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Luego de entregar aquel importante proyecto y entregarle mi cuerpo a mi jefe, comenzaron las obras de construcción, mi jefe se iba a ganar unos buenos reales con ese proyecto y yo siempre salía muy beneficiado… me había convertido en su puta personal, de vez en cuando le mamaba el guevo en su despacho, y en dos ocasiones nos quedamos hasta tarde haciendo horas extras, él me hacía regalitos o bonificaciones salariales y como yo andaba soltero mi culo se lo dedicaba sólo a él.
El proyecto debía construirse en Barquisimeto, así que él viajaba frecuentemente y pasaba tres o cuatro días en aquel lugar… yo me encargaba de organizar sus viajes, reservar su hotel y comprar sus pasajes, cosas de asistentes. Lo extrañaba cada vez que se iba, pero me alegraba recibir sus mensajes o llamadas cuando ya estaba de vuelta.
En fin, para uno de esos viajes, el que le tomaría más días, me indicó que debía comprar pasajes para él y para mi… de inmediato me explotó la cabeza con la cantidad de imágenes… me volví loca nada más de pensar que tendría a mi macho tanto tiempo sólo para mí. Que no tendría que compartirlo con su esposa… ¡fascinante!
Compre los pasajes y reserve dos habitaciones en el hotel de costumbre, una junto a la otra. Al llegar al lugar e instalarnos, deje mis cosas, me metí en su habitación y allí mismo, cansados del viaje pero con muchísimas ganas nos desvestimos, su sudor me tenía muy excitado, y de inmediato baje hasta su cintura, le quité los bóxer y me hundí en sus bolas, me embriague con su olor, las lamí, las bese, las acariciaba mientras engullía su guevo divino, su erección no tardó. Se sentó en el borde de la cama y yo en cuatro en el piso, de frente a él y mamando como si no hubiera un mañana, él se puso más duro al verme con un hilo muy femenino que hacía ver mis nalgas regias… un lacito coronaba el final de mi raja, era como un regalo para él. Acariciaba mi espalda y con el roce de sus manos yo la encorvaba levantando más mi cola, se inclinó hacia adelante y me dio unas nalgadas que no esperaba, luego las apretó y con su dedo lleno de saliva acarició mi agujero produciendo cosquillas que me erizaban la piel.
-que buena puta me has salido, así me gusta: obediente, atenta, sumisa y dispuesta a cualquier cosa sin preguntar.
“Sin preguntar”. Ciertamente desde el inicio entendí mi posición en esta relación. Yo tendría privilegios siempre y cuando no lo metiera en rollos. Debía ser a los ojos de todo el mundo su asistente. Y en secreto su amante, sin romance, sin delicadezas, sin palabras lindas, sin compromisos de una relación larga y estable. Sólo sexo del bueno, puro sexo como y cuando él lo quisiera… y sinceramente yo estaba gozando demasiado como para preocuparme por esos detalles, lo que más deseaba era ese sexo sin complicaciones. Su hermoso y rico guevo taladrándome las cavidades, así que dije sí en todo momento y acepte sus condiciones.
De un pequeño jalón me levantó del suelo. Él se puso de pie, me tomo por los brazos con firmeza y me lanzó sobre la cama. Caí boca abajo y me quedé así. Él se montó sobre mí, aparto el hilo de mi culo, abrió mis nalgas con sus manos y lo que sentí fue su lengua en mi agujero. ¡Qué delicia!... caliente e inundado de saliva me lamía y pasaba sus dedos con suavidad por la piel sensible de mi ano. Las cosquillas corrían por mi espalda, su lengua pasaba sin límites, daba círculos, me penetraba con ella y yo lo dejaba, relajaba mis músculos para que me entrara toda su lengua aunque sólo metía la punta… yo estaba volando de placer, él besaba mis nalgas, fue delicado y muy íntimo, sus caricias dejaron de ser agresivas, me penetro con sus dedos pero con cuidado, metió uno luego dos, tres y hasta cuatro dedos juntos, luego regreso con su lengua sedosa. Con cada lengüetazo arqueaba mi espalda y gemía luego me relajaba.
-rico mami, ¿te gusta que te chupe el culo? pero te va a gustar más cuando te lo meta todito en un rato.
-me fascina papi, me encanta que me hagas lo que quieras… no sabes cuánto deseo que me cojas bien rico. Anda… dame guevo nene, quiero que me des bien duro y que me partas el culo con ese guevote.
Esas palabras lo pusieron a millón y aún boca abajo sentí su peso sobre mis piernas, pero esta vez tampoco fue tan brusco… me sorprendió sentir que pasaba su verga bien tiesa por mis nalgas, y luego me acariciaba el hoyo con la cabeza rosada… más cosquillas, mas placer… no quería que acabara.
-Anda papi métemelo rico, mi culito lo quiere, anda cógeme rico y lléname de esa rica leche que tanto me gusta.
-Recuerda que el jefe es quién manda, así que te esperas perra, te lo voy a meter cuando a mí me dé la gana OK?
¡Volvió mi macho!! Hundí mi cara en la almohada y recordé un mal chiste contra los gay… “muerde almohadas” y pensé en silencio: “yo si muerdo almohadas y me encanta sobre todo cuando me duele el culo por un buen trozo de guevo clavándome rico”.
Él seguía divirtiéndose con mi ano, metía sus dedos luego su lengua, y no paraba de decirme cosas sucias, hasta que en medio de tanto manoseo me lo clavó, y esta vez no me dolió tanto como otras veces. Claro, el muy sinvergüenza me lubricó y me estimuló para que mi ano dilatara mejor, sin darme cuenta se gozó mi culo y me relajó tanto que ahora me estaba cogiendo bien sabroso, yo seguía boca abajo en la cama y mí hombre arriba haciendo todo el trabajo, yo sólo me ocupada de arquear mi espalda y levantar mis nalgas para él.
Su respiración se hizo cada vez más fuerte y caliente, jadeaba en mi espalda y sentí gotas de su sudor caer sobre mí, se movía más rápido me daba más duro. Apoyó todo su pecho en mi espalda y su barba raspaba mi cuello, eso producía más erizamiento, me dio algunos besos, apretó mis manos, yo estaba crucificado de espaldas, clavado en su estaca.
-ya viene tu leche perra, ya voy a acabar, uffff esto es demasiado rico, tu culo está muy bueno perra, vamos levanta esas nalgas y disfruta tu guevo… uffff aquí viene rico, ahhh siii rico… para esas nalgas puta!!! vamos te voy a dejar bien llena de leche ahhhh, siii rico, siiiii uffff.
Se me nublo el sentido, acabamos juntos, mientras me entraba leche por el culo, me salía por el guevo… mi punto G explotó en espasmos que inevitablemente me llevaron al orgasmo. Sencillamente fue lo máximo. Amaba su brutalidad, amaba su forma de tratarme como su perra en la cama, amaba su guevo.
Nos bañamos juntos, yo lo limpie de pies a cabeza, él no dijo nada, pensé en hacerlo de nuevo, enjuagaba sus bolas, bese su verga varias veces pero estábamos agotados, me quedé quieto… tendríamos tiempo para más. La verdad use poco mi habitación durante esos días. Dormimos juntos las cuatro noches seguidas y obviamente me cogió las veces que quiso. Al regresar a Caracas continúe con mis labores. Ese viaje de trabajo fue una experiencia única, mientras tanto seguiré atento al llamado de mi jefe bello para contar otra historia.
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