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Categoría: Confesiones

¿Violación?

Por ciertas circunstancias hubo “necesidad” de buscar quien supliera a 2 amigos de La Cueva que pasaron a mejor vida. Un candidato era de la gran ciudad capital, a quien fui a conocer. Llegué con él a su departamento y una vez que cumplí con el ritual de limpieza de siempre, saliendo del baño solamente cubierto con una bata cerrada de tela muy delgada y que no dejaba nada a la imaginación, él se metió a ducharse y salió con un chort también de tela delgada pero opaca, De inmediato mi vista se fue hacia donde se notaba que su verga colgaba, claramente se veía que era de las de carne, de esas que son grandes aún sin erección. Preparó un par de bebidas y se sentó frente a mí, al otro lado de la mesa de centro, quedando con el glande de su fierro asomando, ya fuera de su prenda. Durante un tiempo, que me pareció interminable, tomamos y platicamos de varios temas que me parecieron sin importancia, pues mi objetivo estaba bien definido, coger y lo quería cumplir lo antes posible, más aún con lo que me estaba mostrando.

Cuando sentí que una gota de mi líquido pre seminal corrió por mi entrepierna, decidí tomar la iniciativa. Rodeé la mesita y me senté a su lado, al tiempo que colocaba mi mano sobre aquello que visiblemente colgaba. Debió tener muchas ganas de coger, porque al tocárselo, casi de inmediato se levantó como una catapulta, hasta ponerse totalmente dura a las primeras sobadas que le di, haciendo a un lado la prenda para asomarse totalmente. Sin dejar de mirar aquel espécimen a punto de reventar o fundirse de tan caliente que estaba, bajé el resorte del short, lo suficiente para que el rollo de carne viva y ardiente, quedara totalmente expuesto y esperando con ansiedad la siguiente acción que me tocaba, sin más nada, me lo puse en los labios, le dí unos roses laterales exactamente en el orificio uretral, logrando que se abriera para sentir la humedad de su interior, luego vino un espasmo que permitió salir una gran gota del cristalino líquido que enjugué a todo lo largo de mis labios. Luego de removerlo con mi lengua, como si estuviera saboreando una rica miel, para luego llevarla dentro de mi boca a la vez que la abría para darle paso al delicioso glande que me metí hasta su borde. Lo moví poco a poco hacia fuera de mi boca, para tomar la medida hasta donde debía entrar la punta del glande sin que hiciera daño, para que solamente llegara a cierta profundidad de mi garganta.

Me lo volví a meter lo más que pude, que no fue ni la mitad del gran tamaño que era. La otra mitad la empuñé con mi mano, con lo que limité lo que debía entrar a mi cavidad bucal. Inicié el clásico movimiento de sube y baja. No fueron más de 5 jalones que le dí antes de que, dando un gemido, con ambas manos me tomó de la cabeza y empujó fuerte, como queriendo llegar a más allá de mi garganta, pero que mi puño evitó. Con el gemido y el empujón, me lanzó un torrente de mecos que se fueron directamente hasta muy adentro de mi garganta, por lo que tuve que tragarlo sin darme oportunidad de saborearlo a plenitud. Moví la cabeza hacia atrás para que el orificio me quedara a mitad de mi lengua y así poder disfrutar del sabor, consistencia y calidez del siguiente chorro, que me depositó justamente donde yo lo quería, a mitad de mi lengua. Así pude deleitarme con su rico sabor salado suave, combinado con un dejillo dulzón, muy parecido a la leche condensada, pero tan cremoso que se quedaba pegado en el paladar.

Apenas lo estaba degustando, me lanza un tercer torrente del delicioso líquido que llenó mi cavidad bucal dándome la oportunidad de disfrutar de su delicioso sabor. En dos grandes tragos mandé la leche a mi tráquea, que ardió con la calidez del semen. Vinieron otros dos embates acompañados de pequeños chorros de, ahora más espeso líquido y con un sabor que se tornó ligeramente amargo, como si se tratara de los asientos que se habían concentrado en el fondo de los testículos. Finalmente, puse mi lengua justamente sobre el orificio de la uretra y chupé suave pero firme, hasta succionar una gran gota del rico y caliente líquido que aún quedaba por ahí y que tragué con avidez, luego de haber saboreado su dulce-amargo.

Exhausto y respirando gordo, mi amigo se tumbó boca arriba en el sillón, manifestando su completa satisfacción por la faena que acababa de recibir. Casi sin sacar su deliciosa verga de mi boca, lo seguí para también yo quedar acostado, poniendo la cabeza en su vientre para mantener siempre su fierro en mi boca hasta que en un rato más, aquello se fue haciendo flácido hasta que me quedé medio dormido y ya no pude mantenerlo dentro de mi cavidad bucal.

No supe cuánto tiempo pasó, me despertó la presión que estaba haciendo el miembro de mi amigo, con suaves movimientos manuales sobre su glande, estaba a punto de alcanzar nuevamente otra potente erección y que logró al ser liberado de mi cara que lo estaba presionando. Era imposible rechazar una invitación como esa, me quité la prenda y totalmente desnudo, me monte a horcajadas sobre su estómago, puse con la mano la punta del rollo de carne caliente y ya bien lubricado, exactamente en la puerta de mi culo y con ligeros empujoncitos, logré que aquello entrara poquito a poquito hasta llegar a eso de la mitad. Mi amigo estaba muy deseoso, su verga ya estaba al 100, por lo que no fue nada difícil meterlo hasta el tope de mi recto que, de alguna forma, detuvo la entrada a otras dimensiones.

Luego vino el clásico movimiento de meter-sacar, empujando en cada uno de ellos, sin saber cómo ni cuándo, sentí el roce de su vello púbico sobre mis nalgas, aquel fierrazo ya estaba totalmente dentro de mí, ¿hasta dónde había entrado ya?, no tenía idea, lo único que sentía era que, en cada embate, algo se movía allá muy dentro de mi bolsa rectal, que me provocaba algo entre dolor y placer, que hacía que emitiera silenciosos ayes de placer combinado con un extraño y reconfortante dolor. En pocos minutos había llegado hasta el mismo cielo, donde me mantuve por no sé cuánto tiempo que para mi, sólo fueron segundos. Definitivamente mi amigo había tenido un largo periodo de abstinencia, sólo así podría explicar la potencia y bastedad con que me estaba surtiendo. Fue tanto el semen que me proporcionó, que me dejó el vientre ardiendo en calentura y mi culo totalmente embarrado de ese preciado líquido que tuvo que salir por entre mis paredes rectales y algún resquicio de la verga que lo permitía.

El hombre quedó exhausto, pero con la erección aún vigente y yo, encantadamente ensartado con todo el falo adentro, seguía haciendo movimientos de arriba abajo, sintiendo el placer de cómo entraba y medio salía, tan delicioso espécimen. En esa posición nos quedamos quietos hasta que sentí que todo se estaba saliendo de mí, el pito por su flacidez y los mecos por su abundancia, por lo que me rodé a un lado y con toda la mano extendida, regué los líquidos salientes por algunas partes de su cuerpo y el mío, yo al igual que él nos posicionamos uno al lado del otro con la intención de reposar y reparar energías, sobre todo él que había hecho el mayor esfuerzo.

Me quedé quieto con un caliente falo en mi puño, recorriendo lo que me había hecho mi amigo Edgar y deseando que se repitiera lo más pronto posible. Absorto en esos dulces pensamientos y a punto de quedarme dormido, oimos que tocaron la puerta, de inmediato ambos nos pusimos alertas. Yo le susurré si esperaba a alguien y me contestó que no, a la vez que se ponía el short y yo, poniéndome mi camisón, corrí hacia la recamara cerrando la puerta tras de mí. Por varios minutos oí varias voces y algunas risas, luego entro mi amigo para decirme que eran 3 amigos que andaban en la farra, que tenían la intención de quedarse un rato y me preguntó si no había problema. Claro que había problemas y muchos, pero me dijo que estarían en la otra recamara y en la sala y que nomás se tomaban una y se irían. No me latió, pero no podía hacer nada a más de media noche y luego, ¿A dónde iría? Con todo el miedo del mundo, no me quedó más que esperar a ver qué sucedía.

Obviamente me quedé en estado de alerta y con la tenue luz de la lámpara de buró de mi lado encendida, no podía quedarme dormido. Durante no sé cuánto tiempo, se oyeron sonidos de que se estaban cogiendo, lo que me tranquilizó un poco, deduje que sólo se trataba de sexo entre ellos. Sin embargo, no paraba de pensar en lo que podría venir después. Que iba hacer si entraban. Si me negaba o resistía hacer lo que me ordenaran sería como ponerse una pistola en la cien o exponerme a un maltrato físico, a una violación multitudinaria. Me asustaba mucho amanecer en la calle totalmente desnudo y golpeado, muerto quizá. Esos pensamientos hicieron sentir que mi cuerpo estaba tan aguado como una gelatina mal procesada. A punto de estallar y soltar el llanto, sentí que por mi entrepierna corría una gota de líquido pre seminal. Increíble, pero estaba excitado. Entendí que mi cerebro estaba diciéndome algo, que haber oído cómo se cogieron entre ellos, en lo interior me había puesto cachondo, que el deseo se había despertado dentro de mí, lo que me hizo recordar una frase de una conversación, decía que “cuando una violación es inminente, lo mejor es aflojar y disfrutar”. Entonces me cayó el veinte, habría que llevar la fiesta en paz, darle vuelta a la moneda y disfrutar lo más que se pueda, si se llegara dar el caso.

Al cabo de un rato se quedaron quietos, luego se abrió la puerta y entró uno, creyendo que era Edgar, me quedé a la expectativa, como si estuviera dormido. Se acostó tras de mi rodeando mi casi desnudo cuerpo con uno de sus brazos, buscando y encontrando mi dormido pero chorreante pene, se pegó a mí y sentí como su erecta verga, me picoteaba todo el trasero hasta que encontró mi agujero, penetrandndomelo un poco, fue entonces que sentí algo diferente a lo que me había entrado hacía un rato. Me quise voltear, pero el hombre, que no era Edgar, me dijo fuerte, espérate y me jaló con fuerza hacia si. Favorecido por los mecos de mi amigo que aún tenía en los esfínters, me entró como Juan en su casa. La sorpresa y lo grueso del rollo de carne caliente, hizo que diera un ahogado gemido de dolor, que luego se tornó en ayes de placer cada vez que me daba suaves embates. Ya no podía ni quería zafarme de la situación, fuera como fuera, lo estaba disfrutando a todo lo que daba. No sé si el hombre estaba urgido o muy excitado, lo cierto fue que, en pocas embestidas terminó por empujar hasta muy adentro de mi complacido recto, para lanzarme un abundante y caliente chorro de semen, seguido de más convulsiones acompañadas de sus respectivos torrentes del delicioso líquido, hasta terminar, dándome vuelta para quedar debajo de él y quedar exhausto, pero bien clavada su verga en mi inundado culo.

Por el éxtasis del momento, ne me percaté que ya estaba otro hombre en la recamara, quien seguramente observó todo el show y al final, se monta sobre su amigo, lo ensarta y se inicia el meter-sacar que naturalmente, el mismo movimiento repercutía en mí, haciendo que los 3 nos fundiéramos en uno solo. Aunque nunca bajó la dureza de la verga que estaba dentro de mí, no sentí que eyaculara de nuevo, pero igual, eso no desmereció la deliciosa sensación de estar penetrado. Al terminar el tercero en discordia se deshizo la cadena y los 3 quedamos en posición de reposo sobre la gran cama King sise, yo en la orilla.

Aun con los ojos cerrados, disfrutando de la formidable cogida que me había dado el extraño de la verga gruesa y empujado por el tercero, sentí algo caliente que intentaba entrar por la comisura de mis labios. Al abrir los ojos y retirar un poco la cabeza, voy viendo una verga curveada hacia arriba, así como un plátano cuyo dueño, con la mano intentaba restregarla en mis labios, dejando una estela de líquido pre seminal en todo lo largo. No pude despreciar tan rico manjar y ni tardo ni peresoso, lo agarré con una mano, le di una probadita para captar un sabor salado que ya traía de origen o acaso del líquido que estaba soltando por la excitación que logró, seguramente por haber visto la cogida que me dieron los 2 que le antecedieron. Como habiendo aceptado el sabor, me lo metí hasta media lengua para darle una chupada y sacarle el líquido que aún traía. Ayudado con la mano, como en proceso de masturbación, empecé el juego del meter-sacar, apretando ligeramente cuando salía, a fin de exprimir lo que fuera saliendo o quedando dentro de la uretra. A cada movimiento, el extraño hacia sonidos bucales como si estuviera enchilado, a la vez que me daba fuertes embates que tenía que regular con la mano, para regular la entrada de la sabrosa y chueca verga, además de que no quería que eyaculara muy al fondo de la garganta y así tener la oportunidad de cachar en la boca, a la altura de la lengua, los mecos que me aventara y saborearlos a plenitud.

La posición de lado en la que estaba no era muy cómoda y el hombre no me dio oportunidad de acomodarme, por lo que ya me estaba cansando de yo sólo hacer los movimientos, cuando de pronto, ahora si pegó un grito-gemido que seguramente se oyó hasta afuera del departamento. Trató de empujar con fuerza hasta muy adentro de mi boca, pero bien lo detuve firmemente apretando con el puño de mi mano, el rollo de la caliente carne, por dende pasó un colosal chorro a gran velocidad que chocó hasta el fondo de mi garganta, finalmente invadida de un ardiente líquido que, por la inercia, paso de largo por el conducto, hasta llegar a la altura de mi pecho donde de inmediato sentí el calor del viscoso semen. Antes de que viniera el siguiente lanzamiento del blanco líquido, saque un poco la verga del tipo y capté los mecos justamente en mi boca para captar su delicioso sabor a prisco-amargo, un poco extraño para mi, pero que me supo delicioso. Luego vinieron 2 o 3 chisguetes más, que me deleitaron con su sabor un poco más amargo, pero igual de sabroso. Chupé con energía algunas veces para succionar todo el semen que había por ahí, pero el individuo se retiró con cierta violencia y emitiendo un sonido de desesperación, seguramente por la fuerte sensación que viene luego de una eyaculación. Yo engullí todo lo que había succionado, no sin antes saborearlo y restregar mi lengua en el paladar para retirar lo que se había pegado ahí, por la viscosidad del producto seminal.

Hubo un tiempo fuera de toda actividad, como que todos estaban recobrando fuerzas. Pensando en eso, se me enchinó el cuerpo de miedo por lo que fuera venir. Se me vino a la mente que, de cierta forma, ya habían cumplido uno de sus propósitos. Sin duda alguna, uno de ellos era coger a su antojo, pero, ¿habría más? y si hubiera, ¿qué iba ser si ya habían cumplido con lo del sexo?... Oi voces muy lejanas que no pude entender, sólo atiné a pensar que ya estaban planeando algo para mi. El miedo me invadió, por las noticias estaba enterado de que luego de la violación venía el maltrato, la golpiza y… el final. Pensarlo me hizo temblar y estaba a punto de gritar, cuando uno de ellos me ordenó que me levantara y me montara sobre su compañero que ya estaba acostado boca arriba con su miembro erecto, listo para clavarse. Como un autómata, obedecí colocándome a horcajadas sobre el vientre de uno de los hombres, sabiendo a lo que iba, tomé con una mano su verga que por estar curva hacia arriba, concluí que era la misma que me acababa de comer, pero más importante que eso, deduje que por lo pronto, no se trataba de lo que tanto me asustaba, iban a seguir saciando sus deseos sexuales, así que con cierto entusiasmo, me clave el ya lubricado fierro curvo, que entró como Pedro en su casa.

El hombre empezó a meter y sacar y yo, la verdad, lo estaba disfrutando. Después de un rato de chaca chaca, mi “violador” con sus manos me rodea el cuello y jala hacia él, yo me preparé creyendo que me iba a besar, pero me desvió la cabeza colocándola sobre su hombro. Con su verga curveada hasta muy a fondo de mi culo, quedé con el agujero expuesto y empecé a sentir que otra muy caliente y resbalosa, me picoteaba ahí mismo, en mi ¡ya ocupado culo!. Con un gesto de “chin”, cerré muy fuerte los ojos y me dispuse a que sucediera lo que, con cierto trabajo y dolor, por fin sucedió. Conforme continuaban los piquetazos, entre dolor y dolor y mi disposición, mi hoyo se fue dilatando hasta que dio entrada a parte de la cabeza del intruso, luego fue entrando poco a poco hasta que sentí el brinco del borde del glande. Sin apresuramientos ni violencias, la ardiente y jugosa verga del segundo hombre, fue entrando hasta que de plano sentí cómo mi recto estaba abotagado por los 2 especímenes que ya estaban invadiendo mi doliente, pero deseoso y complacido culo. Luego siguieron los movimientos de ambos que, como soldados bien sincronizados y perfecta alternancia, uno medio salía y el otro entraba hasta el fondo. Ya no supe si los silenciosos gritos que daba eran de dolor o de placer, lo más seguro es que eran alternados, así como los movimientos de mis 2 invasores.

Conforme pasaban las arremetidas, todo se iba haciendo más claro, de plano ya todo era placer. Sentir cómo la cabeza de uno me llegaba hasta la pared donde empieza el colon y luego la otra llegaba a donde el recto termina, pasando por la excitante sensación del paso por la próstata de la verga del de abajo, cuyo masaje repercutía en la creación de mis líquidos seminales y su consecuente expulsión en el vientre de ese mismo atacante, además, mis propios movimientos a consecuencia de las arremetidas que me daba el de arriba, hacían de todo eso, una verdadera locura y, a pesar de todos los pesares, una verdadera delicia que nunca había sentido en toda mi larga vida de pasivo. Lo máximo llegó, el de arriba dio un enérgico empujón para que la punta de su verga llegara hasta el fondo de mi adolorido pero muy complacido recto. Con varias arremetidas, me depositó tal cantidad de ardiente semen, que colmó mi cavidad rectal hasta derramarse y escurrirse hasta los testículos del compa de abajo.

Todo había concluido y todos quedamos extenuados, pero los “violadores”, jadeando profundamente, permanecieron ensartados en mi cuerpo que, a pesar de lo adolorido, había quedado muy satisfecho. Luego de un rato de disfrutar de aquellos calientes especímenes, se fueron saliendo. El de abajo salió por gravedad al perder la rigidez, nos hizo a un lado para salir, quedando de lado y aún clavado por el de arriba, abrazándome rodó para seguir ensartado en mi. Más por placer que por otra cosa, yo no hice por modificar mi posición ni la posesión de quien estaba dentro de mi. Luego de un rato de reposo y ya con la verga medio flácida, reinició su faena, con unos cuantos movimientos, aquello se puso como piedra nuevamente. De un empujón me puso boca abajo para luego, sacando el delicioso pene de mi humanidad, hace por jalarme hacia arriba y adivinando sus deseos, cooperé para terminar el movimiento y quedar a gatas, con el culo totalmente expuesto.

-Eso, así- fue lo único que dijo, de un solo empujón volvió a meterme su caliente y jugoso fierro. Durante digamos 10 minutos, estuve sintiendo los embates que los disfrutaba ahora más de como los había gozado cuando me cogieron los 2. 10 minutos de medio sacarlo y meterlo hasta el fondo con la intensidad y continuidad con los que lo hizo, no cualquiera, este amigo debió tener la fortaleza y, sobre todo, un deseo vehemente de coger, suficiente para que, sin parar, llegar al orgasmo lanzándome sendos chorros de mecos que se estaba fundiendo con otros de él mismo que me había echado minutos antes. Nunca antes había eyaculado sin haberlo metido a las cavernas de un cuerpo de hombre o mujer, lo hice antes de que él lo hiciera, ayudándome un poco con la mano a manera de masturbación, por lo que esta experiencia fue única para mí. En una sola noche y en una sola sesión, una tras otra, tuve dos faenas que nunca antes había experimentado a pesar de mis 60 años de estar cogiendo con hombres: Haberme entrado dos fierros al mismo tiempo y haber terminado sin estar dentro de un agujero.

Por fin terminó, yo caí boca abajo y él cayó a mi lado boca arriba resoplando tan hondo como que si hubiera corrido la milla a toda velocidad. Sin percatarme de ello, en ese palo habíamos tenido audiencia, al caer boca arriba mi excelente “violador”, los 3 que formaron la audiencia, con gritos medio apagados, excitados y todos con su verga parada, festejaron al compañero por el palo que me había echado.

Sin haber recuperado aún la respiración, excitado al 100 se me acerca Edgar y diciéndome solamente -Sigo-, se acomoda boca arriba y a mi lado y casi arrastrándome, me pone su fierro en el rostro, bien erecto y chorreando, me lo metí en la boca. Al mismo tiempo otro me tomó la cadera con ambas manos y me levanto, colocándome con el culo expuesto, para luego introducirme su duro miembro entrando fácilmente por toda la mescolanza que tenía y que bien sirvió como lubricante. Sería por lo que había tenido adentro instantes antes o porque lo que me estaba entrando era más chico, caso es que me entró casi sin sentir. Empecé a saborearlo ya que empezó con la liturgia del meter-sacar.

No me han gustado mucho los tríos o multitudinario, ni el 69, en esta extraordinaria situación lo confirmé una vez más. 2 me empezaron a coger, uno por la boca y el otro por el ano. La verdad es que lo estaba disfrutando, pero a medias. Es evidente que el cerebro humano no puede atender 2 actividades al mismo tiempo. Mientras disfrutaba atendiendo lo que tenía en la boca, pasaba desapercibido lo que me entraba y salía por el culo y viceversa, lo cual implicaba disfrutar solo una acción a la vez. Definitivamente hubiera sido mejor que cada uno me lo hiciera en su debida oportunidad, así el placer sería total para cada caso. El colmo, se agrega un tercero ubicándose por debajo de mi para chupármela y para rematar, el colmo de los colmos, se agrega el cuarto intentando meterlo también por la boca. Ahí no tenía ni voz ni voto, así que tuve que dejar que me hicieran lo que les viniera en gana. Si me niego, con razón o sin él, tal vez los hubiera enojado y reaccionado con algo menos deseado, complaciente, al menos los mantendría ocupados y entusiasmados en algo. Por mi parte, decidí disfrutar al que me estaba llegando por atrás, cuando menos por ahí me estaba abrochando uno solo, a los demás no les puse atención. Además, fue éste quien marcó la pauta de la multitudinaria cogida, al terminar de depositarme sus calientes mecos allá muy al fondo de mi recto y luego retirarse visiblemente agotado, los demás participantes se fueron también retirando, sin hacer ninguna aportación que me diera placer.

Todos nos quedamos acostados en la King sise. Luego que todos se acomodaron como pudieron, el que me lo acababa de meter por atrás, me acomodo delante de él, poniendo su aún caliente y húmedo pito entre mis dos nalgas, justamente en la puerta de mi ano. Rodeó mi cuerpo con su brazo y con su mano alcanzó mi pija y testículos, que los empuño con cierta delicadeza. En ese momento yo ya no me resistía de nada, me había aflojado totalmente con la intención de dejarme hacer lo que ellos quisieran, con tal de que no llegaran siquiera a pensar en hacerme cualquier daño físico. En poco tiempo, al igual que los demás, intentando mantenerme alerta, me quedé dormido durante no sé cuánto tiempo, hasta que me desperté cuando sentí unos piquetes de una polla dura y caliente en mi húmedo culo. Mi respuesta fue reacomodarme para dejar expuesto mi agujero y permitir la entrada de lo que estaba en puerta. No tardó mucho en entrar, con suavidad y firmeza, se fue resbalando deliciosamente hacia dentro de mi cuerpo hasta que todo estaba dentro. Con la intención de meterlo aún más, mi poseedor me atrajo con fuerza hacía, logrando que avanzara algo más, pero ya todo estaba dentro. Bien clavado como estaba, se quedó quieto, de vez en vez hacía convulsiones para empujar más y dejar alguna gota de mecos en el fondo de mi jugoso recto. No sé si algo tomó antes de la sesión, lo cierto es que le sobraba fortaleza, estaba muy ganoso de coger y le ponía mucho empeño el amigo.

En esa rica posición, me mantuve disfrutando de lo que tenía dentro de mi culo, aparte de que no quería dormirme para estar alerta. Luego de un buen rato de mantenerse dentro de mí, el tipo empezó a moverse poco a poco, sacando casi toda su pija, para volver a meterla hasta el fondo. Conforme iba aumentando de velocidad de sus movimientos, fue aumentando la dureza del rollo de carne viva, así como aumentaba también, la sensación de placer de la que estaba disfrutando al 100%. No quería que aquello terminara, pero así tenía que ser. Cuando sus movimientos estaban más acelerados, en uno de ellos empujó fuerte para llegar a lo más profundo y depositar ahí, un torrente de mecos que sensiblemente calentaron las partes internas de mi vientre. Varias veces repitió el ejercicio hasta dejar dentro de mi complacido culo, lo último de líquido que le quedaba. Varias veces tomó aire y finalmente, emitiendo un gemido que parecía de dolor profundo, pero que seguramente se trataba de la manifestación de su intenso goce por la labor que había terminado conmigo, salió de mí y boca arriba se quedó a un lado de mi jadeando fuerte y profundo.

Me reacomodé boca abajo y varias gotas de mi líquido, se esparcieron sobre la sábana, embarrándose en toda mi región pubiana, lo cual disfruté como si hubiera tenido un orgasmo. Así me quedé un rato, fingiendo que dormía. Sentí que los tipos se movían cambiando de posición, a la vez que algo se decían entre sí. Con el reacomodo, alguien terminó sobre de mí. Ya traía erecto el falo que apuntó hacia lo húmedo y caliente de entre mis nalgas, encontrando la puerta de entrada totalmente abierta, por lo que no hubo más que empujar para que entrara en mi caliente economía corporal. Por mi parte, no tuve más que encorvar un poco mi cintura y levantar un poco mis nalgas para dejar totalmente expuesto mi deseoso agujero que fue llenado por el rico pito que no paraba de entrar y salir de mi cuerpo.

Cualquiera hubiera pensado que una violación tan intensa y multitudinaria, era para que cualquiera que lo sufriera estuviera totalmente exhausto y adolorido. En efecto, mi cuerpo estaba muy adolorido, mi culo muy abollado por tanta verga que entraba y salía, mis quijadas parecían desencajadas de tanto abrir la boca para dar cabida cuanta verga me comía. Pero el miedo que sentía era más que cualquier otra cosa, cualquier otra sensación de dolor o incomodidad, eran nada comparado con el miedo de lo que pudiera seguir luego del sexo. Prefería mantener entretenidos a mis “atacantes”, lo más que pudiera hasta que cayeran agotados, tal vez con eso me pudiera librar del final que tanto temía o al menos alargarla, ese era mi objetivo a costa de lo que fuera, ese costo era aguantar cualquier molestia.

Además, como lo había dicho antes, en una situación así, aflojar y disfrutar era lo mejor. En honor a la verdad, realmente estaba disfrutando de todo lo que me hacían y lo que me estaba haciendo el siguiente en turno, de ninguna manera era la excepción, a pesar de mis pensamientos, con la cogida que me estaba dando el hombre, me sentía en las nubes y más aún, cuando sentí como nuevamente mi cavidad rectal se llenaba de cremoso líquido seminal. Al terminar de vaciarse todo, aflojó el cuerpo y su peso hizo que yo también cayera aún ensartado. Me tomó de la cadera y me hizo girar para quedar detrás de mi, sin sacarme la gran pieza que tenía adentro, terminando por abrazarme y colocar su mano en mi verga a medio parar, dándome ligeros apretones que se fueron suavisando hasta quedar quieto. Su pija fue bajando de tamaño hasta que sola se salió de mi. El hombre se quedó quieto y, a juzgar por su ritmo de respiración, finalmente se quedó dormido.

Todo quedó en calma, pero yo continuaba aprisionado, mi último amante literalmente me tenía de los huevos. Traté de ver cuántos hombres había en la habitación, pero no me pude mover. Todo estaba muy quieto cuando sentí que alguien se movía en la cama, se levantó y caminó, pero, oh sorpresa, caminó hacia mi totalmente desnudo y meneando su verga con la mano, se paró justo frente a mi cara y, tal vez pensando que yo estaba dormido, me lo puso en los labios, lo movió como queriendo clavarlo y embarró su líquido pre seminal en mis dientes, por cierto, de una consistencia cremosa y de sabor medio salado que me gustó. Me puse cómodo y abrí la boca para darle libre paso. Al principio el palo estaba a medio parar y conforme el hombre hacía sus movimientos, el bicho se ponía más y más duro y cada vez más caliente. Lo metía y sacaba con mucha delicadeza, ayudándose con un lento vaivén manual. Sin duda que el compa la estaba gozando bien, de vez en vez le daba sus buenas succiones que, seguramente aumentaban la sensibilidad en la caliente y sabrosa pija. Tardó algunos minutos en ponerse a punto y lanzarme chorros de su deliciosa leche que me puso en la boca, que luego yo saboreé y tragué con avidez, como que hacía mucho tiempo que no tomaba de ese delicioso manjar. El cuate resoplaba como si estuviera enchilado, mientras él se exprimía la verga para sacarse la leche que le quedaba, yo le succionaba con entusiastas chupadas, provocando que su éxtasis se hiciera más patente, con claras expresiones de lo mucho que le estaba gustando. Todavía tardó un buen tiempo sin retirarse, manteniendo su verga dentro de mi boca, hasta que la flacidez hizo que casi se saliera solo. Me preguntó que si me había gustado, a lo que contesté que mucho, con la intención de que quedara contento, independientemente de que realmente si me había gustado. Sin decir nada más, dijo que se iría a acostar, lo que yo aproveché para preguntarle si había alguien más, contestó que no, que sólo estábamos los 3, pero que, si quería más, él me lo daba, luego de reposar un poco.

En unos minutos se quedaron dormidos, a mí también me venció el sueño, no sé por cuánto tiempo, pero me desperté por unos ruidos de gente que se movía en el edificio, parecía que ya estaba por amanecer. Me percaté que mi opresor ya me había soltado, me levanté y ví que mis acompañantes estaban profundamente dormidos. Había que aprovechar la oportunidad, con sigilo extremo, salí de la recamara, me fui al baño y me limpié los excesos que me habían quedado. Afortunadamente mi ropa la había dejado en el baño, me vestí rápidamente y me dispuse a salir del departamento. Mi único objetivo era salir de ahí sin que se dieran cuenta, sabía que si me descubrían me podría salir muy caro, así que, sin poner mucha atención, recogí lo que pude de mis cosas y los guardé en mi mochila.

Casi se me da un infarto cuando, al echar un vistazo buscando lo que era mío, descubrí que en una mesita de la sala estaba una pistola. Un intenso frío recorrió todo mi cuerpo, debió ser la adrenalina que me despertó totalmente e hizo que me pusiera muy alerta. Tenía que salir de ahí ya, las llaves de la puerta de entrada estaban pegadas, despacio abrí, salí y con mucho cuidado, cerré con llave desde afuera, dejándolas pegadas en la puerta. Rápidamente me fui hacia las escaleras, usar el elevador me pareció arriesgado y sumamente tardado, al fin sólo eran 3 pisos. Ya estaba amaneciendo, todo estaba solitario, por ser domingo, no me encontré con persona alguna. Sintiendo que ya estaban tras de mi salí del edificio, no sabía para donde ir, asi que, a paso acelerado, tomé la calle hacia cualquier lado. Afortunadamente atiné la dirección, a unas calles que me parecieron como cien, vi la banderola de una estación del Metro, a la cual corrí como si me estuvieran correteando. Al llegar a la puerta voltee hacia atrás para ver si me estaban siguiendo, pero todo estaba solitario, eran las 5:50 de la mañana cuando ya estaba en el andén. Se me hizo eterno los 5 minutos que esperé a que llegara el tren, estuve en un rincón vigilando por si llegaban mis “amigos”.

Cuando arrancó el tren me sentí liberado, pero al recordar el arma que había visto, me dio una crisis de nervios que me hizo temblar y en cada estación, los veía que abordaban. Nunca les vi la cara con detenimiento, pero al ver a cualquier persona, me asaltaba el temor de que fuera alguno de ellos. Decidí bajar y transbordar a otra línea, luego me pasé a otra ya con la intención de dirigirme a la central de autobuses. Edgar sabía que tenía hora se salida en la noche, pero decidí cambiar para salir lo más pronto posible. Finalmente, a las 8 de la mañana ya estaba abordando el autobús que me sacaría de la gran capital. Aún no salía de los límites de la ciudad, pero yo me mantenía alerta, vigilando por si algo raro se presentara. Pero el cansancio hizo su labor en mi cuerpo, me quedé dormido más de 2 horas, hasta que llegamos a una ciudad donde hizo parada el autobús. Aún vigilaba, pero ya era muy difícil encontrarme con algo desagradable. Finalmente me tranquilicé, aunque se hubieran despertado rápidamente, abrir el cerrojo de la puerta sin la llave, tendría que ser tardado.  Positivamente pensaba que lo menos que podría hacer Edgar para liberarse de alguna culpa, era negar que tuviera una copia de las llaves, si es que las tuviera.

Con el puño de mi mano en el mentón, descansaba mi cabeza y empecé a recordar lo sucedido. Aunque revivía mis temores, tenía que recorrer minuto a minuto para hacer un recuento de lo que pasó. Con la idea de hacer este relato, hice algunas anotaciones de lo que sucedió, pero solamente de los palos completos que me dieron, por lo pronto, pasaré por alto las partes en las que no hubo eyaculación dentro de mí.

Empezaré afirmando que realmente no hubo violación, si bien es cierto que todo el tiempo estuve invadido por un temor a lo peor, también es verdad que nada de lo que me hicieron fue a la fuerza, siempre mantuvieron un trato agradable, sin gritos ni palabras ofensivas y sin ningún tipo de violencia. De acuerdo a las circunstancias, salvo algunas indiferencias que tuve por el miedo, todo lo disfruté, desde el más insignificativo roce corporal, hasta la doble penetración por mi trasero, combinado con las 2 vergas que me pusieron y que mamé con avidez. Los 2 que me la metieron juntas y uno de los que lo hicieron oral, casi a un mismo tiempo, me descargaron 3 estupendas eyaculaciones en una misma cogida, que llenaron mi cuerpo del delicioso, cremoso y muy caliente elixir de la vida. Fue algo que no había experimentado en mi larga vida de homosexual

Fueron 4 nuevas vergas que entraron a mi cuerpo, cada uno de ellos me penetraron 2 veces por el ano y una por la boca, sólo uno de estos me penetro 2 veces oralmente. Quiere decir que, en aproximadamente 4 horas y media de constante sexo, mi cuerpo recibió 13 dosis de mecos, unos 50 mililitros de semen en total, una excelente cantidad que me hubiera gustado haber asimilado toda, pero una gran parte, digamos la mitad, se derramó por el constante chaca-chaca que me hicieron. Alimento suficiente para no comer nada durante 48 horas, sin haber sentido ninguna sensación de hambre.

Ya cuando me vi libre de cualquier riesgo, con gusto recordé todo, incluso reviví con mucho placer todo lo que me hicieron. Quitando el factor miedo, la verdad, me gustaría que se repitiera. Fue una experiencia única, tal vez irrepetible, aunque sí quisiera que se repitiera. Lo que estaba recordando me excitó, pero no pude hacer más que restregar mi líquido pre seminal que se estaba derramando y ponerme una servilleta en el ano por lo que se pudiera derramar por ahí.

Concluyendo, me quedo con esa experiencia como algo sumamente agradable, a pesar de las molestias por algunas irritaciones, manifiesto mi deseo de que se repita, pero debidamente consensado y sin que haya ningún temor ni sensación de miedo. En esas circunstancias, digo que si alguien considera la posibilidad de que nuevamente suceda algo similar, estoy puesto.
Datos del Relato
  • Autor: Pepe Nava
  • Código: 67282
  • Fecha: 02-10-2023
  • Categoría: Confesiones
  • Media: 10
  • Votos: 1
  • Envios: 0
  • Lecturas: 1431
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