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"Sabía que con Fernando lo único que había existido era sexo... por eso les permite hacer el amor, pese a sus cuernos."
Habíamos ido a visitar a Carmen, una amiga de juventud de mi esposa. Empezó como una de esas vistas de tarde de domingo en las que el tiempo pasa lentamente hasta que afortunadamente llega el momento de marcharse.
No es que la amiga de mi esposa o su marido sean sosos o aburridos pero mientras ellas dos sabían que contarse, a mí me costaba un poco mantener una conversación con alguien con quién tengo poco o nada en común. Por ello los dos maridos nos dedicamos a seguir los juegos de su hija y de la nuestra.
Ellas tenían un tema evidente de conversación, mi esposa estaba en el quinto mes de embarazo y la barriga era evidente.
Y mientras esperaba que llegará el momento de irnos no podía evitar pensar en que la iniciación sexual de mi esposa Ángeles había llegado de la mano de Fernando, que era el hermano de Carmen.
Mi esposa me había asegurado que nunca habían sido novios tal y como en general entendemos pero los veranos Fernando se apuntaba a las salidas de camping del grupo de amigos y amigas de su hermana.
A pesar de ser un poco más joven que Ángeles habían terminado por intimar cuando los distintos miembros del grupo quedaban aparejados. Y de intimar como amigos habían pasado en esas estancias lejos de la formalidad de la vida diaria a intimar como amantes por las noches cuando no quedaba nadie en el grupo por aparejar.
Me había explicado mi esposa que en las vacaciones durante el día o el resto del año no tenían ninguna relación especial.
Pero algunas noches en esas salidas a la playa o al campo el deseo y la pasión (sin amor) les unía.
Esta situación terminó cuando por razones de trabajo conocí a Ángeles y empezamos a salir.
Al cabo de un rato sonó el timbre de la puerta y llegó Fernando a ver a su hermana Carmen, a su cuñado y a su sobrina. Siempre había sido celoso y empecé a sentir un cierto mosqueo interior. No es que los celos me enloquezcan pero ...
Después de saludarnos con la fingida naturalidad esperable en mí volví a los juegos de las dos niñas en el jardín de la casa mientras quedaban Carmen, Ángeles y Fernando conversando en la sala de estar. Después de un ratito llegó Carmen al jardín y tuvieron que pasar unos quince minutos para que llegaran Ángeles y Fernando.
Al fin llegó la hora de marcharse. Fue una breve despedida en la que no faltaron las habituales indicaciones sobre la necesidad de volvernos a ver próximamente.
En el coche no hubo más comentarios que los necesarios para mantener a la niña despierta hasta llegar a casa y así conseguir que cenara algo. Pero después de meter a nuestra hija en la cama no pude evitar el preguntarle por el tiempo pasado por Ángeles con su antiguo amante.
De entrada ella evito la respuesta mientras fingía mirar la televisión. Pero inmediatamente me miró y con cara seria me dijo:
- Te lo puedes imaginar, me ha dicho que el embarazo me sienta bien y que se me ve muy guapa.
A pesar de que mi esposa no es ninguna belleza extraordinaria tampoco puede decirse que no tenga sus encantos. No está ni delgada ni gorda y sus curvas siempre me han parecido muy atractivas. Sus pechos tampoco están nada mal. Y con el embarazo todas estas curvas quedaban bien realzadas.
- ¿Y que más te ha dicho?
Se sonrojó ligeramente y volvió la mirada al televisor, después me contestó:
- Pues eso Alberto. Que estaba guapa, ... de hecho ...
Y no siguió. Ante mi insistencia me dijo que seguramente no me iba a gustar lo que me diría si seguía. Le contesté que prefería que no hubiese secretos ni malos entendidos entre los dos y que aún sin gustarme lo que pudiese oír, creía que era mejor que me lo contase todo.
Ella respiró hondo y me contó lo siguiente. Carmen, Fernando y Ángeles empezaron a hablar del embarazo. Naturalmente Fernando le dijo a Ángeles que la felicitaba y que le deseaba que el bebe llegara bien y que todos fuéramos muy felices. Entonces le pidió que les permitiera ponerle las manos sobre la barriga. De entrada Ángeles se sorprendió pero accedió. Fernando le pidió que se levantara un poco la ropa para poder poner las manos directamente sobre la piel. Entonces Carmen le hizo notar a su hermano que quizás iba demasiado lejos y propuso salir fuera con las niñas y los padres. Entonces vino con nosotros esperando que la siguieran.
Pero Ángeles y Fernando permanecieron en el estar y las manos de él pasaron bajo la ropa y se situaron sobre la piel del vientre de mi esposa.
- Y pensar que hubiera podido ser el padre de tu hija y del nuevo bebe si nos hubiéramos tomado las cosas de otro modo
- Ya sabes Fernando que nunca hubo otra cosa entre nosotros que sexo y pasión. Nunca hubo un sentimiento como el que tengo con Alberto.
- Entonces estaba muy seguro pero ahora ... no sé. Al verte con esta barriga me gustaría abrazarte, hacerte otra vez mía. Creo que aquello nuestro es la mejor de mis relaciones con una mujer. Sabes que nunca he sido capaz de mantener una relación mucho tiempo y en cambio ahora creo que junto a ti sería feliz.
- Me parece que es mejor que salgamos Fernando.
Ángeles hizo ademán de salir pero Fernando la abrazó y sin que mi esposa supiera resistirse la besó en los labios con esa pasión que hacía poco había recordado.
- Ángeles, estoy seguro que tú y tu marido os queréis mucho pero yo también te necesito. Por favor seamos uno del otro una vez más. No he hecho nunca el amor con una mujer embarazada y si no he de ser padre me gustaría que tú fueras la que me permitiera ser tierno y a la vez hombre.
- No sabes lo que me pides Fernando.
Y dicho esto salió al jardín. Fernando la siguió inmediatamente.
A medida que me hizo el relato los celos me iban ganando el alma pero al mismo tiempo entendía que tanto los deseos como los sentimientos no pueden ser dominados. Por ello y tras respirar hondo abracé a Ángeles y le dio un suave y largo beso en los labios. Luego me separé un poco y sin soltarla le dije:
- Lo que debes hacer es lo que realmente te dicte tu corazón. No me escondas nada y a pesar de que no me guste lo que suceda prefiero que estés conmigo porqué realmente lo deseas y también para el bien de nuestra hija y de la que está en camino. Ya sé que me amas a mí pero Fernando ha sido para ti una persona importante. No quiero impedirte nada de lo que de verdad desees.
Ángeles me miró largamente y me respondió que no sabía si hablaba en serio o no. Me recordó que soy celoso y que no sabía como tomarse lo que estaba oyendo.
Quedamos abrazados y mirando el televisor. Realmente no sé que estaba pensando ella pero yo pensaba en algunos de nuestros amigos que se habían separado por incomprensión del uno por el otro y se lo recordé:
- Por favor Ángeles, no seguiremos hablando del tema si no quieres pero no me digas nunca que te he prohibido algo que deseas.
Ángeles me miró y me dio un beso, largo y dulce. Luego me tomó de la mano y me llevó a la cama. Hicimos el amor y luego permanecimos un rato abrazados. Ella se irguió un poco y mirándome me dijo:
- Alberto, quiero acostarme de nuevo con Fernando. A ti te amo y te deseo. Pero también le deseo a él. Él fue mi primer hombre y después sólo he estado contigo. Lo que viví con él es para mí un buen recuerdo y ahora nuevamente un deseo.
Nos abrazamos de nuevo y no dijimos nada más. Nos dormimos.
La mañana siguiente llegó con el despertador y a continuación con una mirada intensa entre los dos. Le recordé mis palabras de la noche anterior y le insistí en que no me mintiera. Le insistí en que hiciera lo que realmente deseaba.
Al llegar del trabajo por la tarde no hubieron más comentarios pero al acostarnos ella me dijo que había llamado a Fernando y que habían quedado para verse en casa de él, el próximo viernes por la noche. Me dijo que se iría después de que acostáramos a nuestra hija y que regresaría por la mañana antes de la hora en que suele despertarse.
No le contesté inmediatamente. Le deseé que fuera feliz y le rogué que siguiera amándome a mí.
Para bien o para mal la semana pasó muy rápida para mí, el trabajo me resulta totalmente absorbente. Sólo por las noches y a medida que se acercaba el viernes me costaba un poco más dormirme. Y eso que cada noche teníamos sexo con mi esposa. Hacía muchos años que no lo teníamos tantas noches seguidas.
Llegó el viernes y tras acostar a nuestra hija Ángeles se fue. Se había puesto tan bien vestida como su barriga le permitía. Pero su cara estaba tan radiante de felicidad que no creo que nadie con quien se cruzase llegara a mirar otra cosa.
Me dio un largo beso y se fue.
Realmente me sentí solo y muy mal. No encontré nada que me interesase en la televisión. No supe que hacer antes de acostarme por lo que me puse el pijama y me metí en la cama. Naturalmente no podía dormirme ni sacarme de la cabeza a mi esposa en brazos de Fernando. Y no se porqué pero empecé a masturbarme, lentamente, rápidamente, lentamente, ....
Al cabo de dos horas y tras haberme levantado para tomarme dos whiskys me dormí.
Desperté cuando mi esposa llegó. Seguía con la cara radiante de felicidad. Me besó me dijo que no podía haber marido mejor que yo y se desnudó. Se metió en la cama junto a mí, me abrazó y se durmió. Nunca se había podido dormir mientras estaba abrazada a mí.
Yo no me dormí y a la media hora Ángeles se despertó. Le pregunté si habían sido felices. Me sonrió con una mirada lujuriosa que no suele tener y me dijo dulcemente, recordando algo muy agradable:
- Mi querido cabrón, tengo un marido que me quiere y hoy en cambio hoy lo he dejado en casa para gozar del sexo con otro tanto como puede desear una mujer. ¿Y tú que has hecho esta noche? ¿Qué son estos Kleenex? ¿Pensabas en lo que estábamos haciendo Fernando y yo?
Asentí con la cabeza y para mí sorpresa, mi esposa suele ser reservada cuando aquello por lo que le preguntas no te incumbe, me explicó su noche.
Cuando llegó al piso donde vive Fernando y tras cruzar la puerta se abrazaron, se besaron y se fueron directamente a la cama. Él empezó a desnudarse dejándose el slip mientras ella le miraba tendida en la cama.
Luego se acercó a Ángeles y lentamente la desnudó a ella mientras la besaba por todo el cuerpo. Al quitarle el sostén empezó a morderles suavemente los pezones y a lamerlos con lo que mi esposa empezó a temblar de placer. Al descubrir su sexo Fernando empezó a lamerlo primero lentamente y luego a succionar. Ángeles me reconoció que la mamada la dejó totalmente excitada. Entonces ella se incorporó y haciendo tumbar a Fernando le quito el slip. El miembro del él, mayor y más gordo que el mío según me aclaró, estaba totalmente erecto y a pesar de que a ella no le gusta mamarla empezó una larga chupada.
Después se volvieron los abrazos, los besos por todos los lados y las manos de él sobre el vientre y los pechos de ella.
El se quedó tendido sobre la cama y ella se puso sobre él rechazando el preservativo que le alargaba. Entonces se ensartó en el miembro de él y empezó a moverse arriba y abajo.
Al llegar a este punto me agarró mi pene, tan duro como pueda imaginarse y empezó a masturbarme mientras que yo no sabía como tomármelo.
Me contó Ángeles que tras un buen rato de bombeo el orgasmo la inundó y empezó a sollozar. Entonces Fernando la tendió junto a él y empezó de nuevo a besarla y a acariciarle los pechos y el vientre.
Finalmente Ángeles volvió a colocarse sobre él y tras otro orgasmo de ella él se corrió dentro de su sexo.
Se quedaron uno junto al otro un rato y se durmieron.
Estas salidas se repitieron cuatro veces más (cada quince días y siempre en viernes por la noche) antes del nacimiento de nuestra segunda hija. Ángeles no me ha dicho nada de lo que vendrá en el futuro, especialmente después de la "cuarentena". Lo único que puedo desear es que mi esposa sea feliz. Si ella es feliz yo estoy más cerca de serlo. Y he de reconocerlo, después de cada noche que mi esposa ha pasado con Fernando el sexo entre ella y yo ha mejorado.
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