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Categoría: Confesiones

viendo desvirgar a mi hija

Me asombró que mi hija me hablara de ese modo tan crudo, y más ese comentario de "lo masturbo" y le pregunté medio titubeando "¿qué es lo que le haces?", y agregó "ya sabes, lo acaricio y se la chupo. De esa forma lo voy postergando". Cuando escuché ese comentario un escalofrío me recorrió, la espalda y sentí que me excitaba al imaginármela a ella chupando la verga de su novio ( de mi hermano, en mi propia casa) y no supe que decir. Y ella murmuró "no se cuanto tiempo más voy a aguantar sin hacerlo, él es muy ardiente y le encanta que se la chupe, incluso me acaba en la boca y yo me trago el semen" agregó con un tono algo excitado, "no sabes lo grande que la tiene, casi no me cabe en la boca". Yo a esa altura también estaba excitada y pude ver en sus ojos un brillo extraño y su respiración agitada. Terminó de elegir la ropa que iba a usar y se fue a vestir. Al poco rato sonó el timbre y cuando fui a abrir me encontré a Roberto que acababa de alquilar un auto y una muchacha lo acompañaba, Roberto daba la idea de que no era parte de mi familia, de ser mi hermano menor, era todo un ejemplar de hombre, realmente atractivo, que me preguntó si estaba Lucia lista para salir, agregando, Roberto, ven quiero preguntarte algo, me atraía mi hermano, con ese aire señorial y se me mojaba mi concha, Lo hice entrar y al pasar a mi lado sentí que me desnudaba con la mirada. Realmente no me extrañaba lo que Lucia sentía por ese hombre. Su tío Era un tipo capaz de lograr que cualquier mujer hiciese lo que él quisiera.

Esa noche estuve más que necesitada de sexo y busqué a mi marido, pero el sexo con él era pura rutina. En realidad nunca se le había ocurrido acabarme en la boca, como me había dicho Lucia que le hacía su novio-tío y cuando me chupaba él a mí tampoco me hacía acabar porque era sólo por algunos segundos, sólo como preparación.

Al día siguiente solo trabajé por la mañana porque tenía que hacer algunas cosas. Al regresar a casa más o menos a las dos de la tarde me fui a mi cuarto a cambiarme de ropa. Cuando ya me había quitado el vestido sentí que la puerta de calle se abría y entraban Lucia y Roberto y se iban al cuarto de ella. Me extrañó que a esa hora estuviesen en casa, pero más me extrañó que ella lo llevase al cuarto. De inmediato escuché que se empezaban a besar y acariciar. A los pocos segundos sentí gemir a Roberto y no pude resistir la tentación, por lo que me acerqué hasta la puerta de su cuarto, que habían dejado abierta, seguramente para sentir si alguien llegaba a casa, pero lo que menos se esperaban era que yo ya estuviese. Al asomarme al cuarto vi a Roberto acostado en la cama, con los pantalones bajos y a ella sacándose la ropa mientras su cabeza estaba sobre la ingle de él. Por los movimientos que ella hacía era evidente que se la estaba chupando, y los gemidos de él indicaban que ella sabía bien como se debía hacer. Me quedé petrificada ante esa imagen, ya que si bien había visto dos o tres películas porno, nunca había visto a dos personas hacer el amor "en vivo" y a mi lado. Lucia, mi hija chupaba y chupaba el miembro de Roberto y en determinado momento se movió y pude ver lo que tenía en la boca. Realmente era muy grande, por lo menos cinco o siete centímetros más largo que el de mi marido y mucho más grueso. Yo veía ese gran miembro desaparecer prácticamente todo en la boca de mi hija y volver a aparecer, para que ella lo soltase y le pasase la lengua con un placer para ambos que era difícil de describir.

Después de cuatro o cinco minutos de estar chupando, él le tomó la cabeza y la guió hacia arriba diciéndole "esta vez no voy a acabar en tu boca, ya es tiempo de hacer otra cosa". Ella un poco temerosa dijo: "Mejor otro día, tengo miedo", pero él se mostró inflexible: "no, lo vamos a hacer ahora" y la fue empujando suavemente sobre la cama terminándole de sacar el sujetador y la braguita, dejando ver el pubis poblado de vellos negros, rizados, hacia donde se dirigió y la empezó a chupar a ella. Empezó por sus labios vaginales, recorriéndolos de arriba a bajo con su lengua, siguiendo con su clítoris el cual tomó en sus labios y lo halaba hacía si produciéndole a Lina un placer inmenso, su cabeza giraba de un lado a otro y sus gemidos eran cada vez más fuertes; de verdad que estaba gozando y yo también. Después de un rato se detuvo al tiempo que decía "esta vez no vas a acabar en mi boca, vas a acabar con mi verga adentro". Al oír esto sentí un calor que me subía desde la entrepierna y me excité tremendamente, con una leve culpabilidad de excitarme mientras espiaba a mi hija y a mi hermano, especialmente en el momento en que ella iba a ser desvirgada. Nunca pensé que ver desvirgar a una mujer, mi hija, me fuera a producir tanto placer, y ver esa verga enorme y gruesa, enhiesta como un asta, apuntar hacía esa frágil vagina de mi hija, me produjo un escalofrío en todo mi cuerpo e instintivamente mi mano fue a dar a mi sexo. Ella gemía de excitación mientras él le iba apoyando su miembro erecto en su entrepierna, mientras mi hija se abría para recibirlo, aunque pedía "por favor, despacio, tengo miedo, despacio", a lo que él respondía "no te preocupes, relájate, sólo te va a doler un poquito al entrar y después la vas a gozar como loca". Roberto tomó su sexo con una mano y con la otra fue abriendo los labios virginales, introduciendo muy despacio su enorme glande; una vez los labios arroparon la cabeza del pene y éste llegó al himen de mi hija, ella lanzó un corto grito pero él siguió de largo rompiéndolo por completo, mi hija jadeó algunos segundos como si se estuviera ahogando, y de inmediato comenzó a gemir, pero no de dolor, sino de placer, mientras él empezó unos movimientos suaves pero firmes hasta introducirle tremenda verga por completo. Una vez estuvo a tope inició unas embestidas fabulosas que la hicieron gritar de placer llevándola a levantar más sus piernas y a cruzarlas encima de su espalda, como no queriendo que se fuera a salir lo que tenía adentro, aunque era evidente que esa cosa no tenía la intención de salirse. Comenzó a jadear cada vez más fuerte, mientras gritaba de placer en el evidente inicio de un orgasmo, el primero provocado por un pene dentro de ella. Cada vez se movía más rápido, al ritmo que le imprimía Roberto en la penetración.

La visión era más que espectacular, desde donde yo estaba podía observar como esa pequeña vagina engullía totalmente tremenda verga y era muy excitante ver como los testículos rebotaban sobre las nalgas de Lucia a cada embestida de Roberto. El también se empezó a acercar al orgasmo y apresuró sus movimientos cada vez más, lo que hizo que ambos llegaran al orgasmo al mismo tiempo. La visión era extraordinaria, ver a mi hija clavada hasta el tope por esa tremenda verga, hizo que mis dedos se aceleran también hasta llegar al clímax, lanzando un gritito de placer. En ese momento Roberto volvió la cara hacia la puerta y me vio parada allí, recostada sobre el marco, totalmente excitada y mojada por lo que acababa de ver, vestida sólo con sujetador y bragas. Era tal el gozo recibido que mi hija que no se percató de mi presencia, Roberto me guiño un ojo, mientras se movía para ocultarme de la vista de mi hija y permitir que ella saliera de debajo quedando ella de costado, de espaldas a la puerta y él de frente mirándome sonriente. Yo me retiré rápidamente hacía el dormitorio totalmente excitada y con las imágenes frescas en mi memoria, y desnudándome completamente me metí a la ducha, esperando calmar esa ansiedad que me invadía.

Mi hija y Roberto se retiraron rápidamente y yo me quedé en la tina como una hora tratando de olvidar lo que había pasado, hasta que escuché el timbre de la puerta, salí rápidamente, pensando que mi esposo había regresado muy temprano y con extrañeza, pues él tenía llaves, me coloqué una salidera de baño y fui a abrir. Cual fue mi sorpresa cuando me encontré de frente con mi hermano Roberto, estaba apoyado sobre el marco de la puerta con una botella de vino en la mano y sonriente me dijo: "vengo a terminar lo que quedo iniciado". Me quede petrificada, no podía creer tanto cinismo, acababa de cogerse a mi hija, la había desvirgado y ahora venía por mi, claro que yo había dado pie para todo esto y no estaba arrepentida, así que de la sorpresa pasé a la acción, lo tomé del brazo, lo jalé hacía adentro y cerré la puerta; eran las tres y treinta de la tarde, mi esposo y mi hija llegaban a las seis y treinta del trabajo y del estudio así que tenía tres horas para calmar esa picazón que me empezó a recorrer por todo el cuerpo.

El siguió directamente hasta la alacena y con una seguridad pasmosa tomó dos copas, destapó el vino y las sirvió, yo me encontraba en el centro de la sala se acercó a mi y me ofreció la copa, la agarré en mis manos y tomé un sorbo largo y el efecto fue inmediato, un calor invadió todo mi cuerpo, bajó desde mi cara hasta los pies pasando por mi sexo. Roberto lo notó de inmediato, terminó su copa y acercándose a mi me besó en la boca, por lo que pude sentir el gusto del vino en sus labios. Luego, me abrió la salidera de baño y comenzó a acariciar los senos y chupar los pezones lo que me hizo calentar más todavía, al mismo tiempo que descendía por mi cuerpo con sus labios, alcanzando mi sexo mientras yo me recostaba en el sofá. Me chupó el sexo con una pasión que nunca había puesto mi marido, abriéndome los labios con su lengua y recorriendo toda la zona desde el ano hasta el clítoris, tomándolo en su boca y lamiéndolo hasta que me hizo llegar al orgasmo en medio de grandes gemidos.

Luego de esta primera sesión, me tomó del brazo y me llevó hasta mi cuarto completamente desnuda, allí lentamente le quité la ropa y me dediqué a darle la mejor mamada que él hubiera recibido. Me apoyó la mano en su miembro y me preguntó "¿te parece que es grande?" Yo, sin voz, le contesté que si con la cabeza, al tiempo que cerraba mi mano en torno a su miembro. Roberto, mi hermanito menor, se acomodó en la cama y me atrajo hacia él empujándome la cabeza hacia su miembro al tiempo que susurraba "chúpamela". Yo me fui acercando lentamente, guiada por la mano de él en mi nuca y abrí la boca al acercarme a su verga. Me introduje la cabeza poco a poco, y realmente como dijo mi hija, era enorme y tuve que abrir bien la boca para que entrara. Sentí como si una brasa caliente me quemara la boca y empecé a succionar esa cabeza mientras mi lengua la recorría, el placer era enorme, mi cabeza estallaba en mil pedazos. Traté de introducirme esa vergota hasta la garganta, pero era muy grande y solamente entró hasta la mitad, por lo que empecé a mover la cabeza hacía arriba y hacía abajo apretando mis labios alrededor de ella lo que le produjo a Roberto gemidos de placer.

Al poco tiempo sentí que se iba a venir, yo no sabía que hacer y la saqué de mi boca, pero él me dijo "siga, hágalo acabar y vas a ver que divino es", ante lo cual yo me volví a meter en la boca esa tremenda verga, dura y palpitante, y moví mi cabeza hacia arriba y hacia abajo, metiéndola y sacándola de mi boca, lamiendo la cabeza con mi lengua y sintiendo que se ponía más y más dura, para lograr, al cabo de poco más de un minuto, que Roberto se arqueara y se viniera dentro de mi boca, llegándome hasta la garganta con su leche. Al mismo tiempo que esa cálida corriente se derramaba en mi boca, me decía: "¡trágatela, hermana... trágatela!" ante lo cual yo tragué su semen.

Luego de un pequeño descanso inicié de nuevo mis caricias hasta ponerlo a punto y ante su gran excitación me tomó por los hombros, me recostó al borde de la cama, tomó mis piernas y las subió a sus hombros quedando al descubierto mi sexo palpitante que recibió lo que había estado esperando con ansiedad y tal era su grosor y tamaño que me llenó totalmente. Sus movimientos rítmicos de mete y saca se acompasaron rápidamente a los de mis caderas que se movían en círculos alrededor de su verga, perdiendo la noción del tiempo y desencadenando una serie de orgasmos que me dejaron medio muerta, y él al ver mi gozo y placer demoró a su antojo su eyaculación permitiéndome disfrutar a lo máximo. Nunca antes nadie me había cogido como ese día, fue algo fabuloso, fui hasta el cielo y volví. Así nos pasamos las tres horas, gozando de una forma increíble, era insaciable.

Al final quería mi ano que no había sido utilizado nunca pero por la premura del tiempo, ya que mi esposo llegaría en cualquier momento y Roberto tenía que ir a recoger a mi hija a la universidad y quedamos que la próxima vez iniciaríamos por ahí.
Datos del Relato
  • Autor: incognito
  • Código: 13156
  • Fecha: 28-01-2005
  • Categoría: Confesiones
  • Media: 4.83
  • Votos: 36
  • Envios: 9
  • Lecturas: 3759
  • Valoración:
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Comentarios


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2 comentarios. Página 1 de 1
Lolita
invitado-Lolita 01-02-2005 00:00:00

Enhorabuena!! Está bien rico este relato... me puso a cién imaginándomelo... Besos

joshua aguilar
invitado-joshua aguilar 29-01-2005 00:00:00

osea que poca tienes es tu hija y en lugar de protejerla la guias asi no tienes ni m...

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