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Tras ducharnos y relajarnos, decidimos ver una película. Mientras Maite fue a por una botella de vino y dos copas, me dijo que buscara entre las películas “Los Puentes de Madison”. Puse la película en el lector de DVD y me senté en el sofá. Cuando regresó, decidió tumbarse apoyando la cabeza en mis piernas. Descorché la botella, serví el vino y nos dispusimos a verla. Aunque yo la había visto por lo menos cuatro o cinco veces, es una película preciosa y que no me canso de ver.
Maite se incorpora, bebemos un poco de vino, nos besamos y volvió a tumbarse como antes. No puede estarse quieta y a pesar de seguir mirando la película, se las arregla para con una mano ir acariciando mi pecho y con el dedo índice haciendo caracolillos con mi vello.
Yo, que no soy inmune a ninguna caricia, dejo de estarme quieto y comienzo a acariciar sus rodillas, ya que tiene las piernas flexionadas y bajando en busca de sus pies desnudos los acaricio una y otra vez. De vez en cuando acaricio su cara, como si de un bebé se tratara, apartando su pelo y deslizando mis dedos suavemente por su mejilla, ojos, labios y cuello. En una de las caricias con la palma de la mano, al mismo tiempo deslizo el dedo pulgar sobre sus labios y presiono un poco para que los abra. Logro entrar con mi dedo en su boca, girándolo suavemente hasta que ella lo acaricia con su lengua circularmente y luego lo absorbe dentro de su boca, sintiendo y disfrutando del calor y humedad de la misma.
Cambio mi mano por la izquierda y, a pesar de no ser la postura más cómoda, sigo haciendo las mismas caricias en su cara y cuello, en tanto que con la derecha, estiro sus piernas y comienzo a acariciarlas desde los pies hasta las rodillas, sin prisas. Tras largos minutos así, comienzo a subir por sus muslos desnudos dejándome llevar por la suavidad y el calor que emanaba de su piel.
Acaricio también su vientre, que siempre desprende un calor especial y en el que me gusta entretenerme apretándolo como si lo amasara, notando en mis manos su carne y esa pequeña capa de grasa que me encanta sentir entre mis manos.
Con la otra mano, dejo de acariciar su cuello y desciendo en busca de sus pechos que me esperan anhelantes y con los pezones completamente erectos. Mis caricias van haciendo mella en Maite que ya respira con cierta agitación mientras aprieta mi mano contra uno de sus pechos, inspirando profundamente.
Alterno uno y otro pecho y también acaricio suavemente sus pezones al principio, pero luego los estiro un poco y suelto porque sé que esto le excita sobremanera. Ya comienzo a sentir algún jadeo además de su respiración agitada, mientras estira de mi vello.
Maite ya nota mi erección junto a su cara y la aprieta firmemente y con deseo, sintiendo como acaricio la cara interna de sus muslos y su pubis. Las bragas de Maite ya denotan su excitación porque entre sus muslos aparece una clara marca de flujo. Le quito sus bragas dejando al aire su vagina que ante mis ojos aparece brillante, producto de su humedad. Maite se incorpora un poco y estirando de mis calzoncillos, hace que me levante ligeramente para proseguir hasta sacármelos por los pies. Acto seguido también me quita mi camiseta y hace lo mismo con la suya. Ya estamos de nuevo desnudos y volviendo a la misma posición tumbada pero un poco de lado, comienza una felación que me transporta al séptimo cielo. Que delicia de boca, que calorcito y gusto más agradable me hace sentir. Juega con su lengua acariciando circularmente mi glande y de vez en cuando absorbe todo lo que puede introduciéndosela casi hasta la garganta.
Mis dedos juegan con sus labios vaginales y con su clítoris que ya está hinchado y pidiendo a gritos más caricias que no dejo de darle, logrando que sus jadeos y respiración se aceleren, cuando de repente y sacando mi pene de su boca lo aprieta fuerte con su mano y con su cabeza en mi vientre se deja ir en un orgasmo intenso al tiempo que su cuerpo entra en una especie de convulsión hasta que finalmente recobra de nuevo la tranquilidad. Es entonces cuando me dice que quiere sentirme dentro ya, pero yo tengo otros planes. Quiero que su deseo siga aumentando y verla disfrutar de nuevo.
La incorporo y la siento sobre mí, con su culo encima de mi pene que no ha perdido la dureza. Nos fundimos en un abrazo y acariciando su cara, busco sus labios que acaricio con la punta de mi lengua, primero el superior, luego el inferior y seguidamente con toda la lengua los dos juntos. Pongo mi lengua entre los dos labios y fuerzo un poco la apertura de su boca, intento ir despacio, pero no le es posible y pasa a devorarme literalmente mi boca, enredándonos en una lucha de lenguas y caricias que nos hacen vibrar más aún.
Mientras acaricio su espalda y piernas, voy incorporándome poco a poco y finalmente logro salir de debajo de ella y dejarla boca arriba tumbada en el sofá. Vuelvo a iniciar mis besos y lamidas desde su boca hacia el cuello, pasando por sus pechos y vientre, hasta llegar al pozo de los deseos, su vagina, que no necesita de mi saliva, puesto que nada más acercarme ya me ha empapado mi cara de sus ricos y calientes fluidos. ¡Ufff... que bien sabe su vagina!. Es el mejor de los licores que podría tomar. Comienzo a lamer sus labios externos, pasando a los internos y acariciando suavemente su clítoris con el dedo pulgar de mi mano izquierda que voy mojando de vez en cuando en sus fluidos y volviendo a acariciar su erecto clítoris. Cuando comienzo a introducir mi lengua un poco más allá de sus labios internos, lamiendo como si fuera un helado empieza a levantar ligeramente su vientre hacia mí, agitándose y jadeando cada vez más intensamente, pidiéndome que le apretara aún más su pecho con mi mano. Intento aplazar un poco su próximo orgasmo, pero apretando mi cabeza contra su vagina, vuelve a correrse esta vez en mi boca, llenándomela de jugos que se esparcen por toda mi cara, porque no deja de moverse y restregarse contra ella. No la dejo descansar e introduzco en su vagina primero el dedo índice y después también el corazón con los que acaricio su interior primero circularmente y luego buscando su punto rugoso de dentro hacia fuera flexionando mis dedos en su interior, al tiempo que sigo lamiendo, absorbiendo y mordiendo suavemente su clítoris hasta que consigo que vuelva a correrse de nuevo, pidiéndome, ahora sí, que la dejara descansar un poco.
Nos abrazamos sin dejar de acariciarnos, cuando a los pocos minutos, me dice: -“José, quiero sentirte dentro, por favor, dámela ya”, mientras coge mi pene con su mano y lo coloca a la entrada de su vagina. Elevando su cuerpo y atrayéndome hacia ella, logra introducírselo. Me dejo caer suavemente encima de ella y me quedo así, dentro de ella pero sin moverme. Quiero sentir su calor interior, pero también el de su cuerpo, quiero notar sus pechos bajo el mío, nuestros pubis pegados y aprovecho para volver a acariciar sus labios con los míos y con mi lengua. Cuando los abre, y saca ligeramente su lengua, la cojo entre mis labios y la acaricio, absorbiendo su saliva. Maite empieza a moverse e intento que se relaje un poco pero está tan excitada que me exige que me mueva: -“más, más deprisa, no te pares, penétrame más fuerte”, me pide.
Tras un rato en esa posición, y girándonos ambos de lado, pongo su pierna derecha sobre mi cadera izquierda y continuamos follando, mirándonos a los ojos y sintiendo mezclarse nuestros alientos. Realmente en ese momento era Maite quien llevaba las riendas porque no paraba de moverse y acometer contra mi pubis, aumentando constantemente su cadencia.
Le pido que pare un poco y se ponga con el culo en pompa apoyándose en las palmas de sus manos y sobre las rodillas. Me pongo detrás y acariciando primero su vagina con mi pene tres o cuatro veces, la vuelvo a penetrar mientras preparo un dedo mojado en sus fluidos y lo llevo a su agujerito posterior que acaricio en círculo. Le gusta, lo sé porque se le escapan unos jadeos seguidos y porque cuando le pregunto me dice que si le gusta. Sin dejar de follarla desde atrás, golpeando sus nalgas con mi vientre, vuelvo a mojar el dedo y lo introduzco poco a poco en su esfínter. Al principio se queja y me dice que no, que no quiere coito anal, pero ante mi insistencia el dedo índice entra entero en su recto y la tranquilizo diciendo que solo lo haremos cuando ella esté preparada y quiera, pero que si no le gusta, saco el dedo. Me dice que no, que le gusta, pero que vaya con cuidado.
Me apoyo en su espalda abrazándola con el otro brazo hasta coger uno de sus pechos que acaricio, sin dejar de lamerla y besarla hasta llegar a su cuello dejando una estela de saliva por el camino. Me posesiono de su cuello al que beso, lamo y doy pequeños mordiscos. Su excitación vuelve a ir en aumento y me pide que lo haga más fuerte y que le estire fuerte del pelo.
-Córrete dentro, quiero sentir el calor de tu semen.
Siento que esté llegando de nuevo y acelero para que vuelva a gozar. Ufff, como disfruto viéndola jadear y chillar y sobre todo ver su cara cuando se corre. Es un gran gozo sentir como lo hace. La siento vibrar entre mis brazos y eso ya me satisface totalmente. Con esto ya tengo suficiente para sentirme satisfecho, aun no habiéndome corrido yo. Maite que lo sabe, me incita a seguir
-José, sigue por favor, necesito que te vacíes dentro de mí, quiero sentir el calor de tu semen y luego cerrar las piernas para que no escape ni una gota de mi vagina para tenerte dentro de mí.
Eso me da más ímpetu aún para seguir follándola con más ganas, si cabe, quiero sentir como me moja, como vuelve a jadear mientras voy estirándola del pelo obligándola a levantar la cabeza y girar su cara, hacia la que voy de vez en cuando para volver a buscar sus labios, volviendo a bajar luego lamiendo su cuello.
Maite me pide cambiar de posición y tumbándose de lado mirando al respaldo del sofá me dice que la coja desde atrás. Separo sus piernas y vuelvo a penetrarla. Como siempre me gusta esperar un poco y sentir su calor, pero ella no puede hacerlo y empieza a empalarse una y otra vez, como si la vida le fuera en ello. Me encanta. Como me gusta esta mujer. Que ganas tiene de disfrutar y que bien me hace sentir cada vez que llega a sus numerosos orgasmos. Es como si supiera, en ese momento, que he nacido para hacerla disfrutar. Nunca me había sentido así. Me sentía vivo.
Maite sigue su ritmo empalándose mientras yo no cejo en acariciar todo su cuerpo y besar su cuello y espalda. Me centro ahora en su clítoris que acaricio suavemente y estando yo a punto, intento retrasar un poco mi eyaculación porque quiero hacerlo con ella o que lo haga ella primero de nuevo. Así en mi intento de retardarlo, Maite vuelve a jadear, chillar y agitarse en un orgasmo que nos empapa a ambos cayendo encima del sofá todos los fluidos que nuestros cuerpos no absorben. En ese momento yo me dejo ir apretándola contra mí, porque no quiero salir de dentro de ella. Querría meterme yo dentro de su útero y permanecer ahí, sintiendo su calor, sintiendo su vida.
¿La película? La película cuya duración es de 135 minutos ya había acabado y ahí estaba el anuncio y propaganda de la Warner Bros fijo en la pantalla. Descansamos abrazados en el sofá en la misma posición en que habíamos acabado de follar y nos quedamos dormidos casi una hora.
Cuando nos despertamos, nos tomamos otra copa de vino y fuimos a ducharnos otra vez, pero como si nuestra calentura no hubiera remitido, Maite me empezó a abrazar y besar, con lo que me puso de nuevo en estado máximo de excitación. Me hizo sentarme en la bañera y ella lo hizo encima de mí metiéndose mi pene hasta el fondo y comenzando a cabalgar.
- José, dame más, te necesito de nuevo. No paramos de besarnos, acariciarnos y abrazarnos hasta que nos volvimos a correr, dando un par de gritos que nos salió de las entrañas, como nuestros fluidos.
Volvimos a poner la película y esta vez si la vimos entera, aunque al final de la misma empezamos de nuevo a calentarnos y… Ummm...
Los que queráis, podéis dejarme vuestros cometarios.
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