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Después de un buen inicio de viaje, seguimos caminando por dos días más. En ese transcurso de tiempo no volvimos a tener sesiones calientes de sexo porque ya estábamos muy cansados al llegar la noche. A todos nos dolían las piernas y todo el cuerpo en general. Lucía y yo nos dábamos unas miradas perversas de vez en cuando pero no teníamos fuerzas para llegar a más, y al parecer tampoco para Gabriela y Martín ya que tampoco los escuchábamos por las noches. A pesar de no tener más encuentros como el primer día estábamos disfrutando bastante el viaje.
En la mañana del tercer día estábamos descansando en nuestras carpas alistándonos para volver a caminar.
Lucía: Amor quiero follar toda la noche
Yo: No sabes todo lo que me estoy aguantando
Lucía: ¿Y si les convencemos para salir más tarde a caminar y tener más tiempo ahora?
Yo: Pero sería muy obvio, ellos ya nos conocen
De repente escuchamos a Martín que estaba parado afuera de la carpa.
Martín: Chicos ya vamos. Apúrense a desarmar la carpa.
Yo: ¿Ya están listos?
Martín: Hace rato, los estamos esperando
Lucía y yo nos miramos. No podíamos decirles que esperen, ya estaban listos. Ella puso una cara de disgusto, por supuesto que caminar no apagaba su sed de sexo. Ya sin más que hacer ahí, nos alistamos y partimos. Todo el día seguimos caminando solo parando para almorzar. Ya era el atardecer, estábamos buscando un buen lugar para acampar pero Lucía gritó:
Gabriela: Chicos miren, un pueblo por ahí
Lucía: A ver. Sí, tienes razón. Hay que ir, no está lejos
Martín: Buena idea, parece cómodo
Yo les seguí, Lucía volteó y me dio una sonrisa. Ambos pensábamos en lo mismo y teníamos solo un objetivo para esa noche. No pude contenerme, una erección se marcaba en mis pantalones. En el corto camino al pueblo, podía ver el trasero de mi novia además de pequeños vistazos al cuerpo de Gabriela. Lucía se dio cuenta de mi erección, se acercó a mí y caminamos el uno al costado del otro. Dejamos que Martín y Gabriela vayan adelante lo que Lucía aprovechó para agarrarme el paquete por encima de mi ropa. Yo a su vez puse una mano en su trasero.
Así estuvimos hasta llegar a lo que parecía la plaza, luego separamos nuestras manos que tanto se mantuvieron ocupadas. Vimos a unos hombres que pasaban, les preguntamos si había un hotel o algún lugar para pasar la noche. Nos apuntaron la dirección y nos fuimos ahí. Era una casona antigua, pequeña pero lucía acogedora. Entramos a la recepción donde una señora nos atendió y luego nos dirigió a nuestras habitaciones, una para cada pareja. Era pequeño pero tenía todo lo necesario, nada más que pedir para un pueblo alejado de todo. Guardamos nuestras cosas y descansamos un poco.
Todos los cuartos tenían ducha, Lucía se quería bañar así primera así que la esperé. Luego me tocó mi turno y me duché. Cuando me estaba secando entró Lucía al baño, estaba desnuda, se notaba que me había estado esperando. En ese instante nos besamos, fueron besos medio bruscos pero no perdían la pasión. Jugamos con nuestras lenguas mientras que mis manos tocaban sus nalgas, ella con su mano derecha tocaba mi pene. Los besos continuaban, no nos separábamos. Con mis dedos aprovechaba para para masturbarla, los metía y sacaba. Ella se encendió más y jalaba levemente mi miembro.
Estábamos esperando días para este momento otra vez, pero queríamos que sea espectacular y no apurarnos. Ella bajó poco a poco besando cada parte de mi hasta llegar a mi polla, lo miró un momento, luego me vio a los ojos. Esa mirada cuando te la van a chupar. Besaba la punta, me estaba aguantando para no meterle todo de frente, ella jugaba conmigo. Mientras lo besaba, con una mano sujetó el tronco. Ella también se estaba aguantando pero ya no podía resistir más y se metió mi pene en su bosa. Chupaba solo la punta y su lengua lo excitaba. Con su mano me empezó a masturbar sin dejar de chupar. Poco a poco dejaba de hacer eso para centrarse más en la mamada. Ahora se estaba tragando todo mi aparato, en ciertas chupadas se quedaba quieta con todo mi pene adentro.
Ya me estaba viniendo así que la tumbé en el piso y ahora yo empecé a lamer su coño. Con movimientos pequeños pero certeros, ella no sabía en qué posición estar echada, le estaba gustando mi trabajo. Jugaba con mi lengua, lamía las puertas de su vagina luego metía toda mi lengua. En esos juegos, ella dijo:
Lucía: Ya fóllame. No aguantaré mucho más
Yo quería que se viniera antes de penetrarla, no le hice caso. Yo seguía con lo mío, ella empezó a alzar la voz.
Lucía: Ya de una vez
...
Lucía: Sigue un poco más...
En unos momentos más ella tuvo su primer orgasmo. Misión cumplida. Salía líquido por su coño pero todavía estaba en mi trabajo, Lamía un poco de ese líquido para excitarla más. Luego me puse encima de ella, Lucía ya se había recuperado y esperaba la siguiendo tanda. Estábamos cara a cara en el suelo, me apoyaba con mis brazos. Ella, con una mano dirigió mi pene dentro de su vagina. Empecé lentamente como siempre, con movimientos sensuales.
Lucía: Siii así... Vamos vamos
Yo: Te voy a follar bien duro
Lucía: Hazlo
Esperé unos segundos para aumentar la velocidad. Mis embestidas de volvieron más fuertes. La golpeaban contra el piso, ella subía un poco por la dirección en la que la empujaba. Lucía empezaba a gemir, había estado esperando con ansias este momento. Yo seguía penetrándola, todo se volvió más agresivo de lo normal. Nunca habíamos gritado guarradas, más bien éramos más de acción. Con cada embestía gemía más y más hasta que no se podía escuchar nada más que sus gemidos, llenó todo el cuarto. Pude sentir apenas que volvió a tener un orgasmo.
En ese momento nos paramos y la cargué hasta el lavabo. Ella se sentaba encima mientras nos besábamos. Le abrí sus piernas y la empecé a penetrar. Otra vez, estaba gimiendo, queríamos estar así toda la noche. Con mis brazos la sujetaba del trasero, y sus brazos me rodeaban. En esa posición podía entrar más profundo incluso. Seguía con lo mío hasta que sentí que ya llegaba a mi límite.
Yo: Cariño ya me vengo
Lucía: Espérate un ratito más
Sorpresivamente ella se paró, no esperaba que lo hiciera. Se agachó y empezó a masturbarme otra vez para terminar el trabajo. Cuando ya no pude más, cosa que no tardó mucho, ella empezó a lamer todo el semen que podía y se lo tragó. Fue una sesión de sexo fuera de lo normal para nosotros, fue demasiado excitante. Nos echamos en la cama un momento. Cuando nos dimos cuenta nos habíamos dormido así desnudos, pero me sentía más recargado. Lucía también se había levantado. Estaban tocando la puerta. Nos vestimos rápido y ella abrió. Eran Martín y Gabriela.
Gabriela: Parece que ya descansamos todos
Lucía: Sí ni que lo digas
Gabriela: Parece que alguien se divirtió
Martín: Fuimos al lobby y nos recomendaron un bar cerca de aquí
Yo: No suena mal
Gabriela: Claro ¿Quieren ir? Todavía no es muy tarde, falta para la medianoche incluso
Lucía: Ya pero danos un tiempo para arreglarnos.
Se fueron, Lucía no parecía con muchas ganas de salir ahora pero posiblemente iba a ser la única vez que estuviésemos en este pueblo. Nos vestimos y salimos. Nuestros amigos ya estaban esperando sentados. Fuimos todos juntos al bar. Era grande para estar en un pueblo, un hombre atendía. Estaba medianamente vacío, un par de parejas y los hombre con los que nos topamos más temprano. Nos sentamos en una mesa vacía. Estábamos todos más relajados, posiblemente ellos también hayan follado como nosotros. Conversábamos acerca del viaje y como nos pareció hasta ahora. Era unánime, todos dijimos que hasta ahora era el mejor. Reíamos y nos divertíamos. El hombre que atendía nos trajo un licor especial del pueblo. No tenía mucho alcohol pero estaba rico. Sentía algo raro en esa bebida. Después de un rato todo seguía normal hasta que Lucía me dice en voz baja.
Lucía: Cariño, me siento rara, como si no tuviera pudor alguno
Yo: ¿Crees que sea por la bebida?
Lucía: Puede ser. Mejor vámonos antes de que algo malo pase. Esos hombres han estado viéndonos desde hace rato
Yo: Mejor vámonos
Nos disculpamos con Martín y Gabriela, Lucía dijo que tenía dolor de estómago y nos regresamos al hotel. Entramos al cuarto y nos sentamos. Lucía se sentía un poco asustada pero luego se tranquilizó. Decidimos echarnos a dormir de una vez. Ya en la noche me desperté y no vi a Lucía. Me pareció raro así que salí. La puerta de al lado donde estaban nuestros amigos estaba entreabierta. Empujé y pude oír gemidos. Lo peor apareció en mi mente, estaba agitado, quería saber que estaba pasando. Me encontré a mi novia follando con Martín mientras que Gabriela estaba con los dos hombres de antes. Todos mi miraron, de repente Martín dejó a Lucía y me vino a hablar. Yo quería matarlo, pensé que podía confiar en él pero me contuve.
Martín: Tranquilízate, todo estaba planeado
Yo: ¡Qué! Como te atreves a decir eso
Martín: Bueno Gabriela y yo lo planeamos. Nosotros ya conocíamos este lugar. Los trajimos acá a propósito, pero no es tan malo. En este lugar no excite el pudor, todos somos libres, puedes hacer lo que quieras
Yo (tratando de digerir todo eso): La bebida, la drogaste
Martín: Puede ser, pero está disfrutando
En ese momento lo empujé y fui directo a Lucía que esperaba en la cama en cuatro.
Yo: Lucía, nos vamos de aquí
En ese momento los dos hombres me agarraron, obviamente estaban del mismo lado que Martín.
Martín: Bueno si no quieres ser parte de esto, te haremos por la fuerza
Los dos hombres me sujetaron más fuerte mientras que Martín me hacía beber más de ese trago asqueroso. Me mantuvieron un rato sentado sin poderme librar de esos matones.
Martín no perdió más tiempo y volvió a lo que estaba con mi novia. La follaba por atrás, embestidas duras y sin pasión, solo iba de atrás para adelante sin embargo Lucía gemía como lo había hecho conmigo. Ella sí que estaba disfrutando. Mientras tanto Gabriela se acercó a mí, no podía evitar la erección. Ella era el sueño de muchos y ahora era mi turno de poder follarla. Cada vez eran menos mis intentos de resistir la tentación. Ella empezó a chupar mi polla. Iba de arriba a adelante y no quitaba su mirada de mí. Hizo unas señas a los matones y me soltaron. Luego uno se puso atrás de Gabriela y el otro se fue con Martín y Lucía. Gabriela seguía chupándola, lo hacía de maravilla, mientras que el otro la acariciaba en su ano. Yo volteé mi cabeza y pude ver que Lucía estaba arriba de Martín cabalgándolo mientras masturbaba al otro hombre. Gabriela de pronto dejó de chupar y puso sus enormes senos ahí. Los empezó a masturbar así, nunca me habían hecho eso, nunca se le había ocurrido a mi chica. Se notaba que no era la primera vez que lo hacía porque era toda una experta.
Luego nos paramos, y la cargué hasta el filo de la cama, ahí la penetré en la misma posición que estuve con Lucía más temprano, mientras que el otro hombre le ponía su polla en la cara para que lo chupe. Volví a ver al costado, ahora Lucía estaba echada encima de Martín que la penetraba en su vagina, mientras que el otro hombre estaba dándole en su ano. Lucía y Martín se besaban apasionadamente ahora sí. Me dio un poco de celos pero no tenía la fuerza para dejar de hacer lo que estaba haciendo. Decidí penetrar a Gabriela en otro lado, le iba a hacer un anal. Ella me miró con una cara traviesa cosa que yo tomé como una aprobación. La bombeé en esa posición hasta que el otro hombre se corrió en su boca. Le llenaba de semen, ella se lo tragó y el hombre se fue a un costado a descansar.
Ahora Gabriela era toda mía. La volteé y la empecé a meter de a cuatro.
Gabriela: Vamos sigue... hazme igual que a tu novia
Comencé a darle más fuerte, tenía que dejar en alto mi honor. Se lo metía una y otra vez. Ella parecía disfrutar. Pude ver un rato a Lucía ahora comiéndole a polla al hombre mientras que masturbaba a Martín. Ella también estaba disfrutando, Martín me dio una mirada para sacarme celos pero yo no le respondí. Volví a concentrarme en su chica. El hombre había vuelto y Gabriela estaba mamándosela de nuevo. El hombre después de un rato quiso cambiar de posición. Ahora él se la empujaba desde atrás mientras que Gabriela me la chupaba. Saqué mi conclusión, su especialidad es el sexo oral. Seguimos en esa posición un buen rato hasta que de repente Martín gritó.
Martín: Toma esto zorra
Todos volteamos y vimos a Martín llenando de semen a Lucía. Ella seguía masturbando al otro hombre que después de unos segundos más también se corrió en ella. Lucía estaba bañada de semen, ella tragaba lo que podía. Gabriela dejó la cama y se fue donde estaban ellos. Nos llamó para que váyasenos y la obedecimos. Ahí nos masturbó hasta secarnos, llenándola de semen también. Martín se había recuperado y se acercó de nuevo a Lucía. La levantó y la empezó a penetrar. Lucía daba sus últimos gemidos.
Martín: ¿Te gusta esto perra?
Lucía: Si... Si
Martín: ¿Te gusta que tu estúpido noviecito este viéndote?
Lucía: Me encanta que me vea ese estúpido
Martín dejó de follar, Lucía se veía desesperada.
Martín: Pídeme que quieres que te llene de semen
Lucía: Lléname de tu semen. Embarázame. Soy tuya
Así que volvió a embestirla. La penetraba hasta el fondo. Lucía estaba toda llena de semen, afuera y por dentro. En su vagina salían abundantes líquidos, nunca la había visto tan bañada. Martín se corrió dentro de mi novia.
Lucía: Dame todo cabrón
Martín: Esta perra es brava.
Llamó a los dos hombres para acercarse. Ambos empezaron a penetrar a Lucía otra vez. No les importaba que sus pollas estuvieran llenos de semen de otro, solo la follaban y así seguían. A Lucía le encantaba que le hicieran de todo esa noche. Uno de esos hombres le empujaba desde atrás, le cacheteaba sus nalgas. El otro la penetraba en su vagina. Los tres seguían sin parar. Lucía gemía más fuerte ahora. Los dos hombres la agarraban en todas partes, tocaban sus tetas sin cuidado, fuerte lo chupaban; Metían sus dedos en todos sus orificios. Ya no quedaba parte sin tocar de Lucía. Hasta que al fin los dos hombres estaban terminando. Primero uno de ellos se vino en su vagina mientras el otro hacía lo suyo en su ano. Se quedaron en esa posición mientras los líquidos escurrían de mi novia y las pollas de aquellos hombres perdían su vigor dentro de ella.
Esa escena me había prendido otra vez así que tomé a Gabriela y también le empecé a follar. Hice exactamente lo mismo que Martín, pero yo la hacía gemir más. En ese corto momento Gabriela tuvo más orgasmos que Lucía con él. La seguía penetrando como solo yo lo sabía hacer. Gabriela gritaba y sus brazos se aferraban a mí. La follaba frontalmente pero mi pene se introducía una y otra vez en su ano. En el último grito, Gabriela se vino y chorros salían de ella. Sus últimos gemidos se ahogaban. Eso no era parte de mi plan, yo estaba deseando venirme dentro de ella. Así que volví a empujarla, rápido para que Gabriela no pierda la sensación de goce hasta que ya no me contuve y exploté todo lo que tenía dentro de su vagina. Fue maravilloso follar con una de las chicas más buenas que haya visto.
Al día siguiente nos despertamos en la misma habitación. Todos estábamos desnudos, pero Martín, Gabriela y los otros hombres parecían peor que nosotros. Ellos no sentían nada, les movíamos pero no mostraban señales. Lucía y yo nos fuimos sin hacer ruido por si acaso. Nos vestimos rápido y salimos de ese pueblo lo más rápido posible. Llegamos a una carretera y tomamos un carro hasta nuestra casa. En todo el trayecto no hablamos, ninguno quería decir nada de lo sucedido ayer. Me sentía mal por haber follado con otra que no sea mi novia pero ella había hecho lo mismo. Al llegar a nuestra sala, nos sentamos y Lucía empezó a llorar:
Lucía: Todo fue mi culpa, no me resistí y te indujeron a hacer todo eso también
Yo: No es tu culpa, estábamos drogados los dos. No éramos conscientes
Lucía: Pero yo no me resistí al inicio
Yo: No estabas en razón
Lucía: bueno tienes razón. Pero dime una cosa ¿Quién folla mejor, yo o Gabriela?
Yo: Por supuesto que tú. Pero ella hace unas buenas mamadas tengo que decir
Lucía (indignada): ¿Qué te hace esa perra que yo no?
Yo: Nada que tú no puedas hacer. Ahorita te lo enseño
Lucía parecía de mejor humor, me vio con su típica cara de traviesa y nos fuimos a practicar las nuevas cosas que aprendimos. No sé si volveremos a ver a Martín y a Gabriela pero ojalá que no sea pronto.
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