~~Hola, soy Victoria, la que se masturba recordando vivencias pasadas. En esta ocasión os voy a contar una experiencia vivida, al margen de las masturbaciones. Ocurrió en la misma época que las practicaba, concretamente en la siguiente semana a la de mi último relato. Después de tanto recuerdo sexual, iba permanentemente excitada, mojaba las bragas con la humedad de mi entrepierna. No me bastaba el sexo que me daba mi marido, el cual, a causa de su trabajo, no podía mantener el ritmo que le pedía.
Por eso, cuando una noche nos corrimos al acabar un buen polvo, al decirle que quería repetir, me respondió que buscara otras pollas que me saciaran.
Me quedé sorprendida, pero él siguió. Vicky , me dijo, como últimamente te veo tan salida, he pensado que podíamos poner en práctica una idea que llevo rumiando últimamente . ¿Qué idea? , le pregunté. Que seas puta por un día , me contestó. Al ver mi cara de asombro, me explicó su idea.
Compraremos un teléfono móvil nuevo . Publicaremos el número en los diarios en la sección de contactos. En el anuncio escribiremos que eres una mujer casada, de 30 años, con buenas medidas, y que vas a estar el jueves de la semana próxima en Madrid en un hotel. A medida que vayan llamando iremos seleccionando los clientes y les daremos hora para atender a los más posibles. Empezarás a las cuatro de la tarde y terminarás a las doce de la noche, con un descanso para cenar.
Así, podrás estar con bastantes tíos, a un promedio de una hora con cada uno, que te saciarán de sexo para una temporada . La idea, viniendo de mi marido, me pareció alocada. Pero no tanto cuando me aclaró la segunda parte de la misma. Pondremos una cámara de video escondida para grabar todas las citas. Así cuando vea la cinta luego contigo, lo pasaré en grande viendo como te follan .
Quedamos de acuerdo y seguimos su plan. Publicamos el teléfono móvil, estuvimos tomando citas y cuando la agenda estuvo llena, ya no tomamos más. El miércoles de la semana de marras, nos fuimos en coche a Madrid. Aparcamos el coche en el hotel seleccionado y después cenamos en una marisquería cercana al mismo. Antes de dormir, hicimos un sesenta y nueve tranquilo. Nos corrimos pronto y nos dormimos pensando en el día siguiente. Nos levantamos pronto, dimos una vuelta por Madrid, comimos en el restaurante del hotel, luego preparamos la cámara de video escondida en la habitación y faltando media hora para la cuatro de la tarde mi marido se fue a un compromiso de trabajo. Quedamos para cenar a las nueve en el hotel y me quedé en la habitación, la suite 603 que habíamos reservado, sola. Me duché, me pinté los labios con carmín rojo oscuro, me dejé el pelo suelto, me puse unas bragas blancas, un sujetador blanco, y un camisón de color azul transparente encima. Así, me senté a esperar a mi primera cita, viendo la tele. Estaba algo nerviosa, pero tremendamente excitada. A las cuatro en punto sonó el timbre de la puerta.
Abrí y allí estaba un señor de unos sesenta años, bien parecido, alto, distinguido. Soy Rogelio , me dijo. Le invité a pasar. Antes de hacer nada, me abonó las cincuenta mil pesetas pactadas. Luego saqué una botella de cava del mueble bar, bien fría, y la abrí ofreciéndole una copa.
Bebimos, brindamos y nos sentamos en el sofá. Me contó que era profesor de literatura, destinado en Madrid. Le miré con coquetería y tomándole una mano la puse en una de mis tetas. Sóbala, bandido, que tienes ganas , le dije con un descaro impropio de mí. Me apretó la teta mientras metía su otra mano bajo el camisón buscando mi entrepierna. Llegó a mis bragas y me agarró la figa con fuerza. No me hagas daño , le pedí. ¡Estás muy buena! ¡Qué ganas tenía de hembra! , dijo. Y se lanzó sobre mí. Me quitó el camisón, me bajó las bragas y se puso a lame rme la figa como un loco. ¡Estás mojada! Te gusta la marcha, puta , exclamó. Como respuesta le bajé la cremallera de la bragueta y busqué su polla. Se la saqué del pantalón y comencé a masturbarlo. Me pidió que parara, que quería desnudarse. Lo hizo con prisa y cuando estaba sin ropas, me levantó del sofá y empezamos a bailar muy apretados. Su polla rozaba mi pubis y sus manos apretaban mis nalgas. Aunque dicen que las putas no besan en la boca, no pude resistirme y le comencé a morrear.
Quería sentir su lengua junto a la mía. Eso le calentó a tope, pues me llevó enseguida a la cama y nos echamos los dos en ella. Enroscados, iniciamos una sesión de sexo frenético. Me metió su polla en la figa mientras sus dedos entraban en mi ano. Su boca me succionó y mordió mis pezones, pero le dije que no se pasara. Fue obediente y dejó de morderme.
Entonces, me puso su culo en mi cara y me pidió que se lo lamiera. Eso nunca lo había hecho. Pero estaba a punto de correrme y no quería baj ar la intensidad de mi excitación. Como una guarra auténtica le lamí el agujero del ano mientras me corría llegando a meter la punta de mi lengua dentro del mismo. El hombre gritó de gusto pues se estaba masturbando.
Cuando notó que iba a correrse me la metió otra vez en la figa y derramó todo su semen en ella. Después nos quedamos sentados en la cama. El se fumó un cigarrillo, me dijo que lo había pasado muy bien. Le dije que aún le quedaba más de media hora si quería. Pero él me explicó que no podía repetir a su edad en tan poco tiempo. Como despedida me besó en la boca, me lamió las tetas, y metió dos dedos en mi culo, así recordaré tu aroma , me dijo. Luego se lavó, se vistió y se fue. Miré el reloj. Faltaba media hora para el siguiente. Me aseé lo que pude, me puse las bragas y el sujetador, pero prescindí del camisón. Estoy más apetecible de esta manera , pensé.
La siguiente cita resultó ser un matrimonio cuarentón, Javier y Dolores. El era alto y delgado y ella era muy gorda y bastante fea. Me pagaron y me tomaron entre los dos. Me hicieron de todo. Le tuve que lamer la figa a la mujer, que se corrió cuando le pasé la lengua por su gordo clítoris. El marido no quiso follarme por delante. Me lamió el culo y me metió su polla en él. Luego la gorda se meó en mi cara. Yo me enfadé por ello y entonces ella me soltó una azotaina en las nalgas. El marido se corrió en mi ano viendo a su mujer castigándome. Me llenó de caliente leche las entrañas. Cuando acabó la sacó y también se meó en mi cara. Les dije que eran unos cerdos. Entonces me agarraron de los brazos, me soltaron dos tortazos y empezaron a ensañarse conmigo. Puta, que eres una gran puta. Dolores, dale lo que se merece . Dolores me abrió las piernas y comenzó a meterme el puño en la figa. Tenía una gran manaza y me hizo mucho daño. Empezó por introducir un dedo, luego dos, y al final entró todo el puño. Así metido me alzaba y me bajaba como si fuera una muñeca en sus manos. El marido mientras me mordía las tetas y los pezones haciéndolos sangrar. Estaban excitados y él volvió a tener la polla erecta en pocos minutos. Me la volvió a meter en el ano y casi me desmayo al sentirme tan llena con el puño de ella en la figa y la polla de él en el culo. Se corrió el marido otra vez, con otra descarga de semen en mi ano. Luego la sacó y acercando la polla a mi boca me hizo limpiarla de restos de semen con mi lengua. Después, metiéndola entera dentro de mi boca, se orinó en ella. Casi vomito, pero no tuve más remedio que tragarme su meada. La mujer sacó por fin el puño de mi figa y abriendo sus piernas hizo que con los dedos de mis pies le trabajara su raja. Así lo hice, le froté bien el clítoris y se corrió gritando. Después, los dos se dedicaron a morderme las nalgas. Me hicieron gritar de dolor. Me las dejaron enrojecidas por el castigo. Luego, ella me puso sus enormes pechos encima y me obligó a lamerlos. Tenía unos pezones muy grandes. Se los comí hasta que se corrió de nuevo. Luego, como compensación, me lamió la figa y no paró hasta conseguir que me corriera.
Finalizaron dándome un salvaje meneo. La mujer me tomó de los pies, me dejó colgando boca abajo y el marido me arreó con un cinturón en las tetas, la figa, el culo y las nalgas. Lloré de dolor, hasta que se cansó de azotarme. Cuando lo hizo, me dejaron tirada en el suelo y volvieron a mearse en mi cara. Luego se vistieron, me dejaron cincuenta mil pesetas más de propina, y se marcharon. Yo estaba exhausta, no podía seguir. Tenía sangre en los pezones, las nalgas al rojo vivo, y mis agujeros me dolían mucho por la larga penetración del puño y los azotes. Me duché, me arreglé, me vestí, me puse cremas en las partes castigadas, y luego me eché a dormir. Cuando llamó el siguiente cliente no quise abrir. Estaba semiinconsciente en la cama y no me desperté hasta que ll egó mi marido. Le conté lo ocurrido, y él se excitó con el relato. Me pidió que se la chupara. Lo hice y se corrió en mi boca. Luego me ayudó a arreglarme, me vistió y salimos a cenar. La experiencia había sido brutal pero su recuerdo hizo que al final de la cena notara como mi figa volvía a ponerse húmeda. Por eso, al llegar a la habitación, no abrí a los clientes que faltaban. Nos quedamos mirando el video que habíamos grabado del matrimonio y nos masturbamos viéndolo. Nos tardamos en corrernos, llenando mi mano de la leche de mi marido. Después me pasé la leche por las tetas, notando un alivio como el de una crema mágica. Nos dimos un tierno beso, apagamos al video, la luz, y nos dormimos enseguida.