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Vivir con Salome

14 de febrero 1998
Recuerdo aquella noche como si fuera hoy. Estábamos comiendo en el restaurante Tiramizu de la calle Lincoln –Miami- Lucia, Daniel y yo. Faltaban 10 minutos para la medianoche. Lucia me dice ¡Marcos! Es San Valentín el día de los enamorados, llámala a Salome. Le conteste ¡No, para que si estamos separados!- Ella dice No seas estúpido, tu crees que te perdonaría que no la llames. Ella te ama y no te das cuenta por un orgullo estúpido. ¡Toma mi celular y llámala!
Y llame, atendió su amiga francesa. Al reconocerme me dijo hola Marcos tu prometida esta terrible. porque no se portan como gente madura y salen a comer y hacen las paces. Los dos están sufriendo inútilmente. Si vienes te invito a pasar las vacaciones en mi casa de la Reviera francesa. ¿Es un chantaje? Pregunte. Si, lo es. Estoy demasiado vieja para ver llorar a mi amiga que bien puede ser mi hija. Ven inmediatamente porque no le voy a permitir hablar por teléfono, tienes que venir. Y colgó.
Recuerdo que antes de salir robe una rosa roja que adornaba una mesa, subí al auto y me dirigí a su casa. Al llegar estaba inquieto, quizás temeroso no sé. Pero cuando abrió la puerta mis dudas se disiparon. Ahí estaba, hermosísima, con esa belleza que apabulla mirándome con esos ojos que me llegaban hasta el alma. Me acerque, le di la flor, la miro y vi correr por sus mejillas una lagrima mientras decía ¡Qué tonto que eres, que antiguo! Y me beso con tal dulzura que disiparon mis dudas y temores.
Nos despedimos de su amiga que manifestó desear irse a un hotel porque estaba acostumbrada a ello. –En realidad quería dejarnos solos- Salimos en su camioneta sin pronunciar una palabra. Hasta que de pronto ella dice. ¡Marcos! Es muy importante para ti el sexo. La mire fijamente y le dije ¡No, no es muy importante! Al menos siempre pensé así, pero desde que te conocí se torna cada vez más necesario, seguramente es por causa del amor. Yo nunca ame a nadie, Esta es la primera vez... Ella recostó su cabeza sobre el vidrio de la ventanilla y dijo. ¡Sabes, nunca pensé que podría conocer el amor! El amor es doloroso, es sufrimiento, es llanto, es humillación, es cólera, es hipocresía, es egoísmo, es odio, es soledad. Tu me hiciste conocerlo, porque eso es lo que siento por ti. Te amo y te odio cuando no estas conmigo, vivo celosa de tu mujer y de tus amantes, y me humillas cuando desapareces. ¡No Salome! No hay nada de eso, es solamente que tengo miedo al futuro. Me cuesta aprender a vivir este momento. Yo también te celo cuando te miran o se paran para verte pasar, o cuando entramos al restaurante, al hotel a cualquier lado. Eres demasiado hermosa y ¿sabes que quisiera? ¡Que! Dijiste. Cuándo me llegue el turno de irme de este mundo ¡Yo quisiera morir en tus brazos!
Me miro fijamente y acariciando mi rostro, contesto ¡Es lo más hermoso que me han dicho en la vida! Y comenzó a llorar. Sus lagrimas corrían por sus mejillas borrando el maquillaje y al querer secarlas mas ensuciaban su rostro. Le dije ¡Pareces un espantapájaros! Se miro en el espejo y comenzó a reírse. Era una risa que contagiaba, se mezclaban el llanto y la risa que sonaba como música para mis oídos.
Cuando entramos al restaurante nos estaban esperando algunos amigos que se habían enterado que habíamos hecho las paces. Salome tenia el cabello recogido y su blanco rostro y hermoso cuello resaltaban sobre el traje de tul negro que le cubrían un poco mas de los hombros, hasta el comienzo justo de sus pechos. Fue como una luz que iluminara todo, decenas de pares de ojos de quedaron mirándola y un silencio se hizo en el salón. Después poco a poco comenzaron los murmullos y todo volvió a la normalidad.
Después de cenar y mientras le encendía un cigarrillo me dijo imprevistamente ¡Té Amo! Te amo como jamás lo soñé y nunca imagine. Vamos a casa por favor ¡ Quiero hacerte el amor! Quiero cogerte como dices tu.
Nos despedimos y salimos. Rechazamos que nos fueran a buscar el automóvil, fuimos caminando directamente, mientras elevábamos los ojos al cielo para verlo iluminado por una luna llena que nos invitaba al amor. Cuando entramos y estaba por encender el motor ella cerró los ojos y recostó su cabeza sobre mi hombro, mi mano comenzó a acariciar delicadamente su pelo y cara sin pronunciar palabra, después de un rato acariciándola giró la cabeza y con los ojos cerrados me ofreció su boca. Sus labios estaban húmedos y entreabiertos ofreciéndomelos, y que atrape con enorme avidez. Comenzamos a besarnos con una pasión inusitada, ya sin poder contenerme bajé mi mano y acaricié sus pechos sobre el vestido, ella comenzó a acariciar mi pija sobre el pantalón, estábamos desquiciados, como locos de pasión. De pronto entro un automóvil al estacionamiento, era su vecina del piso mas arriba. Reaccionó instantáneamente, se sentó inmediatamente y mientras se arreglaba el vestido retiró su mano pero no bruscamente, me miro y dijo:
¡Mi Amor! ¡Salgamos por favor!
Al decirme eso me dio un ligero beso en los labios, tomo mi mano y la puso sobre mis piernas, encendí el motor del Honda 4x4 para arrancar inmediatamente. Durante todo el camino de regreso no podía contenerme, mis dedos jugueteaban en su concha, entrando de a uno, luego de a dos y hasta tres, Apretaba su clítoris y ella gemía mientras con la mano derecha acariciaba mi pija fuera del pantalón. Mis flujos van a ensuciar todo el asiento decía, después no sale se van a dar cuenta cuando lo laven... ¡No importa, contestaba yo! ¡Déjame gozarte y hazlo tu también! La veía rejuvenecida si cabe, disfrutaba como una chiquilla apartado mis manos y se reía, su risa era cristalina y encantadora, nunca la había escuchado reír de esa forma. Al llegar a su casa ya en el ascensor me la quería coger, no podía contenerme.
Marcos espera por favor ¡No es nuestra primera vez hagámoslo bien! ¿Quieres?
En cuanto entra en el piso ella descorchó una botella de champagne francés Mont. Chandon Imperial, tomo dos copas y nos dirigimos a su habitación, la abracé con enorme cariño y la besé con verdadera pasión, ella correspondió plenamente. Dejo que le sacara el vestido y la dejara con ropa interior de un color azul pálido que por cierto era fantástico. El sostén de media copa de seda totalmente transparente, dejaba ver sus fabulosos pechos en su espléndida totalidad, la tanguita, también de seda y de corte Francés resaltaba maravillosamente bien su precioso culo y monte de Venus. Estaba ligeramente nerviosa, a la expectativa, esperando un gesto mío. Al tomarla entre mis brazos le musite al oído ¡Mi dulce y tierna Salome, te adoro! ¡Sos una mujer hermosa! Ella reaccionó con una ligereza increíble, soltó los botones de la camisa y en un santiamén me quitó el pantalón, las medias y los zapatos. Agarro la pija que estaba dura como un palo y la comenzó acariciar mientras me llevaba hasta la cama.
¡Relájate amor y déjame hacer! Quiero disfrutarlo tu y yo plenamente y tenemos todo el tiempo del mundo para ello.
Me sentó en el borde de la cama, se arrodilló en el piso entre mis piernas, tomo mi pija con las dos manos y su lengua comenzó a dar ligeros besos sobre el prepucio, muy suavemente. Creía para esa época que no-tenia sensaciones de tantos actos igualmente repetidos, pero me equivoque. Me parecía tocar el cielo con las manos, jamás había sentido unas sensaciones semejantes y excitación llegó al delirio cuando su boca de terciopelo comenzó a tragarse poco a poco toda la pija. Le agarraba la cabeza y mi pija entraba y salía de su boca con una suavidad increíble, con una ternura sin igual, con un profundo amor que me demostraba cuando sus labios apretaban mi glande. Él era precisamente el que media mis sentimientos y mis goces. Y en esa oportunidad me dijo ¡ELLA ES LA QUE BUSCAS!
¡Salome! ¡Salome! No puedo más ¡Mi Dios! Voy acabar.
Ella entonces aceleró sus movimientos, mi pija se deslizaba por su boca a una velocidad inusitada y... la explosión llegó como un huracán. La saque justo a tiempo, daba la sensación de que no terminaría nunca, cuando me fijé en ella mi leche había bañado su cara y parte de su pelo, pero su expresión era de máxima felicidad, se levantó rápidamente y se metió en el baño, yo la seguí y mientras ella se lavaba cuidadosamente yo la acariciaba dulcemente, era para mi una sensación maravillosa acariciar aquel precioso cuerpo desnudo. Cuando terminó de lavarse la levante en mis brazos, ella me rodeó el cuello con los suyos y me ofreció mimosa sus tentadores labios, la besé apasionadamente, besé su nariz, sus ojos, besé con avidez toda su cara, nos dirigimos nuevamente a la cama, me acosté a su lado y mis manos acariciaron dulcemente sus preciosas tetas, su tacto era sublime, su piel era de terciopelo, medianas, llenas y duras, los pezones los tenía totalmente erectos, eran como dedales, con mi boca y alternativamente chupaba del derecho y luego del izquierdo, ella gemía suavemente, colocó sus manos sobre mi cabeza y comenzó a guiar mis movimientos, suavemente me fue empujando hacia abajo, donde le interesaba frenaba el empuje y movía mi cabeza, derecha, centro, izquierda Otra vez el centro y sigue hacia abajo, llega a su tanga, con manos y boca me dedique durante un buen rato a acariciar su monte de Venus entonces introduje mis dedos por los laterales de la prenda y suavemente se la fui bajando quedando su maravillosa concha totalmente expuesta ante mis ojos ¡Qué espectáculo! Mis dedos se entretenían entre sus pelitos, pero ella no dejó que me parara, me siguió empujando hacia abajo, mis manos y boca comenzaron a acariciar y besar sus muslos los hasta los pies, los cuales bese con verdadera devoción. Abrió sus piernas todo lo que pudo para facilitar mi labor, y de nuevo comencé el camino de retorno (Ella se contorsionaba como una malabarista, el placer que sentía seguramente era sublime porque gemía y lloraba) Manos, lengua y boca acariciaban alternativamente piernas y muslos hasta que alcancé su ardiente concha, la meta de mis sueños. Ya mi boca y lengua estaban absorbiendo aquella hermosísima grieta, el perfume que emanaba era embriagador, ella volvió a colocar sus manos sobre mi cabeza y comenzó a dirigirla, cuando mi lengua detectó el clítoris ella me cogió de los pelos, frenó la cabeza sobre él y elevó al mismo tiempo sus caderas. Me encantaba lamer su clítoris, morderlo suavemente con besos en la punta y chuparlo, tratando de aprisionarlo con mis labios. Salome comenzó a elevar sus suspiros hasta el punto de empezar a gritar arañando mis espaldas y tironeando de mi pelo, mientras se sacudía violentamente con sus manos incrustó mi cabeza sobre su concha mientras seguía gimiendo de placer. Cuando acabo se relajó y me soltó. Creía que me ahogaría de seguir un par de segundos más. Fue muy breve el respiro, me fue subiendo lentamente hacia sus pechos que metió uno de ellos en mi boca y luego, como arrancándome de un sueño me atrajo hacia su boca que abierta y desafiante invitaba a mi lengua al juego tártrico. Mi pija estaba caliente con el glande morado y chorreando gotas de semen, y según me iba deslizando sobre su cuerpo quedó encajada en la entrada de aquella maravillosa gruta. Elevó sus caderas y me susurró al oído..
Empuja suavemente mi amor, hazlo muy suavemente como tu solo sabes hacerlo. Quiero sentir tu puntita como entra abriéndose paso entre mis labios, para entrar hasta el fondo de mi concha.
Mientras mi pija se acomodaba lentamente, tomaba su cara entre mis manos y besaba sus ojos, sus labios, su cuello, jugueteando con mi lengua en sus orejas. Ella movía acompasadamente sus caderas lo cual facilitaba la penetración, después de unos segundos aquello era la gloria, todo el conducto vaginal estaba perfectamente lubricado y se había adaptado a mi pija igual que un guante, se deslizaba como un pistón en el interior de su cilindro, y moría de gusto sonriendo al verla disfrutar con los ojos cerrados mientras gemía y cantaba. Ella me estaba disfrutando, nuestros movimientos eran lentos y acompasados, hasta que cruzó sus piernas sobre mis caderas y al unísono comenzamos a acelerar las acometidas, ella ondulaba y empujaba fuertemente hacia mí y yo comencé a dar fuertes acometidas sobre ella, que comenzó nuevamente a aullar como verdadero animal. Su flujo bajaba por mi pija, se deslizaba luego por mis huevos y chorreando se perdían entre mis piernas por las sabanas. Su orgasmo fue monumental y maravilloso. Nos quedamos abrazados besándonos tiernamente como dos felices enamorados.
¡Té Amo! Dijiste. ¡No quiero que nunca te tengas que ir mas de mi lado
Datos del Relato
  • Categoría: Hetero
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