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Categoría: Incestos

Viaje al Pasado (Capítulo 3)

CAPITULO 3

EL BAILE

Pasaría a ver a Sofía en la noche, le dije que se pusiera más bonita, que quería lucirla y sacar pecho a todos por estar con ella.

Así que yo con ropa casual, nada llamativo mi 1,75 mi buena panza, con barba y mucha colonia, fui a verla.

Cuando salió, toda una visión divida, un pantalón jean azul ajustado al cuerpo, me permitían disfrutar de su figura, zapatos de tacón negros, una blusa de manga larga color verde esmeralda, uñas de color rojo, una fina cadena en su cuello con una cruz, su cabello hasta sus hombros, ya no era lacio, se lo había recortado y ondulado, labios rojo pasión una invitación a besarlos, sutilmente maquillada, cejas delineadas, pestañas rizadas, sobra sobre sus párpados, unos aretes colgantes qué se movían a cada uno  de sus pasos. En definitiva, estaba hermosa, al estilo casual, pero hermosa.

—Wow, que linda que estas, le dije

—Que va, si me puse lo primero que encontré, contestó, y a dónde vamos?

—Ya comiste algo? O quieres ir a bailar?

—Ya comí, vamos a dar una vuelta y luego a bailar, me dijo

—Ok preciosa, le dije mientras le abrazaba de la cintura para atraerla hacia mí, y le daba un buen beso en esos labios que volvían loco.

—Ella con sus manos en mi pecho se dejaba besar, y luego me correspondía con la misma pasión.

Tan delicioso fue el beso que terminamos excitados, yo obviamente tenía una erección que formaba una carpa en el pantalón, la cual ella había sentido con su cuerpo pegado al mío. Sofía respiraba agitada, y pude ver cómo sus pezones se marcaron en su blusa, atravesando su sujetador y la misma blusa.

Luego subimos al auto y dimos varias vueltas por la ciudad, ella feliz me iba contando cosas de los lugares tradicionales, que yo ya conocía pero era hermoso escucharlas decir por ella. Mientras escuchábamos un ser de música romántica de Juan Gabriel que sabía que le gustaba, y en esa época estaba de moda.

Mientras manejaba sostenía su mano y ella hacia lo mismo, nos íbamos acariciando las manos mutuamente.

—Tienes unas manos grandes, me dijo, hasta más agrandes que las de mi hijo, que de por sí las tiene grandes.

—Son para acariciarte mejor, le dije, para que no buscará más semejanzas mías con mi otro yo.

—Ja ja, río con gusto y picardía.

—Me gustas mucho, le dije, en verdad estas hermosa

—Tú también me gustas, bastante

Luego más de noche fuimos a una conocida discoteca, entramos y la llevaba de la mano.

Pedí un par de bebidas, mientras tocaban un ser de música de la época, y salimos a bailar. Sofía se movía muy bien, bailaba con muchas ganas, como movía sus caderas.

Alguna vez leí que como bailas te mueves en la cama, me imaginaba cómo sería estar con Sofía en la cama. Ese trasero que tantas veces ha sido causa de mis más grandes sesiones de masturbación ahora se movía para mí, mientras bailábamos.

En ocasiones nos ponían música más suave, y bailábamos abrazados, en una de esas veces, yo me ponía a su espalda y bailábamos así un momento, mi miembro de verla moverse estás casi en todo su potencial, cada minuto que pasaba me daban más ganas de hacerla mía.

Estoy seguro que en más de una ocasión ella sintió el roce de mi miembro en su cuerpo.

Las miradas coquetas no paraban, mucho más al sabor de unas cuantas copas más.

Estábamos sudados y colorados de tanto bailar. Verla así me excitaba mucho más, la blusa se pegaba a su cuerpo, y me permitía ver sus deliciosos senos, con los pezones muy en punta. Los besos no paraban entre los dos y cada ve eran más apasionados.

Ya era muy tarde y debía dejarla en casa, así que salimos, subimos al carro y ahí nos quedamos besándonos por un muy largo rato, pero esta vez la caricia fueron un tanto atrevidas, mis manos recorrían su cuerpo, desde su cuello hasta sus piernas. Sofía hacia lo mismo conmigo.

—Te quiero tanto, me decía.

—Y yo a ti, entre besos le decía, incluso creo que me estoy enamorando perdidamente de ti.

—¿Hablas en serio? Me decía

—Quiero estar contigo le dije

—Ya estás conmigo me contesto

—Quiero estar contigo a solas en un lugar privado, le respondí

—¿Y para qué? Me dijo

—Para hacerte mía y yo ser tuyo, para demostrarte lo que significas para mí, no quiero tener sexo contigo, quiero hacerte el amor

—Hace mucho pero mucho tiempo que no estoy con un hombre, y tú has despertado mis deseos, yo también quiero estar contigo. Termino diciendo

—Vamos

A pesar de las ganas que tenía de estar con Sofía, ella no era mujer de llevarla a un motel, a pesar de todo era mi madre, y muy pronto sería mi mujer. Así que decidí llevarla a un hotel, u hotel de lujo el más lujosos que conocía en esa ciudad.

Mientras íbamos en el coche, mi mano acariciaba su pierna y de vez en cuando se acercaba a su entrepierna, y luego bajaba nuevamente. Mientras su mano estaba sobre la mía, Sofía estaba excitada, se le notaba, ella sólo quería sentirme como hombre. Y yo quería sentirla como mujer.

Llegamos al hotel, y nos registramos como pareja, el hotel muy lujoso y muy caro, tenía piscina, sauna, muy elegante.

Entramos en la habitación cogidos de la mano. La llevaba con orgullo, como diciendo “está es mi mujer”. Muy pronto lo sería.

Había una sola cama matrimonial en el centro, un pequeño refrigerador con bebidas, un escritorio, una televisión que jamás prenderíamos, y un baño muy grande con puertas de vidrio.

Ni bien cerramos la puerta la abracé por detrás y le dije

—Desde hoy serás mía, y de nadie más por siempre.

—Ya los soy, me contesto.

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