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engo 28 años, estoy separado desde hace unos años, soy ingeniero electrónico y trabajo en una empresa dedicada a la fabricación de material electrónico de gran precisión.
Todo lo que voy a contar ocurrió hace unos meses, pero no voy a dar nombres ni datos reales porque no necesito ser muy listo para saber que he participado en una operación ilegal, con implicaciones internacionales y que podría suponer el cierre de la empresa y probablemente, mi propio encarcelamiento. No están las cosas para perder el trabajo.
Una mañana me llamó mi jefe para decirme:
-Toma –y me dio un sobre de agencia de viajes- esto son los billetes de avión y los alojamientos de hotel. Sales dentro de dos días hacia Irak, para montar nuestro nuevo sistema de radar antimisiles.
-Pero… ¿Cómo voy a ir, de la forma en la que está la situación en la zona? Puede pasar cualquier cosa.
-Si no quieres, -dijo tirando del sobre- seguro que habrá otro que lo haga. Además la paga es doble.
Leído entre líneas: O vas a Irak o a la puta calle.
-Vale, vale. No hay problema. Voy yo. Al fin y al cabo soy el que mejor conoce el sistema.
-De acuerdo. Tienes dos días para prepararlo.
Me fui del despacho cabreado, acojonado y todos los ados posibles. Recordé las imágenes de prisioneros a los que les cortaban la cabeza y enviaban el vídeo a las televisiones de sus países y casi me da un infarto.
No me podía echar atrás. Necesitaba el dinero para pagar la hipoteca del chalet que mi exmujer se ha quedado, gracias a las triquiñuelas de la hijoputa de su abogada, y el alquiler del mío.
Planee lo que podría hacer y al día siguiente puse mis ideas en marcha. Me hice con un modem-teléfono vía satélite, de los que mi empresa utiliza para el mantenimiento remoto del software de los equipos, así como una serie de componentes y circuitos de transmisión de radio de corto alcance y otro teléfono normal.
Abrí los equipos que iban a ser enviados a Irak, en uno puse el modem-teléfono, conectado a un emisor de corto alcance y un receptor en cada uno de los demás. La misión era que al recibir una señal el teléfono, enviaba un impulso a todos los receptores que bloqueaba los aparatos hasta ser rearmados.
Le dejé el teléfono normal a una amiga. Más bien follamiga, ya que nos pegábamos largas noches de sexo sin compromiso por parte de ambos. En la agenda, un único número, el del teléfono del equipo. Le di instrucciones de que la llamaría o le haría una llamada perdida todos los días. Si durante tres días no tenía noticias mías, debía hacer una llamada con ese teléfono al número de la agenda, y colgar cuando descolgase al otro lado.
Con esto preparado y sin tenerlas todas conmigo, partí para allá.
Cuando llegué, me alojé en el hotel, donde se deshicieron en amabilidades, y donde me esperaban unos militares que me llevaron al lugar donde debía realizar la instalación sin llegar a instalarme.
El sitio se encontraba en una montaña, donde habían preparado unas instalaciones subterráneas para alojar los aparatos y una buena situación para las antenas.
Inmediatamente di instrucciones sobre cómo instalar las antenas de radar y llevar los cables hasta la sala de control, mientras yo, me puse a trabajar montando los equipos.
Una semana después tenía todo instalado y probado, a pesar de los numerosos cambios de última hora sobre la posición de los equipos y las mesas de control. Todo funcionaba perfectamente, incluso llegamos a detectar y bloquear varios ataques de la guerrilla antes de que pudiesen causar daños.
Otra semana más estuve con los técnicos encargados de llevar el sistema, enseñando su funcionamiento. Otra semana más me hicieron estar para controlar que no había problemas con los equipos ni con el personal al cargo y pude volver a mi hotel, llegando al anochecer. En este tiempo, no había dejado de llamar ni un solo día a mi amiga.
Al día siguiente de llegar al hotel me desperté a medio día y pedí la comida en mi habitación, volví a dormir algo de siesta. Cuando me desperté, una relajante ducha y estaba terminando de vestirme cuando llamaron a la puerta. Tras abrir, me encontré con un grupo de cinco policías fuertemente armados.
-Debe venir con nosotros. –Dijo el que estaba al mando, en inglés.
-¿Qué ocurre, oficial?
-En la comisaría será informado.
Yo, pensando que sería algún asunto de última hora de la instalación, les acompañé sin preocuparme.
En la comisaría me encerraron en un calabozo durante varias horas, hasta que me llevaron a una sala de interrogatorios, donde me enteré que me acusaban de espía y estuvieron preguntando por mis contactos y la red de espías que teníamos en su país.
Por más que lo negué, dije a qué había venido, hablé de mi pasaporte español, etc., no conseguí más que me molieran a palos, me abriesen una ceja y me partiesen un labio.
Durante los cinco días siguientes se repitió el “tratamiento” y las preguntas, así como amenazas de ser ejecutado para escarmiento de otros y aviso a mi país. Al sexto, se abrió la puerta de mi celda y entró el oficial del ejército con el que había estado en las instalaciones.
-Señor… ¡Menos mal que lo he encontrado! Le he estado buscando por toda la ciudad. Debe disculparnos, al parecer le han confundido con un espía y… lamento mucho lo que le ha ocurrido. –Añadió al ver mi lastimoso estado, pareciendo algo cortado al decirlo.
Yo no podía hablar, con los labios hinchados, los ojos sin poder abrirlos y con ningún lugar de mi cuerpo donde no tuviese dolor.
Me llevaron a un hospital militar, en el que estuve dos días más mientras me curaban. Hubo un ir y venir constante de médicos y enfermeras, así como del oficial, interesándose por mi estado y mi pronta recuperación, hasta que me dijeron que podía marcharme, una vez que las inflamaciones bajaron y pude abrir los ojos.
Salí acompañado del oficial, el cual, sin llegar siquiera a la entrada del hospital, me dijo:
-El sistema ha tenido un fallo y se ha detenido y necesitamos que lo ponga en marcha inmediatamente.
-¡Ni hablar! Me largo de este país inmediatamente. ¡Ni siquiera voy a recoger el equipaje!
-No se precipite, piense que todavía está bajo mi protección, y puede volver a la comisaría.
Yo había oído que se habían producido ataques incontrolados que no habían podido identificar a tiempo, por lo que me la jugué a una carta, sabiendo que tendría que reparar los equipos.
-Pues me arriesgaré con ellos, pero no estoy dispuesto a ayudarles cuando me han detenido y tratado de esta forma tan brutal sin tener la más mínima prueba, es más, habiendo venido precisamente a ayudar a su gobierno.
-Hagamos una cosa, descanse esta noche en su hotel y mañana hablamos e intentaré convencerle. Si después no quiere quedarse, podrá irse con entera libertad.
No sé por qué acepté, pero me fui al hotel, donde comí y cené en la habitación, sin levantarme de la cama. Ya apunto de dormirme, llamaron a la puerta. No hice ruidos ni contesté. Llamaron varias veces, hasta que una voz de mujer en un español raro dijo:
-Mr. Agbra pog favogr.
Abrí la puerta y me encontré frente a una rubia despampanante, con vestido mini minifalda ligeramente por debajo de la ingle. Lo justo para no enseñar el coño. Dos hermosos pechos se marcaban bien bajo la tela, cara alargada ligeramente, cejas finas y castañas y unos labios rojos de “bésame ya”.
Cuando entró, vi que el vestido estaba abierto por detrás hasta mostrar la abertura de los glúteos.
-¿Quién eres y a qué has venido? –Le pregunté como pude en inglés, porque todavía me costaba hablar por la inflamación, aunque ya sabía de qué iba aquello.
-Llámame como quieras, y he venido a lo que tú quieras. –Respondió más fácilmente también en inglés, bajando los hombros del vestido y dejándolo caer, quedando totalmente desnuda.
Después de más de un mes de abstinencia y con una mujer escultural delante, mi polla se puso a reventar. Como solamente llevaba un pantalón corto de pijama, solté la sujeción y cayó también al suelo dejando mi polla apuntando al techo y mostrando todas mis moraduras.
-Te llamaré Isabel, como mi exmujer.
-¿Porque todavía la quieres?
-No, porque es una puta.
No dijo más. Vino hacia mí y, arrodillándose, se metió toda mi polla en la boca en toda su extensión (es ligeramente más grande de lo normal, 18 ctms.) dispuesta a teñírmela de rojo hasta los cojones.
Estaba tan cargado que no aguanté mucho. Al poco, la agarré del pelo y comencé a follarle la boca, pero el dolor de mi cuerpo, todavía con magulladuras me hizo desistir.
-AAAAAGGGG. ¡Qué dolor!
Me separé de ella para acostarme nuevamente en la cama. Ella se subió también, poniéndose arrodillada entre mis piernas para seguir con su mamada.
-MMMMMM. Sigue puta, sigue. Me tienes al límite.
Ella aceleró sus movimientos.
-Siiii. Me corrooo. No pares, no pareees.
Solté todo lo que llevaba en el interior, y que ella tragó sin rechistar.
Las contracciones de mi cuerpo al correrme me volvieron a producir dolor, por lo que entre unos y otros me dejaron hecho polvo.
Le di las gracias, le dije que ya podía irse y pregunté cuanto tenía que pagarle, a lo que respondió:
-Me han pagado para que pase contigo toda la noche.
-Entonces, déjame recuperarme un momento.
Mi polla estaba morcillona, todavía con ganas de más. Se acostó a mi lado y se dedicó a jugar con ella entre sus dedos y a pajearla.
Quince minutos después volvía a estar preparado. Entonces volvió a meterla en su boca para ensalivarla bien y acto seguido se puso sobre mí, con una pierna a cada lado de mi cuerpo y se ensartó ella misma.
Se movía despacio, como galopando a caballo. Se la clavaba entera, desplazaba el cuerpo hacia atrás, sacando media polla, con fuerte roce para luego elevarse, moverse hacia delante y volver a clavársela.
Sus tetas botaban ante mis ojos, pero no podía levantar las manos para tocarlas. Ella misma se dobló hacia mí colocando sus pezones por turnos en mi boca. No se si fingía o realmente le estaba gustando, porque no paraba de emitir gemidos.
-MMMMMM.
-AAAAAAH
Una y otra vez. Poco a poco fue acercándome al final, que yo le pedía insistentemente.
-Siiii. Sigue.
-¡Qué bien te mueves!
-¡Muévete más! ¡Más! ¡Más!
-Me voy a correr. Siiii.
Empezó a moverse con rapidez, hasta que me hizo alcanzar un tremendo orgasmo.
-Siiii. Me corrooo. AAAAAAH
Siguió un poco más hasta que lanzó también un fuerte gemido, dejándose caer sobre mí.
Volvió a acostarse a mi lado y creo que nos quedamos dormidos los dos, yo al menos, me desperté en plena noche con ella chupando mi polla ya dura de nuevo.
Volvió a colocarse a caballo sobre mí y se la metió por el culo. Entró con suavidad y, además del roce, me deleitaba con contracciones de los músculos de su ano. En esta postura podía ponerle el pulgar sobre el clítoris sin que me doliese mucho. Tardé más rato, pero volví a tener una buena corrida.
Ella también gimió, bufó y gritó, pero con las putas nunca se sabe.
Volvimos a dormir hasta casi medio día, momento en que me despertó con una nueva mamada. Cuando desperté del todo, me dijo:
-Venga dormilón, a la ducha, que nos esperan.
-¿Dónde?
-Ya lo verás.
O sea, que ella estaba allí para impedir que me marchara,
Nos fuimos a la ducha, donde nos metimos los dos y allí, bajo el agua, acaricié y enjaboné su cuerpo en las zonas que me dejaban mis magulladuras (tetas y coño) mientras ella también repasaba mi cuerpo, hasta que se puso en cuclillas, con las piernas bien abiertas y empezó una nueva mamada, que no paró hasta que me hube corrido y ella tragado todo. La verdad es que, después de tanto tiempo de abstinencia, tenía las pilas a tope.
Después de secarme, secarse ella, ayudarme a vestirme y hacerlo ella también, además del correspondiente retoque de maquillaje, me dijo que nos esperaba un vehículo que nos llevaría a un lugar donde me iban a dar u regalo que querían hacerme. El vehículo era un coche oficial, con sus cristales tintados y banderitas.
Enseguida llegamos a un cuartel militar bastante cercano y de reciente construcción, según se podía ver, por el que me acompañó hasta un despacho donde se despidió con un fuerte morreo después de llamar a la puerta.
Cuando oí una voz en árabe que no sé qué decía, entré en él, donde, tras una enorme mesa, me esperaba el oficial que me atendía siempre. Me pidió un momento de espera y dio una orden por teléfono. Seguidamente se dirigió a mí:
-Buenos días señor bienvenido. ¿Ha pasado buena noche? ¿Le ha gustado la compañía que le facilitamos? ¿Ha sido de su total agrado?
-Si, si, gracias. Todo ha estado muy bien. Pero sigo…
-Espere. Espere. Antes de que me dé su opinión, quiero hacerle un regalo. Es independiente de que acepte o no. Solo a modo de desagravio. Acompáñeme.
Me hizo seguirle por un pasillo y bajar varias plantas en un ascensor. Entramos en una sala donde se encontraban doce mujeres totalmente desnudas, tapándose como podían con sus manos, una mujer con un burqa completo, que tapaba incluso los ojos, y una fina vara en la mano y seis soldados con las armas preparadas.
Me quedé paralizado, sin moverme, hasta que la mano del oficial empujando levemente en mi espalda me hizo entrar en ella.
-Verá, señor sabemos que vive usted solo y que no tiene a nadie que le atienda como es debido, por eso hemos pensado en ofrecerle una mujer para que sea su esclava, sirvienta o esposa, lo que prefiera. Yo le he seleccionado esta de la derecha, 18 años, virgen todavía, pero puede elegir entre todas ellas la que prefiera. Sus edades van desde los 18 de ésta hasta los 28 de la última. Todas son voluntarias que han preferido servir a nuestros soldados…
Ya no escuché nada más. Clavé mis ojos en la muchacha y el resto desapareció. No muy alta, delgada, pechos proporcionados, morena total, no muy guapa de cara, pero escultural de cuerpo.
-Pppero ¿Qué voy a hacer con ella?
-Je, je, je, je. Mi querido amigo, no me diga que no sabe qué hacer con una mujer. Como le he dicho, puede ser su esclava, sirvienta, esposa, puta, para follarla, pegarle, la puede alquilar, vender… Lo que quiera. A este grupo todavía lo estamos entrenando, pero puede comprobar ya lo bien preparadas que están.
Todavía estuvimos un rato negociando. El ofreciendo y yo negando, hasta que no me quedó más remedio que aceptar a una, que por supuesto fue la joven.
Hizo una señal a la mujer del burqa, está dio a la joven una orden en árabe y un golpe con la vara en los riñones. La muchacha, dio un salto hacia delante, cayó de rodillas ante mí y empezó a desabrochar mis pantalones. Yo di otro paso para atrás, sujetándomelos y la mujer del burqa le dio varios varazos en la espalda, haciendo que avanzase rápidamente hacia mí de nuevo. Después de la noche y la mañana que había pasado, dudaba que pudiese conseguir levantármela.
-Será mejor que la deje hacer su trabajo, -me dijo el oficial- se le ha dado una orden y no puede parar hasta cumplirla.
Me quedé quieto y continuó soltándome los pantalones y bajando todo hasta que mi polla, tiesa ya con el espectáculo, quedó al aire.
Se la llevó a la boca y comenzó primero lamiendo la punta y metiéndosela rozando con sus labios el borde del glande, luego la sacó y fue recorriendo toda mi polla con la lengua, ensalivándola bien.
Me respondió bastante bien, alcanzando pronto casi su tamaño normal. Un poco floja.
Volvió a metérsela, esta vez entera, hasta que le dio una arcada, siendo respondida por la del burqa con un golpe de vara en su culo.
Lo hacía muy bien y se veía que ponía mucho interés. Sentía su boca como un coño estrecho y suave que me presionaba por todas las partes.
Se movía despacio, metiendo desde la punta hasta que su nariz chocaba con mis pelos. La sacaba y lamía el glande. Con la mano acariciaba mis huevos y con un dedo presionaba mi perineo detrás de los huevos.
Increíblemente me la puso dura otra vez y entonces su presión se hizo más evidente a la par que su suavidad me estaba excitando como nunca.
En un momento sentí que me iba a correr y lo dije:
-MMMMM. ¡Me corrooo!
Dos golpes sobre su culo hicieron que se la metiese entera y no sé qué me hizo que solté todo lo que llevaba dentro y que ella tragó directamente mientras yo presionaba todavía más su cabeza contra mí.
Me la limpió con su boca, me colocó nuevamente la ropa y quedó de rodillas delante de mí.
Otra orden de la del burqa y nuevo golpe, la hicieron volver rápidamente a la fila.
-¿Qué le ha parecido?
-Impresionante, ha sido la mejor mamada de mi vida.
-Entonces no se preocupe, esta noche se la llevarán a su hotel y prepararemos sus papeles para que se lleve a su esclava.
-Pero no la puedo entrar en el país así. En España está prohibido.
-Eso corre de nuestra cuenta. Mañana tendrá los papeles en regla para entrarla sin problemas. Irá como su esposa.
-Tampoco puede ser. Tendré que ir yo y luego pedir que la dejen entrar.
-¿Para qué estamos los amigos? No se preocupe que mañana estará todo resuelto. Esta noche se la entregará su cuidadora.
Un camarero entró con unas botellas y vasos y se puso a servirnos al oficial y a mí. Me pedí un whisky solo para ver si me recuperaba de la impresión de todo aquello.
-Otra cosa más. -me dijo- También queremos compensarle el tiempo que se quede para reparar el sistema. Si le parece bien le daremos 250.000$ americanos y otros tantos si tiene que permanecer más de un mes. ¿Acepta?
El vaso se me cayó al suelo y se hizo añicos. La mandíbula no se me desencajó porque me dolía demasiado para abrir la boca.
Asentí con la cabeza y el oficial, riéndose, me llevó de nuevo a su despacho donde había un soldado que me acompañó hasta el coche oficial que me llevó al hotel, después de devolverme mis cosas. Lo primero que hice fue llamar a mi amiga.
Al entrar en la habitación fui directo a la cama, caí sobre ella y me quede dormido.
Al despertar miré a mí alrededor algo desorientado al principio. Todo estaba recogido y limpio. Me senté en la cama y empecé a dudar de que todo aquello hubiese sucedido.
-Tiene que ser alguna alucinación producida por una subida de fiebre. Mañana iré al hospital para que me miren. –Me dije.
Al ver que ya anochecía y notar mi estómago cómo rugía de hambre, decidí bajar al restaurante a cenar. Tras una rápida ducha y un cambio de ropa, me dirigí a la puerta y la abrí, encontrándome dos mujeres con burqa y a la que iba delante con la mano levantada, apunto de golpear la puerta.
-(No puede ser) Lo siento, ahora iba a cenar, vuelvan otro día.
-Tgaigo su gegalo.
-Pues déjelo ahí dentro que luego vuelvo. –Y me marché a cenar.
Cené con tranquilidad y aún estuve un buen rato tomando unas copas. Todo con la esperanza de que se cansasen de esperar y se fuesen.
Cuando volví a la habitación, me las encontré a una sentada en la cama y a la otra en un silloncito que había junto a una mesa.
No había cerrado la puerta todavía cuando, a un gesto de la del sillón, la de la cama se quitó el burqa y quedó totalmente desnuda. Era la joven de 18 años que me habían regalado. Ya no pude negar la realidad y decidí aceptarla.
-Está bien, gracias. Ya me hago cargo yo de ella.
-Serr Habiba. Estagr apgendiendo. Yo vegr si hace bien. –Dijo, sacando la vara de entre sus ropas.
La muchacha se acercó a mí, me fue desnudando y me llevó de la mano hasta la cama, me ayudó a acostarme y le hice sitio a mi lado. Ella se acostó boca arriba y abrió las piernas esperándome.
-No, -le dije, señalando mis moraduras- me duele.
-Entonces ella se volvió hacia mi polla para hacerme una mamada. Tuve que negarlo otra vez. No tenía fuerzas ya.
-No. Descansar. Quiero descansar. –Debió entenderlo, porque se bajó de la cama y se acostó en el suelo.
-Sube aquí. –Le dije abriendo la sábana y dando golpes en el colchón. Se subió y acostó a mi lado.
La vigilante no se movió de la silla.
Tapados ambos, la coloqué de espaldas a mí, la abracé y apagué la luz. Bajo la sábana, tenía una mano bajo su cuerpo, en sus pechos y la otra libre para recorrerlo. Mi polla apoyada en su culo estaba semi-erecta. No tardando mucho, oí un fuerte ronquido y deduje que la vigilante se había dormido.
Aparté su pelo para dejar su cuello y oreja libres para besarlo y lamer el lóbulo de su oreja. Puse ambas manos en sus pechos acariciándolos y frotando sus pezones. Mi polla se endureció y metí una pierna entre las suyas para separárselas y dejar que resbalase hasta su coño, ella emitió un suave gemido.
-mmmm
-Sssssh Le susurré al oído para que callase y no despertar a la vigilante.
Aunque todavía me dolían los morados, estar con una criatura así me hizo olvidarme totalmente de ellos. Hice que colocase su mano sobre mi polla para que hiciese presión sobre su coño y empecé a moverme despacio, mientras acariciaba su cuerpo con una mano, con la otra sus pechos y la vigilante roncaba. Con unos pocos roces, noté cómo su coño se abría y mi polla rozaba toda su raja y hasta el clítoris. Sentí como la mojaba con su excitación.
-ffff, ffff, ffff. –Sentía su respiración acelerada.
Yo también estaba muy excitado, me estaba haciendo una maravillosa paja en el coño de ella.
El roce con ese coñito tan suave y su mano presionando me estaba poniendo a tope
Hubo un momento en que ella hizo más presión y movió la mano en círculos, mientras su respiración se alteraba más
-FF, FF, FF.
Luego siguió normalmente y yo también. Mi polla estaba como si la tuviese metida en una piscina. Poco a poco fui acelerando en busca de mi placer mientras ella volvía a mover la mano en círculos cada vez que mi polla llegaba a su clítoris. Poco más pude aguantar, la apreté contra mí y me corrí en su mano y coño.
-of, of, of, of.
Ella movió la mano más rápidamente y también alcanzó un segundo orgasmo.
-FF, FF, FF.
Quedé abrazado a ella y noté como la vencía el sueño. Yo estuve todavía despierto un rato, hasta que me acostumbré a los ronquidos de la vigilante, que no sé cómo podía dormir sentada en aquel sillón.
Por la mañana me despertó un fuerte y doloroso golpe en mi mano, que estaba situada sobre la cadera de Habiba.
-AAAAAGGGGG. Jodeeerr. Maldita puta. ¿Por qué has hecho eso?
-Pegdon sigñor. Queguia despegtag a esclava paga que te despetag con boca. No veg tu mano pog gopa.
-No tenías que haber hecho esto. Se lo diré al oficial para que te castigue.
-¡No, pog favogr, signor! ¡Pegrdegué todo lo que tengo! ¡Hagué lo que quiega paga compensagle, pego no diga a oficial!
Se me ocurrió una idea. Decidí darle de su propia medicina. Cogí su vara y le dije:
-Pon la cabeza sobre la cama con los pies en el suelo y las piernas abiertas y estiradas.
Como la cama era más bien baja, quedó con el culo en pompa. Tomé las sayas por el borde inferior y se las volqué sobre su cabeza y ahí me llevé una gran sorpresa. Donde esperaba ver unas horrendas bragas de cuello alto y unas piernas celulíticas, me encontré con unas braguitas de seda, en un culo de infarto, un liguero y medias negros a juego y con unos zapatos, eso si, horrorosos. Por la postura, los ropajes cayeron dejando ver parte de su sujetador, también a juego con el resto.
La vista de ese culo me hizo dejar la vara y cambiar de idea. Le bajé y quité las braguitas agachándome detrás de ella para hacerlo, me quedé mirando su chocho peludo y su ano ligeramente oscuro. Vi que los pelos se empezaban a humedecer, señal de que estaba empezando a excitarse. Me puse de pie a un lado y pasé mi mano por esos glúteos maravillosos.
-ZAS. –Le di con todas mis fuerzas.
-AAAAAGGGG. –Gritó.
Tomé la vara y le di tres fuertes golpes con ella.
-No quiero oír nada.
Volví a acariciar su culo de nuevo y…
-ZAS
-ffff
No moví la mano de su culo. Hice una señal a Habiba para que me fuese chupando la polla. Seguí acariciando su culo, metiendo en su raja mi dedo medio y bajando hasta recorrer los bordes de su coño. Volví a subir realizando el proceso inverso y de nuevo…
-ZAS
-ffff
Nueva bajada y repaso de coño.
-mmmm
Repetí el proceso hasta que tuvo el culo totalmente rojo, entonces me puse tras ella, recorrí su coño con mi polla desde el clítoris al ano, donde hice presión para meterla.
-NOOOOO. –Seguido de una parrafada en árabe y levantándose y volviéndose hacia mí.
Sin decir nada tome la vara, la agarré por donde supuse que debía de tener el cuello, porque con esa prenda no enseñaba ni los ojos, y la volví a colocar en posición. Subí de nuevo las prendas y mientras la sujetaba le solté cuatro golpes en su culo.
-¿Sí o no?
-No, signor, - seguido de algo en árabe.
Dos golpes más.
-¿Sí o no?
-Pog favog, signor, - seguido de algo en árabe.
Dos golpes más.
-¿Sí o no?
-Sí, -dijo llorando, seguido de algo en árabe.
Volví a ponerme tras ella, escupí sobre mi punta y sobre su ano, realizando un nuevo intento. Tuve que hacer fuerza, pero conseguí que entrase un poco.
-PFFFFSSS. –Soltó aire con fuerza.
-Sssss. –Le dije yo para que siguiera en silencio.
Un nuevo empujón y entró la cabeza.
-Uuuuugggg
Volví a escupir en mi polla y de un nuevo empujón entró hasta dentro. Ella mordió la cama y la arañó con las manos para ahogar su grito. La presión en mi polla era tremenda y mi placer, máximo. Mi ex nunca me dejó encularla. Y luego me enteré de que era otro el que lo hacía.
Disfruté de ella un buen rato, hasta que sentí que hacía fuerza con el esfínter. ¡Se estaba corriendo! y ya no pude aguantar más y me corrí en su culo.
Cuando se la saqué, finas líneas blancuzcas caían por sus muslos. Tiré de las prendas para que se levantase y le dije:
-A partir de ahora no te quiero ver por aquí. ¡Fuera!
-Me has violado. Ahoga segué yo la que te denunsie al ofisial.
-¿Acaso dudas de que considerará injusto el castigo cuando le muestre la marca de mi mano?
-No, pog favor. No digué nada, pero tampoco diga usted.
-¡Vete de una vez!
-¿Mis bagas…?
-Me las quedo. ¡VETE YA!
Al fin nos quedamos solos Habiba y yo. La llevé a la ducha y nos dimos una buena jabonada y luego la estuve secando.
-Gracias señor por llevarme con usted.
-Vaya, hablas muy bien el inglés.
-En mi pueblo estuve ayudando a unos cooperantes. Uno era español y también sé algunas palabras. Ayer temí que no me llevase cuando le vi discutir con el oficial. Por eso me esmeré tanto en la mamada, para que le gustase tanto que quisiera llevarme con usted.
-Te gusta la esclavitud.
-Lo que no me gustaba era mi futuro aquí. Hubiese terminado en un prostíbulo o en manos de algún soldado que me pegaría y prostituiría o casada o vendida a algún campesino pobre que me haría trabajar de sol a sol y paliza tras paliza. Ser su esclava es lo mejor que me podía suceder. Usted es europeo y los europeos son buenos.
Llamaron a la puerta. Era el oficial, que venía con una maletita con los 250.000$ cambiados ya a euros. Me preguntó si había desayunado y si podíamos ir a revisar los aparatos. Bajamos a desayunar los tres, y tras una breve negociación porque él quería que Habiba permaneciese arrodillada a un lado y yo que si era mi esposa debía estar en la mesa con nosotros, al final gané yo, desayunamos y nos fuimos a hacer la reparación.
Estuve dos días entreteniéndome por allí, hasta que les dije que había encontrado el problema y que había sido causado por alguna desviación a tierra del vivo de la corriente en algún lugar de las instalaciones. Tras reiniciar yo el sistema y un broncazo al equipo de electricistas, pudimos volver al hotel, y tres días más tarde nos entregaron la documentación y salimos para España.
Tras todo un día de viaje, llegamos de madrugada a la aduana, donde revisaron la documentación con lupa. Pensé que estaba falsificada y que nos iban a pillar. El funcionario miraba los papeles y miraba a Habiba, a veces a mí. Al final estampó su sello y salimos del aeropuerto.
Había puesto el dinero alrededor de mi cuerpo por si revisaban el equipaje, pero debimos poner cara de buenos porque no nos preguntaron nada.
La llevé a mi casa y llamé a mi amiga para informarle, no fuera que activase todo otra vez.
Puse el dinero a buen recaudo, llamé a la empresa para decir que había llegado y que como era viernes no iría hasta el lunes porque pensaba dormir toda la mañana. Le enseñé pequeño piso donde vivía: cocina pequeña, salón pequeño y dormitorio.
En la puerta de este, empecé a besarla mientras la iba llevando hacia la cama y le quitaba el pañuelo que llevaba en la cabeza, creo que le llaman hijab, así como la chilaba, quedando totalmente desnuda.
Al llegar, cayó sentada y yo empecé a quitarme la camisa. Ella me bajó los pantalones y la ropa interior, llevándose inmediatamente mi polla a la boca.
-MMMMM, ¡Qué bien lo haces!
Se la metía en la boca presionando y lamiendo el glande para luego meterla hasta el fondo dejando un hueco estrecho que me volvía loco.
Tuve que separarme para no correrme en su boca. La recosté y coloqué sobre ella, besándola. Sus labios, su cuello sus orejas sus ojos, todo fue besado, lamido o chupado. Bajé a sus pechos que acaricié, besé y lamí sus pezones.
-MMMMM. –Gemía ella.
Pasé mi lengua por su estómago, ombligo y pubis depilado. Recorrí los labios de su sexo por los bordes, viendo y sintiendo cómo se abrían para mí
-UMMM
Sus gemidos, suspiros y grititos llenaron el ambiente. Cuando metí mi lengua para lamer el clítoris, arqueó su cuerpo buscando más y se corrió con un fuerte orgasmo.
-AAAAAHHHH
Cuando se recuperó, seguí con mi tratamiento, pero esta vez le metí un dedo hasta rozar su himen intacto y arrancarle nuevos gemidos de placer.
-MMMMM. Siiii.
Con la otra mano acariciaba sus pechos, saltando de uno a otro. Con la lengua hacía círculos tomando como eje su clítoris.
-UUUUUOOOOOUUUU.
Cuando su excitación subía, yo bajaba el ritmo, hasta que no pudo más y exclamó:
-Siii. Quiero más, dame máaaas
Entonces, me puse sobre ella y fui metiendo mi polla despacio, hasta que encontré resistencia. Resbalaba como si estuviese aceitada. Con un golpe de riñones la metí hasta el fondo, provocando un nuevo orgasmo cuando mi cuerpo presionó su clítoris.
Esperé a que se acostumbrase a mi polla y comencé a moverme. Me situé ligeramente arriba para que le rozase bien el clítoris al sacarla y volverla a meter.
Fui acelerando movimientos. La sacaba completamente, recorriendo la raja y la volvía a meter siguiendo el sentido contrario.
-MMMMMM. –Empezó a gemir de nuevo.
Poco a poco iba acelerando un poco más.
-PPFFFSSS.
-Másss. Siiii
No paraba de pedir. Hasta que
-AAAAAAHHHH
Con un fuerte alarido, dio salida a su fuerte orgasmo, que a su vez me arrastró a mi, que estaba que no podía aguantar más.
-Siiiii. Por fin lo he conseguido. No sabes las ganas que tenía. –Le dije.
-Yo también. Estaba excitada y deseándolo desde en que me eligió.
Esa fue mi noche de bodas. No voy a contar, o por lo menos ahora, lo que hemos hecho desde entonces. Al contrario que con mi mujer, no tiene reparos para nada, me siento feliz y realizado. No he sido dominante, pero me encanta la sumisión de esta mujer.
Las cosas van mejorando. Mi ex ha tenido problemas y me ha llamado pidiendo ayuda. Estoy muy bien considerado en la empresa gracias a las cartas que envió el oficial a mi jefe. Me han subido el sueldo. Poco, pero algo es algo. He cobrado mi gratificación. Tengo dinero…
…Y me han regalado una esclava.
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