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CAPITULO 5
EL COMPROMISO
Nuestra primera vez, fue sin duda inolvidable, mucho mejor que la mas excitante y mojada de mis fantasías con ella. Tener su cuerpo entre mis manos, hacerla mía, fue delicioso, excitante, fantástico. Y nos permitiría ir probando poco a poco nuevas aventuras en todo ámbito, especialmente el sexual.
El fin de semana luego de haber pasados juntos, salíamos en familia a comer alguna comida típica de la región, y conocer lugares turísticos del sector, éramos 4, o 3, no sé cómo decirlo. Al fin de cuentas era mi yo más joven y yo mismo, somos la misma persona.
Ahora sin miedos, cuando quería tomaba de la mano a Sofía, la abrazaba, le robaba besos. Mi sueño hecho realidad. Ella era la persona más feliz del mundo, yo me sentía igual.
Trataba de pasar la mayor parte del tiempo con ella, pero obviamente por su trabajo era complicado, así que yo tenía que buscar en que ocuparme en ese tiempo.
Me dediqué a parte de hacer inversiones de dinero en los bancos, y tatar de ser accionista en negocios que fructificarían con el tiempo, a encontrar un lugar fuera de la ciudad, una hacienda, para crear allí un centro de descanso, diversión y comida, similar a los que yo sabía que en mi época eran muy buscados. Gracias al dinero que yo mismo me había dejado, pude hacerlo, gracias al gran cambio adquisitivo de la moneda.
Sin darme cuenta, pronto me estaba convirtiendo sino en uno de los personajes más adinerados de la región, en alguien que podía darse sus lujos sin preocuparse mucho del futuro. Y que mejor poder dar una mejor vida a mi hermana, a mi yo más joven y sobre todo a mi madre-mujer.
Yo buscaba a mediodía a Sofía para almorzar juntos, la devolvía al trabajo y en la tarde pasaba por ella para ir a su casa, salir a comer o comer todos allí, y muchas veces la sacaba a bailar y divertirnos, muchas de esas veces, solo salíamos para estar juntos en mi casa y hacer el amor hasta el amanecer.
Había despertado su apetito sexual, como no podría imaginármelo, y en propias palabras de Sofía:
—Cuando estamos juntos, es algo que no puedo explicar, es como que nos fundiéramos el uno con el otro, como que llegáramos al principio de nuestras vidas. Es tan deliciosamente perfecto, que no quiero que tu salgas de mí, nuestros cuerpos se convierten en un solo ser de pasión, amor y deseo. Es como que nos conociéramos de siempre y para siempre.
Muchas veces estuve tentado a confesarle todo, pero no sabría cómo reaccionaría, así que tuve que dejar mis ideas a un lado, la relación afectiva con sus hijos, no podría ser más perfecta.
—¿Haz pensado en la posibilidad de vivir juntos?, me preguntó Sofía
—Fue algo que en verdad no he pensado, pero ahora que lo mencionas, me encantaría, le contesté
—¡Perfecto!, ¿y donde viviríamos, en tu casa o la mía?, me dijo
—Yo creo que, en tu casa, porque es más grande, yo puedo poner en arriendo la mía, no hay problema
Y así lo hicimos. Nos comprometimos mucho más de lo que pondría esperar, ya no éramos una pareja de adultos que salía para tener relaciones, sino que pensaba en formar un hogar, vivir juntos por siempre y para siempre. Para mí sería imposible regresar a mi época en este momento, había pasado tanto tiempo ya.
Pero se me ocurrió leer el diario que acompañaba mi máquina del tiempo…
“De seguro a estas alturas, ya habrás enamorado a tu madre, y si hiciste las cosas bien, hasta estarás enamora de ella y estarás por vivir juntos.
Ahora viene lo más importante, debes decidir si te quedarás o regresarás a tu tiempo, te explico:
1. Si decides quedarte, posiblemente vivirás una vida plena con Sofía, y sus hijos, al saber muchas cosas del futuro, sabrás esquivar muchos inconvenientes, pero sentirás que tu cuerpo se envejece mucho más rápido de lo normal, así que tendrás que aprovechar al máximo el tiempo y disfrutarlo como nunca, dejando todo listo hasta el día de tu partida.
2. Si decides regresar, las cosas que has hecho hasta hoy, se verán reflejadas en tu futuro, económica, social, en todos los aspectos, de maneras que no imaginas, para bien o para mal, de acuerdo a las variables que hayas modificado.
Así que piensa muy bien lo que vas a hacer… de aquí en adelante ya no puedo ayudarte mas…”
Terminé de leer y entré en dudas de todo lo que podría pasar, las consecuencias de mis actos, todo…. Por cierto, donde quedarían mis sobrinos y mi hijos que tuve en mi vida futura - pasada?...
Le di muchas vueltas, hasta que por fin decidí, fui donde Sofía a la salida de su trabajo en la tarde, la esperé y cuando la veía salir, mi corazón latía igual o mucho más que la primera vez…
—Hola preciosa, le dije
—Hola amor, me contestó
—Si no te lo dije hoy, te amo. Le contesté.
—Yo también te amo, ¿te pasa algo?, ¿es por lo que conversamos anoche?, me preguntó.
—No, todo está bien, tranquila, solo que…
—¿Solo qué? Me dijo
—Solo que te quiero decir, que te amo tanto, y si tu estas tan feliz como lo estoy yo de estar contigo, dímelo.
—Por supuesto que estoy feliz, me has devuelto muchas cosas que creía perdidas en la vida, a nivel familiar, personal y sexual. Las relaciones con mis hijos no podrían estar mejor, tengo un buen trabajo y un buen hombre junto a mí. ¿Qué más puedo pedir?
—Es lo único que quería escuchar, te amo, y la besé
Ella estaba un poco extrañada, pero yo le quitaría ideas de la cabeza, llevándola a mi casa.
Al llegar, a mi casa, le dije.
—Ven ayúdame a recoger las cosas y llevarlas a tu casa.
—A nuestra casa, me corrigió
—Claro, nuestra casa, y solté lo que estaba haciendo.
La abracé y empecé a acariciarla toda, por encima de ese uniforme que llevaba, el mismo cuando salimos a almorzar la primera vez.
La arrinconé contra la mesa de la sala, y mis manos bajaban hasta sus piernas y sentirlas en esas medias nylon, me excitaba más, ella me besaba y zafaba la camisa, yo de un rápido movimiento le subí la falda hasta la cintura, y comencé a bajar sus medias nylon y su interior a la vez, pronto estaría en sus pies. Ella zafó mi pantalón y pronto quedó mi miembro al aire, ella lo sujetaba con su mano y empezaba a acariciarlo. No sé cómo zafé su blusa y quedamos piel contra piel.
La senté en el filo de la mesa, y me apegué hacia ella, encaminé mi miembro a su vagina, y de las caderas, de un jalón hacia mí, la penetré. Ella me aprisionaba con sus piernas, y empezaba a gemir, yo gemía igual, y empezaba una serie de embestidas dignas de un campeón.
Esta vez, no duré mucho, y terminamos juntos pronto. Así sin desvestirnos por completo, ya habíamos tenido relaciones, pero esto estaba empezando, le dije.
La bajé de la mesa y terminé de sacarle la ropa, y ella hizo lo mismo, la llevé a mi habitación y esta vez, ella misma se recostó y empezó a acariciarme el miembro, para hacerlo revivir. El bandido de mi miembro, se hizo el difícil, pero empezó a revivir, y parece quemas vigoroso que antes.
Una vez que mi miembro recobró energías, le dije, “Quiero intentar algo”, la puse de lado, y empecé a acariciarla.
Me puse a sus espaldas, y en un rápido movimiento la puse boca abajo, Sofía me dijo:
—¿Que intentas hacer?, no me gustan estas cosas.
—Tranquila, confía en mí, le dije.
—Yo confío en ti, solo que..
La interrumpí por un rápido movimiento que hice y levanté su cola, pude ver su vagina desde atrás, ella con su cara en la sábana, no podía dar crédito a lo que le hacía.
Le abrí las piernas y empecé a masturbarla con mi mano, ver ese gran trasero a mi disposición, era algo del otro mundo, yo estaba como poseído, y solo quería hacerla mía.
Ella gemía de placer, y en el momento menos esperado, mi miembro tomó la posta de mi mano, y empezó a entrar por su vagina, a entrar y salir, a entrar y salir, una y otra vez.
Yo la agarraba de las caderas y ella más relajada, disfrutaba la nueva pose en la que la tenía, yo bombeaba como si de esto dependiera mi vida, ella gritaba como loca, que terminará que ya no aguantaba más, y así fue, con mis manos en sus caderas, le apegué lo más que pude hacia mí, mientras explotaba lo que me quedaba de la primera descarga de hace unos momentos.
Caímos rendidos los dos en la cama, y en un abrazo de cucharita, nos quedamos tratando de recobrar el aliento.
—No me gustó lo que hiciste, me dijo, obviamente nunca lo había hecho así, su vida sexual seguramente fue posiciones clásicas y nada más.
—Estás segura, yo sentí que lo disfrutaste mucho, le dije
—Si lo disfruté, pero no me gustó, me hiciste sentir como una cualquiera, porque pienso que ellas lo hacen así.
—Tú no eres una cualquiera, eres mi amor, y contigo quiero experimentar nuevas cosas, mientras la abrazaba y besaba. Quiero que conozcas tu cuerpo y disfrutes de nuestra vida sexual a total plenitud.
—No lo sé, me sentí vulgar, y por un momento pensé que violarías mi ano, me dijo.
—No lo haría sin tu consentimiento, no te preocupes, y tampoco me gustaría, esa posición a mí no me atrae mucho.
—Pues esta de hoy te encanta, me parece. Me dijo.
—Si me encanta, me encanta como lo del escritorio, como la de las otras veces, todo lo que haga contigo me encanta.
—Bueno lo del escritorio, está bien, pero lo de la cama no, repitió.
—Está bien, solo lo haré si tú me lo pides, ¿correcto?
—Correcto
Y terminamos nuestra primera y pequeña discusión abrazados y besándonos, más tarde recogeríamos las cosas e iría a su casa, bueno mi casa, bueno hacia allá.
Fui muy bien recibido por mi hermana y mi otro yo, hoy sería la primera vez que dormiría en la cama de mi madre, con ella, a pesar que no sería la primera vez que haría mi mujer a mi madre Sofía, sería la primera vez que dormiríamos juntos en su sagrada cama.
El resto de la noche paso sin novedades, y fuimos a dormir. Yo esperaba en la cama a Sofía, que ella regresara del baño. Y cuando apareció, allí estaba ella, divina.
Divina como ninguna, con un vestido de dormir rojo y de seda, tenía un pequeño partido a los costados, que le llegaba hasta las rodillas, una prenda que me volvía loco cuando se la veía puesta. Ella entró en la cama, nos dimos un beso y se acostó de espaldas hacía mí.
—Buenas noches amor, hasta mañana, me dijo.
—Pero, ¿cómo?, te apareces así delante de mí, ¿me dejas todo excitado y te duermes?
—Pero si debes estar agotado de lo que hicimos hace rato, me respondió, mientras se acostaba a mi lado y me daba la espalda, a la vez que me decía, Buenas noches, hasta mañana.
—No todavía, le dije, mientras que, sin dudarlo, me apegué a ella, la abracé y le hice sentir lo duro de mi miembro en su trasero.
—No es posible, me dijo, ¿todavía tienes ganas?
—Pero si nada más de verte me has vuelto a alocar, le susurré al oído.
—Pero yo estoy agotada y quiero dormir, me suplicó.
—Eso mismo quiero, dormir contigo, abrazados, y dentro tuyo toda la noche. Mientras yo me bajaba el pantalón, le subía el vestido y ponía mi miembro entre sus piernas.
—¡Ya vas a empezar! ¡Yo quiero dormir! Me gritó.
—Lo sé… le decía mientras le acariciaba sus caderas y me apegaba más a ella, e intentaba bajarle su interior, también le besaba el cuello y su hombro.
—¡Por Dios!, ¡eres incansable!, gemía
—Te amo, le decía, mientras seguía sobándole mi miembro entre sus piernas
No pudo resistirse mucho, y empezó a gemir de placer, sentí que en sus pechos los pezones estaban cada vez más duros, y su entrepierna se calentaba cada vez más, hasta la sentí mojada.
Ella quería virarse y yo no la dejaba. Seguíamos en esa posición, y le bajé sus interiores, los sentía muy mojados, su cuerpo hervía entre mis manos, que acariciaban esa tela sedosa y sentía su cuerpo, su hermoso cuerpo.
—Ya vas a hacerlo otra vez, me dijo
—¿A que te refieres? Le dije
—Quieres hacerlo por atrás!!, me dijo
—Solo si tú quieres que lo haga, le dije…
—Si quiero…. Me dijo
Y fue cuando abría sus piernas y atrás de ella como estaba, ubiqué la entrada de su vagina con mi miembro y empecé a sobarlo por su abertura. Provocando que ella se excitara mucho más.
Y así sin quitarle su vestido de dormir, solo levantado lo suficiente, fui entrando en ella una vez más, en la posición del perrito acostado, entraba y salía de ella, ella gemía ahogadamente, mordiendo su almohada, lo hacía para que sus hijos no se despertaran.
Era la tercera vez en el día que la hacía mía, ella se movía como una diosa, y estuvimos asía hasta que finalmente terminamos juntos, como todas las otras veces, explotamos y tocamos el cielo juntos.
Al terminar, nos quedamos en esa misma posición, juntos, abrazados, satisfechos. Y nos quedamos dormidos hasta el otro día.
Mientras nos dormíamos, soñaba en que pasaría con los integrantes de mi vida futura – pasada, que pasaría con mis hijos y mis sobrinos, eso lo averiguaría mañana, debía viajar al futuro y ver las consecuencias de lo que estaba haciendo.
Por el momento solo disfrutaría la mujer que tenía entre mis manos.
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