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VISITA AL GINECÓLOGO

Me llamo Antonia, tengo 24 años, me considero una mujer linda, mido 1,60 cm, mi cabello es ondulado, castaño y corto, mis ojos son color miel, y considero que tengo buenos busto. Mi novio tiene 60, eso que parece una exageración en diferencia en edades, se ha convertido para mí en una excelente experiencia, además en una forma diferente de ver el amor, pero no los quiero aburrir contándole como ha sido todos estos años entre nosotros, pero si les quiero compartir una experiencia que nos pasó (a mi novio y a mí) en el día de hoy llegamos a un motel.
Como es casi normal ahora en las mujeres, padecen de ovarios poliquísticos, yo no soy la excepción, por lo que solicité una cita ginecológica, la cual me la dieron para mí en un mal día y a una mala hora, un viernes a las 6 de la tarde, un mal día, porque es un día para llegar del trabajo y prepararse para iniciar el disfrute del fin de semana, y una mala hora, porque a esa hora uno debería estar iniciando el ritual de descaso y posterior arreglo, para salir a departir con mi novio, sumado que supongo soy el último turno del médico, lo que implica que ya debe estar ultra cansado y su atención no va a ser igual que a los primeros pacientes que atiende, donde está descansado.
Lo cierto es que asistí a la cita, cuando llegué aún faltaba dos turnos por delante de mí, sin meter a la mujer que estaba atendiendo en ese momento, por lo que me distraje viendo el celular, lo que hizo que no notara el paso del tiempo, sino hasta cuando escuche la voz del médico mencionando mi nombre.
Al entrar al consultorio no me encontré con un hombre viejo como lo esperaba, sino con un hombre de unos 40 años, con más cara de actor de cine que de médico, con una figura de instructor de gimnasio que, de Ginecólogo, eso me hizo olvidar que era un mal día y una mala hora; él muy profesional me pregunto si era mi primera vez a este tipo de consulta, a lo cual contesté afirmativamente, me realizó una serie de preguntas sobre mi vida en general, que no tenía que ver con la consulta, lo cual me hizo quitar la tensión que tenía y relajarme totalmente, posteriormente me comenzó a preguntarme específicamente sobre el motivo de mi consulta, a lo cual le respondí que tenía dolores localizado a nivel abdominal, por lo que me dio la orden de ir detrás de un Biombo y que me quitara toda mi ropa y me pusiera una bata que tapaba la parte delantera de mí cuerpo, pero debido a la abertura de la bata, dejaba expuesta al desnudo, toda mi parte trasera.

Con una pena enorme, me coloqué delante del médico y ahí noté su mirada de hombre que recorrió mis piernas, que era lo único que por delante se podía verme, él me mandó a sentarme en la camilla y después de tomarme la presión y auscultarme con el fonendoscopio, me mandó a acostarme boca arriba. Me dijo que tenía que examinar mis senos, para lo cual debí bajarme la bata hasta mi abdomen, quedando expuestos mis senos, empezó a tocarlos, lo miraba, y mientras él tenía una cara muy sería, yo no sentía que era un examen médico, sino unas caricias de hombre, es más, sus caricias eran más deliciosas que le que me hace mi novio, sentía las yemas de sus dedos deslizarse muy, pero muy suavemente alrededor de mis senos, lo hacía en forma circular, desde la base hacia los pezones, y cuando llegaba a los pezones, con la punta de dos de sus dedos, me hacía una fuerte presión sobre ellos, lo cual disparaba ráfagas de placer en mis senos y lluvia de fluido en mi vulva, esto lo realizó no sé por cuanto tiempo, pero para mí no existía el tiempo, solo disfrutaba esa caricias, que supongo era un examen médico, lo miraba, pero su cara seguía concentrad en lo que hacía y su rostro se mostraba serio, sin ningún asomo de morbosidad.
En ese éxtasis, escuché su voz que decía: “No palpo anormalidades en sus senos, por lo que ahora debo examinarle el abdomen, para lo cual, bajó aún más la bata, por lo que tan solo esta, tapaba mi vulva, nuevamente en vez de un examen médico, sentí fue unas caricias, sentí que comenzó a deslizar muy suavemente las yemas de sus dedos por todo mi abdomen, en algunas ocasiones deslizaba todos los dedos, en otras solo algunos y en otras, solo uno. Lo hacía de lado a lado, luego de arriba abajo; deslizaba sus dedos desde el inicio de mi vulva, hasta el inicio de mis senos, esa caricia la iniciaba desde un lado de mi cuerpo y cubría toda mi piel, hasta llegar hasta el otro lado, luego ese mismo rito, lo hacía en forma horizontal, iniciando desde el origen de uno de mis senos hasta llegar al final del origen del otro seno, así seguía bajando, hasta llegar a rozar los vellos de mi vulva, para terminar diagnosticando que no encontraba anormalidades en la textura de mis ovarios; en todos esos instantes, mi piel se mantuvo erizada y dentro de mi chocho, ya no había un fluido, sino un río de fluido.
En medio de esa excitación en que me encontraba, escuche a lo lejos su voz que me decía, para terminar, voy a examinar su vulva; sentí que me despojó totalmente de la bata, me ordenó a colocar mis piernas en unas estructuras que había al lado de la camilla, por lo que quedé con mis piernas totalmente extendidas y mi vulva abierta a él.
Debió sentarse delante de mis piernas abiertas y de mi vulva abierta, ya que solo alcazaba a verle la corona de la cabeza. Escuche cuando dijo: la voy a examinar, acto seguido sentí que sus dedos palparon muy sensualmente mi vulva en la parte externa, sentía que acariciaba suavemente mis vellos y de vez en cuanto, sentía que, hacia un pequeño tirón sobre ellos, lo cual me provocaba que toda mi piel se sensibilizara, intentaba detener el rio que salía por mi vulva, pero me era imposible, me imaginaba como él, desde su ángulo, veía correr toda esa lava de excitación; luego empezó a palpar mis labios menores, o más bien, empezó a darle pequeños estiramiento, y sentía que su dedo estaba en toda la abertura de mi vulva, introdujo solo la punta de alguno de sus dedos y sentí que comenzó a moverlo lenta y suavemente en forme circular, sin penetrar, con lo cual le pedía mentalmente que metiera todo ese dedo, que lo quería sentir dentro, como escuchando mis plegarias, lo fue introduciendo lentamente y en forma circular, logrando que de mi boca saliera u quejido de placer, por lo que me pregunto si me había dolido, con la excitación por un lado y con algo de vergüenza por otro, solo atiné a decirle, que un poco, pero que por favor siguiese examinándome.
Un buen rato mantuvo su dedo introducido totalmente y moviéndolo en forma circular, luego sentí una mayor presión en mi vulva y caí en cuenta que estaba introduciendo otro dedo, él hacía pregunta que no alcanzaba a descifrar, por lo cual, algunas veces le decía: Aja, y en otras solo si doctor, sus dos dedos dentro de mi vulva entrando y saliendo y haciendo circulo, lograron que empezara a mover mis caderas lentamente, para intentar seguir el ritmo que el llevaba, me volvió a preguntar si me dolía, a lo cual le contesté que no, solo que deseaba colaborar con el examen, haciendo que se facilitara el examen de sus dedos; se puso de pie y sin sacar los dedos, se colocó al lado de la camilla, en ese sitio le pegó la ráfaga de viento que salía del aire acondicionado, con lo cual se le abrió la bata, ya que no la llevaba abotonada, y pude ver que estaba totalmente excitado, debajo de su pantalón, en la parte delantera, debajo de su cinturón, se notaba un bulto bien enorme, lo mire y pareció no notarlo, vacile un poco, pero luego me atreví a estirar mi mano y le rocé su enorme verga, sentí su textura, la acaricie con la parte externa de los dedos varias veces, luego la volví a acariciar con las yemas de mis dedos, para después agarrarla firmemente, fue en ese momento, que por primera vez noté en él, su cara de hombre y no su cara de médico.
Encima del pantalón comencé a masturbarlo con movimiento de vaivén sobre su erecta verga, ahora era él, el que emitía algunos quejidos de placer, lo tomé del cinturón y lo acerqué más hacía mi cabeza, le desajuste su cinturón, le bajé su cremallera y con ello, sus pantalones se le cayeron al suelo, baje su interior y se asomó una hermosa anaconda: me coloqué un poco de lado, y tomé su verga fuertemente con mi mano, primero le di piquiros en la cabeza de su pene, luego le di unos lamidos, para quitarle ese liquido abundante y viscoso que salía del extremo de su vwerga, luego le dí suaves beso y leves chupones en la punta de su verga. Su verga era enorme, por lo cual dude un poco, pero finalmente me decido y la introduje poco a poco en mi boca, a medida que la intriducí, le daba suaves chupones, luego comencé a chuparsela con mas presión, hasta que llego el mometo de chupar muy fuertemente, él gempia y me decía que le siguiera chupando su verga, me deilatab y jugaba con ella, a veces lo masturbaba y en otras lo chupaba, y aveces le hacpia ambas cosas.
su verga de mi mano y de mi boca y se fue nuevamente delante de mis piernas a viertas y my vulva inundada, y observé como se acrcaba más a mi, sentí la punta de su verga, él la tomaba y la movía como si tuviera pintando los labios de mi chocho, también presionaba con su punta mi clítoris, luego suavemente fue introduciendo su enorme miembro dentro de mí, hasta introducirlo todo y de inmediato comenzó a envestirme con unos movimientos pelvianos fuerte, eso hizo que además de sentir su verga dentro de mí, sentía sus huevos pegar en todo mi ano, comencé también a moverme mi cintura y de pronto sentí que el mundo daba vuela delante de mis ojos, que todo cambió de color, sentí una fuerte oleada de calor y de frio en mi piel y con un grito descomunal de placer, no pude contener mi orgasmo. Cuando él quiso ahogar mi grito de placer, ya este, se había propagado por los pasillos fuera del consultorio, con sus manos en mi boca, empezó a mover más rápido su cintura y de pronto tomo mi seno con su boca y de esa forma ahogo su grito orgásmico él.
Nos vestimos, no sin antes limpiarme con antibacterial, lo mismo hizo el en su verga y en sus manos, además de rosear con perfume el consultorio. Una vez estábamos bien vestido, me acompañó a la puerta del consultorio, me despidió delante de todos diciéndome, tómese esas drogas y verá que ese fuerte dolor que le da cuando la examino, le va a disminuir. Introdujo a su siguiente paciente, cerró la puerta y con ello, me alejé del consultorio, no si antes pasar por donde la secretaria y solicitarle la fecha de la próxima consulta.

Datos del Relato
  • Categoría: Hetero
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