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Aquella vieja estaba jodida, sus tetas colganderas, sus nalgas flácidas y desprendidas, su chumino reseco y arrugado, pero mantenía intactas sus ganas de joder.
Soy Pancho Alabardero, tengo treinta y algunos años, vivo en Madrid y como ya saben algunos de ustedes por anteriores relatos, hasta hace poco tiempo yo militaba en una orden religiosa entre cuyas virtudes, o defectos, se practica la abstinencia sexual como una manera de ganar la excelencia y contribuir con nuestro sacrificio a la salvación del mundo.
Como pueden suponer, y mis anteriores relatos así lo atestiguan, esto puede volver loco al más cuerdo de los humanos, de modo que los mande al infierno y ahora me estoy desquitando a trompicones. Pero claro, mi inexperiencia en el sexo se nota y eso ha dado pie a que algunas se quieran aprovechar de ello.
Es el caso de Doña Asunción, la viuda putona del propietario de una empresa que recientemente le compré al fallecer su marido. Hace una semana tuve que asistir a un homenaje de un trabajador y a la salida se las apaño para que la llevara a su casa y la follara, cosa que hice a satisfacción de ambos, porque me acaba de llamar para invitarme a cenar y supongo que después a follar, porque la Doña en cuestión, como es vieja, si no jode no se divierte, como ella misma dice.
Doña Asunción es una vieja como de unos setenta años. Si, setenta años, aunque les cueste creérselo, porque desde luego a quien le cuesta creérselo es a mí mismo, porque la muy jodida folla como una veinteañera, ¿qué digo yo?, mejor que una veinteañera. No le hace asco a nada, todo lo quiere probar, conoce argucias que sólo aparecen en el manual del Buen Follador y es incansable al desaliento. A ella no le vale un NO como respuesta, sólo le vale el ¿cuándo y dónde follamos? de modo que no me ha quedado más remedio que aceptar la invitación, o mejor dicho: acepté empalmado la invitación.
Para los que conocen Madrid quisiera situarlos, para los que no la conocen quisiera ilustrarlos. La jodida de la vieja me invitó a cenar a un restaurante cerca de la ciudad de Alcalá de Henares que dista unos 30 kilómetros de Madrid. Al principio no me había dado cuenta de la argucia, de hecho me costó averiguarlo, pero mi jefa de personal Pepa LaDiosa al comentarle el lugar donde iba a cenar me puso en antecedentes.
-Eso es que te va a follar en la piscina de la habitación del hotel que hay al lado-
Entonces claro caí en la cuenta. En las inmediaciones de esa localidad se acaba de inaugurar un hotel de un lujo asiático. Algunas de las habitaciones incluso cuentan con piscina privada en el interior de la Suite, y eso es lo que hice para adelantarme a la Doña, reservé una suite con piscina dentro de la habitación.
A la hora acordada pasé por casa de Doña Asunción y la recogí en mi coche. La Doña me apareció con un vestido muy escotado, con tacones rojos, y con los brazos y el cuello enjoyados. Estaba radiante, ella es una mujer más bien alta, como de 1,75 mínimo, más bien entrada en carnes aunque desde luego sin caer en la obesidad, con unas tetas colganderas, pero enfundadas en un sujetador que se le salían y con una tanguita que se le señalaba en las nalgas.
-Si vamos así al restaurante habrá peleas entre los camareros para ver quién te folla, perdón, para ver quién te sirve- le dije a modo de bienvenida y piropo de lo sensual que estaba. Ella rió mi gracia y me hizo una contraoferta:
-Casualmente allí han inaugurado un nuevo hotel muy lujoso, si quieres reservamos una habitación y hacemos que nos sirvan allí la cena, en la intimidad- Me insinuó la muy artera. De sobra sabía la vieja donde quería follar, perdón, donde quería cenar.
Y acepté su sugerencia y directos al hotel. Es la primera vez que frecuento este tipo de hoteles, pero desde luego no será la última. Aquí en España somos magos para esto del turismo, nos inventamos hoteles de todas clases: Hoteles del Sol y Playa, Hoteles de Alta Montaña, Hoteles de Turismo Rural, Hoteles Balnearios, Hoteles denominados con Encanto, y ahora lo mas "cool" lo más novedoso es irte con tu ligue a Hoteles para Follar.
El Hotel en cuestión se sale de estrellas, pero la habitación es el mejor picadero que he frecuentado en mi vida, aunque bien es cierto que no he frecuentado muchos, ya saben, por eso de la orden religiosa en cuestión. El caso es que nada más traspasar la puerta de la habitación todo esta pensado para follar, pero no se lo voy a detallar, mejor lo visitan ustedes, aunque eso sí, elijan bien la pareja, porque el precio les va ha dejar helados, de modo que la pareja les tiene que calentar lo suficiente para no reparar en gastos.
Y desde luego Doña Asunción me calentó desde el inicio. Ya les dije que venia muy vestida, pero nada más traspasar la puerta lo mandó todo a paseo y se quedó en bragas y sujetador, eso sí, un conjunto de La Perla, que como sabrán los entendidos cuesta un ojo de la cara.
La Doña es una vieja sensual, sabe sacar partido de todo y todo parece hecho a propósito para que la follen. Sus tetas están colganderas, pero se las enfunda en un sujetador tan estrecho que parecen la de una adolescente. Su chumino esta medio despeluchado, pero lo realza con un tanguita de tal manera que esta para comérselo. Sus nalgas están flácidas pero tan bien cuidadas y masajeadas que te dan ganas de enterrar tu cabeza entre ellas, pero sin duda lo más atrayente de la Doña es su verborrea.
La muy putona siempre tiene la palabra exacta para excitarte, ahí se nota la veteranía de una mujer harta de follar pero siempre dispuesta para seguir follando. Lo primero que me dice es que hoy no se va sin que le chupe las tetas y el chumino, así, a las bravas, nada de andarse con rodeos, eso es lo que quiere y eso es lo que pide.
Y eso es lo que le doy, le saco a mordiscos el sujetador y a bocados la tanguita. Las tetas se me desparraman entre las manos, pero consigo meterme un pezón en la boca y lo succiono con fuerza, pero tengo que desistir porque la boca se me llena de pellejos, de modo que ensalivé los pezones y los empecé a masajear suavemente con los dedos. Ella siente placer y suelta la lengua: chúpame maricón, chúpame las tetas, que se joda tu madre que hoy me follas a mí y una retahíla parecida hasta que encuentra un estribillo más sugestivo: cómeme el chumino, cómeme el chumino, cómeme el chumino y claro, se lo tuve que comer.
La boca se me volvió a llenar de pellejos, de pelos, de labios vaginales, los externos, los internos, todos parecían igual de dilatados y todos tenían el mismo sabor, sabor de burdel, de putas, de viejas, de chuminos, pero amigos, en esa me encontré con su clítoris que estaba a punto de caramelo, y me lo chupé.
La vieja se desparramó y le hice una chupada que le soltó la lengua y comenzó un recital que sonaba a música celestial: que mamada, que mamada, que mamada, las veces que me la han mamado y las veces que la he mamado… y yo creo que en eso se le encendió la bombilla y me dijo:
-No sigas que me voy a correr y aún no te la he mamado-
Y fue entonces cuando le eché una miradita a la piscina de la habitación. El lugar no podía ser más sugerente y le sugerí a la vieja la posibilidad de zambullirnos en la piscina y al momento allí estábamos los dos, ella sumergida hasta la cabeza y yo con las dos cabezas sobresaliendo del agua, me refiero claro a la cabeza de pensar y a la de follar y fue en esa justamente donde la Doña se amagó a chuparla y les juro que me la dejo brillante de tanto lamerla.
La Doña como pueden suponer no tiene más de un polvo, pero amigos que polvo tiene Doña Asunción. Se me dormía chupándome el capullo y tuve que proponerle nuevos alicientes. Me salí de la piscina, cogí dos albornoces y la invité a salir de la piscina. Salía luciendo sus miserias, pero qué buena estaba la jodida de la vieja, qué ganas tenía de que la follaran y que polvo la iba a meter.
Así, enfundada en el albornoz, la llevé hasta la cama, se lo abrí, me puse encima de ella y se la metí. Tenía el chumino mojado por fuera y lubricado por dentro, hambriento, sediento de polla. Se la estuve metiendo una eternidad, aunque se nos hizo corto a los dos. La vieja por más que se la metía y por más que buscaba excitarle su clítoris no se me corría de modo que tuve que echar mano a algo que la ponía como una moto, la empecé a insultar.
Córrete zorra, córrete que te la estoy metiendo, córrete que ya tienes el chumino lleno de polla, córrete vieja, CÓRRETE. Y se corrió, la muy puta se corrió dando aullidos, clavándome las uñas en el culo, moviendo las nalgas para aprovechar hasta el último espasmo, hasta la última embestida, hasta la última clavada de polla, y claro, tanta embestida, tanta clavada, me empecé a correr dentro de su chumino y perdí la cuenta de cuanto tiempo estuve corriéndome dentro de ella.
Pero no crean que la vieja se me quedó dormida en la cama. Se sentó a la mesa, nos comimos la cena que nos habían preparado en la habitación, pedimos una botella de champán, nos dimos un chapuzón en la piscina y antes de salir de la habitación del Hotel de los Folladores me preguntó:
-¿Cuándo me la vas a volver a meter?-
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