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"Mi intención era pasar unas vacaciones aislado de todo y de todos los que conozco. Con la necesidad de despejarme y limpiar mi mente… pero una cosa es lo que se pretende y otra cosa es… lo que ocurrió."
Había estado planificando hasta el más mínimo detalle las vacaciones de este año 2019. No había dejado nada al azar. En abril se empezó a torcer todo y a finales de junio, lo deseche todo, se me habían quitado las ganas de vacaciones. Profesionalmente era imposible que me fuera mejor. La otra cara de la moneda es que anímica y personalmente me iba todo como un inmensa mierda.
Mi brazo derecho Mabí me insistía en que tenía que coger unos días de relax, que necesitaba despejarme y desde que dije que no me iba de vacaciones, todos los días me decía ya fuera verbalmente o por escrito, VACACIONES ESPIRITUALES. Se ponía pesadísima. Hasta su mujer se lo decía. Así era ella.
Un día haciendo mis ejercicios en el gimnasio, los tuve que dejar a medias porque tenía como un tirón en un hombro. No quise forzar y decidí irme a correr. Ya empezaba a atardecer y el sol no pegaba muy fuerte (esto era la primera semana de julio) me puse mis auriculares y a correr.
No sé el tiempo que llevaba corriendo, me dio un “chungo” un dolor en el pecho que no era normal para mí, sudor frio. Pare, me senté en un banco y parecía que se me iba, pero nada de eso. Al final acudí a la residencia y después de un sinfín de pruebas, me dijeron que era estrés.
Con la misma regrese a mi casa. No sé lo que me pusieron, pero ni cine, me quede dormido como un bebe. Hasta me levante tarde. En el despacho le daba vueltas a lo sucedido y al final me empecé a programar deprisa y corriendo unas vacaciones. Como decía Mabí unas espirituales.
Ni idea de cómo me vino querer alquilar una caravana, para engancharla a mi piolín e irme por el norte de España. Me meto en internet y no veía nada que me convenciera. Al final recurro a un amigo de Madrid que tiene un concesionario de coches, para que me diga ya que se mueve en ese mundillo, como hacer o a donde acudir.
Hablo con él y quedo en ir ese sábado a comer a Madrid. A la comida aparece con su cuñado, que llevacon él un concesionario de caravanas, para venta, alquiler y estacionamiento. Veo que como me descuide me venden una y no quiero. Después de comer nos vamos a verlas. Todas la nuevas muy bonitas, insisto en que no quiero comprar, que lo que quiero es alquilar. Miramos las de alquiler y la verdad, no había color entre las caravanas y las autocaravanas.
Mientras me enseñaban de todo, que tenían mucho que enseñar, pensé que me daba igual iba a ir solo. Mejor una autocaravana. Las que tenían libres eran a partir de cinco plazas. Entre los cuñados me animaron por unas autocaravanas integrales que eran nuevas, me enseñaron una que solo tenía 185 km, de enseñarla.
Tenía todavía todos los plásticos del interior. La veía muy grande para mí solo, era de siete u ocho plazas, según se distribuyese. Al final me hicieron conducirla y estaba muy bien para conducir. Durante el trayecto que hicimos me decían que me lo dejarían en precio de amigo (que luego hay que ver que entienden por precio y por amigo) y me llamo mucho la atención, cuando me dijo que me pondría todo el menaje nuevo y gratuito.
Echamos cuentas de cómo me lo dejaban y les dije que pronto les daría una respuesta. Me fui de allí con un folleto de la autocaravana. En el viaje de vuelta a Valencia fui ojeando precios y era verdad que me habían dejado un buen precio, aunque en un principio me pareciera caro. Luego estuve viendo el folleto, todo me parecía muy bien y además llevaba un porta bicicletas para tres unidades. Me convencí yo solito y el lunes di el ok al alquiler.
Siguiente paso, buscar un camping o varios camping. Vi la zona donde quería ir. Busque camping por los alrededores. El que me gusto por las imágenes y los comentarios, tenía las fechas libres que yo quería menos los dos primeros. Por lo que planifique mi ruta haciendo un alto en otro camping esos dos días.
Sin avisar con mucha antelación dije que me iba y que nadie me buscara porque tenía la intención de tener apagado el móvil durante todo ese tiempo. Nadie se lo creía pero así fue, salvo un día que tuve que conectarlo para buscar unos datos que le hacían falta aún nuevo amigo que hice, pero tuve conectado el móvil exactamente siete minutos.
La primera para de dos días en el camping que busque a mitad de ruta, me hizo llevarme un disgusto. No se parecía en nada a lo que ponía ni se veía en su web. Mas que penoso y tenía la incertidumbre de como estaría en el que iba a estar el resto del tiempo.
De camino al camping me cogió todo el tiempo con lluvia. De todas maneras merecía la pena aunque fuera solo por el paisaje y como olía. Todo verde, un verde intenso. Gracias la navegador llegue al camping. Estaba situado en un lugar sorprendente, no lejos de la playa. Funcionaban muy bien y me instale rápido. Me toco junto a otra autocaravana, más grande que la que llevaba. Una vez instalado del todo, di una vuelta por el recinto para ver las instalaciones, estaba todo perfecto, no como en los anteriores campings.
Al regresar a mi sitio, me encontré que la otra autocaravana ya estaba abierta y con gente. Eran cuatro parejas que rebasaban los 60 años con facilidad y eran posiblemente rusos o de las nuevas republicas que se habían creado en el este. No hablaban español, salvo el buenos días, siendo ya más de las cuatro de la tarde y otros el hola.
Conmigo había llevado dos bicicletas. Por las mañanas temprano, después de desayunar, salía a hacer una ruta programada el día anterior, a lugares no conocidos y apartados de los grandes núcleos de población. Llevaba una mochila, el móvil apagado por si tenía alguna urgencia y un GPS para orientarme en la bicicleta. Agua, alguna barrita energética, lo justo para salir a montar en bicicleta.
El tercer día salí como los anteriores y al llegar al mediodía, la autocaravana de mis vecinos ya no estaba. Me fui a la piscina que tenía el camping y no a la playa, porque ese día me había excedido en la ruta y estaba bastante agotado. Una vez relajado en la piscina me fui a echarme una siesta. Algo que no hacía en mucho tiempo, no me acordaba ni cómo eran.
Empecé a oír algún ruido, que aprecia lejano y no me desvelo del todo. Hasta que oigo una voz excesivamente alta que decía, “Manolito, Manolito, que te estas ganado un azote. Salte de ahí y no me enfades” parece que se habían ido hasta que oigo de nuevo, “Manuel, que es tu hijo también, contrólalo”
Todo volvió a su tranquilidad. Cerré los ojos nuevamente, aunque no me dormí, estaba deambulando con mis pensamientos. Al no lograr dormirme otra vez, me levante, me prepare una taza de café (café que me había traído en cantidad) salí al exterior y me encontré que en la hamaca que tenía en mi zona, donde había una mesa y un libro, estaba dormido un niño como de siete años, pero que estaba fundido.
Me hizo gracia, me dio mucha ternura y después de dejar mi café sobre la mesa, entre cogí otra mecedora y una manta de viaje. Como hacia fresco, se la puse por encima al niño, que debía ser el dichoso Manolito, que tenía cara de ser muy travieso. Quienes fueran habían colocado una caravana o roulotte. Apareció una hermosa mujer de poco más de 40 años o eso aparentaba. Pantalón corto, camiseta con escote de tirantes y deportivas blancas.
Se quedo mirando como si hubiera visto un fantasma y enseguida soltó por su boca… “Ay… perdone, no sabía que estaban, ahora despierto a mi hijo, ha sido sin querer, perdone de verdad” antes de que pudiera despertar al niño se lo impedí… “Déjalo no lo despiertes, que se le ve cansado, que a mí me da igual” ella insistió por si hacía falta la hamaca para alguien más de mi familia y le dije que iba solo. Le extraño por ser una autocaravana tan grande. Algo que más tarde les explique. En lo que insistí es en que no me tratara de usted.
Para no hacer más larga esta parte hare un pequeño resumen. Eran Manolo o Manuel el marido. Si estaba enfada Manuel y si no estaba enfadada Manolo. Unos años mayor que ella no muchos. Manolo era un hombre muy abierto, de fácil palabra y enseguida se enrollaba con uno, parecía que me conocía de toda la vida. Complexión fuerte aunque con algún kilo de más, no muchos, calculo 1,75, el pelo cortado al cero y se le notaban zonas con falta de pelo.
Ella Rosario, 1,68, muy buen cuerpo. Piernas duras, bien tonificadas, al igual que su culito. Pecho desbordante y una cara dulce, muy graciosa. La melena negro azabache y lo llevaba recogido con un moño. No iba nada maquillada.
En su caravana estaban solos, pero no en el camping. Que los padres de ella y dos de sus hermanas, habían ido también pero alquilaron unas cabañas de madera que había. Una radiografía rápida. Los padres eran unos metomentodo y las dos hermanas por no discutir con ellos pasaban de decir nada. Rosario que era la mayor era la que más “conflictos” tenía y estaba claro que no la valoraban como se debía.
Conmigo todos se llevaban muy bien, en especial Manolito y yo que hicimos muchas migas. Manolo se empeñó en acompañarme por las mañanas y como no llevaba bicicleta decía que iba a ver si se alquilaban. Le ofrecí la que me sobraba y a la mañana siguiente se vino conmigo. La vuelta fue terrorífica, porque decía que sus piernas no le daban para más, con ánimo logramos llegar. Durante la ruta que hicimos no paro de hablar, principalmente de sus suegros, que por lo que me dijo le cargaban un poco.
Los primeros cuatro días hacia mi vida normal, coincidiendo con ellos casi siempre al atardecer. Porque Manolo no volvió a acompañarme. Lo que si veía por la mañanas cuando me levantaba y sin que ella se percatase, a Rosario haciendo ejercicios, el tipo de ejercicio que hacía eran para endurecer el culo y mantener el pecho. Era una “maquina” haciéndolos y cuando encendía la luz, ella acababa y se metía en su caravana, al salir no estaba.
Tuve una caída tonta por culpa de la lluvia, no fue nada importante, un pequeño raspón y decidí estar dos o tres días de descanso, para no forzar y ver cómo me recuperaba. Me iba a la playa cuando Manolo me pidió que me esperara que ellos iban también, que así tendría con quien hablar. Manolo era un hombre con buena conversación y todos los días llegando la noche y durante una parte de la noche nos sentábamos a hablar, se podía hablar de todo con él.
Íbamos El, su mujer y el hijo, cuando me doy cuenta de que están esperando el resto de la familia, pensé que menudo coñazo. Llegamos al sitio que quisieron y cuando vi a Rosario en bikini, disimule lo que pude y me fui a dar un baño. Detrás vinieron Manolo y el hijo, que el hijo me llamaba sin parar, era muy gracioso. En el agua gracias a él se me olvido todo y se me fueron los malos pensamientos.
El bikini de Rosario no sé si era dos tallas más pequeño o que era así. Fuera del color que fuera hubiera llamado la atención, pero es que encima era de color pistacho fluorescente, que se le metía entre sus nalgas como si fuera un tanga y la parte de arriba sujetaba el pecho pareciendo imposible que lo consiguiera. Las hermanas iban más discretas.
Algo me dijo Manolo sobre su mujer y el bikini, no le entendí bien y como estaba jugando con el niño, ignore lo que me decía. La mañana estuvo entre baños y charlas, evitando mirar a Rosario, hable más con sus hermanas, que estaban también muy bien, pero a mucha distancia de su hermana.
Al terminar el baño, en vez de ducharme en la ducha de la autocaravana, me iba a las duchas del camping. La familia hacia lo mismo. La diferencia ese día por lo visto, es que las hermanas se metieron en las de mujeres y el niño que iba siempre con ellas, quiso venirse con nosotros, se agarró a uno de mis dedos y no me soltaba.
En las duchas él se me quedo mirando una vez que nos desnudamos, no lo hizo fijamente, pero uno se da cuenta de cuando se fijan más de la cuenta, aunque sea en segundos. Una vez nos quedamos en las duchas solos, me pregunto cómo no dándole importancia… “¿A que le queda bien el bikini a Rosario?” y me hice el sorprendió por lo que el añadió… “Es que a mis suegros no les gusta, dicen que le queda mal y como todos son más o menos igual… es que le gustan los colores llamativos”
Tenía que haberle contestado que seguro que no eran precisamente los colores y me limite a contestarle… “Pues no lo entiendo porque le quedan muy bien y ese color le favorecía resaltando su color moreno” fui muy aséptico en la contestación y nos salimos. Cuando llegamos a nuestras respectivas caravanas, la madre de Rosario, que era muy amable conmigo, me invito a comer una paella que iba a hacer ella, quería saber el punto de vista que tenía sobre su arroz. Acepte y quería ir a comprar algún poste, algún vino… algo.
Estaba lavando mi bañador, cuando oigo a la madre que le dice a Rosario… “¿Es que no te da vergüenza llevar esos bikinis? Una mujer casada y madre. Que pareces una fulana” y con una voz de tener mucha paciencia Rosario contestaba a su madre… “Mama… ya vale, tengamos el día en paz. Si sigues así harás que nos marchemos, tu veras, pero luego ni llores ni te quejes” se acabó la discusión y un poco después oigo al padre, que era muy majete, “Rosarillo, no hagas caso a tu madre, ya sabes cómo es”
Me logré escabullir sin que Manolo se diese cuenta y compre un par de botellas de vino, como no encontré ni pasteles ni tarta, compre helado, lo que Manolito me agradeció, porque le compre chocolate, que intuía que le gustaría y así fue. Al regresar estaba todo preparado, lo único que no estaba era la paella. Acabamos de tertulia Manolo, su suegro y yo. Hasta que llego la paella. Le pondría mucho amor, mucho cariño, pero la paella dejaba mucho que desear, algunas veces menos es más. Le había puesto de todo.
Si os preguntáis si mentí, pues si, dije que estaba buenísima, de chuparse los dedos. Manolo y yo nos fuimos a donde mis hamacas, las tres hermanas y la madre se pusieron a jugar al parchís, el suegro que había comido y bebido hasta hartarse, se metió dentro de la caravana de su hija a dar una cabezada. Manolito estaba terminándose su helado sentado sobre mis piernas y se estaba quedando dormido. Le quite el poco helado que le quedaba, lo cogí en brazos, lo lleve a una Hamaca y lo tape. Una de las hermanas dijo riéndose… “Si necesitáis un niñero ya lo tenéis” me senté otra vez junto a Manolo y empezó una conversación de lo más “amena”
-Ahora dime la verdad. ¿A que la paella estaba mala de cojones?
-Digamos que distinta.
-Que buena persona que eres, jajaja…
-Cuando alguien lo hace con tanto deseo, solo queda agradecérselo.
-¿Siempre eres tan diplomático? ¿Tan bien queda?
-NO, ¿Por?
-Porque te pregunte que como le quedaba a mi mujer el bikini y te hiciste el loco, ahora te pregunto por la paella y me dices que distinta.
-¿Qué si a tu mujer le queda bien el bikini? Es obvio, si tienes ojos no hace falta hacer la pregunta.
-Jajaja… así me gusta que la gente sea verdadera.
-Soy como soy. Salvo muy raras excepciones no miento.
-Es que me gusta que se vista así, pero no solo en la playa. Pensaras que soy como mínimo raro.
-Te equivocas y mucho. No me parece nada raro y lo veo bastante natural.
-¿Ah sí?
-Pues sí, los códigos o acuerdos que tenga una pareja, son nada más que suyos y nadie se puede meter en ellos. Así que lo que hagáis tu mujer y tú, es vuestro problema.
-Te equivocas, Rosario no entra en mis “juegos” me tolera ciertas libertades, pero muy pocas.
-¿Qué juegos?
-Quien me pillara ahora con 18 años con lo que se y con la libertad que hay ahora.
-Luego me dices que soy yo quien no responde.
-Jajaja… no que me he dispersado un poco. Pues que me gusta ver como desean a mi mujer. Como tú cuando la has visto esta mañana en la playa, que estaba esperando ver tu cara y no me defraudaste…
-Es que tengo ojos, jajaja… ¿Qué dice tu mujer de tus “gustos”?
-La primera vez que lo hablamos, se enfadó y alucino. Date cuenta de que es muy tímida con la gente, le cuesta abrirse. Poco a poco fui metiéndola el “veneno” y pasamos de pegarnos unos polvos a polvazos. Hasta que le propuse hacer un trio y en ese momento me mando a la mierda y estuvo un mes enfadada.
-Es que en parte es normal, no puedes esperar que diga que sí y mucho menos que cambie en un mes.
-Que va, si llevo así más de dos años. Ahora estamos en un stand by.
-Pues si en más de dos años, estas como al principio, mal lo llevas… jajaja…
-Que va, si avanzar hemos avanzado bastante. Me deja hacerla fotos y ponerlas por ahí, me refiero en las redes, sin cara y sin nada que pueda hacer que se sepa que es ella. Luego leemos los comentarios y nos ponemos cardiacos, hasta que pegamos un señor polvazo.
-Pues si lo pasáis bien, felicidades.
-¿No te entra curiosidad por ver algunas de sus fotos? Porque otro ya hubiera insinuado algo.
-Manolo, si las quieres enseñar lo harás sin que yo te diga nada.
-Espera que voy a ver si no despierto a mi suegro y te doy una sorpresa.
Se levanto tan rápido que llamo la atención, mirándolo las tres mujeres. Su mujer le pregunto, contesto que iba a por una cosa y le aviso de no despertar a su padre. Salió de su caravana como si escondiera algo, como si llevara un tesoro y traía una Tab S4. La encendió y luego me enseño una foto, de una mujer desnuda de espaldas y con la parte de arriba pixelada. Me indico que fuera pasando las fotos, a la tercera le devolví la Tab.
-¿Qué pasa, no te gusta?
-No es eso, que me parece de críos pequeños, que me digas todo lo que me estás diciendo y luego me enseñes las fotos pixeladas.
-Es que son las que publique y están así. Es que además a Rosario le jure que no se vería su cara.
-Te das cuenta que rayas el absurdo. Me dices que es tu mujer, que la estoy viendo ahí mismo y me enseñas unas fotos sabiendo que es ella.
-Coño tienes razón, pero el pico cerrado.
Abrió otro archivo y ahora si se la veía perfectamente. Me tocaba hacer esfuerzos increíbles para que mi polla no se notara. Manolo no me quitaba ojo a mí, me di cuenta de que miraba mis expresiones. Estaba recreándome en una foto en la que ella estaba puesta de rodillas sobre la cama, con el culito en pompa y se podía ver desde atrás sus grandes tetas colgando, era una imagen muy buena, era buen fotógrafo. Estaba absorto viendo la foto y Rosario con tono penetrante dijo… “¿Manolo que es lo que veis?” y Manolo no muy convincente le respondió… “Le estoy enseñando las fotos que hice en La Breña y las Marismas de Bárbate”
Rosario no debió de quedar muy conforme y con el mismo tono, tal vez con un poco más de seriedad le respondió… “Manuel a mí no me mientas” y ese Manuel era de estar enojada, Manolo me cogió la Tab, fue rápido y le enseño una foto de una pinada con un camino de tierra. De todas formas Rosario no quedo convencida y mi mirada no debió de ser tranquilizadora, porque se turbo, quitándome la mirada.
Tenía una autentica colección de fotos y cuando acabe, me dijo que tenía más archivos, pero que esos otro día. A modo de buscarse una coartada, en un tono para que lo oyeran las mujeres me decía que ese era su gran hobby, la fotografía y añadió que un día me acompañaría para hacer fotos de esa zona. Nada más terminar de decir eso, se puso otra vez en modo confidencial y me pregunto…
-¿Qué te ha parecido? ¿Está o no está potable?
-Ya te lo he dicho antes, si vestida esta como esta, desnuda para que contar.
-¿Qué opinas?
-¿De qué? ¿De las fotos, de tu mujer, de ti…?
-De todo.
-Lo dicho que tu mujer esta para comérsela entera. Que las fotos son perfectas, aunque la modelo hace que sean así y de ti… mejor me callo no quiero que te sientas ofendido.
-Habla, habla… no te cortes.
-Que si sigues así, al final, tarde o temprano vas a conseguir una cornamenta monumental, aunque sospecho que eso es lo que quieres y si es como yo digo… pues que lo sepas disfrutar.
-¿No lo ves mal, no lo ves un poco enfermizo?
-¿Por qué? Si es lo que vosotros queréis, porque va a estar mal.
-Mas que eso de cuernos quiero hacer un trio.
-Venga ya Manolo. Si que sería lo mismo un trio, pero principalmente lo que quieres ver es como te los ponen, seamos sinceros. ¿Se lo has dicho a tu mujer ya?
-¿El que?
-Que va a ser… que quieres que te haga cornudo.
-Eso así no. Le he dicho lo de hacer un trio. Fíjate que se escandalizo cuando le hice esa propuesta, pues imagínate decirle lo otro. Me mata, se divorcia.
-¿Pero qué es lo más fuerte que habéis hecho?
-Cuando hacemos alguna escapada y no hay nadie que nos conozco, hago que se vista muy provocativa, a ser posible sin ropa interior y que se deje observar, ya me entiendes.
-¿Ya está? ¿Solo eso? ¿Y después qué?
-Pues si solo eso. Cuando terminamos de cenar o de tomar la copa nos vamos y normalmente pegamos un polvazo tremebundo. También fantaseamos mientras lo echamos. Mas bien soy yo el que fantasea, porque le voy contando como fulanito o menganito la miraba, como la deseaban…
-¿Cómo se pone ella cuando le dices esas cosas?
-Mejor que nunca. Porque pierde los papeles y se alborota y con lo tímida que es ni te lo imaginas, no parece ella. Por eso me gustaría verla con otro, porque seguro que si sabe llevarla perdería el control y seguro que sacaría de ella más que yo.
-Pues ahora que caigo, a mí no me ha provocado en ningún momento, salvo que sea muy tonto y no me diera cuenta.
-Jajaja… se lo he dicho varias veces, pero la pones nerviosa.
-Lo mismo no soy su tipo.
-Jajaja… que va, lo eres, lo eres, por eso se pone nerviosa. Sin compromiso… ¿Te atreverías a tener algo con ella?
-Jajaja… es muy difícil, tenéis un hijo aquí todo el tiempo, tus suegros, tus cuñadas. Esta muy transitado el lugar para hacer nada, salvo que tuviéramos público. Jajaja… y no se de todas maneras, primero si ella quisiera y luego a ver cómo estaba yo, no sé.
-Mucha excusa, muchas “pistola” pero lo mismo no dispara bien.
-Si me quieres provocar, no lo vas a conseguir.
-Voy a sondear a Rosario esta noche y así poder evaluar la situación.
Me fui a darme un baño a la piscina y me quede un buen rato. Al volver no había nadie, se habrían ido a dar un paseo. Me prepare una cena muy frugal, porque la comida había sido bastante copiosa. Un poco antes de las doce de la noche, recogí todo y me fui al interior de mi autocaravana. Tenía todo apagado aunque estaba despierto cuando llegaron Rosario y Manolo. Traían al niño dormido y fue Manolo quien lo llevaba en brazos y lo metió en la caravana. Tenía la ventana abierta en la parte superior, les oía murmurar, Manolo le decía cosas al oído y podía ver como ella se iba poniendo “tontona” sus gestos la delataban.
Manolo empezó a tocarla por todo el cuerpo y ahora si oí perfectamente como ella le decía… “Aquí no Manolo, no vaya a aparecer el vecino y nos pille, que tú eres muy vicioso”el caso que se metieron a toda prisa en la caravana. Se quedo todo muy tranquilo y hacia un fresquito muy agradable, más para un caluroso como yo.
Oí alguna voz y lo primero que se me vino a la cabeza, era que estaban follando como conejos y de ahí las voces. Pero que va, tenían una discusión y salieron de la caravana. A la primera que oí fue a Rosario.
-Sal de una puta vez de ahí, que no quiero que mi hijo se despierte. Sal de una vez.
-Venga Rosarillo tranquilízate que no es para tanto.
-Ni Rosarillo ni leches. Me juraste que no enseñarías las fotos viéndose mi cara y me has mentido. ¿Cómo se te ocurre? Qué vergüenza. Me quiero morir.
-No te pongas tan tremenda. Que es un tío de mundo y no se asusta. Es muy discreto.
-Pero si lo acabamos de conocer hace unos días, que me estás contando. No hablemos más, engancha la caravana y vámonos. Ya, ahora mismo.
-Rosario como vamos a hacer eso. Que dirá tu familia.
-Ya se nos ocurrirá algo, total siempre lo hago todo mal, qué más da.
-Venga que no es para tanto.
-Que no es para tanto… no lo ser para ti, pero se me caerá la cara de vergüenza si lo veo.
-Él no sabe que tú lo sabes, por lo tanto te puedes hacer la despistada.
-Si no es que él sepa o no sepa, lo que me importa es lo que se yo. Con lo buena persona que parecía.
-Es que es buena persona.
-Pues no lo será mucho cuando vio todas las fotos. Eso no dice nada bueno de él.
-No las vio todas, solo un archivo.
-¿Qué archivo?
-El que hicimos el fin de semana de Cazorla.
-Júrame que no le has enseñado el que hicimos en Madrid con los “juguetitos”
-Te lo juro.
-Para que te digo que lo jures si ya me has mentido.
-De verdad créeme.
-Vale. Ahora si te digo, ves pensando como lo haces, pero mañana o pasado nos vamos, tu veras.
Parece que la fiera se amanso y lo que me quedo claro, que era verdad que era tímida, hasta donde yo había visto. Pero mala leche tenía para dar y regalar. Porque no lo he puesto aquí todo, pero le dijo de todo. Lo puso como un trapo y el agacho las orejas. Sus tonos de voz lo decían todo.
Esa mañana ella no salió a hacer sus ejercicios. Estaba desayunando y Manolo vino hacia mí y llevaba una cámara grande y una bolsa de objetivos, decía que se venía conmigo. Le comente que los había oído por la noche y me dijo que habían empezado a echar un polvo, en la calentura le conto que había visto las fotos, se cabreo pero que luego se calmaron las cosas y si echaron un polvazo según sus palabras.
Eso no quitaba que ella se quisiera ir. Trate de consolarle diciéndole que lo mismo se le pasaba y me decía que su mujer era de armas tomar cuando se enfadaba. Manolo se fue calmando y relajando hasta que empezó a estar normal, como era todos los días y de pronto me dijo que podía decirle yo algo a su mujer para que se tranquilizara. No me quedo más que decirle que no veía que eso fuera una solución, pero tan pesado se puso que acepte pensarlo.
Finalizamos la marcha y regresábamos con mucha hambre. Estaba toda su familia reunida esperando, que se nos hizo un poco tarde. Hice un saludo y despedida, porque me iba a comer fuera, cuando todos menos Rosario me invitaban a quedarme, ella y yo nos miramos y dije que no, que mejor los dejaba solos. Me fui a cambiar y estando en la caravana oigo unos golpecitos en la puerta que estaba abierta, era Rosario.
-Oye que te quedes a comer.
-Déjalo no quiero que te sientas incomoda por lo de las fotos.
-(Se puso roja) Hombre es que no me dirás que no es un palo por parte de Manuel, que eso no se hace, nada más se le ocurre a él. Que hay a veces que parece que no está bien de la cabeza.
-Tampoco es eso. Que este orgulloso de tener a una mujer tan buena, no es malo y se te ve muy bien, de las fotos que vi, en ninguna estas mal.
-Hazme el favor de comer con nosotros que si no quedare muy mal ante todos.
-Me quedo si tu renuncias a marcharte.
-(Se quedo en silencio y pensativa) Es algo que no te puedo prometer. Aunque lo meditare y ya veré.
-Bueno, me conformo, pero tomes la decisión que tomes, vendrás y me la dirás.
-Vale.
En ese momento supe que podía pasar algo con esa mujer. Estaba bastante convencido, aunque era de lo más complicado teniendo a toda la familia revoleando todo el día. En la comida quedamos más o menos de frente ella y yo. Mis miradas eran descaradas porque querían que lo fueran.
Cuando terminaos de comer se empeñaron en ir a por unos helados y a tomar café. Me disculpe y los deje solos. Me metí en mi caravana. Me encontraba recogiendo ropa cuando veo acercarse a Rosario. No lo he dicho, pero ese día estaba con unos pantalones cortos, parecidos a una maya y una camiseta de tirantes holgada.
Antes de llegar veo que se para, esta como dudando algo, viene pensativa. Ella no me puede ver a mi porque las ventanas están polarizadas. Veo pero no me ven. Mira el móvil, luego mira para todos los lados. Vuelve a andar y va hacia su caravana, duda y entra, al poco sale. Parece que se vuelve a ir pero se para. No se mueve. Gira la cabeza, mira hacia mi caravana. Gira de golpe y viene hacia mi caravana, veo que se queda ante la puerta pero no hace nada, ni trata de abrir la puerta ni llama.
Tarda unos segundos pero al final llama, me hace gracia porque ha sido llamar y ponérsele cara de susto. Espero un momento muy corto y abro. Pongo cara de sorprendido y ella no hace amago de entrar, va a decir algo y antes de que lo diga, me echo un poco para atrás, extiendo mi brazo y la invito a entrar.
Esta muy nerviosa y lo siento en su mano. Sube y cierro. Lo primero que me dice es que no hace falta que cierre, que ha venido a decirme solo una cosa y se va. La invito a sentarse y me dice que no, que se va. Entonces me dice que ha decidido quedarse unos días más, pero que no asegura que se quedaran hasta el final.
Al preguntarla que como ha hecho para estar allí. Me dice que ha mentido a medias, que ha dicho que venía a limpiarse los dientes y a dar un paseo para bajar la comida. Me echo a reír, porque no comió casi nada. Aprovecho para decirle que entonces se puede quedar un poco más, que si no sospecharan de un paseo tan corto. Acepta quedarse pero no se sienta.
Estoy hablando con ella y sin venir a cuento, se agacha que casi se queda tumbada, no entiendo y empieza a decir… “Mierda, mierda, mierda…” lo dice asustada. Cuando me fijo que es que su familia, al contrario que hacen siempre, han regresado de forma inesperada. Suelen quedarse como una hora tomando el café y el helado.
La parte de arriba de la ventana de mi caravana está abierta pero no pueden ver nada de la caravana, porque es más bien para ventilar. Lo que si hace es que se puede oír todo. La ayudo a levantarse mientras le digo que desde fuera no pueden verla. Se reincorpora y se queda mirando, en un principio le hace gracia, pero luego me pregunta que como saldrá de ahí y le reste importancia diciéndole que ya se nos ocurriría algo.
Se apoyo sobre el respaldo del asiento, que era un asiento corrido debajo de la ventana. Eso hizo que su culo quedara más expuesto, más empinado. Se coloco así para oír mejor lo que hablaban, que era de ella. No era nada de importancia lo que se oía, hasta que el marido llevo a su hijo a echar la siesta. Entonces la madre se desato, diciendo lo rara que era y que estaba, no voy a narrar toda la conversación, pero no es que la dejaran muy mal, pero tampoco la dejaban bien.
Su cara era de cabreo, me puse detrás de ella, solo teníamos un leve contacto. Agarre su cintura, ella no dijo nada, luego con una de mis manos acaricie su cabeza, le dije palabras de ánimo y lo siguiente que hice fue soltarle el pelo, cayendo parte de su melena para su cara. Ahora si me pegue más a ella, el contacto con su culito era total.
Empecé un leve movimiento y mi polla fue creciendo a toda prisa. Me coloque de tal manera que mi polla quedara entre sus nalgas, justo entre ellas. Mi movimiento seguía siendo el mismo, hasta que note como ella pegaba su culo, esa fue la señal esperada.
Pase mis manos por debajo de su camiseta y llegue a sus dos voluminosas tetas. Me deshice del sujetador en segundos. Los pezones estaban duros, muy duros. La respiración iba en aumento. Solo se oía nuestra respiración y el murmullo de su familia. Rosario no quitaba la cara de la ventana, el reflejo de su cara no se veía bien. Fui bajando su pantalón y sus braguitas, no resultaba nada difícil, todo lo contrario. Aquí ella no colaboraba mucho, pero tampoco me ponía ninguna traba.
No se lo quite del todo, le quedo por las rodillas más o menos. Metí mi mano por detrás y me gusto lo que encontré, rezumaba toda su calentura. Un gemido alto pero contenido me animo a seguir haciendo lo que hacía. No tenía ninguna prisa, no quería que fuera un simple polvo, quería que los disfrutase de principio a fin. Tocaba su clítoris y se agitaba, al principio sutilmente y luego se iba cortando menos.
Quería ver esa mujer que su marido decía que era cuando estaba excitada. Poco a poco todo iba mejor. Me agache y metí mi boca entre sus nalgas, lo primero que me di cuenta es que estaba recién aseada, ósea que venía preparada. Empecé a comerme su coñito y mi lengua lamia todo sus labios, mientras que con mis dedos tocaba su clítoris y la follaba también con ellos. Asi estuve hasta que comprendí que no decía nada, pero estaba a punto de correrse, por lo que pare.
Tuvo una exclamación de protesta ininteligible y la vi apoyada con los brazos en tensión. Quise que se diera la vuelta pero no quiso. Por lo que se ve no quería mirarme a la cara. El espacio era estrecho, sobre todo para la postura en la que estábamos, estire una mano, abrí un cajón y cogí un preservativo. Me lo puse con la misma velocidad que con la que la quite el sujetador.
Agarre mi polla que está bien dura. La coloque entre sus piernas y vi que ella estaba esperando que se la metiera, no lo hice, lo que hice fue pasarla desde atrás hasta delante por todo su coñito y cuando llegaba hasta su clítoris, le pegaba el capullo al clítoris.
Cuando volvía hacia atrás, ella se movía para provocarme y que se la metiera, asi estaba sin ninguna prisa. Estábamos los dos más calientes que un mono y era una “lucha” entre los dos. Hasta que vimos salir a su marido de la caravana. En ese momento empecé a follármela, muy suavemente, sin prisas.
No se la metía toda, metía casi la mitad y la sacaba casi toda. Ella echaba su culo para atrás. Al tener el pantalón y las braguitas sin quitar del todo, movió su culo, sus piernas, hasta que cayeron del todo y medio peleando con sus pies logro quitárselo todo. Ahora si su culo se veía imponente y mucho mejor. El marido se acercó a donde estaba el resto de su familia y hablaban precisamente de ella, que donde estaría…
En ese momento que no la tenía metida toda, agarre fuerte sus caderas y de un golpe de caderas se la termine de meter toda. A ella se le escapo un quejido profundo de placer. Se asusto un poco y suavemente le dije… “Tranquila no se han enterado” fue las primeras palabras que le dije. Ella con voz de excitación susurro… “Esto es algo anormal… pero sigue” para que se relajara y no pensara en lo que no tenía que pensar le replique… “Es más normal de lo que parece, además tu marido lo ha provocado, él lo quería” y ella medio riendo y con la voz más excitada aun me expreso… “Serás tonto… lo decía porque no es normal lo que me has metido y joder lo caliente que esta… madre mía… que pasada…”
Me aguante la risa y lo que hice fue pasar de una penetración suave y profunda, a una penetración profunda pero más intensa. Al ver que ella respondía a ese ritmo, fui aumentando poco a poco la fuerza de la penetración. Lo que me habia dicho su marido eras verdad, según se iba poniendo cachonda, gemía con más profundidad, aunque se contenía por si la oían y meneaba su culo con más potencia y pasión.
Me ponía muy cachondo ver ese culo de esa manera, no me pude contener y coloque mi pulgar, que antes me lo habia metido en la boca para mojarlo bien, en la entrada de su culito. Al notarlo ella, lo único que salió de su boca, fue un gran suspiro. Mi dedo fue entrando y como ya dije en más de una ocasión, mis manos son grandes, por lo que mis dedos también. Entro perfectamente, ese culo estaba bien follado, lo que para mí es una tentación.
Los dos subimos el ritmo, cada vez más fuerte y nos aguantábamos el decir nada. Tampoco hacía falta, nuestros cuerpos lo decían todo. Follaba muy bien. Rosario cambio sus manos de posición, se agarró en una barra tubular horizontal, que cruzaba la ventana. Se tenso, se echó hacia atrás con fuerza y la folle con todo el ímpetu del que fui capaz. Se corrió de una forma increíble y no paro, siguio meneando su culo.
Hasta que se relajó un poco y yo baje la intensidad, pero no le saque la polla. En ese momento oímos a la madre de Rosario que le decía a Manolo, que llamara a su hija, por si le habia pasado algo. Rosario se movió a toda velocidad, lo que provocó que mi polla se saliera y fue como desesperada hacia su móvil, logrando ponerle la vibración, porque a los segundos el móvil empezó a vibrar.
Ella se fue hacia la parte más alejada y allí contesto. Con toda la tranquilidad del mundo, le dijo a su marido que no tardaba y sin más cortó la comunicación. Me miro y por fin nuestros miradas se cruzaron. Creía que todo se habia acabado y ella se vino hacia mí, que su ropa estaba también ahí y se agacho, pero no para recoger su ropa, me quito el preservativo e inicio una mamada, diciéndome que no habia mucho tiempo.
Agarro mi polla y con una sonrisa de vicio me dijo… “Vamos a ver si soy capaz de darle un buen trato” lamia todo el tronco de mi polla, aunque habia dicho que no teníamos mucho tiempo, se lo tomaba con calma. Me miraba a los ojos y lamia con lentitud. Se hacía de rogar, me estaba dando de mi propia medicina. Luego se metió los testículos en su boca, menudo arte que tenía, no todas saben hacerlo asi de bien.
Empezó a comerme el capullo, le costaba meterlo en su boca, pero se fue adaptando muy bien y poco a poco se la iba metiendo en la boca. La comía con ganas, se veía que le gustaba y lo más importante, menudo placer me estaba dando. Agarre su cabeza y empecé a follarme su boca, suavemente y ella se dejaba hacer. Alguna que otra arcada pero todo muy controlado.
Me tenía ya a punto de caramelo y la primera vez con una mujer, siempre aviso, por si no le gusta que se corran en su boca y eso hice, con la voz entrecortada y aguantándome el correrme la avise de que estaba a punto de correrme. Ni parpadeo se la metió hasta donde pudo y me empecé a correr. A mitad de corrida se atraganto y tosió, por lo que parte de mi corrida cato en su cara, su pelo y su camiseta.
Me miro muy seria diciéndome… “Quillo, joder eso se avisa. ¿Cuánto llevabas sin correrte o es normal en ti córrete asi? Casi me ahogas so jodio” sonrió y le conteste… “Siempre es asi, lo siento” y ella muy rápido me soltó… “Que va, no lo sientas, si es divino, me pone full, lo que pasa que si lo hubiera sabido…” y lo dejo ahí.
Ayude a que se limpiara, aunque se notaba sobre todo en la camiseta que habia pasado algo y mientras se vestía me decía… “Ahora tienes que pensar cómo salir de aquí sin que me vean” se me ocurrió rápido. Yo saldría antes que ella, los distraería un poco y ella saldría por la puerta del conductor, que nadie la vería y saldría por detrás de unos setos altos, al camino. Era cuestión de cruzar los dedos.
Salí como si hubiera estado durmiendo la siesta. Salude a todos y me puse a hablar con ellos, de tal manera atraía su atención. No sabía si habia salido ya, porque no la oí. Las dudas se resolvieron al rato, cuando oí a una de sus hermanas decir que ya venía ella por el camino, se lo habia tomado con tranquilidad. Miramos todos y la vimos que llegaba como enfadada. Al llegar a donde nosotros no hizo falta preguntarle, porque venía maldiciendo porque según ella, un pajarraco le habia cagado encima y era como si tuviera diarrea, nos dejó y se fue a cambiar la camiseta, todos se quedaron allí riéndose a costa suya.
Habia sido una actuación de OSCAR, si no llego a saber lo que habia sucedido, hasta yo me lo habría creído. La tarde trascurrió de forma muy normal. Al día siguiente por la mañana yo me fui temprano y Rosario no habia salido a hacer sus ejercicios. Ese día comí en el camino. A mi regreso y después de una confortable ducha, me encontré a Rosario que estaba sola y quería aprovechar para hablar conmigo.
-Tranqui, que no te voy a decir, que fue el vino de la comida, que me embaucaste ni leches de esas. Que lo hice y no me arrepiento. Lo único que no quiero que se lo cuentes a Manuel.
-¿Es que no se lo vas a decir?
-Si, claro que se lo voy a decir, pero es que no sé cómo decírselo, me da un poco de angustia.
-No sé porque, si él lo quería.
-Quería verlo, no lo que paso.
-Espera, vamos a ver. Tu marido es super morboso, ¿Si o no?
-Muy morboso, casi enfermizo.
-Vamos a hacerlo de otra manera. Que le va a gustar mucho más.
-¿Cómo?
-Tu fíate de mí y déjame que me encargue yo, pero eso sí, tienes que ayudarme. ¿Estás de acuerdo?
-Pues no se si fiarme mucho de ti, pero podemos intentarlo. ¿Qué se te ha ocurrido?
-Lo primero es deshacernos de tu familia, sobre todo de tus hermanas y a ser posible que se lleven a tu hijo.
-En eso no hay problema, porque se lo quieren llevar a las fiestas que hay en el pueblo, que han puesto un carrusel y más cosas para niños. Lo de mis padres es otra cosa, porque no creo que les vaya la feria.
-También vale. Lo que no puede ser que tu marido se vaya, en eso te las tienes que apañar como puedas, el resto ya te lo contare.
-Lo de mi marido es fácil.
Dejamos la conversación en ese punto y actuamos con normalidad. No sé cómo lo hizo, pero al día siguiente las hermanas se iban a comer al pueblo con el sobrino y volverían tarde. En cuanto pille a solas a rosario le dije que hiciera igual que la otra vez, que dijera que se iba a pasear pero que se metiera en mi caravana y que luego iría yo. Asi paso “coincidí” con ellos en el comedor, nos sentamos y comimos, en los postres, Rosario dijo que pasaba de dulces y que se iba a bajar la comida. Me quede con sus padres y con el marido.
Les dije que me iba a dar una cabezada, que estaba un poco cansado y me decían que me pasaba con hacer tanto deporte. Los tres se vinieron hacia las caravanas. Todo estaba saliendo perfecto. Les dije que luego nos veíamos y entre en mi caravana, esta vez las ventanas estaban cerradas, para estar más tranquilos. Le pedí su móvil y por medio del bluetooth lo sincronice con unos altavoces. Ella me miraba extrañada. Ajuste el volumen y deje preparada la llamada a su marido, solo habia que dar en el teléfono verde.
Ella me miro sonriente y me dijo que era un “pervertido” luego nos fundimos en un muerdo del diez. Esta vez estaba muchiiiiisimo más receptiva y menos parada. Nos desnudamos el uno al otro como si no hubiera un mañana. Estaba muy cachonda y eso que no sabía lo que tenía pensado. Después de estar metiéndonos mano totalmente desnudos. Para hacer “tiempo” la senté y me agache, empecé a comerme y lamer sus piernas, subía y cuando ella creía que mi lengua ya iba directa a su coñito, bajaba y mordisqueaba sus mulos, la cara interior.
Rosario no decía nada de lo que quería y no me había falta, porque era más que evidente lo que deseaba. Hasta que llegó un momento que estaba tan caliente que me dijo casi con suplica… “Joder, no te pares, sube de una puta vez, lo necesito ya…” y yo como si no la oyese. “¡¡Venga!! ¡¡YA!! ¡¡YAAAAA!! No seas tan cabrón, que estoy a cien, JODER”, verla y sentirla asi, me ponía no a cien, me ponía a 10000 por hora.
Logre que gimiera y no se contuviera como la primera vez, se le ponía hasta la voz ronca, como tomada. Para sorpresa de ella, pare y me levante, vi a sus padres y a su marido que venían hacia las caravanas, tardarían no más de cinco minutos. Me agache y esta vez sí fui a comerme el coñito, pero no como ella quería, que levantaba su culo para que su coñito fuera ocupado por mi boca.
Lamia los labios, metía mis dedos en su coñito, pero mi lengua no llegaba a su clítoris. Ronroneaba cada vez que mi lengua estaba a punto de tocar su clítoris y se cabreaba, bufaba cuando alejaba mi lengua. Balbuceaba “insultos” hacia mí, “amenazas” más que veladas, diciéndome que se iría, aunque los dos sabíamos que no lo haría.
Por fin le di unos buenos lametazos en su clítoris, lo succione, lo aprete con mis labios y con la punta de mi lengua lo “castigue” ahora si gemía en alto y aunque creía que tenía controlado su orgasmo, se corrió sin esperármelo y bien que se corría, me pedía que no me parase que le iba a venir otro y ese fue su error, porque me pare de inmediato. Me agarro de la cabeza para llevármela a su coñito de nuevo y no lo consiguió.
La levante con fuerza, porque se hacia la enfadada, la coloque como la otra vez, mirando hacia la ventana, donde podíamos ver a su marido sentado en una tumbona, mirando de cara a nosotros, sin saber lo que ocurría. Sus suegros hablaban con él y no nos enterábamos. Por lo que abrí lo justo para oírlos y sin que se diesen cuenta, ella quería que cerrara, pero no la hice caso.
Tenía mi polla entre sus piernas y ella metía una de sus manos entre sus piernas para agarrármela y colocarla en la entrada de su coñito, cuando lo hacía me echaba para atrás y estábamos en ese “juego” un tira y afloja. Era la hora de dar todo el morbo a esa situación. Estire un brazo y cogí su móvil. Rosario me pregunto… “¿Qué vas a hacer? ¿No harás lo que creo que vas a hacer?” y con una sonrisa con bastante sorna le respondí… “Le vas a decir a tu marido o lo vamos a hacer los dos, que es un cornudo, lo que quería” y ella con cierta seriedad, pero no mucha me dijo… “Espera vamos a pensarlo mejor” pase nuevamente de lo que me decía y marque el número de su marido. Vimos como el miraba quien era y descolgó, puse el altavoz.
-Que pasa Rosario, ¿Dónde estás?
-A la zorra de tu mujer no le pasa nada, aparte de que está mucho mejor al natural que en las fotos, que no la hacen justicia. (Vimos cómo se desconcertaba y se separaba de sus suegros, alejándose como si no fuera nada)
-(En voz más baja) ¿Dónde estáis, joder, donde?
-Gira tu cabeza un poco y estamos en la tercera ventana. Ahora mismo me voy a follar a la cachonda de tu mujer.
-No me lo creo, me estáis tomando el pelo.
-Espera y escucha.
En ese momento agarre las caderas de su mujer y se la metí de golpe, dejando ella escapar un gemido importante. Lo suficiente sonoro para que el dijera…
-Rosario… ¿Qué HACES? (La mujer no quiso responder, por lo que azote de manera contundente su culo, varias veces) ¿Qué es ese ruido?
-Tú nuevo amigo que me azota y sí, me está follando. ¿No es lo que querías?
-Si pero…
-Pero nada joder, ya eres un cornudo completo, que ya me follo el otro día. Pero hoy está siendo mucho mejor.
Veíamos a Manolo, que se tocó como colocándose su polla, no estaba enfadado todo lo contrario. Siguio andando hasta colocarse como quien no quiere la cosa, justo en la misma ventana. Veíamos perfectamente su cara de salido cachondo. Miraba disimuladamente a la ventana, imagino que tratando de ver algo, cosa imposible. Rosario cada vez gemía más alto, estaba claro que le ponía cachonda el que su marido la oyera. Manolo no se quedaba atrás porque con voz baja, casi susurrando decía…
-La que no quería, menuda puta eres.
-Aaahhh… si soy muy puta y con esto que me meten más… aaahhhhhhh… que no te puedes imaginar lo que tiene y como arde…
-Serás… ¡PUTA! Mas que puta.
-Jodete porque ahora si… SOY SU PUTA. (Azoto su culo para que se oiga) AY, AY, AAAAY… QUE BRUTO QUE ES… BUFFFFF… AAAUUUGGGGG…
-Cojones quiero veros. Sois unos cerdos, dejarme aquí tirado.
-(Le digo a Rosario al oído que la voy a reventar el culo) Mira cornudo, tu amigo me dice que me va a reventar mi culito. Si me mete todo eso, ya no te notare.
-El culo no, eso es solo mío, es de mi propiedad, os lo aviso. (Aquí si se cabreaba)
Quise picarle y excitarle un poco mas, aunque se cabreara un poco, por eso le interrumpí la conversación con su mujer para decirle… “Calla la boca de una vez, no querías jugar a ser mayor, pues ahora aguántate y si, me follare su culo y ella me dejara. Solo tienes que hacer una cosa para evitarlo… la puerta está sin seguro” mientras me follaba a su mujer, el no sabia que hacer, tenia a sus suegros allí. No sabemos que les decía, pero se levantaron los tres, el cerro bien su caravana y se fueron por el camino.
Desaparecieron de nuestra vista y yo por lo menos sabia que no tardaría en regresar, empecé a follarme a su mujer con muchas ganas y ella ahora gritaba de gusto. Me pedía que la follara rápido, que la diera duro, que quería correrse antes de que llegara su marido. No iba a dejar que se corriera, quería que su marido disfrutara de ese momento. Ralentice en contra de sus deseos la follaba, empecé a embestirla con suavidad.
Cuando empezó a protestar vimos a Manolo que venia a la carrera. Abrió abruptamente la puerta de la caravana y la cerro tras de sí. Se nos quedo mirando y entonces ahora sí, empecé a follarme a su mujer empotrándola literalmente. Ella estaba sujetándose fuertemente contra la pared de la caravana para no chocarse, a pesar de que la sujetaba por sus caderas.
Su melena le caía hacia delante y su marido no podía ver su cara, baje un poco el ritmo y le recogí el pelo, ahora si podía verla. Manolo alucinaba viendo la acra de su mujer, quise de dar un punto mas de morbo y tirando de su melena, le decía… “Zorra mira al cornudo de tu marido, seguro que esta empalmado, dile como te follo, díselo…” y acompañe mis palabras de dos buenos azotes en una de sus nalgas.
Ella entro en el juego, porque estaba claro que lo que me conto Manolo de su mujer era cierto, una vez que estaba cachonda era imparable. “Si seguro que esta empalmado, viendo como otro se folla a su mujer, que es mas cornudo de lo que pensaba. Pues mira como me folla un macho de verdad y menudo garrote que se gasta, cuando lo veas vas a flipar” fue decir eso y se puso a moverse más, a pedirme delante de su marido que no parara que quería correrse. Movió la cabeza para mirar a su marido y con voz a punto de correrse le dijo… “A que esperas para desnudarte cabrón”
Manolo empezó a desnudarse, se quito lo primero el polo que llevaba y cuando empezaba a quitar los pantalones, su mujer empezó a correrse… “SIIIIII… ME CORRO, ME CORRO… DIOS, DIOS… QUE GUSTO AAAHHH… MAS FUERTE MAS FUERTE… MANOLO ME MUERO, ME MUERO… AAAHHHHHHH…”y se quedó fundida después de semejante corrida.
Su marido acabo de desnudarse y estaba empalmado, ella se giro y se saco mi polla, me morreo y luego se fu hacia su marido, que le comió la boca con desesperación, bueno se la comieron los dos de la misma manera. Luego ella zalameramente acariciaba su cara y en voz suave, excitante le decía a su marido en su oído, como para que yo no lo oyera, pero si la oía como le decía… “Vamos mi negro, no me puedes decir que no, solo una vez, meterla y sacarla, que tiene que ser la leche sentirla dentro, solo eso, entrar y salir, venga mi amor” y el con voz “compungida” le decía… “Habíamos quedado que eso no, que eso seria solo yo” ella siguio insistiéndole con voz cada vez mas mimosa y al final el claudico diciéndole, “Pero solo eso, meter y sacar”
Ella vino hacia mi con una sonrisa perversa y con mucha malicia. Me dijo suavemente que su marido habia permitido que se lo hiciera por detrás pero eso sí, solo una vez, para saber lo que se siente, pero solo una vez. Menuda puta que era. De no querer a estar pidiéndolo a voces. Tanto ella como su marido se quedaron sorprendidos cuando dije… “Eso no me vale, me lo tiene que decir el, me tiene que pedir que te folle el culo y una vez que lo pida…” el primero que salto fue el que exclamo… “Es lo que me faltaba” y ella que me siguio el juego le dijo a su marido… “Venga mi negro… ¿Me quieres?” y lo desarmo porque a continuación me pidió… “Carlos me apetece que le metas una vez ese rabo a mi mujer, meterlo y sacarlo para que sienta lo que es”
Ya estaba entrando en el juego, sabia que lo iba a decir, porque estaba cumpliéndose su fantasía y ahora llegaba el momento más delicado para él, que lo mismo era el mas excitante y ahora lo veríamos. Su mujer estaba colocada, esta vez apoyada en el asiento corrido. Me dirigí a Manolo para decirle, “Querías ser cornudo, lo deseabas, pues vas a ser perfecto, ven abre el culito de tu mujer para dármelo” se quedó mirándonos a su mujer y a mí, sobre todo a su mujer, esperaba que ella dijera algo y lo único que hizo fue hacerle un gesto con la cabeza para que lo hiciera.
Una vez que su mujer hizo el gesto él se acercó, se inclinó un poco, que casi se da con mi polla toda tiesa y abre sus nalgas. Solo le faltaba babear. La escena era muy cachonda y seguí subiendo el tono… “Lo he pensado mejor, coge mi polla y se tu el que la pone en la entrada de su culito” el dijo que nones, que ni hablar y fue su mujer la que nuevamente le convención y sin mucho esfuerzo… “Venga haz lo que dice, asi veras lo caliente que la tiene, que es asombroso, hazlo ya verás” y apenas habia acabado me agarro la polla, la llevo hasta la entrada del culito de su mujer y se le abrió la boca cuando vio como lentamente entraba mi polla en su culo.
Lo hacia muy despacio, porque sabia que lo mismo le dolía un poco y fue ella la que fue marcando el ritmo. Ya tenia metida la polla como hasta la mitad y me sorprendió Manolo cuando me animo diciéndome… “Métesela de golpe a esta puta, que le gusta que cuando esta asi el resto entre de golpe, rómpele el culo, vamos Carlos…” y asi lo hice ella dejo escapar un grito mezclando placer, impresión y sorpresa, porque no se lo esperaba. Quedaron nuestros cuerpos pegados.
Después saque completamente mi polla como habíamos quedado. Los dos se llevaron una sorpresa, porque ella esperaba que la hubiera seguido follando y por qué seguro que quería que le desobedeciéramos. Me quite el preservativo y le dije a Rosario… “Venga hazme una de tus mamadas, que me dejan en la gloria” y ella empezó a hacérmela, en vez de ponerse en cuclillas, lo hacia con las piernas bien estiradas y ella inclinada, para dejar su culo a la vista de su marido. Este se masturbaba mientras veía a su mujer haciéndome la mamada.
Fue cuando el lleno de excitación nos dijo… “Venga fóllale el culo a esta zorra” le hice sentarse en el asiento y que ella se apoyase sobre sus hombros, asi sentiría las embestidas que le iba a dar. Habia costado que entrara al principio, pero ahora aunque estaba muy apretada mi polla dentro de su culo, me la follaba con ganas y cada vez con mas “dureza” respondiendo ella con movimientos mas profundos y diciéndole a su marido… “Manolo, me mata, me maaaata… como la siento, que bruto, pero que rico… Aaahhh… no pares Carlos, sigue asi, dame mas… Manolo, Manolo… que bien…”
Se echo un poco para atrás y se agacho a comerle la polla a su marido, que alegro su cara y la lleno de placer. Manolo se corrió en la boca de su mujer y lo hizo de forma clara, llamándola puta y gritando cuando se corrió, lo hizo bastante desenfrenado. Ahora Rosario movía su culo hacia atrás y bamboleaba sus caderas provocándome una excitación extrema, no me podía aguant
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