El agua fría corria por su cuerpo desnudo y perfecto. Se daba una ducha y con sus manos tocaba aquél cuerpo hambriento de caricias. Su rostro mojado por el agua y por el llanto qué de sus ojos castaños brotaba, el recuerdo de su difunto esposo la entristecia. Recordaba cuando juntos se bañaban, él con sus manos fuertes, llenas de espuma, acariciaba su cuerpo desnudo suavemente mientras la tocaba y la bañaba a la misma vez. ¡Qué bueno era sentir aquellas manos suaves dandole masaje a todas sus partes intimas!¡Cómo lo disfrutaba!! Se besaban con pasión y terminaban haciendo el amor bajo la ducha.¡Cómo extrañaba esos momentos!! ¿Porque se tuvo qué morir, pórque la dejó sola? Lo amó más qué a nadie en este mundo, fue todo para ella y la hizo mujer, le enseño a disfrutar del placer y ella se entregaba a él con una pasión desmedida. Sexualmente ambos eran unos salvajes en el amor. Cuando disfrutaban de una ducha juntos, el agua se ponía más caliente y el frío se convertía en una calor qué solo ellos con su ardor de placer podían soportar. Ahora sentía el agua más fría y sus caricias no eran lo qué ella queria sentir, no la llenaban, necesitaba sentir las manos de un hombre apasionado, fuerte y sensual cómo su difunto esposo. Salió de prisa de la bañera, sus lágrimas se mezclaban con el agua fría qué aún mojaban su lindo rostro. "Cuanto te extraño amor, ¿porque te fuiste cuándo más necesitaba de tu amor y tus besos? ¿Dónde estás vida mia ? Siempre estoy pensando en ti, no se como voy a poder vivir sin tu presencia." Cogió la toalla grande y cubrió su cuerpo, caliente por el deseo pero frío por el dolor. Un año había pasado y parecia qué fue ayer.
Cuando se dirigía a su cuarto a vestirse, tocaron a la puerta. No podia ser su única hija, ella estaba en la escuela y faltaba una hora y media para qué llegara. Miró por el ojo de la puerta, alli estaba su vecino Nicolás. Él la había ayudado mucho desde la muerte de su esposo, siempre fue respetuoso y cariñoso con ella y su hija. Cualquier problema qué se le presentaba él estaba allí para resolverselo. Estaba muy agradecida de él y le tenia confianza. Lo qué no le gustaba era la forma cómo la miraba, parecía desnudarla con su mirada. Se abrigó más con la toalla grande qué cubria todo su lindo cuerpo. Abrió la puerta, Nicolás al verla sonrió, ella le dijo qué esperara un momento en lo qué se vestia, apenas había salido de darse un baño. Nicolás empujó la puerta y entró diciendo: "No te preocupes Isa, estás muy bien tapada, nada te puedo ver. Solo tu pelo mojado. Vine a terminar de arreglarte el gabinete de la cocina." Isabella se enojó un poco, no le gustó la manera cómo entró a la casa, él sabia qué ella estaba sola, además la llamó por Isa, solo su esposo la llamaba así, era algo muy bonito entre ellos dos, decirse cosas distintas y cariñosas, para los demás su nombre era Isabella. "Podias venir más tarde Nicolás, estoy sola ahora y tú lo sabes. Además no quiero qué me digas Isa, solo asi me llamaba mi esposo, para ti y los demás soy Isabella." Sonriente Nicolás le dijo: " No podia esperar, tengo otras cosas qué hacer. Me gusta decirte Isa, es mas corto y muy bonito. Ya tu esposo no existe, no volverás a escuchar ese nombre de su boca. No se porque sigues recordando a un muerto, estás viva Isa, eres joven y bonita, debes rehacer tu vida, te estás haciendo mucho daño con eso recuerdos." Isabella estaba furiosa, sintió deseos de pegarle, pero se contuvo, muy enojada le dijo: "¡No tienes ningún derecho de hablarme así y decirme lo qué tengo que hacer, eres solo un amigo y nada más. Te agradezco todo lo qué haces por mi, pero eso no te da derecho a meterte en mi vida. Aún amo a mi esposo y no lo voy a olvidar nunca, no me interesa rehacer mi vida con nadie!." Nicolás volvió a sonreir, miró con deseos aquél cuerpo cubierto solo por una toalla grande, sintió unas ganas enormes de quitarle esa toalla qué escondia un cuerpo caliente y falto de caricias. La imaginó completamente desnuda y su hombría comenzó a estallarle por todo su cuerpo. Se acercó a ella y sin decir palabra la besó salvajemente en la boca, Isabella se resistia, los labios le dolian, trataba de safarze de él pero no podia. En esa lucha se le cayó la toalla quedando completamente desnuda. Nicolás la soltó y se quedó inmóvil mirando aquél cuerpo tan bonito y perfecto. Isabella aprovechó ese momento para darle dos bofetas y decirle, sin darse cuenta qué estaba desnuda frente a él:"¡Eres un abusador Nicolás, pensé qué eras mi amigo, eres cómo todos, un enfermo, un aprovechado, vete, vete de mi casa, no vuelvas, no quiero volver a verte nunca más!!."
Nicolás ardia de deseos, le gustaba mucho Isa, estaba locamente enamorado de ella, mucho antes de qué su esposo muriera. Siempre la respetó, pero ahora ella estaba sola, él también. No veia nada de malo decirle qué estaba loco por ella, qué la amaba y la deseaba. Se lo dijo, le confesó lo qué sentia por ella, lo tenia loco de amor y la deseaba con toda su alma. " Perdoname Isa, no pude contenerme, me gustas, te amo Isa, siempre he estado enamorado de ti, siempre te he respetado, pero al imaginarte desnuda no pude controlar mis impulsos, eres una mujer aún joven, bonita y necesitas un hombre qué no solo te ayude en la casa, necesitas un hombre qué te de todo su amor y ternura. Yo soy ese hombre Isa, yo te amo y te prometo hacerte inmensamente feliz, dejame hacerte olvidar el fantasma de quién fue tu marido." Isabella llorando tomó la toalla grande y volvió a cubrirse aquél cuerpo qué temblaba de frío y con una sensación qué no habia sentido por más de un año.
" Vete Nicolás, mi hija ya está por llegar. No quiero qué vuelvas a mi casa. Ya no te necesito. No me importa qué mi marido este muerto o sea un fantasma, lo amo y nunca lo voy a olvidar. Gracias por amarme, pero no quiero ni necesito tu amor."
" Si lo necesitas, pude notar qué no solo tiemblas de frío, también tiemblas de pasión. Si sigo insistiendo caéras en mis brazos y me darás toda esa ternura y ese ardor de mujer que tienes reprimido. Pero no te voy a obligar, tú me buscaras algún día y si no lo haces yo te buscaré para darte lo qué tanto anhelas. Recuerda qué esto no es juego, yo te amo Isa y no sabes cuánto." Isabella se quedó pensativa y llorosa. Aquél beso tan salvaje qué Nicolás le había robado le lastimó sus labios, pero también le abrió aquél deseo reprimido. Eso no podia ser, no había olvidado a su marido, aún lo amaba y de noche en su cama lo sentía e imaginariamente hacia el amor con él. Era cómo si estuviera a su lado fisicamente. No era posible olvidarlo porque lo había amado con todas las fuerzas de su ser.
No quiso qué Nicolás le hiciera más favores, no lo dejó entrar más a la casa. Su hija de trece años preguntaba por él y porque ya no venia a la casa. Isabella le decia qué Nicolás estaba ocupado, tenia mucho trabajo. La niña lo extrañaba, se habia portado muy bien con ella, cómo un padre. Por eso esa tarde cuándo él vino a la casa y tocó la puerta, la niña le abrió. Su madre se estaba cambiando de ropa porque iban a salir para las tiendas. Se puso muy contenta y lo abrazó, Nicolás le dió un beso en la frente y le dijo lo mucho qué la había extrañado. Ella también lo había extrañado y le dijo qué lo queria mucho. Se sentaron a conversar cosas de la escuela, esperando qué Isabella bajara. Cuándo ella lo vió sentado en su casa, sintió un poco de coraje, pero también algo extraño le pasó, le vino el recuerdo de aquél beso brutal y sintió algo diferente por todo su cuerpo. Nicolás pidió qué si podia acompañarlas y la niña dijo qué si, pero Isabella no quiso. A ruegos de su hija aceptó, pero estaba un poco nerviosa, la presencia de Nicolás le hacia daño, porque desde aquél día qué la besó, ya ella no era la misma y los recuerdos de su marido muerto se estaban apagando lentamente de su pensamiento. Le huía a Nicolás porque temía qué fuera a caer en sus brazos y quedarse allí en ellos. Nicolás era un hombre de su edad y muy guapo. Le gustaba a cualquier mujer porque también era un hombre bueno, aunqué con ella actuó cómo un salvaje. Quizás ella también tuvo algo de culpa, nunca debió provocarlo al abrirle la puerta casi desnuda, sabiendo qué el siempre la miró con deseo. Pero él cómo amigo debió respetarla.
Estaba lista para salir a comprar comida para ella y su hija qué vendría de la escuela. Al abrir la puerta vió a Nicolás qué estaba ahí, cómo esperándola. Por primera vez le tuvo temor a su presencia. Nicolás la empujó suavemente y entró a la casa. Isabella temblaba, sus nervios la traicionaban. Nicolás le quitó la cartera de sus manos, ella no hacia ningún movimiento, estaba cómo hipnotizada, ese hombre la dominaba con su mirada y sus manos fuertes, pero a la misma vez suaves. Comenzó a acariciarle la cara lentamente, después con delicadeza le besaba su boca poco a poco, mordiendole suavemente sus labios rojos, del color de la sangre qué hervía dentro de sus venas. Esta vez Isabella no opuso resistencia. Se dejaba besar, dejaba qué él le acariciara su cuerpo vestido, por aún asi sentía el calor de sus manos duras de hombre. La tomó en sus brazos cómo si fuera una muñequita de carne y la llevó a su cuarto.Isabella lloraba, no sabia si de verguenza, arrepentimiento o de felicidad. En su cuarto el placer dormido se desbordó como un rio, se dejó desnudar de aquél hombre qué había despertado en ella aquél deseo ocultó por la sombra de un muerto. No pensaba en nadie qué no fuera Nicolás, el pasado también acababa de morir en esos momentos, se entregaba a un hombre qué la estaba haciendo inmensamente feliz. La amaba, ella sentía dentro de su pecho cómo entraba un nuevo amor a su corazón. El pasado ya no existíria más en su vida. Solo contaba el amor de un hombre qué supo hacerle olvidar a un fantasma y devolverle esa vida qué no estaba viviendo por estar amarrada a un recuerdo. Ese día volvió a sentirse mujer y gozo cómo nunca las caricias tan ardientes de Nicolás, él le hizo el amor cómo nadie se lo había hecho antes. Cuando en el oído le decía: " eres la mujer de mi vida, la qué siempre amé aunqué fueras una mujer prohibida. No sabes lo qué estoy disfrutando, amo tu cuerpo y te amo a ti con todas mis fuerzas. Soy feliz, Isa, muy feliz contigo, te amo mujer de fuego." Esas palabras la hacian sentir algo hermoso, profúndo y sabroso. Y también le gustaba mucho qué le dijera Isa, sonaba cómo música celestial en su dulce y bien formada boca. Esa boca qué le besaba todo su cuerpo y la llevaba a un abismo de placer y a un climax qué la dejaba sin aliento, no queria salir de ahí, estaba hundida en el abismo de una sexualidad contenida. Nicolás como amante era extraordinario, el número uno. Con su difunto esposo el sexo era más suave.
Se bañaban juntos después de hacer el amor de una manera muy ardiente, el hombre qué ahora la acariciaba no era su difunto marido, era alguién mucho más hombre y qué se moria por sus caricias.