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Categoría: Aberraciones

La máquina sexual

Después de haber visto la Terminatrix de Terminator 3, quedó en mí la fantasía de encontrarme con una rubia semejante que solo quisiera follar y follar salvajemente. Mi obsesión se había convertido ya en un tormento para mi novia, quien descontenta por el poco interés que le planteaba por aquellos días, a pesar de haberla convencido de teñirse de rubia y usar ropas de cuero ajustadas, decidió romper conmigo.

Mucho no me importó en ese momento -las cosas no venían bien con ella- pero mi deseo sexual aumentó considerablemente en ese tiempo. Para distraerme, entraba en chat sexuales, de esos donde conoces gente cachonda que calienta primero con palabras ardientes y luego resulta ser más fría que unas tajadas de bistec recién sacadas del freezer... pero he aquí que me encontré con una amiga especial. Entró rápidamente en mi juego y se identificó muy bien con las características de la bella actriz que acompañó a Arnold en su última película. Sabía mover los dedos sobre las teclas, evidentemente, pues logró seducirme desde un primer momento. Decía ser perfecta en medidas, ardiente, joven, rubia, de tez blanca... yo mucho no le creí, pero pocos minutos después, estábamos hablando por teléfono. Su voz era muy especial, era firme y me calentaba aún más que las palabras escritas en la pantalla. No tardé mucho tiempo en concertar una cita con esta máquina sexual.

Efectivamente, cuando llegó a mi casa, para mi sorpresa, ví que no había mentido. Era perfecta. Tez blanca, nariz respingada, ojos claros, cabello rubio, atado con rodete. Vestía un trajecito con una falda corta y zapatos de taco alto. Su mirada era penetrante y sus labios carnosos. Cuando entró a mi casa y cerré la puerta, casi sin intercambiar palabras, puso sus brazos sobre mis hombros y me dió un riquísimo beso.

-Soy tu máquina sexual. -me dijo- Quiero que me folles hasta que no tengas una sola gota de semen para darme.

Feliz de contento, y sin muchos preámbulos, ya que estaba muy caliente, comenzé a responderle sus besos y a llevarla contra las paredes y objetos de la casa. Mis manos confirmaban al recorrerla que su cuerpo era atlético y su piel tersa y caliente como mis deseos. Prácticamente le arranqué la chaqueta y la blusa, sus pechos eran grandes y turgentes, el sujetador no pudo contenerlos por mucho tiempo: me abalanzé sobre ellos mientras la muchacha se tiraba hacia atrás, arqueando su cadera y ampliando el volumen de esas tetas que ahora me ofrecía para que se las chupase con ahínco. Los pezones eran grandes, con una aureola de color rojo vivo, comencé a mordisquearlos y mi máquina sexual casi no sonreía, pero disfrutaba dando pequeños suspiros que me ponían a mil.

Mientras tanto, ella me sacaba la camisa y comenzaba a desabrocharme el pantalón, mientras me decía:

-Soy tu máquina sexual, pero debo advertirte algo: por una disfunción en mi mecanismo, cuando ya no puedas más, me comeré tu pito.

Yo estaba loco de felicidad, empalmado hasta el ombligo y lo único que le respondí fue morderle un poco el cuello mientras le sacaba la falda y luego su mínima tanga.

Desnudos ambos, seguimos besándonos y arrastrando nuestros cuerpos contra todos los objetos de la casa y también contra las paredes. Sus manos me acariciaban la espalda. alguna se escapaba y me agarraba bien fuerte el glúteo.

-Antes de comerme tu pito, voy a prepararlo y a darte placer. Ya no hay vuelta atrás -dijo la hermosa rubia.

Se arrodilló y me empezó a acariciar las bolas con una mano, mientras con la otra me agarraba el garrote y se lo metía en la boca, chupando el capullo primero, clavándome sus ojos claros desde allá abajo... y yo tratando de guiarla, pero no era necesario, era toda una experta y sabía exactamente el ritmo y como darme placer con su boca carnosa y su lengua degenerada... mi pija desaparecía en su boca y aparecía toda babeada, me estaba volviendo loco, yo ya no sabía de donde agarrarme.

En medio de todo esta lujuria, se chupó uno de sus dedos, lo ensalivó bien, y mientras con esa mano me agarraba las bolas, empezó a lubricarme el ano... esa sensación nueva me ponía a mil, y mis manos solo agarraban mi cabeza, que pensaba que todo esto era una locura.

Me llevó al sofá, se puso en cuatro patas y me mostró su culo pomposo, su conejo abierto y mojado, perfectamente depilado... antes de ponerle el pito, comencé a chuparselo todo, a meterle la lengua en el ano, y sus gritos se escuchaban por toda la casa. Ella me acariciaba la cabeza con una dulzura maternal, mientras mi lengua sentía ese clítoris caliente, ese ano rosado con sabor ácido, mientras se mezclaban sus jugos vaginales y mi saliva, como un catarata.

Me puse sobre ella y se la clavé así, en cuatro patas. Sus manitos descansaban sobre uno de los brazos del sofá, y lo arañaron como una gata en celo. Era una gatita, con su colita arqueada y carnosa, redonda y perfecta, y yo me la estaba culeando a más no poder... pronto acabé con un gran grito de placer, pero mi máquina sexual no esperó mucho tiempo. Impaciente, mi tiró boca arriba en el sofá y comenzó a cabalgarme. Mi palo seguía duro como un ladrillo, y su vagina, tan carnosa, caliente, latente... me hizo venir por segunda vez enseguida.

Yo estaba exhausto, y no pude creer las palabras de la rubia:

-Uno más, todavía eres capaz... aún no estás agotado.

Se alejó un poco de mí y me miró con cara de puta, acariciandose los labios con su lengua y frotándose los pechos, como bailando para mí, allí parada. Miraba hacia el techo, con la cabeza hechada hacia atrás, mientras con una de sus manos se pajeaba. Mi salchicha no tardó en recobrar vida ante ese espectáculo.

-Soy tu máquina sexual. Y cuando no puedas más, me comeré tu pito.

Yo ya imaginaba su cara llena de semen, y a la muy puta relamiéndose hasta la última gota de mi leche. Se acercó a mi pito con su cara, pero luego de darle un suave beso en el capullo, empezó a besarme el estómago y a hacerme caricias con la punta de su lengua en el ombligo. Con sus tetas, comenzó a hacerme una magnífica cubana, mi morcilla en el medio de sus tetas se sentía magnífica, enorme, no dudé en tumbarla boca arriba y montarla. Ella solo atinó a poner sus piernas sobre mis hombros, seguramente para sentir mejor las embestidas, y aunque tenía nuevamente su ano a mi disposición, preferí inundarle la concha con los últimos centímetros cúbicos de semen que seguramente me quedaban. Y así fue.

Retiré mi pene reducido a una migaja, sucio de semen y de fluidos vaginales. Feliz, me recosté en una esquina del sofá.

-Ahora, voy a comerte el pito.

Y sin darme tiempo a decir nada, se limpió los labios con una pequeña servilleta que había sobre la mesa y se acercó lentamente a mi pene flácido. Yo me heché hacia atrás, dispuesto a disfrutar, totalmente entregado.

Pude sentir sus hermosos labios, su lengua, su boca entera como una gran ventosa, ponerse el pito en su boca.

Y de pronto, el terrible dolor. Ella se alejó de mí casi instantáneamente, sonriente, sin dejar de mirarme. Ví su boca bañada en un mar de sangre, y un pedazo de carne, mi carne, entre sus labios. Me había arrancado el pito desde su base, y como me había advertido, se lo estaba comiendo. Mis piernas eran un mar de sangre y el dolor era indescriptible. No sé si me desmayé o que pasó luego, pero desperté al otro día en el hospital.

Los doctores dicen que por el proceso traumático, mi mente creó esta historia, pero nadie puede creer que una chica me haya arrancado el pito de un mordisco.

Creo que valió la pena ese polvo, aunque fué el último de mi vida. De la rubia comepitos, nunca supe más nada, pero espero que no encuentre más víctimas en su camino. Si alguien sabe algo... por favor, escríbanme. ¡Gracias!
Datos del Relato
  • Categoría: Aberraciones
  • Media: 4.62
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Comentarios


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6 comentarios. Página 2 de 2
Edgar
invitado-Edgar 21-09-2004 00:00:00

La historia esta bien cargada de sexualidad y lujuria pero realmente me decepciona el final, no creo que pueda haber ese tipo de canibalismo en una mujer, por lo que yo considero que es una farsa!!

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