Cuando tenía dieciséis años comencé a interesarme por mi hermano mayor, Carlos, que tenía venidos, gozaba bailándole sensualmente y le mostraba mis
encantos para excitarlo, luego el correr de los años y el devenir de los
acontecimientos me convirtieron en una insaciable ninfómana.
Una noche, cuando estaba al cuidado de las vecinitas de al lado, lo convencí para
que me ayudara con la tarea, la cosa es que cuando él llegó, me encontraba mirando televisión con Mariana de doce años y Elizabeth de diez.
Al verlo, le digo a las niñas, - el juego que haremos hoy será nuestro secreto,
- ¿de acuerdo?. Las dos niñas inclinaron su cabeza en señal de asentimiento,
luego volviendo la cabeza hacia él digo, - Tú también, ¿prometido?.
- Seguro, respondió sonriendo.
De pronto estando con Mariana en mi regazo, comencé a bajarle las panties,
ella rió nerviosa, pero extendió sus piernas, facilitando mi tarea.
La polla de mi hermano, (dentro de sus pantalones), comenzó a crisparse y se puso tiesa.
Al ver el bulto separo los pequeños labios vaginales de la pequeña, y mirando a
Carlos, le digo:
- ¡Ella es magnífica, ni te imaginas lo cálida y húmeda que es su diminuta almeja!!!
Continué el recorrido de mi dedo índice por la ranura, provocando todo tipo de
gemidos y exclamaciones. Ante los acontecimientos, sumergí mi cabeza entre sus
piernas con un propósito cierto. ( Lamer esa preciosura)
Al ver como se desarrollaban los acontecimientos, Carlos le dijo a Elizabeth que
se bajara la braguita y le mostrara su coño. Ella estuvo muy reacia, pero al fin, se
las bajó dejando al descubierto su pubis, un poco rollizo, pero igualmente tierno, imberbe y rosado.
Cuando advertí su interés, esbozando una sonrisa, expresé deliberadamente:
-Porqué no juegan ambos al doctor, así podrías examinarla libremente.
-Seguro, respondió entusiasmado, y también ella inclinó su cabeza en señal de
asentimiento.
Ambos se fueron a la alcoba de al lado, y cuando un minuto después me asomé,
para ver lo que estaba sucediendo, encontré la niña debajo de las sabanas, fingiendo estar dormida, pero una sonrisa pícara en sus labios la delataban.
Frente a ella y de pié, estaba Carlos, que con tono ceremonioso decía:
-Odio tener que despertar tan bella paciente, pero debo examinarla con detenimiento.
Dicho esto levantó las sabanas y ante mi sorpresa ella estaba desnuda,
instintivamente comencé a tocar su piel suave, sus tetinas apenas asomaban, y los
pezones parecían dos pequeños botones, continué acariciando, recorriendo ese
cuerpo pequeño y para cuando llegué al pubis, ella se estremeció.
Observando con picardía mi hermano me dice:
- La paciente parece estar afiebrada necesita de especiales cuidados.
Él quiso recostarse vestido como estaba, pero yo le ordené autoritariamente:
- Nada de ropa, podrías contagiar a la paciente!!!
Entonces él se la quitó presuroso y en un abrir y cerrar de ojos se encontraba
desnudo y dentro de la cama.
Primero la abrazó fuerte, pero luego sus manos bajaron a acariciarle el coñito, ella reaccionó rápido, le tomó la polla y comenzó a frotarla con fuerza.
Debo decir que quedé asombrada, lo bien que trabajaban esas pequeñas manos,
tanto es así, que mi hermano acabó precipitadamente en un ruidoso orgasmo.
Al oír esto, Mariela entró al cuarto y su hermana quiso bajar las sabanas pero no hizo a tiempo.
¡Hey, esa es mi hermana!, exclamó con júbilo.
Visto el enchastre, y las sabanas todas pegoteadas, nos fuimos al baño a llenar el
Hidro-masaje con agua bien caliente.
Terminamos todos dentro, apretujados, entonces él se levantó y las niñas lo
enjabonaron, aprovechando la ocasión tomé la verga de mi hermano y la lavé
cuidadosamente.
Al parecer quedó fascinado y muy complacido ya que se quedó quieto a la espera de los acontecimientos.
Un dedo de Mariela en el trasero, me trajo a la realidad, ella me guiñó el ojo y
me dijo, con un dejo de pícara complicidad:
-Chupa un poco, queremos aprender como se hace.
-Observen niñas, les dije, tienen que pensar que es un helado de crema y como si
fuera la cosa mas natural del mundo, comencé a saborearlo.
Fue entonces que las dos chillaron al unísono: -¡Queremos probarlo!!!
Ahora la boquita de Elizabeth se enrollaba alrededor de la verga de Carlos
y yo bajaba hasta el coñito lampiño de Mariana, comenzando a saborearlo.
La cabecita rubia de Elizabeth subía y bajaba con sacudidas rápidas, y mi hermano estaba de nuevo al borde del orgasmo, de repente se crispó y acabó
dentro de su boca, tan adentro que la niña vomitó toda la leche en medio de
tragicómicas arcadas.
Mariana, se retorcía de placer, mientras mis dedos hurgaban frenéticos los
pormenores de su raja, ella se separó de mi y me pidió con voz autoritaria,
queremos que nos enseñes a follar!!! Lamenté que ella me dejara, pero la idea de
follar con mi hermano era algo que desde hace tiempo me tenía obsesionada,
obediente le tomé la verga y comencé a frotarla, todavía estaba muy pegajosa y
mojada, así que le pasé la lengua para limpiarla.
El se retorció de placer sintiendo el contacto lingual de su hermana, su erección fue inmediata, aprovechando la ocasión y lo monté de inmediato, engulléndola toda, comenzando una cabalgata frenética.
Las dos niñas quedaron absortas como hipnotizadas, Mariana le dijo a Elizabeth
con entusiasmo:
- ¡ya quiero probarla!!!
- Yo también, dijo Elizabeth, embelesada.
-¿Estás segura Mariana de querer probarla? le pregunté, mirando hacia abajo a
las dos niñas entusiastas.
-Chupar es una cosa, follar otra, expresé con una sonrisa socarrona en los labios.
- Supongo que si, pero quiero probarlo de inmediato.
- Entonces prueba, dije, levantándome de mala gana.
Mariela sugirió que nos volviésemos a la cama, así las tres podríamos follarlo con comodidad.
Establecimos turnos, mientras él alucinaba, Mariana sería la primera después
seguiría Elizabeth y por último, si él aguantaba, yo lo haría acabar.
Carlos me dice, chúpale el coño a Elizabeth para lubricarlo, mientras yo me
encargo de su hermana, bajé obediente entre sus piernas, enterré mi cara en ese rollizo coñito pelado, lamiendo en círculos alrededor de su clítoris, su vulva se
abrió en flor como una fruta madura, al principio un poco tímida, pero luego de
dos succiones, terminó abriendo sus piernas de par en par ofreciéndome todo su
sabor.
Con el rabillo del ojo pude observar que Carlos la tenía completamente empalada
a Mariela, y estaban respirando en forma pesada, especialmente ella, que no
podía mantenerse quieta dentro de la cama, moviéndose frenética gemía y gritaba, el se la quitó de encima y vino hacia nosotras, metió los dedos en el coño
de Elizabeth y la penetró con un grito de placer que retumbó en el cuarto.
La bombeó con fuerza por un minuto, y luego vino hacia mi, y ejerciendo presión
en mi estrecha entrada posterior logró penetrarme entre medio de gritos y llanto,
empujó con fuerza hasta que la mitad estuvo dentro de mi, alucinada sentí otra
embestida final que terminó por enterrarla.
Sentí que mi interior se desgarraba, aullé de placer y dolor y eso pareció excitarlo, porque renovó sus esfuerzos y yo entré en un convulsivo orgasmo.......
(Continuará) martamarques