¿A que nos hace recordar el aullido de los gatos en celo?
¿Y cual será la intención de estos papeles que recuerdan mis gemidos?
Quizás el contarles mi secreto me libere de la culpa que dejó en mi,
unas vacaciones con mis tíos que fueron inolvidables.
Todo comenzó unos días después de terminada la preparatoria y mis
padres me enviaron a la casa de mis tíos como premio ¿O tal vez quizás
cómo una manera de sutil castigo?
La cosa es que mientras mi tía estaba de compras con su inseparable amiga
Miriam, el marido de ésta, Jorge, se quedó en casa para ver un juego de fútbol.
Mis pequeños primos Jonathan y Javier, que son unos verdaderos demonios,
pequeños masturbetas e hipermelosos púberes de empalagoso morbo, inquietos
y audaces, amantes de lo impalpable y mórbido, siempre al acecho de
demoníacas travesuras, en busca del seudo-amor que su infancia amerita.
Sabían que las dos parejas iban a ir de campamento durante unos días y
pretendían que yo los mudara de opinión para que nos llevaran.
Con tal de no quedarme sola en la casa con esos dos engendros, traté por
todos los medios de convencerlos para que así fuera.
Jorge, el amigo de mi tío, desde que llegó no me quitó los ojos de encima, y
luego de hablar por lo bajo con mi tío Mario, vi que este empezaba a mirarme
con otros ojos. Me convertí en su mito, donde todos los accidentes de mí
topografía, fueron motivo de sus tribulaciones más secretas.
De pronto pasé a ser, un ser de lecho, una mujer apetecible, en fin, una nueva
corola voraz prensil, contráctil y entreabierta con su rocío afrodisíaco, con toda
mi carnelesencia natal, fatal a su alcance. Comenzaron a pedirme que les
alcanzara comida, bebida, vasos y otras cosas ridículas que no venían al caso,
por eso me di cuenta, que lo hacían para que me agachara o subiera en busca
de algo y ellos poder regodearse con la mirada.
Las cosas pasaron a más, cuando Jorge, entre bromas, me palmeó varias veces
el trasero, yo lo dejé hacer para no crear problemas, pero luego durante la cena
se sentó a mi lado y me acarició el muslo con poco disimulo, llegando incluso
a rozar mis bragas.
Mis primos que no perdían detalle, se reían por lo bajo y estaban a sus anchas.
Mientras tanto yo pensando en el campamento, creí que valía la pena hacer el
sacrificio con tal que nos llevaran.
El viaje hasta el lugar escogido transcurrió sin sobresaltos y noté que los hombres no paraban de mirar mi oruga lúbrica semi-desnuda por el retrovisor. mis piernas se abrieron más, permitiendo que vieran mis braguitas blancas.
Dicen que las mujeres tenemos la temperatura siete décimas más alta de lo normal, pero durante el viaje eran ellos los que recalentaban.
Esa misma tarde mientras los hombres plantaron sus tiendas, y mientras las mujeres preparaban la comida, mis primos me invitaron a ir junto a mi tío y Jorge, a dar un paseo por la orilla del río. Luego de mucho caminar llegamos a
un recodo oculto, y como hacía mucho calor, todos estuvieron de acuerdo en bañarse. Yo estaba en un total sofocón, toda en shock, un líbido edén del infierno en colapso, me resistía a participar, ya que no llevaba bañador puesto, pero mis primos se quitaron la ropa y a mi no me quedó otra opción que hacer lo mismo, así que nos tiramos al agua todos en ropa interior. Como esta era muy clara y transparente y yo llevaba puesta una diminuta braga, pronto me di cuenta que era el centro de las bromas y de las miradas.
Para terminar de complicar las cosas mis primos me enredaron en un estúpido juego de manos, a mi tío se le escapó una que otra vez, así, Jorge no perdió la ocasión de meter mano en ese paraíso hecho carne, donde fuera, y cada vez
con menos disimulo.
Cuando al fin nos marchamos del lugar, los hombres, nos hicieron prometer que no contaríamos nada de lo ocurrido, para regresar en otra oportunidad al
recodo escondido.
Aquella noche mientras mi tía y su amiga acostaban a mis primos, el cada vez más atrevido Jorge, jugando, metió toda su cabeza dentro de mi escote, con una treta que llegó a las tetas, chupeteó el pezón ante la inquieta mirada avizora de mi tío, luego el mismo, de espaldas a su mujer, me sorprendió con un beso de las buenas noches, lengua incluida.
Luego, ya en la tienda, cuando me desnudé, mi tía y su amiga no escatimaron comentarios sobre mis grandes tetas. Incluso llegaron a sopesarlas con gran
algarabía, haciendo risueños comentarios de cómo mis pezones se volvían erectos al manosear mis recónditos reductos.
De madrugada creí escuchar besos y jadeos, pero al despertar en la mañana llegué a la conclusión que todo era producto de un sueño.
Al día siguiente mis primos dijeron que ellos se quedarían en el campamento con las mujeres, así que a los hombres les quedó el camino expedito para llevarme sola al remanso del día anterior.
Caminamos rápido hasta llegar al lugar, y como aparentemente no habría testigos convinimos en bañarnos desnudos.
En cuanto me quité la ropa y con el pretexto que el sol me quemaría la piel, ambos se empeñaron en untarme bien el cuerpo, mi tío se hizo de los pechos y Jorge hurgó con tranquilidad mi intimidad, advirtiendo que era virgen, ante esto sacó su verga y la puso entre mis pechos. Me pidió que los apretara y comenzó a moverse llegando con la punta hasta mi boca. En verdad tenía pensado quitármelo antes que terminara, pero cuando esto ocurrió ya me encontraba al borde de un violento orgasmo, debido a la chupada de coño que me estaba haciendo mi tío, así que no tuve más remedio que tragarme todo si no quería
ahogarme.
Solo me dejaron unos instantes para recomponerme, y enseguida él ocupó el lugar de su amigo. Aunque ya había aprendido la cosa no fue sencilla ya que el miembro ahora era enorme y tenía que apartar mi cabeza de vez en cuando para poder respirar.
Jorge me introdujo uno de sus enormes dedos en mi trasero y no paró de moverlo hasta que llegué a otro orgasmo, luego se dedicó a darme palmaditas en mi clítoris, mientras seguía hurgando mi trasero. Cuando advertí que mi tío iba a terminar, haciendo un sobrehumano esfuerzo me tragué todo lo que manaba de esa fuente. Después nos bañamos rápidamente en silencio y nos marchamos.
Cuando regresamos a casa y en vista que yo regresaba a casa, mis tíos decidieron darme una fiesta de despedida, así que por la mañana fueron al pueblo a comprar víveres y regalos. Me quedé sola en la casa, y como a las once de la mañana llegó Miriam, la amiga de mi tía, para traerme su regalo, que resultó ser un sugestivo body, me dijo que me lo probara por si tenía que cambiarlo; antes que pudiera reaccionar, me estaba ayudando a desnudar como a una niña pequeña, luego de acariciar los pechos. Al ver que yo no reaccionaba, intensificó las caricias, masajeando mis pezones con mucha habilidad, y arrodillándose frente a mi comenzó a lenguetearme el clítoris, fui retrocediendo hasta dar con la cama donde caí de espaldas. Allí noté con gran sorpresa que estaba mi tía, la que comenzó a darme pequeños besos por toda la cara. Al principio reaccioné tímidamente pero ante la embestida de su amiga, que no paraba de chupar mi intimidad, me revolví como una gata en celo, respondí a sus besos en forma intensa y cuando llegué al orgasmo, este vino en forma violenta. Allí sí, mordí y metí mi lengua dentro de su boca, después, ambas se turnaron para hacerme llegar varias veces sorbiendo de mi cálida fuente. Hasta que finalmente se marcharon, no sin antes hacerme prometer que guardara el secreto.
Esa noche durante la fiesta decidí festejar mi libertad, no paré de beber, Jorge
me había regalado un collar muy caro y se quiso cobrar el precio, buscó la oportunidad, me acorraló en el pasillo, me estampó un apasionado beso, por suerte apareció mi tía y lo separó de mí al momento.
La fiesta se consumió sin incidentes, y cuando quedamos solos, me quede bebiendo con mis tíos, como ella aguanta menos el alcohol, tuve que ayudar para acostarla. Dentro de su habitación y ya desnuda mi tía, él guiñándome un ojo le introdujo dos dedos hasta el fondo de su coño, como las caricias se intensificando, pronto estuve en presencia de una espléndida follada, sin saber que hacer de repente me encontré acariciando mi intimidad, mi tío extendió su mano y me atrajo con ellos a la cama, me colocó en el medio y me pidió que la chupara, de las vueltas y revueltas, enmarañada en remembranzas de esos pegajosos labios, baje obediente a cumplir con su deseo, reparando en codos y recodos, repliegues y recovecos, lengüeteando el coño hasta sus mas recónditos reductos, sientiendo venir sus espasmos y en mi revirguisima inocencia, de mis instintos perversos y perversitos, de mis ideas putas y reputitas, entre flujos y reflujos de mi tía semidormida, exhalando esta, pequeños ronroneos, mi sorpresa fue mayúscula, cuando advertí que excitado detrás de mi él trataba de abrirse paso con su enorme verga, temí lo peor pero él con gran alarde de habilidad y paciencia logró lo que parecía imposible. Madres playas cálidas de gozo con todos los sentidos y contrasentidos del instinto hicieron que tuviera que morder la almohada para no pegar un grito de dolor, pero luego con sus gastados vocablos sobre copulas y recopulas acerca de sus remanidas reglas, al sentirla toda adentro, se transformó en placer intenso y al sentirme bombeada llegué al orgasmo varias veces mientras mi tío se corrió dentro. Bufó cansado, se
durmió placidamente en playas cálidas de ensueño y yo me marché sigilosamente.
Dolorida pero todavía con mi virginidad intacta se terminaron mis vacaciones, quedando esta de regalo para mi novio, que impaciente me aguardaba.
Continuará
Martamarques