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Hoy he ido a una población cercana, a donde me habían invitado un grupo de amigos de los que suelen venir a mi casa para ver «series». Al llegar me estaban esperando en la casa de uno de ellos. Después de los saludos, iniciamos una conversación amena que a la postre, como ocurre siempre, derivó en sexo y, por supuesto, salió a relucir el porno. No podía ser de otra manera.
Pronto empezaron mis amigos a sacarse sus pollas, a acariciarlas y disponerse a ofrecerlas al mejor postor. No pude evitar mirar las duras y agradables pollas y mi boca comenzó a licuarse y llenarse de saliva por la ansiedad y el agujero de mi culo comenzó a latir, a parte de las hormigas de mi estómago.
Me puse a mirar fijamente una polla en concreto. Era una buena de verdad de entre 23 y 25 cm., de larga, circuncidada y con una cabeza muy bien formada. El tipo me vio mirándole, me llamo y me dijo:
— Quiero verte desnudo para mí y para el grupo, si la quieres tocar o chupar.
Con eso dos de los amigos que estaban cerca me animaron, diciéndome:
— Nadie se atreve con esta polla.
Me daba algo de vergüenza, pero me gustaba la idea de desnudarme delante de todos ellos porque me excitaba mucho. Le dije:
— Yo me desnudo para ti y tú me das la polla por donde a mi me plazca.
— Ok.
Me levanté y fui al frente, donde estaba la puerta de acceso al salón. Alguien puso música y adivinó qué música podía yo bailar a gusto para desinhibirme. Empecé a bailar mientras me iba desvistiendo sin moverme del sitio; me quité los zapatos y desabroché dos botones de mi pantalón, sin quedarme desnudo; luego me puse a mover las caderas mientras metía la mano por el pantalón semi abierto y me frotaba con las manos los genitales sin que los vieran y luego todo mi cuerpo, moviendo bien los glúteos.
Uno de mis amigos me gritó
— ¡¡Quítate la camisa!!
Me froté el pecho contra la tela de la camisa y mis pezones se endurecieron. Luego tomé la camisa bamboleándola por encima de la cabeza y se la tiré al que me había gritado que me la quitara. Empujé mis caderas y me froté la entrepierna con ambas manos mientras miraba a la audiencia acariciando sus pollas duras. Me sentía como si estuviera en otro mundo, estaba tan excitado, que parecía una chica bailando en un sex club.
Me agaché delante de ellos con mis jeans y guie mis manos por la parte de atrás de mis muslos hasta mi trasero y me acaricié el trasero. ¡Mmmm…, qué bueno! Alguien gritó:
— ¡Tía buena, desnúdate ya!
Empecé a oír cada vez más gritos de "quítatelo todo», «puta guapa», «maricón del culo» y otras lindezas que me ponían aún más.
Estaba ya muy duro y noté que mi polla estaba goteando. Necesitaba desnudarme y dejar libre mi lujuria. Me levanté y desabrochada que tenía ya la botonadura de mis pantalones, lentamente los bajé hasta que mi polla dura y larga rebotó libremente.
Me di la vuelta, me agaché y me bajé los pantalones del todo y me los quité. No llevaba interiores, claro, como ya tengo costumbre. Con mis manos estiré las nalgas de mi culo exponiendo mi agujero afeitado a todos mis amigos, y todo sin dejar el ritmo. Me sentía tan caliente y tan como una descarada zorra, que comencé a guiñar el ojo a cada uno de ellos como quien invita a algo que ellos saben adivinar.
Escuché algunos gritos y muchos gemidos de aprobación cuando me extendí facilitándoles el acceso. Sentí unas manos agarrando mis pantorrillas y luego alrededor de mis muslos y mi trasero. Todavía estaba agachado y un poco mareado por estar tan excitado, vi a un tipo caminando a mi lado y su verga rebotaba con cada paso que daba.
Enseguida puso su polla frente a mí a la altura de los ojos. Me quedo agachado porque algunos amigos me están prestando atención. Siento algunas manos que vagabundean tocando mi trasero. Mmmm... Entonces abro la boca, saco la lengua para lamer la polla que tengo justo delante. Sabe tan bien que abro la boca más pidiendo que me la acerque, él se adelanta, desliza su polla en mi boca y me pongo a chuparla. Mmmm… ¡Estoy como flotando, qué bueno!
Movió sus caderas de un lado a otro, hacia adentro y afuera de mi boca, su polla descargó todo su semen dentro de mi boca. Podía saborear su semen y me estaba volviendo loco. De pronto noté una lengua en mi culo, luego el cipote de la polla empujando contra mi agujero. Mmmm…, ¡qué bien me sentía y qué a gusto lo sentía por la boca y por el culo! Estaba yo jodidamente bien, esperando que aquello se prolongara.
Sacó la polla de mi culo y yo me apresuré a volverla a meter acercando mi culo a su polla y frenando su marcha. El cipote se me metió en el culo y el tipo se acercó más, poniéndome ya en éxtasis. Una polla en la boca y otra por el ano y otros tipos que se alinean a lo largo de mis costados para hacerse pajas encima de mí… Hombre…, no podría pensar en una mejor manera de pasar esa tarde.
Uno de los amigos tomó mi polla dura y se la puso por debajo de mí en su boca. Todo mi cuerpo se estaba ya cerrado, todos mis huecos ocupados, entonces mi polla reventó y dejó todo mi semen en su boca; era tanta mi descarga que se le salía por la comisura de sus labios. La polla que tenía en mi culo empezó a latir y a descargar su semen en mi muy gay culo, como si fuera un coño abierto a un macho.
Seguía chupando la polla que tenía en mi boca que la revitalicé tan fuerte que este volvió a correrse en mi boca. Después de drenar su semen en mí por segunda vez, otra polla ocupó el lugar de la anterior en mi boca y otra más sustituyó a la que había follado y descargado en mi culo. Me había convertido en el plato principal de un grupo de amigos cachondos que conocía de hace mucho tiempo, pero que tampoco los había visto desde hace igual mucho tiempo, tan solo unas horas que les recordaba y pensé que no iba a parar hasta que no pasaran todos por mis tres elementos esenciales, boca, polla y culo. ¡En ningún otro lugar tenía amigos tan espléndidos y generosos!
Quise satisfacer a cada uno de ellos hasta que no quede una polla dura. Lo conseguí.
Remolón fue Gustavo, el que me había incitado, pensando que no me acordaría. Me dirigí a él:
— He cumplido, ahora faltas tú.
— ¿Que deseas hacer?
— Primero tocarla, luego me la comeré y al final quiero que me folles y te corras dentro de mí.
— Ah, eso no.
— ¿Cómo no?, — me di la vuelta mirando a los demás con los brazos levantados y todo gritaban que me o debía.
Le abrí la bragueta, le pasé los pantalones, le saqué su slip a mordiscos, sobé sus huevos y su polla, se la puse dura del todo con una buena mamada y como yo ya tenía el culo bien abierto, me puse en cuatro, levantando el culo y separando mis nalgas para que viera mi agujero. Comenzó a meter su pollón y no le costó trabajo ni me dolió. Pero iba tan lento que tuve que gritarle:
— !!Venga, cabrón, hijo puta, mete polla, maricón!!
Se enfureció y me follaba dura las metidas y sacadas de mi culo, golpeando fuerte. Este gacho tenía fama de muy macho y tenía novia. Cuando acabó de follarme, se puso a llorar como un marica cualquiera.
— ¿Por qué lloras, joder?
— Tengo novia, la he engañado y esto me ha gustado más.
Le di un beso de consolación como sé hacer y compartió su lengua conmigo.
Pasé la noche en la casa de mi mejor amigo, Felipe, y Gustavo también tenía que quedarse porque su casa quedaba lejos. Los dos me follaron alternativamente toda la noche. También Felipe y Gustavo se follaron mientras yo los miraba, tocándole la polla para que no perdiera vigor
— Me encantaría reunirme regularmente con estos amigos y tal vez con otros más de los amigos que tenemos por aquí y que podrían unirse, le dije a mi amigo Felipe.
— ¿Por qué tanto interés con ellos, si siempre te han tratado como un puto maricón?
— Porque quiero demostrar a todo el mundo lo que es una verdadera polla puta, que soy feliz siendo una puta maricona y que siempre supe en el fondo que yo era.
— ¿Qué te gustaría hacer con ellos o para ellos?, —preguntó.
— A veces sueño que me encantaría sorprenderlos y satisfacer a todos vestidos con una puta falda corta y una tanga sin entrepierna. Les mostraría lo bueno que es ser gay y puta a la vez: tiempos calurosos.
— Lo harás, amigo, me encargo de eso, pero sigamos con lo nuestro que estás soberbiamente fabulosa, putita mía, mi querida.
— Anda, guapo, dame duro, como bien sabes y gánale al Gustavo, que nos estaba mirando con deseos de que llegara su turno.
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