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Virginidad anal, entre mi esposa y su amiga (Parte 1)

Mi esposa, a la que quiero mucho y yo, tenemos una relación muy buena además de abierta ciertas cosas, que otros verían mal.



Mi esposa esta re buena, un cuerpo de espectáculo, de cabello negro ondulado, una carita angelical, unos senos pequeños y paraditos. Su amiga Rosana, también es divina, rubia de caderas amplia si una boquita que merece ser besada y que invita a una felación permanente.



Una tarde mientras me bañaba, Rosana sin avisar entro al baño y mi esposa Erika, no se molestó en lo más mínimo y solo se carcajeo con mi sorpresa. Las dos se desnudaron y se metieron a la ducha conmigo, aunque ya otras veces habíamos disfrutado los tres, era la primera vez que era a plena luz del día, sin tragos y en la ducha.



Nos tocamos, nos acariciamos bajo el agua de la ducha, cubrimos nuestros cuerpos con espumante y perfumado jabón, quedamos tan limpios como regalo recién desempacado. Nos besábamos los tres sin tabúes y sin miedos de celos.



Dentro de la ducha que era algo amplia, Rosana se colocó contra la pared, con el trasero respingado y hacía afuera, Erika mientras con una mano me pajeaba mi pene y con la otra metía los dedos entre los dos globos que eran las nalgas de Rosana, Ambos sabíamos que Rosana nunca había sentido un túrgido miembro en su hermoso culo, Erika me acerco al trasero de su amiga y le dijo, “prepárate que mi marido te va a meter su duro palo por el culo”.



Acerque mi duro y excitado pene a la boca de ese ojete y rozándolo levemente presione un poco, la cabeza de esta ya que explotaba verga. Rosana volteo su cabeza y me dijo “Apúrate, es el primero, méteme duro ese tiesto por el culo”.



Fui empujando con cuidado hasta que la cabeza, traspaso el anillo inicial de su apretado ano, y espere unos segundos, y fuerte la metí hasta adentro mientras ella se frotaba la pepita de su coño, le empezó a dar duro, bombeando rápidamente jadeábamos en el esfuerzo y el placer. Le pellizque su senos mientras ella se movía contra mi cadera dándose más duro que nunca. Su esfínter hacia presión sobre el tronco de mi miembro y no dejaba de moverse. Que ricura de mujer, mientras Erika miraba y se masturbaba a mi lado.



Rosana, estaba que se corría, gritaba que le diera, se volteó a mírame con lujuria y se corrió aparatosamente mientras le llenaba ya yo el culo con varias expulsiones de burbujeante semen.



Nos terminamos de bañar y nos acostamos a dormir un rato, lo que vino después se los cuento otro día.


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