangrando, abierto y brotando semen. En un abrir y cerrar de ojos alguien ya había tomado su lugar y otra verga de casi el mismo tamaño me estaba cogiendo sin merced. La verdad es que todos parecían hermanos, y sus penes eran muy parecidos. Eran casi todos del mismo tamaño, estaban sucios y apestosos, y la única diferencia que notaba era que el de uno tenía curva hacia un lado, el de otro hacia otro, el de otro hacia arriba, algunos hacia abajo, pero todos eran mucho más grandes que el mio.
Después de recibir verga por una hora y media, había logrado que todos se corrieran por lo menos una vez. Me sentía orgulloso de mis habilidades y pensaba que este porno en vivo estaría por terminar. Me había equivocado. Me levanté para irme, pero uno de los hombres me pegó durísimo en el medio del pecho haciendo que me cayera hacia atrás. Seguían con lo de las risas y las burlas por supuesto, y en eso uno de ellos que tenía el pene parado puso mis piernas sobre sus hombros y me empezo a coger de nuevo, poniendome luego en una posición con el culo en el aire, mis rodillas pegadas a mi pecho, y mis pies tocando el piso detrás de mí, o sea que mi culo quedó apuntando hacia arriba. Se turnaron nuevamente cogiendome en esta posición y en algunas otras posiciones similares. Los demás se masturbaban gozando del espectáculo, y cuando alguno estaba a punto de terminar, se arrodillaba y metía su verga en mi boca para hacerlo ahí. Creo que tragué leche en esa posición más de 24 veces. Después de que habían pasado unas cuatro horas en total, parecía que se habían cansado porque ya nadie quería nada conmigo. Me dolía el orto pero no había remedio para eso. También me dolía el pene porque lo había tenido parado por unos días casi constantemente y sin acabar. Lo que pasa es cuando acabo, ya no tengo ganas de estar con hombres, de mamar verga, o que me cojan. Así que no había acabado para poder disfrutar lo que me había pasado.
Oswaldo se acercó a mi y me dijo, “Este, bueno nenita, ya nos vamos, total sabemos donde estás acampado, pronto iremos a visitarte. A, pero que falta de educación de mi parte, no podemos dejarte así, tan sucía. Muchachos, vamos a darle un baño a esta perrita.” Y con eso empezó a orinar pegandome en la cara con en chorro, y pronto los otros siete se acercaron y hicieron lo mismo. Soy tan perra que sí me bañe con su orina y lo disfruté bastante. Hasta abrí la boca y me tragué un poco de la orina de cada uno. Mientras esto ocurría empecé a masturbarme y al caer las ultimas gotas de orina sobre mi, por fin solté todo el semen que venía guardando por tanto tiempo. Sin exagerar, los chorros de mi semen caían sobre mi pecho y mi cara a pesar de estar acostado, y al lamerme los labios para limpiarme los rastros de semen, empecé a sentirme muy mal por haber disfrutado todo lo que ocurrió.
Los hombres ya me habían salpicado con las últimas gotas de su orina y estabán vistiéndose para irse. Ví que mi shorcito rojo estaba totalmente empapado de orina pero me lo puse de todas maneras. Al sentir lo calentito que estaba y al acordarme de cómo había llegado a estar así, empecé a excitarme de nuevo. Así que me puse el short como tanguita de nuevo, y bajando la parte de adelante, volví a masturbarme pensando en la experiencia que acababa de tener. Después de bañarme en el río regrese a la carpa y me quedé dormido. Mi cuñado me preguntó que donde había estado todo el día y ni siquiera le respondí. Al día siguiente nos regresamos a la capital, aunque el viejo me suplicó que me quedara ahí con él. Le dije que pronto regresaría, pero fue la última vez que lo vi.




tightapple@yahoo.com
Datos del Relato
  • Autor: tightapple
  • Código: 1732
  • Fecha: 18-03-2003
  • Categoría: Gays
  • Media: 6.18
  • Votos: 222
  • Envios: 6
  • Lecturas: 41579
  • Valoración:
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Comentarios


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6 comentarios. Página 2 de 2
Juan Andueza G.
invitado-Juan Andueza G. 18-03-2003 00:00:00

Para mi gusto, está bien escrito y bastante creíble, aunque a veces uno sospecha que el autor se está riendo. A veces no, que es en serio. Bueno, eso sí, demasido largo, como el que te dije de tu cuñado. Otro día lo termino. Saludos.

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