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"Una experiencia de sexo rural"
Zulema era una señora de campo como tantas otras, pero vivía completamente sola. Había enviudado hacia varias décadas y nunca había tenido pretendientes al parecer. Su vida en el campo era tranquila y apacible, tenía algunos animales y una casa humilde pero cómoda. Zulema eso si guardaba un secreto a voces entre los hombres del lugar que la hacia ser muy especial en esos rincones de fin de mundo; de forma muy solapada y por un precio, ella entregaba favores sexuales a los hombres, eso le permitía mantenerse y darse ciertos gustos en vida.
De esa manera había llevado su vida por décadas, no se podía decir que fuese una mujer bella, pero era maciza de muy bonito cutis, de cara rojiza y ojos saltones, pelo castaño claro encaracolado, con unos muslos enormes y sobre todo unos senos grandiosos. El tiempo para Zulema no había pasado en vano, lo que antes estaba bien puesto, hoy sin duda estaba caído y fofo y su trasero antes grande pero muy bien formado, hoy estaba caído y celulítico. Pero tenia a favor su simpatía y que en materia sexual hacia de todo, sin asco, sin miramientos haciendo todo lo que le pidiesen. La leyenda que circulaba en el valle era que indudablemente era muy útil, en un mundo donde muchos hombres vivían eternamente solteros y como si esto fuera poco aceptaba por pago todo tipo de enseres y bienes previa tasación. Incluso las mujeres le tenían cariño y no decían nada de su modo de vida.
Cuando llegue a vivir ese valle, lógicamente casi que inmediatamente los hombres me hicieron saber de Zulema y de sus servicios, para decir verdad quede intrigado con ella, sobre todo cuando me dijeron que era una mujer de unos sesenta años. Siempre me habían gustado las mujeres desde mi adolescencia y con el tiempo esto se había acentuado. Nunca me gustaron las grandes bellezas y los cuerpos perfectos; me gustaban desde siempre las mujeres con cuerpo contra hechos, con el tiempo y no sabría explicar porque, tenia una verdadera obsesión por la gordura y muy especialmente por los traseros muy grandes y celulíticos. Para mi no hay nada mejor que una mujer con esas características; tener un trasero con esas características y poder disfrutarlo a voluntad era lo mejor para mi.
Pasado un tiempo, un domingo muy lluvioso y sin nada que hacer, decidí que iría a conocer a Zulema, no era lejos, una media hora de caminata ya que me daba mucho morbo pensar en ella y sin conocerla aun. Me puse mi gabardina contra la lluvia y salí en su busca. A los 20 minutos de caminata por el valle divise la luz de la casa en la semi penumbra de la tarde noche, tome el sendero de la derecha y en 15 minutos esta pasando el portal de entrada del sitio de su casa. Era una casa como todas las del valle, a la derecha el galpón y los corrales, atrás de la casa el gallinero, a un costado el baño y más atrás la quinta.
Un perro me dio alcance pero no me ladro y se puso a mi lado, inmediatamente sentí un grito fuerte que lo llamaba sultán, sultán, y me dieron un grito desde el gallinero, no le tenga miedo no hace nada y conocí a Zulema. Era una mujer de unos 65 año o más, corpulenta en todo sentido, vestía una falda larga que bajaba desde debajo de los grandes senos.
Debe de ser el vecino nuevo no lo conocía, si conteste, se acerco me dio la mano. Pasemos a la casa mejor puede que llueva luego.
La casa estaba calentita y todo estaba con un orden desordenado. Hablamos de mi llegada y de lo lindo del valle. Yo no podía dejar de ver su cuerpo y me la imaginaba desnuda mientras conversábamos. Su trasero era imponente, muy grande tanto así que se bamboleaba cuando caminaba. Sus senos eran grandes y fatuos, su escote era provocador. Su rostro no estaba de acuerdo con su cuerpo que a pesar de su gordura era se vislumbraba terso y suave. Estaba muy arrugado y cuando hablaba se dejaba notar que era desdentada. Pero para mi a pesar de todo estaba en mis cánones y igualmente tenía una erección con ella. Cuando me di cuenta que era desdentada, comencé a imaginarme lo que seria que me chupara el pene sin dientes y lo deliciosos que seria.
En un momento dado y yo con todas esas fantasías en mi cabeza, ella fue directa y me dijo, bueno estimado y entonces, viene de visita o quiere algo especial. A decir verdad quiero algo especial, pero me respondió, que puede ver usted en una mujer vieja, gorda y desdentada como yo, en verdad quiere tener sexo conmigo y pagarme por ello. Le explique a Zulema que no era tan joven y que me gustaban las mujeres como ella y para ser más preciso le dije, desde que entre que estoy excitado con usted, incluso tengo una erección ahora mismo. Se acerco a mi y me toco la entre pierna y sonrió, si al parecer es verdad. Espéreme un rato, voy a lavarme y vuelvo, no se lave déjelo así no más mientras más natural mejor. Se levanto y camino hacia donde estaba sentado, se paro al frente mío, abrace su cintura, le bese lo senos arriba de la ropa mientras recorría sus piernas por debajo de la falda con mis manos, sus muslos eran tan suaves y fofos.
Se desabrocho la camisa y saco los dos senos enormes, eran bellos y no me dejo de sorprender lo blanco y tersos que eran, sus pezones eran rosados y puntiagudos, mientras la manoseaba por debajo de la falda y le acariciaba el gran trasero, puso un pezón en mi boca y succione, luego los acaricie con la mejilla, tome los dos con las manos y los languentie. Luego de un buen momento en eso y a raíz que le había metido un dedo en el trasero, quise verlo, acariciarlo y besarlo. La di vuelta con mucha delicadeza, le saque la falda y quedaron ante mi esos muslos enormes y ese gran trasero fofo y celulítico, era una maravilla, usaba un calzón enorme el cual quite y quedo en todo su esplendor frente a mi. Media de ancho no menos de un metro incluso más, muy blanco, con una raya grande, unas caderas gordas lleno de hoyos por la celulitis; primero lo contemple y le dije, tu trasero es maravilloso y lo llene de besos, le pase la lengua por todo el. Sus muslos eran deliciosos y me dije tómalo con calma, disfruta el momento. Le mande a que se inclinara un poco y le raspe la vagina con la mano, aun estaba seca pero no me importaba.
Le pregunte si tenia inconveniente en que le hurgueteara el ano y me dijo que no, abrí su trasero y quedo expuesto el ano, estaba lleno de pelos en ele ojetillo, sentí su olor a profundezas, estaba transpirado pero no importo, metí el dedo índice y le gusto, le bese la entrada del ano, le pase la lengua de arriba a bajo y sentí su sabor en mi boca y me gusto, con la mano le hurgueteaba la vagina y de a poco se iba humedeciendo, se abrió un poco más y bajo la cintura y tuve acceso a la vagina y la chupe, su sabor era muy amargo, confundiéndose con su olor interno pero no me importo y solo me excito aun más. En eso me acorde de su boca desdentada y que quería introducir mi pene en ella, pare y la di vuelta, su cara era de profundo placer, ven le dije, quiero que me chupes el pene y pasar mi glande por esas encías sin dientes. Expuse mi pene con una erección tremenda, algo de semen había salido de el. Ella lo tomo con suavidad y lo llevo a la boca, paso el glande por sus encías y me dijo te gusta así, si le dije que rico, lo hico un buen tiempo, luego me lo chupo y me lo lengüeteo un buen rato pasando la lengua hasta la base del pene y yo haciendo lo indecible para no eyacular. Tuve que pararla ya que quería coronar en su ano y le dije lo que quería hacer y asintió. No resistí y le di un profundo beso en su boca y deguste en su boca mi propio sabor, su lengua con la mía se juntaron. Antes de penetrarle el ano, le chupe las hermosas tetas y me ofreció poner mi pene en ellas, fue estupendo.
Luego llego el gran momento de la penetración anal, se puso de cuatro para ser penetrada, lo que veía era increíble, ese tremendo cuerpo blanco y terso, con un lomo precioso y una tetas que colgaban, no resistí la tentación de besarla entera y jugar con sus tetas. Le bese el trasero y sus ancas doradas y me puse debajo y le bese la vagina bajo sus suspiros. Ya había que obra entonces y la prepare, le pregunte si tenia aceite o algo y me dijo que no, entonces le escupí el ano y le metí dos dedos y di vueltas en circulo en su ano, Zulema gimió con dolor y me disculpe, para atenuar el error lo bese y le pase la lengua hasta que sentí que no le dolía más. Primero jugué con mi pene por sus ancas, me frote los testículos por el trasero era una delicia su suavidad y ella lo movía hasta que me dijo métemelo luego quiero sentirlo adentro. Tome mi pene muy duro, abrí su trasero y guie mi pene hacia la entrada del ano.
Primero puse el glande en la entrada y intente entrar pero no pude estaba sellado, lo intente de nuevo y nada, le metí un dedo que ella me lleno de su saliva, lo introduje y puse mi pene a la entrada y martille con fuerza dos veces, ella grito de dolor pero estaba adentro. Tranquila le dije ya pasara, duele me dijo pero esta rico, por un minuto no hice nada solo lo deje, sentí como ella apretaba con sus músculos de esfínter mi pene y era rico yo a la vez hice pulsar mi pene y ella gimió de placer y comencé con un martilleo suave pero constante y seguí, mi pene en su ano se estaba hinchando y lo sentía muy duro y luego entro como por arte de magia todo y entero en su hueco, ella gimió y me dijo ahora si, esta todo adentro, dale duro y comencé a darle sin compasión una y otra ves, entraba y salía sin problema al estar totalmente dilatado, mientras más lo hacia salir mas rico era entrar, en una de esas salidas se me salió entero, pero como estaba tan dilatado no hubo problema, era de verdad una delicia, tanto se dilato que quise ver el ano dilatado y era increíble verlo. En un ataque de locura Zulema en una de las salidas lo puso en su boca y me lo chupo, casi que eyaculo ahí mismo.
Luego ataque de nuevo y ahora martille sin parar y le dije, de aquí no salgo hasta terminar, nuestros cuerpos transpiraban mucho y la espalda de Zulema era agua, ella gritaba como loca de puro placer, hasta que no aguante más y eyacule en ese ano. Fue formidable. Luego al desencajarme de ella igual que un perro, vi como mi leche salía por su ano peludo, escurriendo por sus muslos.
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