Todos los días tanto de ida cómo de vuelta de su trabajo; Laly viaja acogedora y cómodamente en subterráneo.

Para no marearse Laly de ver tanto por la ventanilla del mismo vagón las luces intermitentes; siempre carga consigo su whatsapps, incluso, revisa e investiga por su inteligente curiosidad la red en su mismo teléfono celular inteligente, para pasar el tiempo hasta que llegue a la estación de regreso a su hogar.

Entretenida Laly con su teléfono móvil.  Viste y lleva falda de cuero bien entallado, ceñido, ajustado, amoldado y perfectamente a su silueta de talla mediana; con sweater con los hombros descubiertos de manga larga, y por supuesto, botas negras de tacones altos negras.

Con sus piernas cruzadas en qué sé le corre la misma falda de cuero; mostrando y exhibiendo las buenísimas, riquísimas, sabrosísimas, deliciosisimas, deseadísimas, deleitadisima, cautivadisima, seducidisima, provocadisima, fabulosisima, espectacularísimas, encantadísimas, sensacionalisima piernas en fin. A la vez, con su mano se dobla un poco hacia delante Laly. Qué no quita la vista de su teléfono móvil en absoluto; en qué se manosea desde la punta de la suela de la bota negra, avanza por el tobillo también por la pantorrilla, asciende hacia la rodilla continua sigue por la entrepierna, que se corre más la falda de cuero en qué finalmente llega al quedarse manoseándose, acariciándose, tocándose, agarrándose debajo de su nalga varias veces.

En la otra fila de asientos del mismo vagón; está viajando y mirándola completamente un viejo verde. Insinuado, incitado, atraído, fascinado, apasionado, ardiente, lujurioso, enajenado, conquistado, emocionado, emocionado, excitado, etcétera por la misma Laly.

Con toda la lengua del viejo verde. Pasándola en lamidas por toda la boca, y con todos los ojotes bien abiertos en qué quiere salírsele y escapársele completamente los ojos; y para rematar anda tremendamente agitado y con hartas ganas, de tirársela cómo metérsela, inclusive de tener un buen polvo en la grata compañía, de ahí, presencia en la intimidad asolas como junto con Laly.

Bueno el subterráneo llega y sé detiene en la estación. Qué sé abren las puertas del vagón; en qué Laly se pone de pie a tomar su cartera, qué sé la cuelga del hombro. Camina al salir del vagón, en qué le sigue el viejo verde; ya dirigiéndose a las escaleras qué tiene una bota en la siguiente escalinata y la otra en la siguiente escalera. Hay detrás el viejo verde todo atrevido le agarra cómo le pone de ahí, le toca hasta le soba las nalgas al tener doblada su culo con todo y falda de cuero puesta Laly.

Laly sé vira y mira seria al viejo verde; le habla fuertemente anda acosándome, molestándome, incomodándome, sobrepasándoseme, coqueteándome, flirteándome, persiguiéndome, deteniéndome, buscándome, irrespetándome, sometiéndome, obligándome, etcétera. El viejo verde sonriéndose; le confiesa a Laly desde qué viajamos por él subterráneo, no le he podido quitarle la vista de encima, en qué quiero acostarme con usted para qué hagamos el sexo hasta el amor. Y juegos eróticos que conozco de viva voz, además, deseo y me gustaría tener unas fantasías eróticas de prostituta con usted ahorita mismo qué salgamos de la estación del subterráneo.

Laly lo mira fijamente con todos sus ojos; en qué le levanta la mano mostrándole un anillo de casada. Qué dé la boca para dentro no es exactamente de matrimonio; en qué se echa a reírse, cómo yo lo veo enclenque obviamente, débil de contextura hasta corporalmente en qué puedo infartarlo al momento qué nos acostemos, además, para qué lo sepa son con hombres de edad madura, y de mí buen gusto qué me aguanten a mí. Ni a la esquina iré con usted no señor; lo deja plantado, al rehusarse rotunda hasta definitivamente a las exigencias escuchadas y expresadas de viva voz por el viejo verde, en qué se marcha y sale de la estación del subterráneo esa noche la misma Laly.