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~Había terminado el curso de secundaria y mal se presentaba el verano a pesar de haber aprobado todas las asignaturas. Por una serie de problemas mis padres se marchaban varios meses a trabajar bastante lejos de nuestra ciudad y no habían tenido mejor idea que enviarme al pueblo con mi abuela. No me parecía el mejor plan para mis dieciséis años y estando de vacaciones.
Llego el día de la marcha a mi destierro. Con mi abuela vivía una tía y su hijo Luis, mi primo. Era una aldea perdida en medio de la montaña a unos 20 kilómetros del centro poblado más grande. Me pusieron una cama en la buhardilla de la casa que era donde dormía mi primo, separados por una especie de cortina.
El plan diario consistía en desayunar, comer, siesta, cenar y a la cama. La televisión la podíamos ver a ratos ya que la señal no llegaba muy bien. Mi primo se ocupaba de un pequeño rebaño de ovejas por lo que salía por la mañana y no regresaba hasta poco antes de cenar con lo que no podía contar con él para nada. Mi distracción era dar paseos entre los prados y las arboledas.
Llevaba una semana por allí, los pa
seos cada vez eran más largos, más que nada por no aburrirme.
Un día que me había alejado más de lo habitual entré en una arboleda a protegerme un poco del sol de justicia que estaba cayendo. Me dirigí al otro lado de los arboles a ver que se divisaba ya que no había estado por esa zona.
Era un prado y a lo lejos vi ovejas, supuse que era mi primo Luis. Decidí acercarme, ya que por lo menos podría hablar con alguien joven, él tenía 22 años.
Según me iba acercando a su posición vi que estaba haciendo algo raro. Ya más de cerca comprobé que estaba detrás de una de las ovejas. Inmediatamente pensé que se lo estaba montando con el animal, pero la verdad era más una suposición que una certeza. Di la vuelta y salí de allí.
Me tumbe bajo un árbol dándole vueltas a lo que había visto o a lo que creía que había visto. Mi pene se puso duro como una piedra, solo de imaginar que mi primo se montaba una oveja me excitaba como nunca, así que no tarde mucho en masturbarme.
No me di cuenta de la hora que era hasta que oí que me llamaban. Era Luis que volvía a casa con el rebaño.
-Primo ¿Qué haces por aquí?
-Salí a dar una vuelta y me he quedado dormido –mentí-
Volvimos juntos a la casa. Por supuesto que no le comente nada de lo que presencie o creí presenciar. Los siguientes días al poco rato de salir Luis con las ovejas yo iba tras él, guardando la distancia para que no me viera. Volvía a casa pronto para que no me encontrara por el camino y fuera a sospechar
Le espiaba lo más cerca que podía. La situación me ponía mucho por lo que podéis haceros idea de la cantidad de pajas que me hice esos días a pesar de no poder comprobar que mi primo se lo montaba con las ovejas aunque del todo tampoco lo podía descartar. Lo más que puede presenciar fue a Luis haciéndose varios pajotes.
Una mañana le dijo a mi abuela que podía ir con él y así no me aburriría tanto. Yo me negué pero no sirvió de nada ya que la abuela y mi tía me animaron por no decir que obligaron a ir.
Iniciamos el camino en silencio. No hablamos nada. Llegamos a un prado después de una caminata de casi una hora. Buscamos un sitio a la sombra y junto a unas piedras nos sentamos.
Después de un rato mi primo rompió el silencio.
-Bueno primo, dime, ya te has estrenado con chicas.
Me quede sin habla, ya que no me esperaba esa pregunta. Empecé a responder tartamudeando.
-Eso quiere decir que no –me corto- Yo pensaba que en la ciudad era mucho más fácil que aquí.
-Pues no –acerté a decir-
-Con la cantidad de chicas ya te podías haber ligado alguna –dijo guiñándome un ojo-
Permanecí en silencio.
-Por aquí es difícil, hay poca gente y por lo tanto pocas chicas –prosiguió-
-Supongo que será igual de difícil, la verdad es que las tías son unas estrechas.
-¿Te masturbas mucho? -Preguntó de pronto-
- A veces.
-¿Pero eso es mucho o poco?
-Depende de los días, según lo caliente que este- no sé porque conteste así, la verdad era que estaba tranquilo y no me molestaba nada la conversación-
-¿Y tú primo, lo haces mucho? –ya sabía la respuesta pero a ver que me respondía-
-Bastante –respondió- Aquí no se puede hacer otra cosa.
-¿Y de chicas?
-Me encanta follar, pero solo puedo cuando vamos de putas al pueblo. Lo malo es que son pocas veces.
-Mientras tanto te matas a pajas –dije yo entre risas-
-También tengo algún apaño por aquí.
Un apaño, pensé, las ovejas pedazo de cabron. Se quedo en silencio y no volvimos a tocar el tema en todo el día. Volvimos a la casa sin novedad.
Llego la hora de acostarnos, subimos a la buhardilla y nos metimos en la cama. Al rato percibímás que vi cierto movimiento en la cama de mi primo. Oí como se quitaba la sabana y con la poca claridad que daba la luna vi como se masturbaba sin impórtale que le viera u oyera.
A la mañana siguiente nos fuimos a los prados con las ovejas. Nos cruzamos con otro pastor, se saludaron y me presento como su primo de la ciudad, pero note algo raro en su mirada y en la forma en que se trataron.
Esa noche volvió a masturbarse sin ningún cuidado. A mi también se puso dura de oírle y comencé a pajearme, nos vinimos ambos, primero yo y nos dedicamos a dormir.
Así pasaron dos o tres noches. La verdad es que era el momento más entretenido del día.
Mientras que estábamos en el campo hablábamos de temas sexuales pero sin llegar a profundidades. En una de estas charlas le pregunte por su apaño a ver si era verdad o no que lo montaba con las ovejas.
-Ah eso –dijo sin darle importancia- ¿Te acuerdas el amigo con el que nos cruzamos en otro día?
-Claro que me acuerdo –conteste-
-Pues él es con quien voy al pueblo y cuando hace tiempo que no vamos y tengo ganas de follar, me lo follo.
-Le das por el culo- dije incrédulo- Eres gay ¿no?
-Yo no lo soy pero el sí, le gusta que se la metan
-Ya –no fui capaz de contestar otra cosa-
-Mira primo –continuo- yo soy un macho y Tony es una hembrita, aunque también le gustan las chicas y tu eres como Tony.
-Pero que dices loco, a mí solo me gustan las tías –conteste con toda la energía que fui capaz de juntar-
-Pero tú también eres una hembrita, ya te darás cuenta.
Permanecí en silencio por qué no sabía que decir y no volvimos a tocar el tema en el resto del día.
Esa noche no apago la luz de la buhardilla. Al rato de estar en la cama vi como se corría la cortina.
-Primo nos hacemos la paja viéndonos–dijo en voz baja-
-Bueno –dije yo-
No era la primera vez que con algún amigo me hacia pajas conjuntas pero solo tocándote tu propia polla.
Comenzó a tocarse por encima del pantalón corto que vestía. Yo hice lo propio. Miraba su abultado paquete y supuse que estaba bien “armado”.
Baje el borde del pantalón y saque mi pene. Lo miro sin decir nada. Luis siguió un rato más tocándose por encima de la ropa.
Me estaba poniendo nervioso solo por el hecho de que no se sacaba la polla. Tenía unas ganas tremendas de vérsela.
Cuando le pareció se bajo el pantalón.
-Joder –fue lo único que fui capaz de decir-
Era unos cinco centímetros más larga que la mía y bastante más gruesa. Note un subidón tremendo y al poco rato me corrí. Mi primo se masturbaba lentamente, enseñando y presumiendo de miembro o yo lo percibía así. Se tomo su tiempo y por fin se corrió. Una cantidad de semen brutal, mi corrida comparada con la suya era como una gota en vaso de agua. Lo más sorprendente es que no se le bajaba, mantuvo la erección un rato.
En ese momento comprendí perfectamente porque decía que yo era una “hembrita”.
Al día siguiente nos dirigimos al campo sin hablar sobre lo ocurrido la noche anterior. A media mañana me di cuenta de que Luis no estaba a la vista ya que me había dormido un rato. En el silencio del campo escuche ruidos detrás de unas piedras.Me acerque y a mi primo pajeándose. Me quede observándole ensimismado especialmente su pene.
Cuando se dio cuenta que le miraba o cuando le pareció, por que igual desde el principio sabía que le miraba, me hizo señas para que me acercara.
-Ven, ¿te gusta mi polla?
No pude responder pero creo recordar que asentí con la cabeza.
Me la enseño completamente.
-Tócala.
-No, no, -balbucee-
-Venga primo, si lo estás deseando –me dijo- tu cara te delata.
Mi mano sin control, pensaba yo, la agarro. Erecta como un palo y dura como una roca.
Trate de separarme pero parecía que era como un imán que me tenía pegada la mano a su verga. Moví la mano inconscientemente y fue como si le masturbara. Mis ojos estaban fijos en aquel magnifico trozo de carne. Yo estaba empalmado. La sentía dura como nunca.
-No te cortes y pajéame.
Evidentemente lo hice, le masturbe. Note con incredulidad que su polla se ponía más dura aun. No tardó mucho en llegar, su semen salto al principio, pero luego fue cayendo por mi mano. Esto me puso como loco, tenía una excitación ttremenda.
-No pares–dijo- sigue, no pares.
Se le aflojo un poco la verga, yo seguí masturbándole y al rato volvió a estar completamente dura, durísima.
-Sigue, sigue –decía mi primo-
Volvió a correrse, esta vez con menos fuerza y menos cantidad de semen que también cayó por mi mano.
Cuando termino, se abrocho el pantalón.
-Ahora te toca a ti –me dijo mirándome a los ojos-
Me baje la cremallera del pantalón y salió mi pene, mi pequeño pene comparado con el suyo. Comencé a masturbarme, me di cuenta que iba a ser rápido. Estaba demasiado excitado.
De repente se levanto y rodeándome ne bajo los pantalones dejando mis nalgas al aire. Las acariciaba y de vez en cuando me daba un pequeño azote.
-No te corras –me indicaba-cuando estés apunto para.
Le hice caso, y lo cierto es que fui controlando y aprendiendo una genial lección.
Cuando me parecía seguía pajeándome. Mi primo comenzó a pasarme los dedos por la raja, me gustó el conjunto de caricias en las nalgas, los azotitos y sus dedos por mi ano. Alguna vez hacia como intención de meter un dedo pero simplemente lo apoyaba sin apretar. Me tenía loco.
Cuando por fin me corrí fue como una explosión, sin duda mi mejor orgasmo hasta ese momento. Necesite apoyarme en las piedras porque pensé que me caía al suelo.
Esa noche cuando íbamos a costarnos hablamos de lo ocurrido por la mañana. De lo bien que fue y eso.
-Te has dado cuenta que eres una hembrita –me dijo de pronto-
-Que va primo –conteste- me di cuenta hace unos días.
-¿Si? –pregunto-
-En el momento que vi tu verga en plena erección y la compare con la mía.
-Bien, dentro de poco te convertirás en mi hembrita.
-Lo suponía –conteste-
-Ábrete el culo –prosigo- mete los dedos y luego esto –me tendió una vela- y duerme con la vela metida.
Así lo hice. Durante unos días se la mamaba dos veces y mientras que me pajeaba mi primo metía sus dedos en mi ano.
Al principio siempre me molestaba, incluso en alguna ocasión me dolió. Pero terminaba gustándome llegar a correrme así.
Una de esas mañanas, después de que corriera en mi boca y yo me tragase la lefada, comenzamos con la segunda parte donde yo me pajeaba y mi primo me penetraba con sus dedos. Pero ese día hubo una novedad. Sentí un líquido en mi ano y los dedos entraban con mayor facilidad. Durante un rato estuvimos así.
-Ha llegado el momento –dijo de pronto- Separa las nalgas con las manos.
Obedecí, en el fondo estaba deseando que me follara.
Note como puso la punta de la polla en mi ano y como lentamente fue empujando. Tenía algo más que molestias. En algunas ocasiones era dolor puro y duro. Pero sabía que debía aguantar y lo hice. Se hizo eterno por lo despacio que iba y las paradas que hacia mi primo.
-Ya la tienes toda dentro –me dijo- ahora notaras como mis huevos chocaran con las nalgas.
Comenzó el bombeo. Sentía molestias en mi ano y el golpeteo en mis nalgas y eso me estaba poniendo mucho. Al rato mi polla comenzó a ponerse dura me fui masturbando despacito. Quería que durara mucho, me gustaba.
Mi primo fue aumentando el ritmo de sus acometidas A estas alturas me entraba bastante bien o eso pensaba yo, con el tiempo si supe lo que era que una verga entrara bien en mi ano.
Luis comenzó a bufar, a decir cosas que no entendía y con una velocidad casi frenética. De pronto note algo caliente que se derramaba en mi recto. Se estaba corriendo dentro de mí. Mi pene se puso un poco más duro por lo que acelere los movimientos con mi mano y poco después me corrí. Lo recuerdo como una cosa agridulce por el dolor y el placer.
Me quedaban más de dos meses de vacaciones y ya podéis imaginar cómo fueron, algunos días incluso con dos folladas. Sin duda las mejores vacaciones que había tenido.
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