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VIVIR CON MARIA

Hay veces que olvidamos aquellos gratos momentos pasados y que jamás volverán. Generalmente porque no queremos recordar porque estamos atrapados al presente. Y el presente puede ser un divorcio, una separación, una desaparición, un adiós. He tenido grandes amores y amado mucho, pero los goces experimentados con Maria fueron quizás únicos, no solo por su intensidad ni por la pasión, sino por el perfecto acoplamiento y armonía de nuestros cuerpos que seguían las decisiones de nuestros corazones y los instintos. Durante dos años y por lo menos tres veces al día hacíamos el amor. Desde el primer día, como si nos hubiéramos conocido antes, sabiendo lo que deseaba el uno del otro. Las posiciones, los lugares a veces insólitos y otros mas o menos normales, las insinuaciones picarescas frente a otros, y en todas circunstancias que lo deseáramos. Había terminado un gran romance con Salome que no puedo negar que me dolió, y que por ese motivo no me había ido de Miami. También fue al recordarlo, causa de aceptar a Maria inmediatamente. ¿Por qué causa? Por su belleza distinta, su esbelta figura y por aquellos ojos que tanto lloraron y con tanta tristeza escucharon mi adiós. Maria trabajaba en Burdine, una de las más grandes tiendas de Miami. Su trabajo como gerente ejecutivo de la enorme empresa que tenia mas de 2.500 empleados, la absorbían por completo. Mas, en la ocasión de nuestro encuentro ella salió de su enorme oficina y bajo hasta el tercer piso donde se exhibía la ropa femenina para mujeres de clase media. Yo me encontraba perdido en medio de esa enorme sala que tiene mas de 4.000 metros cuadrados porque había dejado el coche en el garaje a la altura de ese piso, por lo cual estaba mas perdido que perro en la laguna. No obstante me puse a mirar ropa para disimular mi desconcierto y averiguar donde estaba la salida. Fue en esos instantes cuando escucho ¿ Lo puedo ayudar? Y ahí estaba Maria, alta, esbelta, de un metro setenta y siete, de cabellos lacios y castaños, ojos verdes pardos, blanca, bellísima. Enfundada en un traje color gris oscuro con camisa bordada blanca y corbata azul, con un chal de tul color dorado sobre sus hombros. ¡Por favor! –le dije- estoy buscando alguna ropa para mis dos hijas. ¿Qué edad tienen? Y sus medidas... En esos momentos no le preste mucha atención y le conteste lo que sabia de memoria de tantas compras que hago a mis hijas. ¡ Permítame ayudarlo! Me dice. Y comienza a buscar la ropa que a mis hijas después, tanto le encantaron. Cuando termino me invita a su oficina y manda llevar las compras. Es ahí cuando la veo con detenimiento y quedo fascinado. ¿Me das tu numero de teléfono? Ella me contesta. Espera que te doy una tarjeta de la empresa. ¡No! Le digo, el teléfono particular así te llamo para salir esta noche... No fue esa noche pero si la siguiente, nos encontramos en un restaurante de Bay Harbour. Esa noche charlamos muchas horas, congeniábamos totalmente. Llego un momento que nos fuimos porque cerraban y la seguimos en un café hasta las 5 de la mañana, hora que la lleve a su casa. Me invito a subir a tomar un café. Mientras subíamos por el ascensor riendo y bromeando la miraba y pensaba: tiene unas piernas largas y un fantástico culo, sus tetas están marcadas y se transparentaban tras la camisa. Espero cogermela esta noche... Observe como ella me miraba de reojo. Al llegar me invito a sentarme, puso música muy romántica y sirvió café. Así pasaron las horas y llega la media mañana. Cuando mira la hora me grita ¡Qué tarde que es. ¡Tengo que ir al trabajo! Y se dirigió a darse una ducha y una vez dentro se desvistió dejando libres sus pechos, hermosos de verdad y además hinchados debido a la excitación y al frío de la loza. Los pezones tiesos y duros, yo tirado en la cama disimulando que miraba la tele, mirando su cuerpo reflejado en el cristal no perdía detalle. Despacio ella introdujo los dedos entre la goma de la tanga y la fue bajando lentamente agachándose hacia delante de forma que su culo y su sexo quedaban a la vista. Se incorporo recogiendo el sostén y la tanga, giro completamente desnuda y los tiro encima de la cama. Abrió el agua y empezó a enjabonarse todo el cuerpo, me daba cuenta que no solamente estaba completamente mojada por fuera sino que por dentro también, se pasaba la esponja por los pechos que parecía que iban a estallar e introduciendo las manos entre las piernas se acariciaba la concha. Me levante y me acerque muy caliente, y sin hablar tome el jabón y comencé a enjabonarla, abrió los ojos de golpe me miro y dijo: por favor baja más. ¿ Mas abajo? Sí por favor. Baje la esponja por sus nalgas y la subía acariciándole la vagina, dejando que mis dedos rozasen su piel, me creía morir al ver como ella temblaba como una hoja mientras le seguía recorriendo su cuerpo mojado, en eso me miro, y la mire, estaba completamente caliente y mi pija erecta se marcaba a través de la fina tela del pantalón. ¡Quítate eso y entra que ahora yo te enjabonaré la espalda! Dijo. Me desnude y me metí bajo la lluvia. Sus manos comenzaron a recorrer mi cuerpo desde el cuello hasta el culo, de vez en cuando las pasaba por debajo de los brazos para acariciar o mejor dicho enjabonar mi pecho y al hacerlo “inocentemente” sus tetas se aplastaban contra mi espalda, fue entonces cuando vio mi pija, se quedo con la boca abierta pues es perfecta de unos 19 cm. Y de un de un grosor aceptable, y con una erección brutal. Date vuelta, gira hacia mí y me tomo por los hombros frente a ella. Hermoso es tu pene exclamo. Cierra los ojos y no me mires. ¡Gózame! Se agacho y amarrándola se la introdujo en la boca, mojada, suave y dura; dura como una roca de caliente, chupaba y ayudaba masturbándome, hasta que sorpresivamente quise acabar en su boca. Dejaba que acabase en sus pechos, la lengua, la cara, lamió y relamió hasta que la pija queda completamente limpia. Se sentía satisfecha y feliz cuando me agache y levantándola la bese en la boca y al tiempo que la empujaba contra la pared mis manos pellizcaban suavemente sus pezones mientras con mi pierna aparte una de las suyas. Mi pija seguía extremadamente dura, dura como un palo y con mi glande acariciaba los labios de su sexo, ella levanta una pierna y apoyándola contra la pared de enfrente dejaba así su concha a merced de mi pija que no tarde en apretar clavándosela sin esfuerzo hasta el fondo. El goce fue tremendo, mi carne toda dentro de ella entraba y salía en toda su extensión al tiempo que le mordía los pezones y ella se estimulaba el clítoris empezando a tener una serie de orgasmos que aunque trataba disimular no los podía controlar y se sucedían uno detrás de otro. Me clavaba las uñas en el culo y al notar el dolor, empujaba con mas fuerza, y martillaba como una ametralladora entrando y saliendo. Después de la gran cogida en la ducha, y haber gozado tanto con las irrefrenables ganas de repetir. Me acerque a ella nuevamente y empujándola la tire sobre la cama. Hice lo mismo y me eché a su lado mientras le acariciaba el pelo y la llenaba de besos en su cara diciéndole: te quiero tanto, creo que lo que ha pasado es únicamente consecuencia del gran amor que té profeso. Maria me mira, piensa y me dice Eres lo único que tengo de verdad en mi vida. Ella me mordía los labios, y paso su brazo por detrás de mi cuello abrazándome. Sus besos y caricias se fueron desviando hacia abajo por mi torso aún húmedo, mis besos cada vez eran más fuertes y la flácida pija había cambiado de forma y estaba dura como un palo desafiante que al verlo delante empezó a pasar su lengua desde el glande hasta los huevos, jadeaba cada vez con mas fuerza, yo estaba de rodillas con mis piernas abiertas, mis dedos jugueteaban entrando y saliendo de su concha, ahora uno, después dos y hasta tres le metía con sumo cuidado, su sexo estaba chorreante y a punto de tener un orgasmo, movía su culo como una perra en celo mientras le metía mi pija hasta el fondo de su garganta, de pronto hablo: ¡Para no sigas! Pare y le dije: ¿no me digas que estas a punto de acabar? ¡Sí! Me contesto, la verdad acabo de tener un orgasmo de lo mas divertido con tus dedos en mi concha. ¡Pues yo no acabo porque me aguanto! ¿No lo crees? Metela en tu boca mi amor. Me miro a los ojos y se la trago hasta el fondo. La introdujo lentamente si dejar de mirarme a la cara y cuando estuvo completamente dentro de su boca cerro los ojos, tiro la cabeza hacia atrás, y empezó muy despacio a sacársela mientras su mano apretaba mis huevos, pasando la lengua por el glande. Mi gozo llega al deseo de terminar en su boca. Pero ella con una excitación inexplicable se apresura antes de la larga y soberbia acabada me clavo su concha en la cara, mientras gritábamos de placer me succiono de tal forma mi pija que pegue un grito al tiempo que acababa. Maria estaba completamente estirada sobre mi pecho mientras lamía la pija, así pasaron como dos horas haciendo el amor sin parar y aún hubiésemos seguido como si fuera la primera vez. Ella aun no me había dejado tocar su culo pero ya estaba haciendo con él lo que quería pues mis dedos se colaban una y otra vez en su culo se dejaba hacer de todo sin chistar, pero me daba cuenta que se sentía una diosa capaz de despertar a sus cincuenta años una excitación brutal a un hombre entregado en ese momento a su completo placer. Mi pija estaba dura como si no hubiera acabado nunca, ( ya iban varias), pasaba su lengua por mi glande, cuando la levante y la puse delante de mí en cuatro patas con su fantástico culo enfrente y seguí mi trabajo de lengua y dedos hasta que sus jadeos se convirtieron en gritos de placer, mis dedos entraban y salían de su culo, que a pesar seguramente del escozor y del miedo al daño que le pudiese hacer seguía gozándolos. Sus orgasmos se sucedían sin parar, notaba que los sentía diferentes de los que había tenido siempre, que quizás no eran tan intensos, pero si eran más largos, sumida en el goce del momento, apretando y arrugando las sabanas con sus manos y mordiendo una almohada para no gritar y despertar a los vecinos. En un momento dio vuelta la cara y me miro temiendo y esperando lo que estaba a punto de suceder; sudada y temblorosa espero la embestida, y le llegó arrancándole un apagado grito de dolor, con mis manos asidas a sus caderas clave mi pija en su virgen culo y se quedo quieta, destrozada y saltándole las lagrimas sin pestañear. Me di cuenta de su dolor y empecé a sacarla muy despacio. Me imaginaba que la sensación que sentiría en ese momento seria inexplicable. (Como ella misma me relata después)Sentía como toda mi pija estaba dentro de su culo, pero que aparte del dolor le producía placer, y a mí que había superado el goce llegue hasta el éxtasis sintiendo mi pija apretada dentro de su culo con una sensación de maldad que así me hizo conducir, pues justo antes de sacarla del todo empuje con fuerza mi culo hacia atrás volviéndola a clavar hasta el fondo. No oía los pequeños quejidos de ella hasta que empezó entonces un tranquilo y acompasado gruñir al entrar y salir los 22 cm, de pene, el dolor le dejo paso al placer y los orgasmos suaves y largos dejaron paso a unos salvajes gritos apagados por la almohada que se convirtieron en ordenes precisas. ¡Cogeme así, no pares, párteme en dos, revienta mi culo, reviéntalo, mas fuerte, mas fuerte, mas, pégame... ! Cambiando el ritmo empecé unas rápidas y fuertes embestidas al tiempo que le pegaba fuertes cachetazos en sus nalgas, gritándole también: ¡ Te gusta así, hija de puta, te gusta tanto y quieres mas puta de mierda, pues tómala toda! Yo me sentía morir de placer. Mis insultos la excitaban aún mas, parecía una zorra en celo, una esclava y una viciosa. ¡ Si, si, reviéntame de una vez! Y gritando como una loca comenzó a cerrar mas el culo porque estaba a punto del orgasmo que esperaba. Yo sentía su calor y mi pija aprisionada no aguanto mas y mientras mi caliente semen inundaba su ano por completo y salía por fuera chorreando entre sus piernas; ella arañando y mordiendo las sabanas dejaba fluir como un río de lava el flujo de aquel orgasmo enloquecedor... La saque lentamente, su ano estaba completamente dilatado y enrojecido y sus nalgas moradas de los golpes que le había dado. Entonces me agache y acariciándola suavemente empecé a limpiarle el dolorido culo, mientras seguía saliendo mi semen de mi ultima acabada. ¡Jamás podré olvidar aquel día! Y fueron muchos, pero el primero, él más grande, el del conocimiento.

Datos del Relato
  • Categoría: Varios
  • Media: 4.53
  • Votos: 85
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