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~Yo pienso que ya había comenzado a beber mi segunda botella de vino, cuando comenzó a llover, al sentir la fuerte lluvia cayendo, y como sonaba el zinc del techo, me provocó salir tal como estaba, a bañarme bajo la fuerte lluvia. Apenas salí por la parte trasera de la casa, vi un fuerte chorro que caía desde uno de los canales del techo, por lo que me quite la toalla que tenía puesta, y la dejé enganchada en el picaporte de la puerta.
Así que con mi segunda botella de vino en la mano, comencé a bañarme bajo la lluvia, Pero al rato dejó de llover, quedando todo el cielo, completamente estrellado, sin luna, y sin una sola nube. Quizás fue que hacía tanto tiempo que no veía un cielo tan lindamente estrellado, que tal y como estaba, sin preocuparme por andar completamente desnuda, me tiré sobre la verde grama aun mojada. Y mientras observaba el estrellado cielo, seguí bebiendo vino a pico de botella.
Bueno en cierto momento me debí quedar dormida, no tan solo por lo mucho que había bebido, sino también por lo tarde que era. Fue cuando seguramente después de que ya estaba profundamente dormida, comencé a soñar. Con que un tipo, al que no conocía sin decirme nada, comenzó acariciar de manera descarada todo mi coño, y yo sin conocerlo, le abría mis piernas, y sin más ni más ricamente me penetró, produciéndome en mi sueño tan vivido, que disfrutase de un sin número de múltiples orgasmos . La cosa es que cuando comenzó amanecer, quizás por el frío que sentí, o por el cantar de los gallos, me desperté con la fuerte sensación de que había estado teniendo sexo.
Pero de inmediato, me supuse que todo había sido un sueño. Cuando de momento como que sentí que mi coño tenía algo, y al introducir mis dedos, no pude menos que llevarme la sorpresa de encontrar un baboso y espeso liquido, que para mí, y a pesar de mi estado, era semen. Algo asustada, y mientras dando algunos tumbos me ponía de pie, miré en todas direcciones y no alcancé a ver a nadie, si noté que esa cosa algo pegajosa comenzó a chorrear de mi coño. Nuevamente sin dejar de caminar en dirección a la casa, seguí observando los alrededores, a ver si podía ver a quien seguramente aprovechándose de mi estado de ebriedad, me había violado.
Lo único que vi y fue a varios metros de donde yo me encontraba, fue al perro de la finca, un sato de gran tamaño, de color negro, que arrimado bajo un frondoso árbol se estaba lamiendo su miembro. Yo en esos momentos, no lo relacioné con lo que pensaba me había sucedido, estaba más asustada, que apenas pude y dando muchos tras pies, entré a la casa, la cerré con llave, y al sentir que esa cosa me chorreaba por entre mis muslos, me fui a dar otra ducha.
Pero al entrar al cuarto de baño, me pegó un fuerte olor, como a perro mojado. Lo que más me sorprendió fue, que yo era la que cargaba ese apestoso olor, y al examinarme yo misma, entendí que el olor lo tenía impregnado entre mis muslos, mi coño, y mi vientre. Fue cuando a pesar de lo ebria que me encontraba, como que me di cuenta de que quien había mantenido sexo conmigo mientras estaba sin sentido sobre la grama, no había sido una persona, sino el perro de la finca. Ya que yo me quedé dormida o mejor dicho sin sentido, cerca de las doce da la noche, y cuando finalmente vine levantándome ya faltaba poco para amanecer. Por lo que quizá, por lo ebria que me encontraba ni cuenta me di que ese condenado perro me había violado, al montarme como a una perra cualquiera.
No lo podía creer, a pesar de la evidencia, seguramente el perro al verme tirada sobre la tierra, y viendo que yo no me movía, aprovechó el momento. Dejando todo mi coño lleno de su leche. Yo estaba sumamente agotada y con mi cabeza muy adolorida, por lo que después de bañarme y asearme íntimamente. Me tiré en mi cama, de la que me vine levantando ya cuando había vuelto a oscurecer.
Al principio procuré no pensar en lo que me había sucedido, luego pasé a pensar que la culpable de todo fui yo, por emborracharme como lo hice, Pero mientras me tomaba una copita de vino, entendí que no es que fuera culpable de nada, sino que sencillamente fue algo que me sucedió, al perder el sentido de la borrachera que agarré esa noche, que seguramente, de haber estado buena y sana, o por lo menos no tan borracha nada de eso hubiera pasado. Por otra parte, había escuchado que algunas mujeres, prefieren hacerlo con perros, y me dije a mi misma, seguramente tenían un marido como el mío. Luego de momento, no sé se me ocurrió comprobar si lo que yo pensaba era cierto.
Por lo que sin pensarlo mucho, y tras darme otra copa de vino, salí de la casa, y como ya había anochecido, me quité toda la ropa. Al rato apareció el condenado perro de la finca, moviendo su rabo alegremente al verme, yo me senté en el mismo lugar en el que me había quedado dormida, mientras que el perro sin dejar de mover su rabo, se me acercó, olfateándome. Yo lo dejé que se acercase, y al ver que dirigía su morro a mi coño, lo separé con mi mano, lo que el perro tomó como un juego, ya que siguió insistiendo en olisquear mi coño, hasta que en un descuido mío, no tan solo logró olerlo, sino que también pasó su áspera lengua sobre mi vulva, lo que me provocó un grato y profundo placer, como hacía tiempo que no sentía.
En esos momentos, como que sentí que toda mi sangre me hervía, recordé de inmediato el vivido sueño que tuve, estando en ese mismo lugar, y de manera casi inmediata retiré mis manos de mi coño, dejándolo completamente al descubierto, separé mis piernas, y dejé que aquel perro acercase su hocico a mi coño. Casi de inmediato comencé a sentir un sinfín de lengüetazos hasta dentro de mi vulva. El placer que eso me produjo, me llevó a que me recostase sobre la grama, y a los pocos segundos vi como ese perro se fue posicionando sobre mi cuerpo, y comencé a sentir como su miembro se introducía dentro de mi coño.
No podía creer, lo que yo había permitido que sucediera, es más aunque estaba disfrutando como una loca de lo que aquel perro, y se verga me estaban haciendo sentir, al mismo tiempo me decía a mí misma, como es posible que te hayas atrevido hacerlo, y aquí afuera en el medio del patio. Es cierto que mi vecino más próximo se encuentra como a media hora a pies. Y que ya eran cerca de la una de la madrugada. Pero nada de eso impidió de que nuevamente disfrutase de un sin número de calientes orgasmos. Cuando sentí que el grueso bulto de aquel can, se introdujo dentro de mi coño. Fue que me acordé haber leído algo de que los perros se abotonan, y que hay que esperar un buen rato, después de que se vienen, para poder separarse.
Pero la verdad es que como estaba disfrutándolo tanto, que poco me importó lo que tuviera que esperar. Bueno en las siguientes ocasiones que dejé que aquel perro me montase tal como si yo fuera una misma perra, al principio me daba unas cuantas copas de vino, y hasta deje que estando de ociosa, en una ocasión hasta me diera por el culo, después de yo me pusiera a mamar su verga, pero luego seguí haciendo todo eso, sin haberme dado ni una sola copa, así como por evitar problemas tales como que alguien pasara y me viera no tan solo completamente desnuda, sino que siendo penetrada por un perro. Decidí que cada vez que se me ocurriese hacer uso del perro, lo haría dentro de la casa. Como regularmente lo hemos seguido haciendo….
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