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Categoría: Zoofilia

Yo y mi Lyon.

Me encaminé hacía la ducha con el propósito de rasurar mi chochito, no habían crecido mucho mis vellos púbicos, pero de siempre me ha gustado mantener mi chorito como cuando el buen señor me trajo a este mundo, me encanta tocar mis labios lisos y suaves, además, me excita el roce de mi carne peladita con la tela de mis tanguitas, como cuando el calzoncito se mete entre los labios y refriega mi sensible clítoris, me caliento al límite del orgasmo espontaneo, me mantiene en un estado de excitación que me hace sentir viva.

 

Me desvestí de mi bata y me metí en la bañera, sumergiéndome en el agua a temperatura, una especie de relajo se apoderó de mí, comencé a refregar mi cuerpo con la esponja y abundante espuma, el agradable aroma de las sales de baño llenaba la atmosfera del cuarto de baño, bajo el agua y a escondidas por la abundante espuma, mi mano como ajena a mí, se deslizó por la hendedura de mi cavidad vaginal, sin prisa ninguna acarició mi clítoris, el orificio de mi culo se contrajo por reflejo de placer, mordí mi labio inferior.

 

Me estaba sintiendo muy excitada, me estaba recordando de mi último novio, en esta misma bañera nos metíamos juntos y yo le besaba su pija prieta y erecta, los cambios lujuriosos de su cara mientras yo lo mamaba y acariciaba sus cojones, me encantaba aferrar sus glúteos masculinos y peludos tirándolo hacía mí, sintiendo su polla hasta dentro mi boca llegando a mi garganta, me gustaba sentirme puta con él, entregarme por entero a él, darle mi culito, masturbarlo y tragarme toda su lefa caliente … pero a él no le gustaba … ¡hombres! … eres muy puta, me recriminaba.

 

Otra figura erótica para mí era una compañera de trabajo que poseía unos senos muy pero muy grandes, la imaginaba en posiciones lésbicas de ella en mi confronto, no me gustaba pensarme a mí como lésbica, pero si otra mujer me lo hacía a mí lo aceptaba con placer, mi dedo subía y bajaba por mi ranura vaginal aumentando mi excitación, imaginaba a tetas grandes chupando mis pezones y lengüeteando mis senos túrgidos.

 

Mis piernas estaban estiradas, tiesas y mis deditos refregaban mi clítoris frenéticamente haciendo espuma en la superficie del agua, mi barbilla estaba tocando la espuma, mis jadeos y gemidos eran elocuentes, mis tetas enhiestas se cimbraban y entre grititos y sollozos me corrí convulsionando envuelta en la calidez del agua que cubría todo mi cuerpo, me afirmé al borde de la vasca para no seguir deslizándome y hundirme en el espumoso líquido, repentinamente sentí su lengua húmeda en mi brazo, era mí mascota, Lyon.

 

Lyon, mi Golden Retriver, había entrado y moviendo su cola alegremente, me saludaba solo como él sabe hacerlo, pasando su larga lengua raposa por mi mano, mi brazo y finalmente mi cara, sin que yo lo pudiese evitar, él se encaramó al borde de la bañera y se introdujo en ella, ya nos habíamos bañado muchas veces juntos y él sabía cómo meterse a la vasca, doblé mis piernas para hacerle espacio y procedí a bañarlo, él es amante del agua tanto como de mi chochito estrecho.

 

Su suave y hermoso pelaje dorado estaba empapado y comencé a versar shampo y con la esponja a mojarlo, él mientras esta en el agua esconde su maravillosa lengua y respira con su hocico abierto, yo besaba su nariz fría y los costados de su hocico mientras lo lavaba acuciosamente, abrí al máximo mis piernas y como él estaba sentado me acerqué a él para tocar su pelaje con mis tetas, lo abracé y refregué mis pezones que, como pitorros endurecidos, resaltaban en la blanca redondez de mis senos.

 

Bajé mi mano derecha hasta tocar el peludo forro que encierra a su miembro, con delicadez mi mano comenzó a masturbar su funda y el pene empezó a salir de su escondite, el agua túrbida de jabón me permitía ver el color rosáceo de su verga, con mi mano izquierda inicié a frotar mi clítoris que se endurecía una vez más, Lyon jadeaba y la mitad de su lengua salió de su hocico, lengüeteaba mi rostro y me daba besitos jugosos en mis labios, pasaron unos minutos y me estremecí en otro orgasmo esplendoroso, Lyon se había alzado y follaba mi mano frenéticamente, al final él también se corrió enturbiando un poco más el agua.

 

Salimos de la bañera estilando agua, le puse su bata gruesa para que absorbiera un poco de agua y luego comencé a secar mi cuerpo, Lyon se sacudió tres o cuatro veces, después comenzó a meter su fría nariz entre mis muslos causándome temblores y vibraciones, juque con él cerrando mis muslos y danzando alrededor de él, cosa que al parecer lo excitaba mucho, su pene rojizo pendía bajo su vientre y no pude resistirme, coloque mi bata en los mojados azulejos del piso y me arrodille inclinando mi torso para meter mi boca a la altura de su lujurioso pene.

 

Lyon al sentir mi cálida boca cerrándose entorno a su verga gordota, se inmovilizó por completo, lo que me permitió aferrarlo a su base y comenzar una mamada amorosa a su pija bruñida y dura, estaba vez sus chorritos comenzaron a salir antes y mi boca comenzó a chorrear parte de su semen abundante, ni por más que lo intentaba, estrías de esperma chorreaban por mi barbilla, se lo chupé hasta que él comenzó a tratar de levantar su pata, signo que ya no quiere más y necesita descansar, solté su pija no sin antes versar un poco de su lefa caliente en mi mano para espalmar en mis senos endurecidos, Lyon se acomodó en un rincón para terminar la limpieza de su polla reluciente.

 

Lengüeteé mis dedos saboreando los vestigios de semen de mi adorado amante, después termine de secarme y me fui a mi dormitorio, como fin de semana, estaba indecisa si vestirme o no, al final opte por una malla color carne que se estrechaba a mi conchita haciéndome sentir sexy y cachonda, me calcé unas medias de lana coloridas sin talón y que cubrían mis muslos hermosamente torneados, luego preparé la escudilla de alimento para mi Lyon, le cambié su agüita y me fui a degustar una colación reparadora después de esos dos maravillosos orgasmos.

 

Al ruido de las escudillas, Lyon apareció y se dedicó a alimentarse, bebió agua y después, satisfecho, se fue a su colchoncito a relajarse, como todo buen macho después del sexo, se quedó dormido raja, yo procedí con las labores de la casa ordenando y limpiando, hice mi dormitorio, sequé el baño y después me fui a mi oficinita donde tengo mi computador con pantalla gigante, saqué los dos consoladores que había dejado de la noche anterior, los olí y unas cosquillitas recorrieron mi espina dorsal, no pude evitar de emitir un gemido y arquear mi espalda, mientras apretaba mis muslos y levantaba una pierna, los recuerdos era cochinísimos y cachondos.

 

Estuve turbada por un par de minutos sin saber si meterme otra vez los consoladores o llamar a Lyon, al final me repuse no sin antes ajustar mi malla por el medio de mi hendedura vaginal, a cada paso esa cosa se refregaba sobre mi clítoris mandándome urgentes señales de goce, me fui al cuarto de estar y me derrumbé con mis piernas abiertas y llamé a mi amante.

 

Lyon adormilado apareció con su divertida mirada en el vano de ingreso del salón, apenas ver a su ama con esos muslos invitantes y su chorito resplandeciente de zumos vaginales, se dirigió rápidamente con su cola esplendente hacía mi chocho, clavo su hocico y comenzó a hurguetear con su lengua dentro de mi cavidad rosada y fecunda, escarbaba a la búsqueda de más fluidos, lamía y lamía sin cesar, giraba su cabeza cambiando la angulación de sus lengüetazos fervientes, yo yacía ahí como una gelatina que vibraba y tremaba de goce, lascivia y lujuria, lanzando chillidos, grititos, quejumbrosos gemidos y meneaba mi pelvis con placentero abandono.

 

Alcé mis piernas y él amplió sus lamidas a mi estrecho y estriado culito que se contraía ya en anticipo de lo que se estaba formando en mi bajo vientre, un cosquilleo ligero que se extendía por mi barriguita, subía hacia mis pechos, pinchaba la punta de mis pezones y continuaba mas arriba por los costados de mi cuello, hinchando mis venas, sensibilizando todos mi poros.

 

Agarré la cabeza de Lyon y metí su hocico dentro mi chocho, me lo quería engullir por ese boquete ardiente, las convulsiones explotaron en mi y ya no tuve más control de mi cuerpo, mis muslos estrechaban los mofletes peludos de Lyon y toda mi zona pélvica se movía hacia arriba y hacia abajo, mis manos soltaron las orejas de Lyon y terminaron a puños apretados a la altura de mis hombros, meneaba mis grandes tetas de lado a lado, mi sensible clítoris palpitante era protegido por el bloqueo de mis muslos cerrados que también se sacudían en continuos temblores … ¡mi dios, que orgasmo!

 

Lyon muy bien comportado, no me acosaba, se echó a mis pies y me miraba expectante, recuperé mi dignidad de perrita y mis energías y deseos regresaron a por mi macho, tenía que ser poseída por él, me fui a mi dormitorio pasando por el baño a recoger un par de gruesas toallas, todo el tiempo él tratando de alcanzar mi cuevita lampiña que goteaba humores deliciosos, una vez en la cama puse tres cojines grandes en mis vientre y abriendo mis muslos todo lo posible le presente mi tesorito bañado y sabroso, todo para él.

 

Mi ardoroso amante peludo no perdió tiempo y inicio un ataque de lengua a mis labios vaginales totalmente abiertos, su lengua entraba hasta el fondo causándome estremecimientos poderosos y aullidos de perra caliente, luego sentí sus patas delanteras en mi espaldas y sus tupidos y melenudos cuartos traseros en mis muslos y nalgas, algo calientito me golpeaba mi chuchita y a veces el orificio del culo, arqueé mi espalda y el hizo centro, un bombeo fenomenal me hizo gritar cuando toda su verga entro en mí, hasta esa gruesa bola suya me penetró profundamente, agarré las sabanas y mordí los cojines, sintiendo el azote de sus cojones contra mi clítoris.

 

Abrí más mis rodillas para separar mis piernas y tener esa sensación de ser henchida, esa sensación de sentirme tan llena, rebosante de polla, su carne ensanchando todo mi canal vaginal, su miembro colmándome toda, estirando los pliegues de mi vagina, saturando cada estrechez, sintiendo la bola crecer hasta bloquear cada espacio de mi chocho y sus embates frenéticos a mi chuchita famélica de verga, luego de una calma minúscula, sentir los raudales de esperma hirviendo llenando aún más mi chorito impregnándolo de ese semen canino, acuoso y cálido, abundante y chorreante bañando mis paredes intimas y delicadas que palpitantes acogen el caudal que fecundará a esta perra humana.

 

Me acomodo para aguantar los múltiples orgasmos que me ocasiona este portentoso pene, no quiero dejarlo ir sin sacudirme de lujuria en esa polla esponjosa de Lyon, mi venerado e idolatrado amante perruno, lo quiero y lo amo por todo lo que me da sin exigir nada a cambio, él es siempre contento y satisfecho con todo lo que le doy y yo estoy dispuesta para él día y noche, si el dice … ¡upa! … yo digo … ¡chalupa! … nos encontramos en el sillón, en el suelo, en la bañera, en mi cama, en su colchoncito, en el balcón, no hay lugares vetados ni orificios prohibidos, soy suya y él es mío.

 

Mi Lyon … mi todo, lo digo una y otra vez, jamás me ha dejado insatisfecha, jamás me ha reclamado porque no me duché, jamás ha manifestado alguna contrariedad para lamerme, chuparme, lengüetearme, comerme por todos lados, mis senos, mis pezones, mis glúteos y en especial mi chochito son para él y todas las veces que quiera.

 

Ahora estoy pegadita a él, sintiendo su aliento cerca de mi oreja izquierda y una que otra gota de su saliva en mi espalda, soy su perra y me someto voluntariosa a sus apetitos y antojos, el hace correrme en modo bestial, cuando fornicamos lo hacemos como dos animales, aunque si somos de especies diferentes, nuestro cuerpos sexualmente se complementan a la perfección, su polla de macho canino esta hecha para la hembra humana, gruesas dimensiones y ríos de semen que desencadenan mi libido, mis fluctuaciones hormonales se van a mil, la química sexual que llega a mi cerebro me incita a hacer el amor con él una y otra vez.

 

Mis orgasmos fluyen con una rapidez increíble, quedo a veces aturdida ante tanto placer, ante tanta lujuria, ante tanto desenfreno pasional, su pene tiene una gama de estímulos que se diversifican cada vez, miro hacia atrás y veo su culo todavía bombeando semen dentro de mí, me agito como una perra en celo y empujo mi trasero sobre su pija punzante, el contraste de colores de su verga escarlata contra el cándido y rosado de mi coño, hace más atractiva y sensual la escena, sus bolas gigantes descansan sobre mis labios mayores, él es retenido por las ansias de sus cuerpo de inseminar a esa perra que gime conectada a su verga.

 

Mis expresión facial era distorsionada por continuas ondas orgásmicas, mis grandes tetas permanecían aplastadas contra los cojines, sentía que mi Lyon estaba todavía en lo más profundo de mi ser, pero la presión menguaba poco a poco, mi mirada salaz disfrutaba la vista de mi amadísimo perro follándome el chocho una vez más, reflejo al espejo al muro mostraba mi abandono y mi lascivia total.

 

Me sentía como una joven esposa, mi marido me tenía atrapada entre sus patas, el hambre sexual de mi chocho había sido placado, mis piernas tremaban después de tan maravillosa follada y sin aviso alguno, su gruesa polla se deslizó fuera de mi coño el que latía en temblorosas contracciones al sentir el vacío dejado por semejante verga, un rio de lechita se vertió sobre las toallas y yo me fui agotada y exhausta hacía adelante y me quedé dormida muy feliz, sintiéndome amada y protegida por mi macho acostado junto a mí.

 

Lyon sabe que me puede coger cuantas veces quiera, pero cuando estoy en mi periodo menstrual él no deja de follarme todos los días y en diferentes horarios, no me interesa si alguien o alguno ha esparcido rumores y habladurías sobre mi y Lyon, solo sé que le pertenezco tanto como él a mí, soy mujer y soy hembra de un macho, mi Lyon.

 

Me desperté jadeando, soñaba con mi macho melenudo que estaba usando maravillosamente su lengua en mi húmedo chocho, esa lengua ardiente y hábil que excavaba en lo profundo de mi coño en ebullición, pero no era un sueño, efectivamente su lengua maestra me estaba follando el coño, mis jadeos aumentaron a gemidos y mis gemidos a chillidos y grititos, quisiera que me profanara hasta el mismo vientre y follase mi chocho hasta con sus orejas.

 

Me estaba tomando en su hocico para llevarme a los altos cielos del paraíso, me hacía retorcer y gruñir como la perra que soy, miré a su bajo vientre y vi que su polla magnifica estaba asomándose, solapadamente su lengua salaz acariciaba mis carnes delicadas y ansiosas de su pene aguzado, saltó repentinamente sobre mi espalda, acomodé los cojines bajo mi vientre y adopté la mejor posición para ser penetrada por él, es más, puse mi mano entre mis muslos y apenas sentí su carnosa vergota caliente, la enfilé en mi chuchita y el comenzó a pistonear mi vagina con fuerza y velocidad.

 

Grité sintiendo su poderosa bola inundar mi chocho elástico, estirando mis carnes libertinas y obscenas, ávidas de su pene colosal, una vez afianzada su bola dentro de mi augusto chocho, la frenética vibración de su pija inició un martilleo infinito, mis tetas se refregaban en los cojines estimulándome aún más, la ferviente excitación hacía tensar mi cuerpo desnudo y ágil moviendo intensamente mis caderas hacía atrás, girando mi cabeza podía ver el dorado pelaje de mi amante que se cimbraba con sus potentes embates, era una cosa salvaje y erótica, instintos animales ancestrales aparcados en mi cerebro que se reavivaban en mi piel.

 

Ser fecundada por un macho como Lyon era simplemente sensacional, mi fértil chocho se contraía para mamar su lechita, esa esperma acuosa llena de billones de cachorritos que nadaban hacía mi útero para fertilizarme, sus fuertes patas me mantenían agarrada por mis curvilíneas caderas mientras, yo lo mantenía agarrado de sus patas traseras, mi enorme amante me montaba como un semental.

 

Atrás quedan los mitos y tabúes de la sociedad mezquina y mojigata, soy una mujer libre que disfruto de mi libido, mi calentura, mis experiencias, aprovecho las oportunidades nuevas, tal como ser follada por mi amada mascota, lo amo, lo necesito, soy Lyon dependiente, no puedo hacer a menos de su verga majestuosa, de su lengua intrusa, de sus inagotables energías.

 

Sigo pegada a su vergota, sigo teniendo orgasmos de intensidad variable, algunos mini y otros que me hacen estremecer toda, grito y chillo, guturales quejidos y gemidos escapan de mi garganta rauca, me estiro y me pliego bajo las placenteras ondas de placer que genera esa pija vibrante, sabrosa y que me rellena de su néctar seminal.

 

Con las manos apretadas a las ropas de mi cama, espero ser liberada por mi amo y amante, estoy pendiendo de su verga que en cualquier momento resbalará de mi chocho dejando un vacío que nadie mas puede colmar, el privilegio de ser poseída por este semental no puede ser igualado, estoy dispuesta a entregarme a él por siempre, me encanta el goce que me hace sentir y que jamás antes que él, nadie me hizo sentir, me enloquece.

 

Siento que su bola está luchando por escapar de mi chuchita, mi vulva completa se contrae cuando siento esta fuerza presionando mis carnes sensibles y otros orgasmos fuerzan la contracción del pequeño hoyito anal y mi túrgido clítoris explota en espasmos varios, me hace convulsionar con lascivos gritos, mientras cierro mis ojos humedezco mis labios tiernos y pulposos, me estoy corriendo una vez más, luego su pija con un sonoro ruido resbala finalmente de mi chocho derramando semen canino por todo mi lecho, muslos y piernas, contraigo mi vagina para expulsar los últimos chorritos de mi interior.

 

Exhausta pero agradecida, me giro y mamo su pija regordeta, el sabor suyo y el mío llena mi boca, Lyon echado sobre mis frazadas, lengüetea su verga junto a mí, su lengua alcanza mi mejilla como besándome con cariño y amor, él también me ama, esto ya lo sabía, pero igual hace henchir a mi corazón, me adormezco con su verga en mi mano, su olor penetrante en mis narices y sus deliciosos fluidos goteando de mi chocho agradecido.

Comentarios, sugerencias y críticas se agradecen:

luisa_luisa4634@yahoo.com

 

 

 

Datos del Relato
  • Categoría: Zoofilia
  • Media: 5.5
  • Votos: 2
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