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Categoría: Maduras

Vacaciones inesperadas (1)

Mi nombre es Raúl. Tengo 20 años y vivo en Madrid. Me gusta hacer deporte, sobre todo baloncesto, pero no soy el típico cachas ni nada de eso. Soy alto (mido 1,90), castaño de pelo y más bien blanco de piel.



Lo que os voy a contar en este relato es la historia de cómo descubrí el sexo con mujeres maduras y lo que disfruté de él.



Toda la historia comienza en junio, cuando acabé las clases en la universidad y mis padres me dijeron que este año no podríamos ir de vacaciones porque mi madre tenía que trabajar en julio y mi padre en agosto, así que nos pasaríamos el verano en Madrid, asados de calor.



Uno de los últimos días de junio, pasó a casa nuestra vecina de rellano, Marga. La familia de Marga (ella es la madre) son los típicos vecinos con los que entablas una relación especial en una casa y acabas siendo casi familia. Le dio a mi madre unas llaves de su casa para que durante el mes de julio pasase a regarle las macetas ya que ellos se iban de vacaciones a la playa. Mi madre le comentó que nosotros este año no nos íbamos a ningún sitio y que lo sentía por mí, que tendría que estar todo el verano en Madrid. Marga le dijo a mi madre que por qué no me iba a la playa con ellos, que habían alquilado un apartamento grande y que habría sitio para mí. Cuando mi madre me lo dijo a mí se me abrió el cielo y acepté encantado. Por fin tendría vacaciones en la playa, así que empecé a prepararme la maleta.



Y llegó el día 1 de julio y me fui a la playa con la familia de Marga. Nos montamos en su monovolumen y rumbo a un pueblecito de la costa de Málaga.



Para que os vayáis haciendo una idea, el cabeza de familia es Ricardo, marido de Marga (ambos estarán cerca de los 50 años); después está la hija mayor que se llama Sole y tiene 24 años; el hijo pequeño que se llama Adrián y tiene mi edad (20 años); y por último está la abuela (la madre de Marga), que se llama Asunción y yo creo que los 70 ya no los cumple.



Llegamos a nuestro destino sobre la una de la tarde, descargamos el equipaje y mientras Marga empezaba a hacer la comida ayudada por Asunción el resto nos pusimos a deshacer las maletas y organizar un poco todo el apartamento. Sobre las dos de la tarde, aquello ya parecía una casa y la comida estaba preparada; así que comimos y al terminar, como habíamos madrugado bastante, nos repartimos por la casa para descansar o dormir un ratillo de siesta.



El apartamento era bastante amplio. Tenía, además del salón, tres habitaciones: una con cama de matrimonio para Marga y Ricardo, una con dos camas que fue para Sole y Asunción y otra con unas literas que nos adjudicaron a Adrián y a mí. Por supuesto tenía la cocina independiente y un baño grande.



Esa tarde salimos a dar una vuelta por el pueblo y no ocurrió nada más que merezca la pena detallar.



La verdadera historia que quiero contaros comenzó al día siguiente, cuando sobre las 10 de la mañana nos bajamos todos a la playa menos Marga que nos dijo que prefería quedarse limpiando un poco el apartamento y que bajaría más tarde. Así que la dejamos limpiando y nos fuimos a montar nuestro campamento playero: dos sombrillas bien grandes, dos tumbonas, dos sillas de playa, una mesa plegable y, por supuesto, la nevera de camping.



Ricardo y Sole se fueron a pasear por la playa, Asunción se sentó tranquilamente debajo de las sombrillas y Adrián se tumbó al sol para empezar a coger moreno.



A mí me habían entrado ganas de ir al baño así que le dije a Asunción que me iba a subir al apartamento, que no me gustaban los baños públicos de la playa.



Cogí las llaves y me subí. Cuando llegué al rellano del apartamento metí la llave y nada más abrir la puerta me encontré a Marga fregando el suelo de rodillas. Y esa es una imagen que no se me podrá olvidar mientras viva. Marga de rodillas, de espaldas a la puerta, dejándome entrever su culo a través de unas bragas blancas cubiertas sólo parcialmente por un vestido corto, con sus hermosas nalgas al aire y sus cuñas de cáñamo en los pies. Al girarse para ver quién entraba dejó a la vista a través del escote de su vestido unos pechos generosos y un tanto colgantes debido a su tamaño y a que ya no es ninguna niña.



"¡Ay Raúl! ¡Qué susto me has dado!"



Cuando me recuperé de esa visión que me había dejado estupefacto le contesté:



"Lo siento Marga. Es que tengo que ir urgentemente al baño."



Creo que al ver la cara que se me había quedado, Marga reparó en su atuendo y rápidamente se incorporó, estirando su vestido para taparse el culo y sonrojándose por la vergüenza que le estaba causando la situación.



Yo pasé a su lado en dirección al baño intentando mirarla lo menos posible. Entré en el baño y me senté en la taza para soltar mis "aguas mayores". Al terminar, estando ahí sentado empecé a recordar la imagen del trasero y de las tetas de Marga y la polla se me empezó a poner bastante empinada, tanto que me la agarré y comencé a pajearme con los ojos cerrados y la visualización de Marga de rodillas en el suelo con el culo en pompa y sus tetas colgando.



En estos menesteres estaba cuando de pronto se abrió la puerta del baño y apareció Marga con el cubo de la fregona en la mano. Con el shock de ver a Marga en bragas se me había olvidado cerrar la puerta del baño cuando entré y Marga no se dio cuenta de que todavía no había salido del baño.



"Perdona hijo que no me acordaba que…….



Al verme sentado en la taza, con una erección de la leche y cascándome una paja, Marga se quedó sin habla, se le cayó el cubo de la fregona al suelo y se quedó en el marco de la puerta sin poder moverse.



En ese momento yo reaccioné antes que ella y decidí aprovecharme de la situación. Me levanté de la taza y me acerqué a ella con el cipote completamente empinado (unos 22 centímetros y rechoncheta).



"¿Qué estás mirando Marga? ¿Lo grande que está mi polla? Pues está así por tu culpa, que no me puedo quitar de la cabeza ese culo que tienes."



Marga seguía sin decir palabra lo cual aproveché para llegar a su lado, coger su mano y ponerla alrededor de mi pene. De esta manera seguí haciéndome la paja con su mano sin que ella reaccionase. Estuve así unos segundos hasta que solté la polla de su mano y la llevé hacia la taza del váter haciendo que se sentase. Ella por fin acertó a articular palabra.



"¿Qué vas a hacer Raúl?"



"No te preocupes Marga que no voy a hacer nada malo. Sólo darte una alegría,



que por la cara que llevas hace mucho tiempo que no ves algo así."



Sin decirle nada más metí la mano derecha en su escote y empecé a acariciar su pecho izquierdo. ¡Madre mía qué pedazo de teta! Era grande; ni de lejos podía abarcarla con mi mano. Se me desparramaba. La amasaba mientras con mi mano izquierda me pajeaba el cipote, que tenía completamente hinchado y empezando a echar líquido en abundancia.



"Me encantan tus tetas Marga. Son verdaderamente excitantes. Si sigo magreándotelas así me voy a correr en un minuto."



En ese momento Marga pareció reaccionar intentando levantarse de la taza del váter.



"Saca la mano de ahí Raúl. ¿Qué te crees que estás haciendo?"



Empujándola para que se sentase de nuevo y poniéndole la polla en la cara le dije:



"Pues de momento meterte mano. Pero esto es solo el principio. Abre la boca que vas a empezar a hacerme una buena mamada."



Le tape la nariz con una mano y con la otra le cogí la cara; le puse la verga en la boca y empecé a empujar manchándole los labios de mi líquido pegajoso, hasta que no pudiendo respirar abrió la boca y le metí la mitad de la polla en la boca. Ella se resistía echando la cabeza para atrás así que se la cogí con las dos manos haciendo que mi polla entrase un poco más.



"Mira Marga, tómatelo con tranquilidad que puede ser muy divertido. Relájate y empieza a chuparme la polla y a mover la lengua en mi capullo."



Marga dejó de hacer fuerza y relajó un poco su cuerpo, sobre todo los músculos del cuello, de la cara y de los brazos. Parecía que accedía al juego así que empecé a sacar lentamente la polla de su boca hasta dejar mi capullo en sus labios para volver a empujarla adentro, esta vez con mucha más facilidad. Así comencé a follarme su boca, muy lentamente, dejando que mi cipote se impregnase con su saliva y ayudando a Marga a que se acostumbrase a tener una polla en la boca. Poco a poco metía la polla un poco más hasta que una de las embestidas hizo que a Marga le viniese una arcada y casi la hice vomitar.



La visión de Marga con la boca completamente abierta, incluso forzada, con mi polla dentro y con los ojos llorosos por el amago de vómito me estaba poniendo súper excitado. Además la sensación de humedad de su boca alrededor de mi polla y su lengua acariciándome el capullo cada vez que se la sacaba estaban haciendo que mi pene palpitara a punto de descargar el primer cargamento de semen.



Así que decidí parar un momento porque no quería correrme todavía. Había muchas cosas que disfrutar como para acelerarlas.



Le saqué la polla de la boca; apareció brillante, embadurnada en sus babas y tiesa como un mástil.



"Bueno Marga, ¿qué te ha parecido?"



"Pues que no se cómo me has podido hacer esto. Eres un guarro."



"Hombre Marga, que no es para ponerse así; que ha sido una mamada de nada.



Además ya te he dicho que esto es sólo el principio, que te voy a hacer disfrutar como nunca en la vida. ¿Te ha gustado esto?"



"No se."



"Pues ya verás qué pronto te aclaro las ideas"



Le cogí de las manos y la ayudé a levantarse de la taza; le di la vuelta dejándola de espaldas a mí con la camiseta un poco subida dejando ver sus nalgas y parte de sus bragas. Le levanté la camiseta hasta la cintura mostrando sus bragas ya completamente.



"Ahora vas a coger tus braguitas con una mano a cada lado y te las vas a ir bajando lentamente, inclinándote hacia delante y sin doblar las rodillas".



"No pienso hacer nada de eso" dijo Marga empezando a volverse.



"Ya lo creo que sí"



La cogí de los hombros y la volví a poner completamente de cara a la pared, con mi pecho apoyado en su espalda para que no pudiese girarse. Una vez en esta postura pase mis brazos por debajo de los suyos hasta que mis manos alcanzaron sus grandes pechos y empecé a amasarlos por encima de la camiseta. Además aproveché para refrotar mi polla en su culo por encima de las bragas. Solté su pecho derecho y llevé la mano a su entrepierna donde acaricié su coñito por encima de la braga; ella soltó un sonoro gemido y creo que fue el momento en que se abandonó completamente.



"Mmmmmmmmmm. Ammmmmmm. No me toques ahí Raúl"



"¿Que no te toque ahí? Espera que vas a saber lo que es bueno"



En ese momento hundí mi dedo anular entre los labios de su vagina por encima de las bragas notando ya una humedad creciente. Esto hizo que Marga volviese a gemir y empezase a acelerar su respiración.



"Marga, ahora me voy a separar de ti y vas a hacer lo que te he dicho. Así me enseñarás al natural el hermoso trasero que tienes, ¿de acuerdo?"



"Sí, te voy a enseñar mi culo"



Marga cogió sus bragas de ambos lados de la cintura y comenzó a bajarlas lentamente, de momento todavía erguida. Las braguitas comenzaron a enroscarse sobre sí mismas dejando al aire el comienzo de la rajita del culo y de sus amplios cachetes. Siguió hasta estirar completamente sus brazos, dejando al descubierto su precioso culo: amplio, carnoso, sonrosado. En este momento tenía las bragas enroscadas a la altura del comienzo de sus muslos. Se fue inclinando hacia delante, poco a poco, curvando su espalda, sin doblar las rodillas hasta que dejó las bragas a la altura de los tobillos. Subida en sus cuñas de cáñamo su culo se mostró en todo su esplendor, redondo y ancho, dejando ver su chocho todavía cerrado, cubierto de vello, y permitiendo intuir su ano entre esas tremendas nalgas.



Me acerqué a ella por detrás y acomodé mi polla en la raja de su culo; tenía mis huevos rozando con su coño. Le cogí por las caderas y empecé a restregar mi cipote completamente empalmado entre sus cachetes, arriba y abajo, apretando fuerte sus caderas y atrayéndola hacia mi cuerpo para que notase bien dura mi polla. El roce de mi polla en su culo estaba haciendo que mi capullo se pusiese al rojo vivo, a punto de estallar. Estaba empezando a gotear y a mojar a Marga que aguantaba callada la paja que me estaba haciendo entre sus nalgas.



Estaba disfrutando como un loco; cuando estaba a punto de correrme paraba y dejaba que bajase mi excitación para poder seguir disfrutando de ella.



Mientras me pajeaba en su culo se me fueron ocurriendo ideas, así que sin parar de restregarme le dije:



"Mira Marga, ahora vamos a hacer lo siguiente: en un momento voy a dejar de pajearme en tu culo; te sacarás las bragas y te sentarás en la taza del váter mirando a la pared, con una pierna a cada lado como si fueses a caballo, ¿vale?"



"Vale. Y ¿qué me vas a hacer?"



"Te voy a hacer disfrutar como una loca"



Me separé un poco de Marga y ella se sacó las bragas de los tobillos y se fue a sentar en la taza, como yo le había dicho. Y cuando iba a asentar su trasero le cogí las nalgas y se las separé al máximo sin que ella pudiese reaccionar.



Se quedó sentada de espaldas a mí, con la rajita del culo tirante por la tensión y con su coño y su culo totalmente a mi disposición si metía la mano por el hueco que dejaba su culo en la taza.



"¿Por qué me has hecho eso Raúl?"



"Porque así voy a poder acariciarte a placer. Ya verás"



Me puse de rodillas detrás de ella, metí la mano derecha dentro de la taza y empecé a pasar mi dedo corazón por su coño, acariciándolo despacio, separando sus labios, desde más arriba del clítoris hasta su culo. Se notaba la humedad de sus jugos aflorando entre sus labios y mojando mis dedos. Estaba casi abierta y una pequeña presión de mi dedo bastó para que entrase en su vagina. Marga soltó un gemido de gusto. Su vagina se notaba apretadita y se amoldaba a la entrada de mi dedo.



"Aaaaaah Raúl, me gusta. Me estás dando mucho placer con tus dedos".



"¿Verdad que sí Marga? ¿Hace cuanto que Ricardo no te da gusto?"



"Mucho tiempo. Hace años que casi ni me toca y cuando hacemos algo no consigue que me guste"



"Pues ahora te vas a desquitar Marga. Yo voy a darte todo el placer que no has tenido en estos años".



Mientras hablábamos seguía gimiendo y su respiración se había acelerado, siendo en algún momento entrecortada. Mi dedo seguía entrando y saliendo de su chocho, que estaba completamente mojado. Era el momento de meter el segundo.



"Vamos a aumentar la dosis Marga"



"¿Qué?"



"Que ahí va el segundo dedito"



Y sin decir más junté mi dedo índice con el corazón y ambos fueron para dentro de su vagina.



"Mmmmmmmmm, aaaaaaaaaah. Por favor Raúl ¡qué gusto!"



"Te gusta mucho ¿verdad? Zorra."



"Sí, aaaaaaaah me da mucho placer."



"Pues sigue disfrutando guarra que voy a convertirte en una auténtica adicta al sexo."



Parecía que al hablarle así se excitaba todavía más. Marga estaba empezando a mover su pelvis de delante a detrás para notar más mis dedos en su coñito.



Mientras tanto con mi mano libre seguía acariciándome la polla. Había llegado a un tamaño que ni yo mismo me lo podía creer, estaba morada de congestión, a punto de reventar. Pero no quería correrme y desperdiciar una carga de semen.



Así que dejé de tocarme la polla y metí mi mano izquierda por debajo de la camiseta, que Marga todavía llevaba puesta, hasta que alcancé su teta izquierda. Intenté abarcarla con la mano pero era imposible. Se notaba abundante, no demasiado caída, blandita, gelatinosa. Empecé a amasarla, a acariciarla, a pellizcarle el pezón.



"Joder qué tetas tienes Marga. Son más grandes de lo que parecen."



"Siiiiiiiiii, mmmmmm, aaaaaaaaaaaaaah, acaríciamela, pellízcame. ¡Como me gusta cabronazo."



Marga estaba gozando como nunca. Me encantaba verla así de excitada. Todavía no quería que tuviese un orgasmo porque quería verla desesperada como una perra, pidiéndomelo, suplicándomelo.



Así que le saqué los dedos del coño.



"No los saques Raúl, por favor, sigue, sigue, mmmmmm. No me dejes así."



"Espera Marga, que aún no quiero que te corras. Levanta los brazos que te voy a quitar la camiseta."



"Sí, quítame la camiseta y déjame en bolas".



Le saqué la camiseta por la cabeza. Se quedó sentada en la taza e intentó llevar la mano derecha a su coño.



"Ni lo intentes Marga. No quiero que te masturbes. Te voy a follar yo, y sólo yo te voy a dar placer. Además, voy a hacer que te corras cuando a mí me de la gana."



"Por favor Raúl. Estoy súper excitada; creo que nunca he estado así."



"Levántate, separa las piernas y apoya las manos en la taza."



Marga se levantó, completamente desnuda, subida en sus altas cuñas de cáñamo que le estilizaban las piernas y hacían su culo más respingón. Echó un paso atrás cada pierna y se fue inclinando lentamente hasta apoyar sus manos en la taza del váter. Lo hizo de una manera extremadamente sensual, colocando su pelvis de forma que su sexo quedase completamente visible y en una postura ideal para la penetración. Y no sólo apoyó sus manos sino que siguió bajando el cuerpo hasta que casi metió la cabeza dentro del váter.



La vista era maravillosa. El chocho de Marga completamente brillante por los jugos que había destilado; sus labios mayores completamente separados dejando ver el pliegue de su clítoris inflamado, de un rojo intenso, y la entrada de su vagina abierta por la dilatación que le había provocado metiéndole los dedos.



Me acerqué despacio con el cipote totalmente erguido. Decidí jugar un poco más con ella. Me cogí la polla y la acerqué suavemente donde su clítoris asomaba y lo rocé. Marga gritó de placer.



"Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah. Fóllame ya cabrón, no me tengas así más tiempo que no lo aguanto."



"¿Quieres que te la meta zorra? ¿Quieres notar cómo entra mi polla en tu conejito?"



"Siiiiiiiiiiiiiiiiii. Métemela toda y jódeme como a una guarra".



Nunca me habría imaginado a Marga en ese estado de excitación. Le temblaban las piernas, jadeaba descontroladamente y su coño no dejaba de generar jugos que estaban empapándole el vello del pubis.



Volví a rozar su clítoris con mi polla recorriendo hacia arriba todo su coño hasta situarla en su vagina abierta. Con un suave movimiento le introduje el capullo. Entró sin dificultad. Me paré ahí. Su chocho estaba muy caliente y muy mojado. Ahora Marga directamente gritaba de gusto y culeaba para intentar introducirse más mi verga.



"Aaaah, aaaaah, aaaaah, mmmmmm, mmmmmm, siiiiii. Dame más Raúl, dámela toda. Fóllame el chocho y dame gusto. Métemela entera. Siiii la quiero toda dentro. Reviéntame el coño, cerdo."



Me pareció que ya era hora de darle una alegría a Margarita. Así que empujé un poco más y mi polla resbaló hacia el interior de su coño: era como si la estuviese metiendo en un guante a medida. Notaba cómo las paredes de vagina se acomodaban alrededor de mi cipote. Así llegué a metérselo entero consiguiendo que mis pelotas chocasen con su clítoris. Empecé un lento mete-saca deslizando suavemente mi polla por el coño bien lubricado de Marga. A la tercera embestida Marga se corrió de una forma brutal. Noté en mi polla los espasmos de su vagina al correrse, el temblor de sus piernas era incontrolable, sus pechos se agitaban como gelatina y su culo se movía sin dirección fija.



"Si, si, si, si, si, siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah".



"Córrete cerda, disfruta como nunca en tu vida."



"Me vuelves loca Raúl. Nunca creí que pudiese gozar tanto".



"Pues espera que ahora me quiero correr yo"



Después de tener su cuerpo completamente en tensión por el orgasmo durante casi medio minuto Marga empezaba a relajar los músculos. Las piernas casi no le tenían y su respiración era entrecortada, jadeante. Yo durante su orgasmo había parado el mete-saca, así que lo reanudé, ahora un poco más rápido. Los choques de mis huevos en el pubis de Marga eran cada vez más violentos. Debido a su estado de excitación Marga empezó a gemir de nuevo y a mover su culo acompasadamente con mi follada. Tenía su ano bien mojado, brillante debido a los jugos de su coñito así que aproveché para empezar a acariciarlo con el pulgar de mi mano derecha. Esto provocó una rápida reacción en Marga, que paró su movimiento e intentó levantarse.



"El culo no me lo toques Raúl".



"Estate quieta" le dije. "Te tocaré lo que me salga de los huevos".



Para que no pudiese levantarse me abalancé sobre ella poniendo mi pecho sobre su espalda, metiéndole el cipote hasta el fondo de su coño y rodeando cada uno de sus muslos con uno de mis brazos, de forma que mis manos quedaban a la altura de su sexo.



"No seas burro Raúl que me vas a hacer daño"



"Calla y aguanta que tú ya te has corrido y ahora voy a acabar de follarte como a una perra."



Aunque tenía toda mi verga dentro de su vagina seguía empujando como un desesperado. Marga tenía que apoyarse con ambas manos en la taza del váter para aguantar mi peso y mis empujones en su chocho lo cual aproveché para, con mi mano izquierda sacarle el clítoris del capuchón de piel que lo escondía y con mi mano derecha frotarlo rápidamente y pellizcarlo.



"Mmmmmmmmmmmmm Raúl paraaaaaaaaaaaaaaaa. Hazlo más suave que lo tengo en carne vivaaaaaaaaaaaaaaaaa."



"¡Qué pasa Marga! ¿Ya no aguantas más? ¿Tan desentrenada estás?"



"Cabrón, cabrón, eres un cabrón. Qué gustoooooooooo. Es que me muero de placer. Vaya pollaza que tienes Raúl. Estoy llenaaaaaaaaaaaaaaaaaa."



La excitación de Marga volvía a estar por las nubes debido al tratamiento que le estaba dando a su pepitilla y yo no aguantaba más así que dejé de masturbarle el clítoris, agarré sus tetas con mis manos y tiré de ellas hacia arriba haciendo que Marga arquease la espalda y dejase de apoyarse en la taza. En ese momento llegó mi orgasmo acompañado de un grito sordo; descargué todo mi semen dentro de Marga que me respondió con un sonido gutural mezcla de dolor, ya que tenía la espalda completamente forzada hacia arriba y yo le estaba estrujando las tetas sin compasión, y de desesperación, ya que había dejado de tocarle el clítoris en el momento en que se encaminaba al orgasmo.



"Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaargh. Toma toda mi leche puta."



"Mmmmmmmmrrrrrrrrrrraffffffffffffffff. Me estás haciendo daño Raúl. Me vas a partir la espalda y me vas a arrancar las tetas.



 



Tras correrme dentro de Marga estuve todavía unos segundos tensionando su cuerpo y con mi polla en su coño. Tras esos segundos comencé a relajar la presión en sus pechos y a dejarla caer de nuevo para que se apoyase en la taza. Saqué mi verga de la vagina de Marga; estaba morcillota roja y empapada.



La vista volvía a ser maravillosa: el cuerpo de Marga apoyado en el váter, cubierto de sudor, con el coño completamente mojado y abierto, dejando salir la abundante carga de semen que le había echado dentro y que ahora comenzaba a resbalar por la parte interior de sus muslos regordetes. Su pelo estaba completamente alborotado y desordenado y sus tetas estaban rojas por cómo se las había estrujado.



Me senté en el borde de la bañera y Marga se dejó caer al suelo jadeante y quejosa.



"No me dejes así Raúl que estaba a punto de tener otro orgasmo".



"Vaya, así que quieres más ¿eh?"



"Sí, tócame el chocho para que me corra como antes."



"Nada de eso. Pajéate si quieres."



Y dicho y hecho. Marga se apoyó en la pared, encogió sus piernas y comenzó a frotarse el coño frenéticamente. Primero se metió un dedo en el coño, después dos, luego aumentó otro más y con el nivel de excitación que llevaba y la dilatación de su coño consiguió meterse cuatro dedos de su mano derecha a la vez que son su mano izquierda se acariciaba el clítoris. Se la veía desesperada por alcanzar su segundo orgasmo.



Sus gordas tetas se movían al ritmo que marcaban sus brazos, y las carnes de su rechoncho cuerpo se agitaban con los espasmos previos al orgasmo. Tenía los ojos cerrados y la boca abierta para poder acaparar todo el aire que necesitaba y para soltar unos gemidos (casi gritos) de placer en el momento previo de la explosión de su segunda corrida.



A mí la polla se me había bajado y me habían entrado ganas de mear. Viendo el estado casi de éxtasis de Marga se me ocurrió que podía mearme encima de ella, así que sin pensármelo dos veces me levanté me puse delante de Marga y empecé a soltar toda mi orina encima de ella. En ese mismo momento Marga estaba llegando a su orgasmo.



"Toma Marga para que te refresques"



"Aaaaaaah. Mmmmmmm. ¿Qué ahhhh haces mmmmmm cerdo?"



"Mearte entera guarrilla."



"Mmmmmmmm para guarro aaaaaaaaah."



Primero le dirigí mi chorro de meada a las tetas, después al coño y por último a la cara y al pelo. Marga estaba tan concentrada en alcanzar y disfrutar su orgasmo que prefirió aguantar que me meara encima de ella antes que apartarse, evitar mi orina pero perder su corrida.



Esta actitud hizo que mi polla se armase de nuevo y se volviese a poner dura como una piedra. Tal y como estaba empecé a meneármela delante de la cara de Marga. Ella estaba sollozando al darse cuenta de que había perdido totalmente el control. En cierta forma me excitaba verla en el suelo humillada a pesar de que había gozado como una perra. Mi paja estaba dando sus frutos y me quedaban pocos segundos para correrme así que flexioné un poco las piernas para acercar el cipote a la cara de Marga y solté mi segunda lechada. El primer chorro de semen cayó en su ojo izquierdo y en parte de su nariz; el segundo fue a parar a su pelo y los últimos chorros de semen los dirigí a sus tetas. Acabé pasándole la polla por los labios para limpiarme las últimas gotas de semen que salían de mi polla.



Me incorporé, me puse el bañador y me bajé a la playa de nuevo, dejando a Marga en el suelo del baño, llorando, encima de un charco de sudor, semen y orina.



FIN DEL CAPITULO 1



Continuará……..



Espero que os haya gustado.



Por favor, enviadme comentarios, opiniones, sugerencias o situaciones que os gustaría que incluyese a la historia


Datos del Relato
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