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Verónica y el rottweiler de Damián

Verónica y el rottweiler de Damián

Damián hacía un año que salía con Verónica…salir era un eufemismo para ocultar que se la cogia desde el primer día. Tras su aspecto aniñado que en cierta forma desdecían sus tetas y culo, la muchacha ocultaba una gata salvaje que en la cama se manifestaba ansiosa por tener el sexo mas absoluto y él no había desaprovechado ese regalo; sumando a su imaginación poses del Kama-Sutra, la había poseído desde todos los ángulos por todos sus agujeros, algunos simultáneamente con dedos y verga, lo que la enloquecía.

Sin embargo, cuando él le propusiera hacer una experiencia de zoofilia con Thor, el robusto rottwiler que lo acompañaba desde hacia tres años, ella se negó de plano, indignada ante semejante idea…inútiles fueron sus mimos y reclamos porque lo satisficiera al punto que Verónica se disgusto tanto que por unos días prefirió dejarla tranquila.

Sin embargo, la idea de ver a esa preciosura de veintiséis años teniendo sexo con el perro, comenzó a convertirse en una especie de obsesión, pergeñando ideas de cómo lograrlo y sin quererlo; Gisela, una prima que viajaba a los Estados Unidos, le pidió la dirección del correo de su novia para mantener un contacto desde Miami, donde residiría, lo que le dio la oportunidad y pretexto, por que, dándosela equivocada a propósito, abrió una nueva cuenta a su nombre y comunicándose con Verónica pero haciéndose pasar por Gisela, le refirió de su viaje a Miami y comenzó a elaborar una historia ficticia a su alrededor.

Fingiendo que a su prima el desarraigo pero a su vez la libertad de moverse en una ciudad en que nadie la conocía, la llevaban a ser pródiga sexualmente, probando de todo aquello que se le presentaba y sacándole el mayor provecho posible, casi como una consecuencia lógica, fue introduciéndola al mundo de la zoofilia, narrándole con lujo de detalles supuestas tenidas sexuales con distintos perros, tanto utilizándolos para que la satisficieran oralmente, como haciéndolo ella con imaginarias vergas descomunales o montadas increíbles en que los animales la poseían al punto de abotonarse y acabar así dentro de ella.

Paulatinamente se dio cuenta que captaba su interés por el tipo de preguntas que le hacía y por las fotos de ese tipo que elegía en Internet y que le enviaba como propias, hasta que en una de esas confidencias, consiguió arrancar en la muchacha la revelación de que Damián siempre la tentaba al respecto pero tenia vergüenza de decir que le interesaba por no dejar ver ese lado desviado de su personalidad; tranquilizándola, le hizo comprender que de eso solo se enterarían ellos dos y que además considerara aquello como una alternativa para satisfacerse plenamente en la intimidad de su casa.

Paralelamente, él la llevaba a cenar o a bailar y después de esas salidas, terminaban indefectiblemente en su departamento donde se entregaba con fervientes ansias a sus deseos más insólitos- Aunque la presencia de Thor era insoslayable, él evitó expresamente hacer referencia alguna al sexo zoofílico pero consiguió que Vero comenzara a acariciar voluntariamente al animal que parecía encariñarse con ella y la recibía alegremente.

Esa tarde, Damián había sacado a pasear al perro, llevándolo a una plaza cercana donde estaban permitidos y dejándolo suelto, había conseguido que”fraternizara” con otros, especialmente unas perras que parecían estar en celo por los repetidos intentos de Thor por montarlas.
Conseguido ese propósito de excitar al perro, había pasado a buscar a Vero para llevarla a un exclusivo restaurante donde, entre los exquisitos platos, se encargó de mantener llena su copa, sabiendo del efecto del alcohol en su libido.

Pasada largamente la medianoche y en medio de la bulliciosa alegría de la muchacha, entraron al departamento para ser recibidos cariñosamente por Thor. Después de servirle un refrescante jugo de naranjas al cual echara unas gotitas de un afrodisíaco que le proveyera un farmacéutico amigo, echó en falta sus cigarrillos y diciéndole que volvería en minutos, simuló salir del departamento abriendo y cerrando la puerta pero en realidad se escondió en otro cuarto desde donde veía el living.

Tras terminar el refresco y luego de quitarse el suéter por la calefacción que él subiera al máximo, se sentó aburrida en el sillón, paseando su mirada absorta por el cuarto como suele suceder cuando uno esta solo en casa ajena; recorriendo la habitación con los ojos, Verónica verifico el orden que Damián mantenía con esa pulcritud de los solterones, para finalmente observar la presencia viva de Thor que a los dos o tres pasos, permanecía sentado como en espera de algo.

Acostumbrada ya a la sedosidad de ese pelo corto y renegrido, lo llamó cariñosamente y cuando el animal se plantificó delante suyo, acarició la enorme cabeza y el acezar del animal con la lengua colgando, la remitió directamente a las imágenes que le mandara Gisela, sintiendo un cosquilleo nuevo en el bajo vientre y segura de estar sola, tomándolo por el recio cuello, apretó la cabeza contra su pecho al tiempo que una mano se aventuraba inquisitiva hacia la panza del animal.

Thor se movía inquieto y ella, respondiendo con su lengua a los lambetazos del animal buscando su cara, aceleró el movimiento de la mano hasta ubicar la peluda vaina del sexo y tanteándola con todos los dedos, comprobó la solidez de lo que había dentro que, cuando incrementó el pulsar de la sobada, empezó a crecer como imaginaba; alucinada por el alcohol, la droga y la influencia de las fotos y vivencias explicitas de su amiga, se dejó caer de rodillas para bajar la cabeza y metiéndola entre las patas del perro, buscó con su lengua la rojiza punta que asomaba entre el pellejo.

Lejos de asquearla como ella creía, esa punta húmeda la excito y aumentando la presión de los dedos, consiguió que la verga saliera del interior y ya sin freno, fue pasando la lengua a lo largo de ese pene rojizo con manchas blancas que crecía al parecer sin limites; maravillada porque conseguía exactamente lo que Gisela le describiera tantas veces, no dudo y abriendo la boca, introdujo la verga entre los labios, recordando su recomendación para con los dientes y así, se concentró en una golosa chupada que la fascinaba por el nivel de crecimiento de la verga.

Temerosa por la reacción de Thor, se irguió para inducirlo a echarse de lado y ante su asombro, el animal no sólo la obedeció sino que, aparentemente contento con aquello, se acostó boca arriba con las patas encogidas, con lo que la hermosa verga quedó libremente expuesta; su aspecto la alienaba, ya que con cerca de veinte centímetros, había devenido en un huso abultado en el centro y en tanto de la punta chata surgía una especie de pezón puntiagudo, en la parte posterior crecía una bola rojiza que ella confundió con los testículos, pero lo que terminaba por darle una calificación de portentosa, era la infinita red de venas azules que la surcaban por entero y una gula que ella calificó como de vicioso apetito por aquella carnadura, la hizo tomar la verga con la mano y poniéndola erecta verticalmente, hundirla en su boca hasta sentirla provocarle una náusea pero haciendo que cerrara los labios para proceder a un lentísimo vaivén por el que le mamaba de punta a punta con avidez.

Nunca una pija le había resultado tan apetitosa y deseable y sintiendo como el perro lanzaba pequeños chorritos de lo que ella suponía era semen o algún liquido preseminal, degustando su acritud con un dejo dulzón al tragarlo, se abstrajo en la mamada al tiempo que sentía como la entrepierna se mojaba por sus fluidos y sabiendo que terminaría por acabar de esa manera, multiplicó el esfuerzo hasta conseguir que un torrente caliente llenara su boca y deglutiéndolo despaciosamente para no atragantarse, se sintió recompensada por semejante catarata de un liquido que, aunque sabroso, era poco más que una lechosidad acuosa.

Desde donde estaba, Damián vio como se relamía y limpiaba con los dedos unas chirleras del líquido que excedieran su boca y tras verificar con su mano la humedad de la tanga, sacaba otra del bolso para dirigirse al baño, donde la escuchó trajinando con las canillas.

Espero pacientemente junto a la puerta de entrada y cuando ella salió del baño, aseada y con la ropa en orden, dio un portazo para enfrentar su radiante sonrisa; dejando los atados de cigarrillos sobre la mesa, la abrazó para iniciar rápidamente una sesión de besos y toqueteos que parecieron excitarla aun más y estaban en eso, cuando Thor se abalanzó sobre ella mostrándole los dientes y pretendiendo asirla como una perra.

Asustada, se desprendió del abrazo y pretendió huir hacia el dormitorio pero el animal fue mas rápido y saltando sobre ella, la hizo caer de bruces tras lo cual se paró a su lado olisqueándola como un predador natural que era; Damián corrió hacia la muchacha y echando al animal, la hizo sentarse en el suelo pero al ayudarla a pararse, descubrió que el perro había rasgado la pollera y la tanga con sus garras.

La joven lloriqueaba y refugiándose en sus brazos, le dijo temblorosa cuanto miedo había tenido pero él la convenció de la inocencia de Thor y que seguramente había querido jugar y ella al huir lo había incitado a correrla; estremecida todavía por el hipar, se dejó conducir hacia el sillón donde él la sentó y sacando de una gaveta del modular unos alfileres de gancho, arregló de alguna manera el desgarro de la falda pero la que no tenia remedio era la tanga que, a pesar de sus protestas, él le sacó para arrojarla a un cesto de papeles que había junto a la laptop.

Respondiendo a un arranque, la encendió y dejando la tapa abierta la orientó para que ellos entraran en cuadro de la cámara; aprovechando que Vero seguía apichonada y recogida en sí misma, se sentó junto a ella y rodeándola con un brazo, la acaricio tiernamente al tiempo que besaba sus cabellos y su sien; suspirando confortada, la muchacha se recostó en su pecho y él aprovechó para buscar sus labios con dulzura.

A pesar del susto que le diera el perro, esa mamada la había excitado y a pesar de su eyaculación, que no había pasado de ser eso, seguía tan excitada como antes y dejándose llevar por el deseo, fue respondiendo a los besos de Damián quien fue recostándola en el asiento; Verónica desconocía el efecto del trago que bebiera potenciado por el alcohol y creía sinceramente que esa calentura irrefrenable que tenia solo respondía a sus más oscuras perversiones y abrazándose al cuello de su novio, se entregó al beso casi con furia mientras sentía como él le levantaba el top para liberar sus tetas del corpiño y comenzaba a amasarlas con ambas manos.

La pasión la dominaba, haciéndole agitar las piernas que abría y cerraba espasmódicamente como si el deseo se canalizara por ahí y eso fue lo que ocurrió, porque atraído por ese movimiento, Thor se había aproximado y oliendo los efluvios de la hembra encelada, acercó el hocico y tras resoplar en la entrepierna, pegó un par de lamidas; tan excitada estaba que besaba furiosamente a Damián y disfrutaba de los apretujones a sus tetas, hasta que se dio cuenta de que entonces no era él quien le daba tanto goce en el sexo y sabiendo repentinamente que era el perro, intento una huida y una protesta pero Damián la domino con su peso a la vez que le separaba una pierna para que no las pudiera juntar.

Ella se sacudía convulsa tratando de desasirse pero el perro permaneció impasible en su afán de lamer y escarbar en la concha y el placer pudo más que el decoro; sintiendo que el contacto de esa lengua inéditamente ancha y larga, con su rasposa superficie la elevaba a niveles desconocidos del placer, y ansiosa por concretar aquello de lo cual le hablara insistentemente Gisela, se abandonó a los besos del hombre mientras disfrutaba del goce inimaginable de la lengua canina.

Se le hacía imposible que un animal pudiera hacer en su concha aquello que no lograra ningún hombre con tanta eficiencia, ya que la lengua se ensanchaba o afinaba según los sitios que recorría y tanto se deleitaba con el hocico hurgando contra el clítoris como de la lengua entrando largamente a su vagina como una dúctil verga carnosa; ya no solo mantenía abiertas sus piernas con exageración sino que ondulaba el cuerpo como proyectándolo contra las fauces del perro y gemía suplicante en la boca de su novio y cuando aquel le dijo si deseaba ser montada y penetrada por Thor, ella respondió con un bramido de asentimiento.

Haciéndola darse vuelta y enrollándole la falda a la cintura para que la protegiera de la uñas del perro, la colocó arrodillada y con la grupa lo más cerca del borde, indicándole que separara las rodillas para poder descender a un nivel donde Thor alcanzara a montarla mejor.
Incitando al animal que daba vueltas nervioso por el cuarto para que se acercara, lo hizo volver a lamer la entrepierna y ayudándolo a levantarse en dos patas, le enganchó las delanteras en las ingles de Vero; ella estaba recaliente por lo que antes le hiciera con la lengua pero aun era aprensiva a ser cogida por un perro y apoyada en los codos, mirando a través de sus tetas colgantes, vio acercarse al cuerpo la roja verga que ahora era un colgajo fláccido y escuchó como Damián lo alentaba a acercársele más al tiempo que dirigía al miembro con sus dedos.

El empujaba al perro por sus ancas y con la otra mano guió la verga que ya lanzaba chorritos de un líquido transparente a embocar la entrada a la vagina y su introducción supuso para la joven una vivencia inédita, no tanto por el tamaño que no superaría los diez centímetros de largo y un grosor de dos, sino por su temperatura ardiente que fue instalando una quemante sensación en la medida en que penetraba y observo como Damián se afanaba con los flojos tejidos de la bolsa posterior para que también entraran a la concha.

Sorprendida y curiosa, notó como la verga comenzaba a crecer en su interior y supo que ese crecimiento desmesurada respondía a los empujones que su novio propinaba a Thor en una burda cogida pero que servía para que este se entusiasmara por el contacto con lo tejidos mojados de la vagina y ya por su cuenta, sin necesidad de aliciente, se aferraba a su cintura con las manos y se daba un envión repetitivo por el que ella comenzó a sentir cada vez mas al crecimiento de esa verga maravillosa que la hacia gozar tanto como la del mismo Damián no lo hiciera y, por añadidura, el crecimiento de la bola en su interior.

Desnudándose rápidamente, Damián se instaló boca arriba debajo de ella para que Vero pudiera alcanzar su pija y él controlara con los talones el movimiento del animal; tan excitada como jamas lo estuviera, ella comprendió la idea y aferrando la verga con una mano, la alzo para comenzar a lamerla y chuparla en tanto se complacía con la otra que parecía no tener límites para su crecimiento que ya comenzaba a molestarla por la sólida presencia de la bola ocupando un espacio que no debería.

Demasiado caliente para andar con juegos previos, separó los labios para meter la pija ya erecta de Damián hasta que lleno toda la boca y en tanto masturbaba al tronco con entusiasmo, comenzó una chupada tan intensa que pronto ya era un falo cabal el que mamada al tiempo que disfrutaba de dejante carnosidad ocupando la vagina y cuando el animal comenzó con ese frenético meneo habitual en los perros que le hacia levantar las patas traseras como buscando tomar mayor envión, supo que Thor acabaría dentro suyo y que, por el tamaño de la bola, quedarían abotonados hasta que su acabada se concretara, descargándola del semen.

Dando ella misma un movimiento ondulatorio al cuerpo para acrecentar la cogida, comenzó a sentir como en su interior se derramaba ese líquido cálido y picante en una cantidad que no imaginara y así, permanecieron quietos un momento en que el perro pareció desentenderse de ella y entonces, no sabiendo cual seria el tiempo de descarga de lo que la mantenía pegada al perro, fue dejándose caer de lado hasta que Thor también descansó y poniendo todo su empeño en complacer a quien le hiciera conocer semejante placer, chupó y masturbó con paciente insistencia a Damián hasta que minutos después experimento un súbito alivio físico y junto a su orgasmo, sintió correr por sus muslos la inagotable fuente de la simiente canina a la vez que su novio se complacía observando la fruición con que sorbía y tragaba su cremoso semen.
Datos del Relato
  • Categoría: Zoofilia
  • Media: 6.18
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