Un apartamento para personas de cierta “calaña” digo yo, y la suerte de tenerlo enfrente para poder contemplar, a ciertas horas a estos nuevos vecinos.

Por las mañanas antes de salir el sol en la oscuridad ella se levanta y se cambia de ropa en ese mismo cuarto, que yo puedo divisar tanto desde la ventana de mi despacho de altillo como en la cocina, y para ver mejor esta escena es mejor en la cocina; allí mi persiana no es americana si no de una tela estilo pantalla de cine oscura de la que se dice que los de afuera no ven sino los de adentro por eso de todas formas tomo mi café con leche con disimulo ocultando medio cuerpo en un rincón frente al horno microondas, mantienen la persiana abierta a medias, ella viene a esa hora y se desviste, primero en ropa interior luego se da la vuelta y se ve su trasero, es una escena breve en cuestión de menos de dos minutos que se repite a diario por las mañanas, después a las ocho de la noche cuando ya es oscuro ella vuelve para hacer lo mismo.