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Lo cierto es que no soy bonita, soy bastante delgada, mido casi los dos metros de alta, mis senos son pequeños casi planos y caídos, y mis nalgas puedo decir que son la misma cosa. Tan es así que en la universidad me decían que era campeona de natación, porque nada por delante y nada por dé tras. Cosa que siempre, aunque les parezca bastante tonta, me daba risa.
Aparte de eso mi nariz es bastante grande y pronunciada, así que otros me decían la Barbará Streisand de la universidad, aunque no canto ni en el baño. Necesito usar lentes, y mi cabello no es precisamente abundante ni sedoso, y desde bien joven tengo un acné en mi rostro que no se me quita por nada.
Así que para seguir viviendo un martirio con otro marido, después del segundo decidí no volver a salir con nadie. Pero rápidamente me di cuenta de que me hacía falta algo, aunque yo no lo quisiera necesitaba un compañero. En cuanto a lo sexual, me remediaba yo misma, auto satisfaciéndome ocasionalmente una o dos veces al mes, ya fuera en mi propia cama o en la ducha mientras me daba un baño. En esos momentos si estaba en mi cama, me desnudaba por completo, me quitaba los lentes y comenzaba con mi mano derecha, acariciarme entre mis piernas. Lentamente separando mis labios vaginales, introducía mis propios dedos completamente dentro de mi vulva, y comenzaba a frotarme suavemente, cerrado mis ojos, soñando despierta en un fabuloso príncipe azul que jamás ha existido, por lo menos para mí. A medida que seguía introduciendo mis dedos, con ellos comenzaba apretar todo mi clítoris hasta más y no poder, y así disfrutaba de un increíble pero único orgasmo. Quedándome en posición fetal acostada sobre mi cama.
Mi otro escape es el internet, no es que me pusiera a chatear o cosas así por el estilo. No que va, aunque no lo crean, me muero de miedo de solo pensar que esa otra persona me pudiera identificar. Realmente me dedicaba a leer cuanto tema caía en mis manos, y así fue como llegué a tener contacto con un sinfín de relatos eróticos, los que de una manera u otra me imaginaba que me sucedían a mí.
Hasta que en cierta ocasión, mientras me encontraba en casa, leí un relato sobre una chica, que decía ser extremadamente hermosa, y que aparte de acostarse con el primer hombre o mujer que se le presentaba, cosa que realmente no creo, llegó a tener sexo primero con su perro y luego con otros perros de sus vecinos, y así sucesivamente, hasta llegar a tener sexo con otros animales, incluyendo un caballo.
Les digo todo eso, para que tenga una idea de lo que me ha sucedido. Así que a pesar de no creerme ese relato, a medida que fui leyendo ese relato, me sentí sumamente excitada, y como cosa extraña a medida que lo iba leyendo, frente a mi computadora, comencé acariciar mi vulva por sobre las pantis que tenía bajo mi falda. Digo por suerte eso no sucedió en la oficina.
Se pueden imaginar, que alguno de mis compañeros de trabajo, me hubieran encontrado haciendo eso en mi escritorio, frente a la computadora. Lo triste del caso, es que no pienso que se hubieran aprovechado de mí, sino más bien pienso, que se hubieran burlado, y posiblemente hasta provocado mi despido.
Bueno a medida que fui leyendo, me sentía de lo más excitada, al punto que prácticamente me arranque mis pantis y sin consideración alguna comencé a introducir prácticamente toda mi mano, completamente dentro de mi coño. A medida que más leía con mayor fuerza me daba, el solo imaginarme vívidamente lo que iba leyendo, me daba fuerzas para continuar, soñando despierta que me encontraba completamente desnuda, como si estuviese gateando, y que un gran perro de raza indefinida me olisqueaba y lamía profundamente todas mis entrepiernas, para luego salvajemente montarse sobre mí, cual si yo fuera una perra y dejarlo que me penetrase, sin oponer la menor resistencia, como decía la chica del relato.
Esa noche quedé completamente agotada, ya que a pesar de disfrutar de varios orgasmos, continuaba leyendo y auto satisfaciéndome hasta más y no poder. A partir del día siguiente, después de cenar y de darme una buena ducha, en lugar de volverme a vestir o por lo menos ponerme mi ropa de dormir, únicamente me puse mis lentes y así completamente desnuda, me dediqué a leer otros relatos. Lo cierto es que alguno me calentaron un poco, pero cuando encontré otro relato de sexo con animales. De paso mucho más creíble que el primero que llegué a leer, el resultado fue el mismo, a medida que leía, comencé a tocar mi vulva, a pasar suavemente mis dedos por encima de mis labios vaginales, y lentamente los fui hundiendo, hasta que comencé a apretar mi clítoris salvajemente.
No lo podía creer, prácticamente me había convertido en una adicta a esos relatos de sexo con animales. Al principio no le di la importancia debida, pero a medida que mientras más relatos leía, más deseaba que se hicieran realidad. Apenas llegaba del trabajo, me quitaba toda la ropa, después de cenar y limpiar me daba mi ducha, y a leer se ha dicho. Pero llegó el día en que ya eso no me satisfacía, realmente deseaba sentir lo que los relatos contaban, algunos muy exagerados y otros no tanto.
Hasta una de esas noches al asomarme al patio de mi casa, no me había dado cuenta de que si me ponía a caminar desnuda por el patio, ninguno de mis vecinos se daría cuenta, ya que la tapia que nos separa es bien alta. Así que a eso de la media noche, me armé de valor y recostándome sobre la tierra, en el medio del patio, completamente desnuda, nada más recordando lo último que había leído, comencé a introducir mis dedos dentro de mi coño, pero al levantar la mirada vi el rastrillo de jardín que acostumbro a usar para limpiar, mejor dicho me enfoqué en el mango del rastrillo, completamente de madera, lo suficientemente grueso, y sin detenerme a pensar, tirada de espaldas sobre la tierra, lo tomé entre mis manos y lo dirigí directamente contra mi coño.
Sabrosamente me imaginaba que se trataba, de un enorme perrazo, que en esos instantes me hacía suya. El mango del rastrillo lo introduje un sin número de veces dentro de mi coño, disfrutando tremendamente todo lo que estaba haciendo a la luz de las estrellas, hasta que ya casi sin fuerzas después de múltiples orgasmos, me fui a mi cama a dormir. Al día siguiente lo primero que debí hacer fue darme un buen baño, ya que me acosté completamente sudada y llena de la tierra sobre la que me revolqué.
Continué haciendo eso dos o tres veces a la semana, hasta que un día a salir del trabajo, antes de llegar al estacionamiento donde guardo mi auto, me di cuenta que habían abierto una tienda de sex shop, a la que por curiosidad aunque con algo de vergüenza entré. Cuando salí lo hice con un sin número de juguetes sexuales, que la atenta chica que atiende ese negocio me recomendó ampliamente. Por un tiempo los llegué a usar todos, eran mucho mejor que el mango del rastrillo, mucho más efectivos y satisfactorios.
No dejaba de contar las horas de llegar a casa, para desnudarme frente a mi computadora, para ponerme a leer alguno de los relatos de mi preferencia, al tiempo que me autosatisfacía con alguno de mis juguetes predilectos. Eso fue así por un buen tiempo, hasta que una hermana mía se comunicó conmigo, para informarme sobre el fallecimiento de una de mis tías. Así que debí ir al pueblo donde ella vivía, y desde luego la inevitable reunión familiar, en la casa de la difunta. En medio de la reunión entre mis primas y mis hermanas, fue que escuché hablar por primera vez de Ton, lo mucho que él había sufrido el pobre la muerte de mi tía, de quien se encargaría de él, ahora que mi tía se había muerto. No fue hasta que una de mis primas comentó que Ton ya no movía su cola, que me di cuenta de que hablaban del perro de mi tía. Un cachorro de casi dos años de raza Gran Danes.
Por curiosidad pedí que me lo mostrase, y me llevaron al patio trasero de la casa, bastante mucho más pequeño que el patio de mi casa. En el patio Ton parecía mucho más grande de lo que realmente es, y cuando pregunté por quien se haría cargo de él, me indicaron que posiblemente lo pusieran a dormir, un eufemismo para no decir que lo iban a sacrificar. No se algo me dio al escuchar eso, que sin pensar en la responsabilidad de criar a un perro, me ofrecí para hacerme cargo de Ton.
De camino a casa, el animal no levantó la cabeza durante todo el camino, al llegar a casa simplemente se tiró en una esquina del patio, y aunque comió y bebió bastante agua, para ser un cachorro de dos años, no era nada juguetón. Pensé que quizás cambiaría a medida que se acostumbrase a mi casa, así que no le di importancia. Como lo había ubicado en el patio, seguí con mi vicio de la computadora, y aunque leía los relatos y me los disfrutaba con mis juguetes, lo cierto es que no pensaba en Ton para nada. Bueno para serles franca si lo pensé previamente en par de ocasiones, pero nada más de pensar, que lo tenía en casa de carne y hueso, me dio miedo, tan siquiera intentarlo. Ya que reconozco que soy sumamente cobarde.
Como a la semana de tener a Ton en casa, se ha desatado una fuerte tormenta, fuerte lluvia, rayos y truenos. Los que hicieron que Ton casi se volviera loco por entrar a casa, aullaba con desespero, así que al verlo tan y tan asustado, con su larga cola entre las patas traseras, temblando de frio, pegado a la puerta del patio, me dio lastima y lo dejé entrar a casa. De inmediato se metió bajo la mesa del comedor, y se quedó tranquilo, así que dejé de pensar en él. Y me fui a quitar mi ropa, después de limpiar y cenar me asomé al patio, únicamente para ver la lluvia caer. Ya los truenos y rayos habían cesado, pero seguía lloviendo copiosamente, de momento me provocó a esa hora de la noche darme un baño bajo la lluvia, y sin perder tiempo abrí la puerta del patio, y dejé que la lluvia me mojase toda. En esos instantes, me sentí bastante excitada, al punto que nuevamente con mis propios dedos comencé a tocarme.
Me recosté sobre la tierra, al tiempo que acariciaba todo mi coño bajo la fuerte lluvia, sentía como el agua me caía sobre todo mi cuerpo, al tiempo que con mis dedos yo me provocaba mi auto satisfacción, no pensaba en otra cosa que seguir deleitándome con eso que yo misma me estaba haciendo, apretando mi clítoris entre mis dedos pulgar e índice, cuando sorpresivamente sentí, que algo frio que me tocaba superficialmente mis labios vaginales, y de inmediato sentí una cosa áspera que le pasaba por encima.
Ya antes de llegar abrir mis ojos sabía que se trataba de Ton, en ese preciso instante me encontraba muerta de miedo, pero a la vez llena de curiosidad, muchas emociones chocaron en mi mente, pánico por no saber qué hacer, y un tremendo deseo de que pasara lo que fuera a pasar. Ton continuó lamiendo profusamente todo mi coño, y fue cuando me di cuenta de que su cola se movía alegremente de un lado a otro, realmente parecía otro perro, no el triste y tembloroso cachorro que dejé acostado bajo la mesa del comedor.
Yo me encontraba toda embarrada, pensé en levantarme, entrar a la casa, sin hacerle el menor caso al perro, y darme un buen baño para irme a dormir, y aun así no sé como tuve el atrevimiento de en lugar de pararme, me di media vuelta y me apoyé sobre mis manos y rodillas, quedando de espaldas a Ton, como si me dispusiera a ponerme a gatear. O en cuatro patas como he leído que le dicen a eso.
Ton por un breve instante dejó de lamer mi coño, pero apenas me quedé quieta en esa posición, nuevamente comenzó a pasar su gran lengua entre mis muslos y mi coño, produciéndome un placer que jamás realmente había sentido. En mi mente luchaba por querer salir corriendo, y quedarme bien quieta, para continuar disfrutando de ese extraño placer de sentir, como toda mi vulva era lamida profundamente por semejante animal. Yo no pude controlarme, y a cada lamida de Ton yo respondía con un profundo suspiro o gemido de total placer, al tiempo que comenzaba a mover mis caderas de lado a lado.
En cierto momento el perrazo, dejó de lamer todo mi coño, y asustada pensando que se había retirado, cuando comencé a voltear para verlo, sentí todo su mojado cuerpo trepándose sobre mí, eso me dejó paralizada, y cuando sentí que sus primeros intentos por penetrarme fueron prácticamente sobre mi culo, me dio terror, ya que mis dos ex maridos, les encantaba aparte de ponerme a mamar, darme por el culo, cosa que a mí nunca me agradó. Pero en su tercer o cuarto movimiento, todo su miembro se deslizó sabrosamente dentro de mi lubricada vulva.
Sus patas delanteras me sujetaban febrilmente contra su cuerpo, sus movimientos no paraban, y yo como una loca comencé a moverme, buscando sentir un mayor placer al ser penetrada por su verga. Prácticamente yo aullaba de contenta, me sentía toda una perra en celo, en esos instantes no pensé en posibles infecciones o enfermedades contagiosas, simplemente deseaba que Ton me continuase metiendo salvajemente toda su verga. Hasta que en uno de los momentos de mayor placer sentidos por mí, en mi coño sentí como si otro miembro me penetrase, me acordé de haber leído algo que no creía realmente, sobre el tan nombrado bulto o bulbo que se le forma a los perros, en su miembro, que si llegan a penetrar a una se quedan pegados por un largo rato.
Hasta esos instantes pensaba que eso era cuento, pero al sentir como esa cosa se crecía dentro de mi coño, no dudé que eso fuera cierto, pero aun y así el placer que sentía era infinito. La lluvia continuaba cayendo sobre nosotros, y yo aun seguía moviéndome como una loca, hasta que después de que disfruté de una animal orgasmo, quedé tremendamente agotada, pero enormemente satisfecha. Ton se bajó de mi cuerpo, pero su culo y el mío permanecieron juntos por un largo rato hasta que su bola o bulto se fue deshinchando completamente y finalmente me lo ha sacado, casi de inmediato sentí otra vez su lengua lamiendo mis culo, mis muslos y coño, hasta que él finalmente se retiró nuevamente hasta debajo de la mesa del comedor, donde se dedicó a lamer concienzudamente toda su herramienta.
Por suerte eso sucedió un viernes en la noche, ya que el sábado no voy a trabajar, no sé cuánto tiempo permanecí tirada en el patio, bajo la intensa lluvia, al llegar a mi baño para asearme y darme una buena ducha, me di cuenta que tenía el área de mis costillas, bastantes rasguñadas, seguramente por las patas de Ton. Al momento de asearme en el bidet, la cantidad de semen que voté de mi coño para mí fue bien impresionante. Pero lo mejor de todo era que me sentía más que realizada, esa primera vez aprendí un sinfín de cosas. La aptitud de Ton ha cambiado en un cien por ciento, ya no es el triste y temeroso cachorro de dos años que llegó a casa. Ahora es todo un hermoso Gran Danes, con el que cada vez que llegó a casa, nos ponemos a jugar, hasta que me vuelve a penetrar divinamente y en ocasiones lo he dejado que me lo meta por dé tras, cuando no es que yo en mi jugueteó con él, me he puesto a mamar gustosa, su inmensa herramienta.
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