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La señora Matilde

La señora Matilde

Los vecinos llamábamos doña Maty a la señora Matilde. Ella vivía en el último departamento arriba del nuestro, en un edificio de cuatro pisos. Se hizo muy amiga de mi mama, ya que era originaria de Mérida y no tenía mas familiares en México. Era blanca, de cabello corto ondulado castaño claro, ojos color almendra, delgada y tenía un cuerpo bien formado. Tenía cuatro hijas, la mayor de 13 años, con diferencia de un dos años cada una. Por esta razón, tuvo que operarse para dejar de tener hijos, de otra forma hubiera completado la decena, según sus propias palabras. Su esposo trabaja para una compañía como agente viajero, por eso la conoció, y la trajo a vivir a México. Me acuerdo cuando llegaron al edificio, ella se veía muy hermosa, era delgada y se veía alta, aunque como menciones es bajita, al menos para mí, ahora mido 1.78, yo tenía once años en ese entonces. Ella ya tenía dos hijas de un matrimonio anterior, a pesar de esto estaba buenísima, con un cuerpo bien proporcionado, con piernas gruesas y trasero grande. Los amigos de la pandilla hacíamos bromas diciendo que cuando fuéramos grandes nos conseguiríamos una mujer como ella. Doña Maty me enseñó el placer en las relaciones sexuales. Les voy a contar como sucedió.

Ella visitaba a mi mamá para platicar, a veces yo intervenía un poco en sus conversaciones, ahí se enteró de mi timidez para hablar con las chicas y seguido me motivaba a tener novia. A mis diecinueve años, yo estaba más interesado en jugar al básquetbol, ya que no era muy afortunado con las mujeres. Desde luego que como cualquier joven de esa edad, me masturbaba mirando las mujeres de las revistas de adultos que compartíamos entre los amigos. Mi mamá me dice Coque, pues mi nombre es Jorge, una ocasión me llamó para decirme que fuera ayudar a la señora Maty con las puertas corredizas y cancelaría de aluminio de su baño. Le contesté que no habría problema, ya que yo me encargo de reparar las averías de los baños de nuestro departamento. Me dijo que esperara a que doña Maty regresara de ir a dejar a sus hijas a la escuela. Ella no tardó en llegar. Doña Maty me explicó que su marido se encontraba de viaje desde hace dos semanas y tardaría otras dos en llegar, así que no podía continuar con el cancel del baño descompuesto ya que se mojaba todo el piso del baño, haciéndole trabajar de más. Me llevó al baño de su cuarto, yo me puse a fijar la cancelaría, ella me dijo que haría el quehacer de su casa después de cambiarse de ropa. Ella se dirigió al closet, yo me puse a ver como fijaría el cancel. A los pocos minutos, ella se apareció en la puerta del baño para decirme que iría a lavar la ropa. Se retiró del cuarto vistiendo una bata amarrada por la cintura y sandalias, llevaba en sus manos una cubeta llena de ropa. Al poco tiempo me gritó desde el lugar donde se encontraba la lavadora:
- Coque, ¿me puedes traer las pantys que están en el baño?
- ¿Las dos? – le pregunté pues había dos pantaletas colgadas en el tubo de la toalla.
- ¡No!, solo tráeme la sucia – me respondió.

Yo las tomé, sin embargo no pude identificar cual era la sucia. Me sentí raro pues era la primera vez que tomaba las pantys usadas por una mujer. Miré en detalle las diminutas pantys tratando de identificar las sucias.
- Las dos están limpias – le dije.
- ¡No, Coque! Hay una que esta sucia – me dijo - tráemela.
Le llevé las dos y que ella tomara la sucia, pues no pude identificarla.
- Ten – le dije dándole las pantys – escógela tu.
- Ja ja ja - rió divertida - ¿No sabes cual es la sucia?
- No, las dos se ven limpias – le respondí.
- Tonto, las hubieras olido para saber cuál es la sucia – dijo ella llevándose una panty a la nariz. Al oler la segunda la identificó. ¡Esta es la sucia! – dijo sonriendo- mientras ponía su panty en mi nariz - ¿Puedes distinguir el olor?
- ¡No! – le respondí muy apenado, por supuesto que identifiqué un olor que me pareció exquisito, pero me dio vergüenza decírselo.
- ¡Huele esta! – me dijo poniéndome la panty limpia en la nariz- ¡Ahora esta! – la sucia. La diferencia del olor me pareció aun más excitante, sentí un mareo y ese olor tan rico se fijó en mi mente.
- ¿Sabes de qué es ese olor? – me preguntó. Era evidente que a ella le estaba resultando divertida mi timidez e ignorancia.
- No, pero me imagino – le respondí.
- Es que – me aclaró - su supieras como se me mojó mi conchita anoche….
- Me voy a apurar – la interrumpí – pues me sentí incomodo, apenado, con una tremenda erección por todo esto.

Me retiré de prisa hacia el baño, sin dejar de pensar en ese olor tan rico de la panty de doña Maty. Por primera vez estaba con un calor tremendo en mi cabeza, sentía que sacaba fuego y humo por las orejas, y con una erección que me provocaba dolor en mis huevos. A los pocos minutos, ella se presentó en el baño. Noté un brillo especial en sus ojos, un acento raro en su voz, y una postura de su cuerpo especial, sensual, que mi cuerpo captó enseguida:
- Oye Coque, ¿Todavía no tienes novia?
- No Maty, todavía no.
- ¿Entonces no sabes qué es hacer el amor? – me preguntó directamente.
- Nnno, nooo – le dije tragando saliva con dificultad.
- Vaya eres ‘quintito ‘ – dijo divertida - ¿Nunca visto una mujer desnuda?
- Sí, bueno, en revistas y en el cine …….
- ¿Nunca has visto una mujer así? – me interrumpió al momento que desató y abrió su bata para mostrarme su cuerpo en ropa interior.
- Nooo, nnnnoooo, nuu, nuu, nunca – le dije con voz temblorosa.
- ¿Y qué te parece? – me preguntó descubriendo sus hombros, quedando con su bata colgando en sus antebrazos. Miré con detalle su conjunto de brassier y panty de color melón. Eran de fina tela, muy transparente con adornos de encaje del mismo color en las orillas de las prendas. Las areolas de sus tetas y los vellos de su panochita se transparentaban por completo.
- Muy bien – apenas alcancé a decir.
- De veras ¿nunca has tenido relaciones sexuales?
- Nooo, nnnooo, pues ¿Con quien? – le respondí sin quitar la vista de su cuerpo.
- ¿Entonces no sabes a que huele una panochita? – su voz se escuchaba excitada.
- No, pues como – respondí levantando mis hombros.
- Te voy a enseñar a que huele – me dijo al momento que introdujo su mano entre su panty, por debajo de su ombligo, hasta tocarse su conchita, restregó un poco sus dedos en ella, sacó su mano y puso sus dedos en mi nariz – Huele mis dedos. ¿Ya notaste que tienen el mismo olor que mis pantys?
- Sí – le conteste muy rápido, aspirando el aroma de sus dedos que me pareció divino.
- ¿Te gusta el olor?
- Sí – le contesté sin dejar de oler sus dedos.
- ¿No te gustaría oler mi panochita directamente? - me quedé petrificado, incrédulo.
- Sííí – apenas alcancé a contestar. Mientras doña Maty dejó caer su bata y subió un pie en el inodoro. Con su mano separó su panty, mostrándome parcialmente su panochita.
- Huélela, para que conozcas el olor de una mujer – me quedé inmóvil, sin saber qué hacer – ¡ándale huélela!
Aún incrédulo, con lentitud, me hinqué y acerqué mi cara a su pubis. Ella separó otro poco su panty. Le pude ver sus delgados labios vaginales con un líquido que parecía gel transparente.
- Pon la nariz lo más cerca que puedas – me indicó – y huele mi conchita.
Le obedecí, aspirando profundamente el olor de su sexo. Sentí que su olor me subía a las nubes, caminaba sobre ellas, flotando sin dejar de percibir ese rico olor en mi cerebro.
- ¿Te gusta como huele?
Le contesté con movimientos afirmativos de mi cabeza. Sentí como la punta de mi nariz se puso en contacto con ese líquido que había en su panochita. Mi nariz se frotó un poco sobre la unión de sus labios vaginales. Doña Maty dio un pequeño grito. Retiré mi cabeza temeroso de haberle lastimado.
- ¡Discúlpame! – le dije temeroso. Ella sonrió muy complacida.
- Ven – me tomó de la mano – te voy a enseñar otras cosas.
Me sacó del baño y me llevó junto a su cama. Se levantó sobre las puntas de sus pies, y tomándome del cuello, me dijo que me enseñaría a besar. Instintivamente la tomé por su delgada cintura, sintiendo por primera vez los labios de una mujer, acariciando su espalda casi desnuda. Me besaba de muchas formas, haciéndome sentir un placer que nunca había experimentado. Después de unos minutos, ella se separó un poco de mi cuerpo, se dio la vuelta y me pidió ayudarle a desabrocharle el brassier. Mis movimientos eran torpes y no atinaba a desabrocharlo. Cuando por fin lo quité, ella voltió hacia mí, cubriendo sus pechos con sus manos. Su cara era una mezcla de sonrisa y excitación. Tomó una de mis manos, llevándola a su pecho.
- Siente mis tetas, acarícialas despacio – me dijo removiendo su otra mano.

Le obedecí sin discusión, sus tetas eran pequeñas, cabían completamente en mis manos. Tenía unas areolas muy grandes con sus pezones pequeños. Sus areolas ocupaban toda la punta de sus pechos, en forma de conos, hasta casi la mitad de sus tetas. - Bésalos con cuidado – me ordenó. Sentí la necesidad de chuparle sus pezones, eso hice. Se los mamé despacio y con suavidad. Doña Maty, metió sus dedos entre mis cabellos, mientras me decía que los chupara suavemente. La respiración de Maty se hizo muy agitada.
- Esperate, esperate tantito – me dijo - siente como se ha mojado mi conchita.
Yo llevé mi mano a su entrepierna, por encima de su panty, la tenía empapada.
- ¿Verdad que esta muy mojada? – me preguntó con su ojos medio cerrados.
- Sí – le contesté, queriendo regresar a mamar sus tetas.
- No, Coque, esperate – me detuvo – te voy a enseñar otras cosas.
Se sentó en la cama frente de mí, dirigió sus manos a mi pubis, acariciando mi miembro sobre el pantalón.
- ¡Mira que duro se te ha puesto! – dijo con voz excitada - ¿Nunca te lo había acariciado una mujer?
- Nooo, nnnooo, Maty eres la primera – le dije con mucha dificultad.

Yo sentía muy rico que ella me estuviera acariciando ahí. Me quedé inmóvil, dejando que ella tomara la iniciativa de las cosas. Con suavidad ella pasaba una mano alisando toda la longitud de mi miembro. Luego sus manos aflojaron el cinturón, desabotonó mi pantalón y bajó el cierre. Abrió mi pantalón, la erección de mi miembro se notaba claramente a través de mi truza de algodón. Ella siguió acariciándolo son suavidad. Sus manos tomaron mi pantalón a la altura de la cadera, bajándolo hasta mis tobillos. Encogió sus manos en forma de garra, colocando sus uñas en la parte interna de mis muslos y comenzó a acariciar y subir sus manos hacia mi pubis. Esto hizo que mi piel se pusiera chinita, la sensación de las caricias de sus uñas no las puedo describir, era fenomenal. Así, llegó a mi miembro, con una mano tomó mis testículos, por encima de la truza, con la otra mano continuó con sus caricias sobre mi pene, poniéndolo hacia uno de los lados de mi cuerpo. Yo no perdía detalle de lo que ella hacia. Me miró sonriendo, al momento que acercó su cara a mi miembro y le dio una mordida a lo ancho, como si estuviera comiendo un elote, las repitió otras veces, sin dejar de mirarme. ¡Que chingón sentí!
- Tiene muy buen grosor – me dijo ella- ¿me dejas agarrarla?
Sin darme tiempo a contestar, ella levantó mi truza por una de mis piernas, y metió su mano por el hueco para agarrar mi palo. Su mano empezó a masturbarme muy despacio. Mientras me interrogaba.
- ¿Así te masturbas? – le contesté afirmativamente con el movimiento de mi cabeza. Ella la apretó más fuerte y me masturbó un poco más rápido. Cuando sentí que ya me venía, ella paró e hizo que la cabeza de mi miembro se asomara por arriba de mi truza.
Con su otra mano, bajó mi truza, para que mi pene quedara más libre. Por supuesto que no quitaba la vista de lo que ella hacía. Maty acercó su cara a mi miembro, levantó su vista hacia mí. Sin perder el contacto de nuestra mirada, su boca sonrió, sus labios se abrieron conforme los acercaba a mi pene. Con su mano inclinó mi palo hacia ella, introduciendo casi la mitad de mi verga en su boca. Yo cerré mis ojos pensando que era un sueño. La sensación de su boca en mi miembro succionándolo me obligó a regresar la mirada a Maty. Después de dos o tres chupadas, mi cuerpo se tensó. Maty retiró su boca y cogió con su mano mi pene, masturbándolo muy rápido.
- ¡échalos Coque! – me dijo muy excitada - ¡déjalos que salgan todos!
Solo vi el primer chorro de mi eyaculación, que se estrelló en el pecho de doña Maty, después cerré mis ojos para disfrutar mi primera venida provocada por una mujer. El tiempo se detuvo para mí, la sensación de la mano de Maty masturbándome hacía que continuara tirando grandes chorros de semen. Cuando terminé de venirme, abrí mis ojos despacio. La mano de Maty estaba completamente cubierta por semen, al igual que su antebrazo y pecho.
- ¡Que bárbaro Coque! ¡Cuanta leche aventaste! – comentó doña Maty- ¡Ahora tú me vas a chupar mi conchita!
Se levantó un poco de la cama para quitarse la panty. Se sentó en la orilla de la cama nuevamente y abrió sus piernas a lo máximo. Asombrado vi por primera vez una mujer en esa posición. Me quedé contemplando a doña Maty asombrado por la forma tan amplia de cómo abría sus piernas mostrándome su sexo. Con sus manos abrió su panocha, dándome indicaciones:
- Mete tu lengua aquí dentro – me dijo con voz muy excitada.
Sin pensar, solo mirando su jugosa panocha, me hinqué llevando mi rostro a su sexo.
- Métela despacio y trágate mis jugos – seguía orientándome.
La obedecí, traté de meter mi lengua lo más profundo y comencé a chupar sus jugos. Los suspiros de Doña Maty me indicaban que lo estaba haciendo bien. Sus jugos me supieron muy rico. Con mi lengua recorrí toda su panocha, limpiándole los jugos que tenía a sus alrededores, después me dediqué a succionarle sobre su sexo tratando de sacarle más jugos. De repente sus piernas se cruzaron y atraparon mi cabeza, su cuerpo se comenzó a mover muy rápido elevando y bajando su cadera mientras emitía un gemido muy fuerte. Agarro su cabeza con sus dos manos, empujándola contra su panocha. Puse mis manos por debajo de sus suaves nalgas y atraía hacia mi boca su sexo. Sentía claramente como sus nalgas se ponían muy duras con las contracciones de su orgasmo. Por fin paró.
- ¡Que bruto Coque! – me dijo respirando con dificultad – ¡vas a ser bueno comiendo conchas! Me he tirado cuatro ‘quintitos’ y tu has sido el mejor con esto, ahora veamos con lo que sigue……desnúdate – me ordenó.
Me desvestí muy rápido, pues mis pantalones ya estaban en mis tobillos, y fácilmente me quité la camiseta. Ella me jaló de la mano para acostarme en la cama. Ella se hincó a la altura de mi cadera, comenzó a besar mi cuello y pecho mientras con su mano masturbaba suavemente mi semi-erecto miembro. Muy rápido mi pene se endureció.
- ¡Ya esta listo otra vez cariño!

Me dijo montándose sobre mi pene, lo acomodó en su vagina y dejó caer su cadera sobre él. Era la primera vez que yo penetraba una mujer. Miré la cara de doña Maty se le notaba un gran placer. Me sonrió, mientras hacía su cadera hacia delante y atrás, haciendo que mi pene entrara y saliera de su vagina. Tomó mis manos y las llevó a su cintura luego me dijo con su voz melosa:
- Mira cariño, lo que te voy a enseñar tu novia o tu esposa lo va a agradecer, – yo escuché atento lo que me decía- tan pronto sientas que te vas a venir, con tus manos me levantas para evitar que te corras, ¿entendiste?
- Sí, lo que digas.

A los pocos momentos Maty movía su cabeza hacia un lado y otro, gimiendo constantemente. La sensación de cómo entraba y salía mi verga de su panocha era increíble. Ella se detenía en momentos para jalar aire y después aumentaba los movimientos de su cadera. Entendí que cuando paraba, coincidía con los movimientos de su vagina que dejaban de apretar mi miembro. Como a la cuarta vez habló:
- ¡Ay, papacito! ¡Me estas vaciando! - pero no dejaba de gemir, ni de mover su cadera.

Unos minutos después, la sensación de mi eyaculación apareció. Tal como ella me indicó, levanté su cadera, para sacarle mi verga.
- ¿Ya te vas a venir? – me preguntó.
- Sí, creo que ya.
- Esperate a que se te pase…..- me dijo, preguntando después de un poco tiempo - ¿Ya se te pasó?
- ¡Ya! pero me quiero venir – casi le supliqué.
- Claro cariño, te vas a venir tanto, que nunca lo olvidaras – me dijo con expresión de seguridad.

Ella se volvió a sentar en mi verga, sus movimientos fueron lentos pero muy fuertes, yo podía sentir como sus piernas apretaban mi cadera. La sensación de sus movimientos llegaba a mi palo de una forma indescriptible. Después de pocos movimientos se volvió a salir.
- ¡No te salgas! ¡Que me quiero venir! – le dije.
- ¡Esperate papacito! ¡Aguántate mi amor, aguántate! – ahora ella parecía suplicarme.

Se volvió a montar sobre mi verga y repitió sus movimientos pero solo unas dos o tres veces. Yo sentí que no aguantaba más, que mi venida era inminente. Pareció que ella adivinó, se salió de mi palo de repente y rápidamente se hincó, con sus codos sobre la cama levantando su culo lo más alto que pudo, dándome la siguiente orden:
- ¡Cógeme así! ¡Y échalos todos dentro!

Rápido me levanté y coloque detrás de ella para penetrarla. Se la metí toda, empujándosela con ganas. A las pocas metidas sentí que me venia, por lo que di una especie de grito. De pronto Doña Maty se tendió sobre la cama, quedando bocabajo, abriendo sus piernas y levantando su culo. Por supuesto que yo la seguí para que mi verga no se saliera de su vagina, y comencé a mover mi cadera muy rápido, como conejo, la sensación que me llegó juntó con mi eyaculación fue indescriptible. Claramente sentí como el primer chorro de semen que aventé fue muy abundante. Maty comenzó a hablar:
- ¡Así cariño! ¡Échalos todos! ¡Todos! – se calló, porque su cuerpo empezó a temblar.
La leche no dejaba de salir de mi verga. Llegaban olas de calor a mi cabeza, seguidas de la expulsión de un chorro de semen, entre más me movía, más semen salía. Los gemidos de doña Maty hacían que no dejara de moverme. Los chorros parecían acabar, pero volvían a aparecer, aunque cada vez salían con menos fuerza. No quería dejar de venirme, esta fue la venida más larga que recuerde. Seguí moviéndome aunque era obvio que ya no aventaba nada, por lo que dejé de moverme. Doña Maty también relajó su cuerpo, y quedó acostada bocabajo. Rodé mi cuerpo para acostarme junto a ella. Maty voltió a verme sonriendo, tomó mi semierecto pene en su mano acariciándolo suavemente, diciendo: - ¡Ay corazón! ¡Me vaciaste por completo! Tardaste en venirte, eso le va a gustar a tu mujer - los dos nos quedamos recostados un rato más.

Así fue mi primera vez. Desde luego que me cogí otras veces a doña Maty hasta que se fue del edificio, a su marido le dieron trabajo en Tamaulipas. Otra ocasión que recuerdo con ella fue cuando le enseñó a Memo, mi amigo, casi lo mismo que a mi. Eso quizá lo contaré después.
Datos del Relato
  • Categoría: Maduras
  • Media: 6.06
  • Votos: 98
  • Envios: 27
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6 comentarios. Página 2 de 2
Rafael lanza
invitado-Rafael lanza 24-10-2005 00:00:00

sencillamente espectacular, hizo que me "enamorara" de la señora matilde de hecho la amo. felicidades al ingrato que escribio el relato.

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