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Valentina II

Sonó el teléfono, no estaba esperando ninguna llamada, al menos no en ese momento. Contesté y desperté de golpe para mi sorpresa, era Valentina, como olvidar mi primer viaje con ella.



Al colgar no me lo creía, Valentina me había pedido si podía acompañarla a hacer unas gestiones en el centro, y no podía aparcar. Así que bueno, no tenía nada que hacer, y el dinero me vendría muy bien, y desde mi primer viaje con ella, no había noche que no pensara en lo acontecido, ese lacito, ese abanico y todo lo que pensar en Valentina conllevaba, me encantaba



Me vestí rápido, y a la hora marcada estaba en la casa de Valentina.



Ella salió unos cinco minutos tarde aunque merecía la pena:



Llevaba pelo suelto, aleonado, gafas de sol grandes y los labios ni muy pintados ni muy simples, como a mí me gustan, humedecidos, y la verdad apetitosos.



Camisa roja con encajes o transparencias, y como no, sujetador negro, Falda de tubo ajustada por encima de la rodilla, con su correspondiente raja no muy grande esta vez, y medias negras y con encajes al menos lo que alcanzaba a ver, aparte llevaba gafas de sol y no podía apreciarlas bien.



Tacones negros y un detalle que me encantó, que no pude apreciar el primer día, que eran sus manos muy cuidadas.



Para mi sorpresa esta vez se montó detrás, todo no iba a salir bien, y tras saludarme muy fría y educadamente pues me dijo dónde íbamos, y dispuse la marcha. Por el camino la observaba por el retrovisor y apenas me miro, y dio conversación, sentía decepción ya que lo que pasó ese día fue fruto de lo animada que vendría así que nada yo muy profesional me dedique al trabajo.



Pues bien hicimos sus mandaos, me invito a comer luego, y me dijo que le acompañara a ir de compras, y le dije que ella mandaba, así que estaba a su disposición, ella con una leve y pícara sonrisa dijo:



—Es bueno saberlo.



Llegando al centro comercial me dijo que aparcara y muy autoritaria me dijo:



—Hoy serás mi acompañante, Bájate y agárrame del brazo.



Me sentí un poco esclavo de sus palabras, pero dueño de mis deseos y eso hice.



Tienda por tienda ella iba comprando cosas que ni se probaba solo miraba la talla, y a la bolsa y a la tercera tienda y tras una hora allí, y cargando sus bolsas si empecé a sentirme esclavo de una niña mimada y consentida.



Tomamos café y me dijo si estaba cansado de tanta ropa, y le dije que si un, pero que no se preocupara.



Ella sonrió y dijo:



—No te gusta la ropa.



Y sonriendo respondí:



—Claro sobre todo verla puesta.



Ella no se esperaba esa respuesta, aunque tampoco se extrañó, estaba claro que ella sabía que a mí me gustaba ella y estaba jugando y yo siguiéndole su juego.



En la última tienda ella entro la zona de lencerías y bikinis, cogió unos pocos de conjuntos yo no quise ni mirar, conocía mi mente y pensé mejor en evitar tener tentaciones.



Yo iba para la puerta y siento su llamada:



—Muchacho ven.



Y me acerque a ella y siendo muy clara me pidió que entrara dentro, que quería probarse unos conjuntos y quería mi opinión, ya que me gustaba la ropa verla puesta.



Tragué saliva dije que vale y me deje llevar por mi profesionalidad y por mi excitación. Entre bikinis, pareos, vestidos de playa, y faldas ya con solo eso tenía una gran erección y ella creo que se dio cuenta la vi mirar en más de una ocasión y sonreír.



Llego el turno de un corpiño y una media de liga y su correspondiente liguero y ahí yo quise morirme.



Sus pechos grandes y duros sobresalían por un mini sujetador que encima transparentaba y se podía ver su pezón y su aureola, vayas pechos pensé me encantaría sacárselos y chuparla, lamerlos tenía que aguantar el tipo, aunque ella se dio cuenta de mi excitación y que lo estaba pasando mal y acto seguido puso fin a mi sufrimiento.



Se acercó me miro a los ojos y sin pensárselo agarro mi pene a través del pantalón y dijo;



—Has superado mi prueba y a partir de ahora las cosas van a cambiar, vas a complacerme sexualmente y cumplir mis más maravillosas fantasías, serás mi amante y solo harás lo que diga de acuerdo.



Sin darme tiempo a responder se puso en me beso en los labios más bien los mordió, cosa que me enloqueció e hizo que mi pene creciera en su mano más, se agacho y sin miedo a que entrara alguien, desabrocho el pantalón y sacándome con sus manos mi pene y a la altura de su cara, miro a mis ojos sonrió y empezó a chupármela de una manera bestial, salvaje sin tapujos. Se la trago hasta el fondo se llenó la boca de ella, se notaba que lo disfrutaba, yo miraba por el espejo y solo su imagen viéndola agachada ahí, chupándomela hizo que me excitara aún más.



—voy a correrme dije en voz baja y gimiendo.



Apretó mis testículos con suavidad y trago con más fuerza y sin perder el control de la situación en ningún momento me hizo explotar. Me corrí de una forma salvaje, brutal y sin dejar nada dentro ya que ella se preocupó por que todo saliera.



Esa forma de saborear esa forma de levantarse y como si nada y de forma sorprendente hablar, pero cómo? , Y dónde?, te lo has?



—Espérame en la puerta.



Continuara...


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