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Soy un tío con las cosas muy claras y dispuesto a continuar con la vida que he iniciado. Estoy casado, tengo un bebé de 8 meses, 2 perros y la casa que cualquiera soñaría. Trabajo a las afueras de Madrid, en la sierra Norte. Tengo un puesto de responsabilidad y bien remunerado, … me gusta mi trabajo. Un 2 palabras,… soy feliz.
Hace unos 2 años, llegó a la oficina una chica, más o menos de mi edad. En seguida conectamos, también es verdad que el hecho de ser subordinada mía ha favorecido el hecho de que la relación vaya viento en popa. Tal es así que solemos quedar ella y su marido (está casada y sin hijos) con mi mujer y conmigo, para hacer diferentes cosas, paseos a caballo por la sierra, caminatas, excursiones a otras provincias de España y viajes al extranjero.
Ella es una chica, del montón, muy inteligente, pero no excesivamente agraciada. Su marido en cambio es un chico (5 años más joven que ella y 3 más joven que yo). Es autónomo en la construcción, por lo que todos podemos hacernos una idea de su cuerpo. Yo suelo fijarme mucho en el cuerpo de los chicos, nunca con ansias de poseerlo, pero si admirando y envidiando un cuerpo bonito, tengo que decir que lo que me ocurrió con David, fue un revés. El conocí al año de haber llegado su mujer a la oficina. Lidia y yo decidimos hacer obra en la piscina. Siempre habíamos querido construir una casa anexa (para invitados) cerca de la piscina y David la construyó. A raíz de eso, nos hemos visto bastante asiduamente y yo mismo hago lo posible por hace que no pase mucho tiempo sin quedar.
Hace 2 meses, nos fuimos un fin de semana al parador de Trujillo (Cáceres), un antiguo convento, habilitado actualmente como Parador Nacional. Era Junio, y ese fin de semana había un mercadillo medieval en los alrededores del parador. Lidia y mi mujer insistieron en ir, yo no tenía muchas ganas, estaba cansado y había comido mucho en la comida y decidí quedarme en la sala de televisión del parador, David se fue con ellas, pero como es normal, tras 2 vueltas al mercadillo decidió que se subía a su habitación. Al pasar por el Hall nos encontramos, yo estaba atendiendo una llamada que recibí en el móvil y me salí de la sala para poder oír a la persona que estaba al otro lado. Cuando David se encaminó a la amplia escalera, se giró y se dirigió hacia mí. Cuando hube terminado la llamada, me comentó que se cansó del mercadillo y nos echamos unas risas. Me invitó a una copa en el Bar y acepté de buen grado, una licorcillo de hierbas me aceleraría la digestión y aliviaría la pesadez. Cuando llegamos a la puerta del Bar, vimos que había una nota que decía:
Estamos limpiando.
Se abrirá a las 20:00 Horas
La dirección.
Me comentó que en la habitación, el mini-bar estaba bien surtido y nos dirigimos a su habitación. Cuando abrió la puerta entramos a la salón que tenían todas las habitaciones y en frente la puerta de la terraza que daba a lo que antiguamente era el Claustro del convento. Daba la sombra y tras servirnos una copa nos acomodamos en los sillones. Verdaderamente se estaba muy a gusto.
En principio David quería comentarme un proyecto que tenía en cabeza. Me dedico a la consultoría informática y el proyecto que tenía en mente tenía relación con la informática. No recuerdo como fue, ni cuando, pero al momento estuvimos hablando de nosotros y como habíamos llegado a ese día. Me preguntó si había algo que echara en falta de mi vida y que si lo que tenía es lo que siempre he querido. Desde luego, comenzamos una charla de los más profunda y sinceramente, me encantaba. Estaba a gusto y decidí abrirme a él.
Comencé contándole que efectivamente eso es lo que siempre quise, aunque a veces echaba en falta las juergas de juventud. Y por supuesto la libertad sexual de la que siempre había disfrutado y que hasta conocerle a él no había echado en falta (está claro que esto último no se lo conté, aunque si lo de mi actitud sexual juvenil) Como cualquier chaval de 18 años experimenté con todo tipo chicas y chicos, en la universidad fue el momento más "alocado". Me vine a Madrid a estudiar, mis padres me alquilaron un piso en Manuel Becerra y re-alquilaba la habitación a compañeros, con los cuales terminaba teniendo algún tipo de contacto (más o menos) sexual. Pero que una vez conocí a Lidia asenté la cabeza y no había echado de menos nada de aquello. Sonreí y dije: "Bueno de vez en cuando me pica y pienso y ¿si……? ". Pero enseguida me repongo (lo dije, sincerándome a medias y pensando en él, claro)
El por otro lado se sinceró y me contó que nunca había hecho nada de eso, pero que un día se masturbó con un amigo y que este se la había meneado hasta correrse y cuando se hubo corrido se metió los dedos en la boca, saboreando su leche. Pero que nada más. Quiso seguir diciendo algo, pero se cortó, dejando salir una risita como diciendo, Uppss casi la cago. Yo le insté a que siguiera, que yo me había abierto, que lo hiciera él.
―No nada, que a veces pienso que podría haberlo probado, pero….
―Nunca es tarde. - le insté yo.
―Si hombre, me voy de putos ¿no?
―Me extraña que entre tus peones no haya alguien a quien te puedas follar, o algún cliente. – Sugerí
―De todas, formas ¿qué es lo que quieres probar? – Pregunté
―No se, al menos el semen de otra persona. Como hizo mi amigo. El mío sabe muy bien, pero no se el de otro.
―Ahhhh, pensé que te valía con hacerle una paja a otro y te iba a decir que a mi no me importaba dejártela un rato. – Dije con toda la intención del mundo. Siempre he sido muy dado a dar vueltas a las palabras para decir lo que quería, pero sin llegar a decirlo. Soy bastante bueno en eso.
―¿Serías capaz? ¿y Lidia? – Me dijo sorprendido.
―¿Y Maite?- Le pregunté, haciendo alusión a su mujer.
―Pues,….. no tiene por qué enterarse ¿no?
―Pues mi mujer tampoco. – Dije seguro, muy seguro.
―Me da palo decirte esto, pero ¿entramos y me la dejas?
―OK.
No me lo iba a follar, pero me la iba a menear,… de puta madre. Hombre, yo le devolvería el favor. Un Mano a mano, como lo llamaba yo en mis tiempos.
Me invitó a sentarme en el sillón y eso mismo es lo que hice yo. Me bajó la cremallera y me tiró de la cintura del pantalón. Iba muy lanzado a por el paquete. Me echó las manos al calzoncillo y se esmeró en sobármela para ponérmela a cien. Cuando lo consiguió empezó a pajearme y muy bien por cierto. Estaba de pie y yo sentado, así que se arrodilló delante de mí. Cuando caí en cual era su ansia (probar mi leche) pensé que podría metérsela en la boca, puffff, me puse malo. Cuando volví en mí, me encontré con sus ojos y me corté.
―¿Y si te la chupo?, total lo que quiero es probar tu semen. – Me preguntó
―Ya estás tardando.
Se agachó y se introdujo mi polla en la boca, no noté la diferencia, lo hacía igual de bien. Cómo succionaba, tanto polla como huevos. Creo que ahora que escribo esto, vuelvo a estar mojado.
―Desnúdate. – Ordené – Ya que has empezado a probar, prueba lo que es una boca de un tío.
Por su reacción estaba deseando oír eso, se incorporó, se quitó los pantalones, la camisa y se dejó el bóxer. Mostrando un enorme palo tieso y con una manchita de humedad en la punta, casi al borde de la pernera derecha del bóxer. Tremendo pollón se debería esconder allí. Ahora fui yo el que actuó cogí la goma del calzoncillo y tiré hacia abajo. La polla salió de su encierro y apuntó hacia el cielo, lanzando gotas de presumen hacia mi cara. Pareció preocuparse por mi reacción, pero se estremeció cuando vio que limpie las gotas con el dedo índice y me lo introduje en la boca. Acto seguido me tire de cabeza a su vientre y me la comí entera.
Pedazo de macho que tenía dentro de mi boca. A mi memoria volvieron recuerdos nostálgicos y decidí olvidarme de todo y disfrutar del momento (Carpe Diem ¿no?)
Cuando su polla estaba para explotar, me dediqué a su culo. Desde hacía unos minutos se me había ocurrido hacerle probar todo, incluso tener una polla alojada en su virgen culo. Así que decidí que lo mejor sería ir lubricándolo y relajándolo.
―Tienes un Cuerpazo y un culazo. No quiero que te quedes sin probar el sexo anal. ¿quires?
―Me dolerá.
―No tranquilo, es solo un momento y enseguida sentirás un placer desconocido e increíble.
―Hazlo con cuidado.
―De acuerdo, ponte en el sillón y levanta un poco el culito.
Cuando se colocó mi polla se puso como una roca. La visión de David a cuatro patas, con ese culo, blanco, duro, sin vello. Sus huevos colgando y más allá su polla. David miraba hacia atrás suplicando que lo hiciera, pero a la vez temiendo el inevitable dolor que le supondría.
Me chupé un dedo y acaricié su ojete, lo lubriqué. Repetí la acción con otro dedo y después con otro. David, a cada embestida de mis dedos emitía un gemido y se echaba hacia delante, evitando la penetración.
―Relájate, voy allá.
―No estoy seguro de querer esto.
Temiendo que se echase para atrás, acerqué mi polla a su entrada y presioné. Cuando entró mi cabeza. David gimió y de nuevo se echó adelante. Le agarré por las caderas y lo atraje hacia mi. Tenía que actuar con prontitud, si no corría el peligro de que se me escapara el culito.
―Venga deja esto, te la chupo y te corres en mi boca.
―Vale, pero eso luego. Le dije.
Una vez llegué hasta lo más profundo que me permitió mi polla, le di un descanso. Estaba sudando y quejándose de dolor. Casi se puede decir que lloraba. Pero la verdad es que si él hubiera querido se podría haber zafado de mí. Pero no siguió allí, como un perrito, llorando, gimiendo y empalado. Cuando su hubo relajado un poco, comencé mis embestidas, cada vez más fuertes. Sus gemidos se convirtieron en grititos que tuve que ahogar metiendo mis dedos en su boca. Llegué a hacerme daño, con las sacudidas.
Note, como se relajó y se acomodó para recibir mi polla. En esos momentos estaba disfrutando de su primera vez, de la primera vez que se sintió que le partían en dos. Ess primera vez que tan profundo queda. Tanto como lo profundo que entra la polla.
―Entonces lo que querías es probar semen, ¿no? – Pregunté.
―Ahhhh, si,…. Ahhhhh, eso essss, Ahhh Ohhhh, quiero tu leche en AHHHH, mi boca. – Acertó a contestar entre gemidos.
―Pues alla vamos.
Saqué mi polla y corriendo se la metí en la boca, casi podría decir que noté su campanilla en mi glande y eso hizo que explotara de gozo. Mi semen inundó su boca, la cual tragó lo que pudo, el resto resbalaba por las comisuras de sus carnosos labios, hasta caer en su fornidísimo pecho. Decidí terminar con él, me arrodillé y me introduje su pollón en la boca. No me hizo falta aplicarme mucho, enseguida se corrió en mi boca. Tuve que escupir, pensé que me ahogaba.
Sin pararnos mucho, nos vestimos y salimos de nuevo a la terraza. Nos servimos otra copa y seguimos hablando del proyecto, sin hacer ninguna alusión a la follada.
Desde ese día, la relación no ha sido igual. Sus miradas y las mías denotan que estamos deseando volver a repetirlo. Pero la verdad no estoy seguro de ello, no quiero perder lo que tengo (lo que siempre he soñado), lo que si os puedo contar es que actualmente me masturbo con las fotos de nuestros viajes, a México, a Argentina y especialmente con vídeos de estos viajes.
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