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VACACIONES DE NOVIOS

"Nuestras primeras vacaciones de novios, las acabamos siendo más de dos"

 

Lo que voy a relatar nos pasó a mi actual mujer y a mi hace varios años, cuando todavía éramos jóvenes y novios.  Tendríamos 23 años y era la primera vez que nos íbamos de vacaciones a la playa solos, a un hotel con todo pagado.

Nuestros días eran más o menos “monótonos”, nos solíamos levantar justo para llegar a desayunar al buffet del hotel, vuelta al cuarto a descansar, nos echábamos crema solar para ir a la playa que casi siempre concluía con un buen polvo mañanero con tanto manoseo. Bajábamos a la playa nudista del pueblo, donde estábamos casi más tiempo en el chiringuito que en la propia playa, picábamos algo, a la piscina del hotel a descansar, paseíto, cena, tomar unas copas, vuelta al hotel, y, entre que llegábamos contentillos y la juventud, solía caer otro polvete. 

Ya llevábamos casi una semana, y casi siempre íbamos al mismo sitio a tomar unas copas, el pueblo no tenía mucho ambiente así que siempre había sitio para estar tranquilos. Pero era sábado y estaba todo más lleno de lo normal.

Hagamos un descanso para describirnos, mi novia (Paula), era alta, morena con pelo largo ondulado, muy buen cuerpo, le gusta llamar la atención, se preparaba mucho, le gustaba resaltar sus armas (buenos escotes y sandalias con tacón para realzar el culito), ese día llevaba un vestido playero, luciendo bien la delantera y con una buena apertura en el lateral para lucir pierna, de ropa interior llevaba una tanguita negra y un sujetador del mismo color con un poco de puntillita que se veía un poquito. Yo por mi parte (Luis) era bastante alto, siempre he hecho mucho deporte y por aquel entonces estaba bastante en forma, también soy moreno y entonces llevaba un rollo surferillo que me gustaba mucho, y de vestimenta una camiseta ajustadita y un pantalón corto.

Nos pedimos un par de copas como solíamos hacer e intentamos buscar un sitio para tomarlas tranquilamente, la cosa estaba complicada, pero en una de las mesas grandes que estaban flanqueadas por dos sofás, estaba ocupada por una pareja de unos 40 años, así que les pedimos permiso para sentarnos en el sofá vacío, y como buena pareja joven empezamos charlando de cachondeo y dándonos unos ricos morreos, besándonos viciosamente y con algún que otro magreillo. Tampoco sin excedernos, que había gente enfrente, pero tampoco es que solo charláramos. Los tragos fueron cayendo y empezamos a hablar con la pareja de enfrente. Lo típico de dónde éramos, si estábamos de vacaciones…. Les contamos nuestra vida y ellos nos contaron que vivían allí y que eran dueños de varios restaurantes y locales de la región, entre ellos el bar en el que estábamos. Desde ese momento, empezaron a volar los chupitos y la confianza empezó a crecer, de hecho, en algún momento Paula y la señora salieron a bailar.

Ellos, se notaba que se cuidaban y que tenían un status social medio alto. El (Juan) era un hombre de estatura media, fofisano que diríamos ahora, pelo rapadillo, vestía un pantalón largo azul de hilo y un nicky blanco, ella (Marta), tenía unos pechos grandes, también de mediana estatura y rubia con el pelo corto, y un culo hermoso, y ese día vestía un vestido de flores ajustadito, que realzaba sus curvas.

La hora de cerrar había llegado y esperamos a que vaciasen el local tomando la última, no era muy tarde, pero ya estábamos bastante perjudicados. Al salir, Juan comentó que vivían de camino a nuestro hotel, y decidimos ir un rato juntos.

Cuando ya estábamos más o menos cerca, Marta comentó si queríamos pasar a ver la casa y tomar la última. La verdad que yo estaba con ganas de llegar al hotel para tener una buena ración de sexo con mi novia. Pero fue Paula la que contestó afirmativamente a la invitación antes de dar tiempo a réplica. Cuando llegamos a la puerta, mi novia y yo nos miramos boquiabiertos, porque aquello era un chaletazo, con un jardín con piscina enorme, jacuzzi y todo lujo de detalles. Juan fue a preparar una ronda más y Marta nos ofreció bañarnos en la piscina.

Yo: Estaría de puta madre, pero no tenemos bañador, gracias por la invitación.

Marta: si queréis bañaros desnudos no hay problema, que ya nos habéis contado que os gusta ir a la playa nudista así que por nosotros no hay problema. - Mientras nos guiñaba un ojo.

Yo: hombre, pero no es lo mismo, gracias per…..

Mientras decía la frase mi novia ya se había desnudado y se estaba tirando a la piscina. Yo estaba alucinando, pq aunque hacíamos alguna tontería nunca nos habíamos tomado tantas confianzas con nadie.

Marta: No ves guapo, si no pasa nada. Ahora mismo nos desnudamos mi marido y yo y así no hay problema.

Y todos saltamos en carcajadas, yo pensaba que sería una broma, pero en ese momento Marta empezó a quitarse toda la ropa también y Juan llega con los cubatas que los apoya en una mesita y hace lo propio. Quedándome yo como el único atontado.

Paula: Venga Luis no seas tan chorra y quítatelo todo, que el agua está de maravilla.

Así que empiezo a desnudarme y dejar la ropa en una silla y Paula empieza a hacerme gestos como para que mire algo. Al principio no la entiendo y me tiro a la piscina. Cuando me acerco, me dice: “¿Has visto la polla de Luis?”

Yo: ¿Qué dices? Estás muy borracha. – Mientras lo digo me giro y veo una polla en relajación que es igual que la mía en erección. Ostias

Paula: Igual es doble que la tuya.

Yo: No jodas Paula – pongo cara de enfadado.

Y me da un morreo, y me dice “tranquilo que con la tuya me vale y me sobra”. Pero yo la noto muy excitada, tienes los pezones bien duros y no para de restregarse. Y para colmo Luis nos ofrece acercarnos las copas y Paula acepta.

Luis se agacha para darle la copa a mi mujer, dejando su polla a pocos centímetros de su cara, que no deja de mirarla. No sé si será el alcohol, que le encantan las pollas grandes o qué, pero aquello empieza a no gustarme tanto.

Después de un pequeño baño, nos vamos al jacuzzi los cuatro a tomar la copa, y yo ya me relajo un poco, porque con tanta burbuja no se ve gran cosa del aparato. El ambiente vuelve a ser distendido, aunque con un tono picantón y yo también puedo fijarme en Marta que me está poniendo un poco nervioso con sus dos tetazas.

Les comento que necesito ir al baño y decidimos todos salir del jacuzzi para empezar a secarnos, y vuelvo a observar a Paula que no para de mirar el paquete de Juan. Así que digo:

Yo: Paula, voy al baño y nos vamos que se ha hecho un poco tarde.

Juan y Marta: Jooo, si lo estamos pasando genial. Al menos vendréis mañana a tomar algo?

Paula: ok, que yo me he quedado con ganas de más.

Termino el primero en secarme y Marta me acompaña dentro de la casa al baño, hay que pasar el salón y la cocina para llegar. La casa es enorme, yo hago tranquilamente un pis, me lavo las manos y salgo.

Marta: Luis ya que estás aquí, me bajas esa caja del armario de arriba que no llego bien y tú eres bastante alto y no te va a costar nada.

Yo: Sin problema.

Levanto los brazos y voy bajando la caja poco a poco porque pesa bastante. Y entonces noto las manos de Marta en mis brazos y como van bajando por mi espalda hasta mi culo.

Marta: Mmmmmmm estás muy fuerte.

Yo dando un respingo: Gracias Marta, pero no sé si deberíamos….

Yo me he quedado de frente a ella que se encuentra muy cerca, y sube sus dos manos a sus tetas mientras me dice: “Seguro que te gustan, que llevas un buen rato mirándolas”

Yo: ya lo siento, no preten…..

Me agarra la polla con la mano y me dice: “Si no me importa, todo lo contrario”.

Yo: Creo que esto se está yendo de madre, están nuestras dos parejas fuera.

Y me acuerdo como me he sentido con las cosas que decía Paula de la polla de Juan.

Marta: Vale, pero yo creo que no les va a importar tanto.

Y me coge de la mano y me lleva al salón desde el que se ve la piscina con la terracita. Y me quedo en shock con la imagen. Mi novia está haciéndole una mamada a Juan. Se la sujeta con una mano, mientras que intenta metérsela a la boca, lo cual es casi imposible. No doy crédito a lo que veo y me estoy poniendo de muy mala leche, pero en ese momento, noto como Marta me abraza por detrás, notando sus pechos contra mi espalda, y como su mano baja a agarrarme la polla y empieza a pajearme.

Marta: No ves? Ellos ya han empezado su fiesta. No te enfades con Paula, no todos los días una puede tener esa polla. Yo soy una afortunada y la entiendo, y me parece bien compartirla. Y yo quiero un chico joven que me embista bien duro, que mi marido se cansa rápido.

A todo esto, con una mano me está masajeando los huevos y con la otra me está masturbando. Yo ya tengo la polla apuntando al techo. Mientras mi novia intenta meterse bien al fondo el pollón de Juan, y cuando se la saca para respirar le pajea con las dos manos.

Marta me sienta en el sofá, desde el que veo más o menos la escena entre mi novia y su marido. Marta me da un morreo, se sube al sofá y me pone las tetas en la cara.

Marta: Vamos comételas, que llevas un buen rato deseándolo.

Yo ya no dudo y me lanzo como un loco a por ellas, con las manos a sujetarlas y masajearlas y con mi boca directo a los pezones, a chuparlos bien con mi lengua, para poco a poco meterlos en mi boca y cuando a están bien duros a darle pequeños mordiscos. A Marta parece que le gusta, y empieza a gemir de placer. Cuando ya están bien húmedas. Marta se baja poco a poco, dándome besitos, en la oreja, luego en el cuello, bajando por mi pecho, en los pezones, donde me devuelve algún que otro morisquito y sigue bajando hasta ponerse de rodillas a la altura de mi pene.

Marta: No es la de Juan, pero no está mal y encima bien jovencita.

Dicho eso le pega un lametón desde la base hasta la punta, para luego jugar con la lengua alrededor del prepucio, viendo yo las estrellas. Empieza a metérsela en la boca, lo cual no le cuesta mucho por la práctica que tiene con su marido. En esas, me acuerdo de Paula y Juan, y miró por la ventana, y se encuentran en un 69, ella encima, y veo como le entra casi entera en la boca. Estoy alucinando, se lo saca, y le pajea mientras le come los huevos. En ese momento, Marta hace lo mismo con los míos mientras me pajea, y me mira:

Marta: ¿se lo están pasando bien?

Yo: Creo que sí, o eso parece.

Marta: ya sabía yo que a Paula le iba a gustar.

Y en eso, se mete mi polla hasta el fondo, desaparece completamente en la boca de Marta. Mi polla mide en erección unos 17 centímetros, que no está mal, pero claro comparada con la de Juan que tendrá unos 5 más, y si le sumamos el grosor…….

Yo estoy muy cachondo, y casi prefiero que pare para no correrme ya. Así que la tumbo a Marta en el sofá. Y después de darle un buen morreo, vuelvo a bajar a sus tetas, donde estoy un rato, para seguir bajando a sus piernas.

Me pongo de rodillas y apoyo sus piernas en mis hombres, quedando bien cerquita del conejo de Marta, lo tiene bien cuidadito y con poco bello, perfecto para comérselo. Acerco mi lengua al lateral de su muslo, para acercarme poco a poco a su rajita, repito la maniobra con la otra pierna, para finalmente jugar por fuera del coño con mi lengua y boquita. Marta está bastante cachonda, por varias razones, su coño está húmedo y se nota bastante, gime a menudo y no para de moverse como nerviosa. Poco a poco mi lengua se hace camino entre los labios superiores para probar ese néctar madurito, recorro con mi lengua bien su coño, dejándolo bien mojado. Los gemidos empiezan a subir de nivel. No paro de jugar con mi lengua y boca dándole el máximo placer y no paro hasta que está bien húmedo. Le doy un dedito a la boquita para que lo humedezca y cuando está bien ensalivado, empiezo a metérselo en el coño, sin parar de comerlo, subiendo hacia el clítoris, que en ese momento está ya bastante infladito. Los gemidos siguen subiendo y de vez en cuando suelta alguna frase cómo, “Joder como lo comes”, “hacía tiempo que nadie me lo chupaba tan bien”…. esto me envalentona, porque tengo que confesar que me sentía un poco humillado por la comparativa del tamaño de las pollas.

Así que me afano más, con más ganas, energía, sigo chupando con fuerza, sin parar de meter los dedos en el coño de Marta, que ya son dos los que están entrando y saliendo y bien empapados. Marta ya no gime, sino que grita, y me pide que la folle, pero no lo hago caso, yo sigo chupando aquello con energía, me he propuesto que se corra en mi cara. El ritmo de los dedos y de la chupada es alto, tengo la boca y los dedos llenos de flujos.

Marta: Me vas a hacer que me corra en tu cara, cabrón!

Yo (sin dejar de follarla con los dedos): Es lo que pretendo, quiero que te corras en mi boca.

Y vuelvo a la faena, en eso, Marta me agarra de la cabeza, agarrándome fuerte del pelo (incluso me hace algo de daño), pero me da igual, yo sigo a lo mío. Los gemidos son más repetitivos y empieza a restregar su chocho contra mí, apretando mi cara contra él. Esto dificulta la tarea, pero sé que significa que queda poco, así que, aunque me cuesta más, no paro y a los pocos segundos. Marta empieza a correrse fuertemente, gritando y expulsando algo de líquido que intento tomar. 

Dejo que termine de correrse y que se recupere, yo me levanto y me siento en el sofá. Ella respira entrecortadamente: “Dios, no me acordaba lo que era correrse comiéndome el coño. Eres una máquina, machote”. Mientras baja su mano hacia mi polla, que sigue como un mástil con bastante líquido preseminal, que lo recoge con un dedo y se lo lleva a su boca.

Marta: Mmmmmm q rico. Ahora me vas a follar de una vez? Ya que has conseguido lo que querías.

Mientas me está pajeando esparciendo el liquidillo por mi verga, pasa una pierna al otro lado mío, y apunta mi polla hacia su coñito bien mojado.

Yo: Espera, que habrá que usar condón.

Marta: Shhhh!!! No te preocupes por eso, además a tu novia no le importa mucho que se la follen a pelo.

Giro la cabeza y veo como se la está follando a cuatro patas Juan y efectivamente sin condón. La noche se nos ha escapado por completo a todos, nosotros siempre usamos condón y hoy con unos desconocidos estamos haciendo todas las locuras posibles. Además, le está encantando recibir ese trozo de carne, no se la oye, pero se la ve gemir bien fuerte. Yo mientras, entre la escena, la impotencia, algo de mala leche y que Marta ya ha empezado a insertarse mi polla; pego un empujón duro, obligándola a metérsela entera de una vez. Y aunque está bien lubricado, le duele algo y grita un poco, medio echándome la bronca.

Yo: Calla, que te voy a follar bien duro. Tu marido la tendrá más grande pero hoy vas a redescubrir lo que es ser joven.

Y aunque está ella encima, empiezo a follarla bien duro. Mientras la agarro el culo, bien fuerte con mis manos. Marta empieza a saltar y a gozar de nuevo. Mi polla entra y sale sin parar, sus tetas no paran de botar y me dan en la cara, así que decido comérmelas. No paro de agarrarle el culo bien duro. En la posición que estoy puedo ver a mi novia y Juan en la terraza, que de repente se giran rápidamente poniéndose Paula de rodillas a la altura de la polla de Juan y empieza a pajearle, dándole alguna chupada de vez en cuando. Estoy flipando, va a dejar que se corra encima de ella, algo que a mí siempre me ha dicho que no, porque le da asco, y ahora con un “viejo”, en una de esas Juan empieza a correrse echándole la lefa en sus tetas y parte en la cara. Los sentimientos son enfrentados, mala leche, excitación, humillación, culpabilidad…. pero esto ya no tiene marcha atrás, me centro en mi tarea y le doy un azote bien duro a Marta; que vuelve a estar muy excitada. Yo también estoy ya a tope, no creo que aguante mucho más, pero no pienso dejarlo así.

Bajo a Marta de encima de mí, con un poco de violencia.

Marta: “Joder, vas a tope, vas a hacer que me corra otra vez? Estoy muy excitada, vamos fóllame más duro todavía. O no puedes?”

Yo: “Tiene pinta que no pueda? vas a correrte otra vez. Y me parece a mí, que esta noche no va a terminar con esto tampoco”. Mientras estando ella tumbada en el sofá, levando sus piernas apoyándolas en mis hombros, y enfilo mi polla a su agujerito. Sé que tengo que hacerlo bien duro, porque yo tampoco voy a aguantar mucho más sin correrme.

Así que se la meto hasta el fondo, fuerte, pero despacio, la saco entera y vuelvo a repetir la maniobra. En cada embestida, Marta gime, y bien fuerte. Después de varias acometidas, empiezo a subir el ritmo, solo centrado en dar placer a esa mujer e intentar no correrme, lo cual ya era bastante difícil. De vez en cuando, le agarraba las tetas y la pellizcaba los pezones duros. El sudor corría por nuestros cuerpos, los gemidos se mezclaban, empezaban a ser gritos. Mantenía el ritmo alto, Marta movió las piernas para rodearme y que la penetración fuese más profunda, y en una de esas, empezó a convulsionar, corriéndose y gritando. Yo ya no podía más.

Marta (mientras gemía): “Aguanta un poco más que quiero que te corras en mi boquita.”

Entre el calentón y la frase, casi me corro, pero ella para las embestidas y como puede, saca la polla de su coño y la lleva a su boca, empezando a chuparla bien duro. Pajeándome desde la base hasta la punta, y yo ya no pude más.

Yo: “Marta me corro…” y salió un chorro de esperma disparado q le dio en toda la cara, se metió la polla en la boca, mientras seguía masturbándome. Me flaquearon las piernas y me tuve que sentar. Siguió un rato más chupando todo lo que salía. Con la mano recogió lo que se le había caído y lo llevo a su boca, para escupirlo sobre mi polla palpitante. Me masturba suave otra vez, y vuelve a chuparlo todo, para tragárselo enterito.

Marta: “Mmmm, hacía tiempo que no tragaba leche. Pero después de lo que has hecho te lo habías ganado. No ha estado mal, no?”

Yo: “La verdad es que no, estoy reventado y me he quedado bien a gusto.”

Marta: “Voy a asearme”. Se levantó y me dio un morreo. El sabor era diferente, pero no desagradable.

Me quedé allí solo y entonces me acordé de mi novia, giré la cabeza y no vi nada desde allí. Volvieron a mi cabeza las imágenes de mi novia siendo follada por ese pollón y de las cosas que había hecho que conmigo no quería, y con ello todos los sentimientos encontrados. A esto sumarle que después de correrse la excitación ha bajado bastante y hay cosas que no consigo entender. Me levanté y me acerqué al ventanal para poder ver que estaban en el jacuzzi los dos metidos, charlando y riendo, aunque bastante cerca, eso sí, sin pasar nada aparentemente.

Datos del Relato
  • Categoría: Intercambios
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