Llevo varios días enfrascada en mis estudios, porque he tenido exámenes. Ello me ha obligado a dejar nuestra habitual comunicación, lo que he sentido muchísimo porque os considero mis amigos y me duele no poder contaros lo que en cada momento me ocurre o bulle en mi mente.
En mi último escrito me referí a John como si en realidad vosotros lo conocieseis. Luego me di cuenta que nunca antes os había hablado de él. John es el amigo que convive con mamá. A John, mamá y yo, lo conocimos en Aiholli, la antigua capital de Canario, en la India. John estaba en viaje de estudios después de acabada su carrera de Arquitecto, enfrascado en el estudio de los templos.
Precisamente en esta ciudad hay mas de sesenta de ellos, muchos sepultados en una lujuriante vegetación. Nosotros, la secta de la Abnegación, nos habíamos refugiado en el Hutchi-Malli-Gudi, que en español se lee Templo de la Loca, en cuya entrada hay un alto relieve que representa a una mujer desnuda, rodeada de hombres con el linga en erección. La leyenda que nos contaron relata que hubo una gran sequía en Aiholli, y se presentó desnuda ante el maharajá, que estaba jugando con otros compañeros, una mujer muy hermosa que los retó en que ninguno de ellos era capaz de satisfacer sus ansias de follar. Entonces, un sabio que estaba con el príncipe, reconoció que aquella mujer era la diosa Tierra, y por la noche la llevó a su monasterio e hizo que todos los monjes la follaran (como veis he aprendido esta palabra que es nueva para mí), y la pobre, mortalmente agotada, pidió piedad. Entonces, el sabio la llevó ante el maharajá, ante el cual reconoció su derrota y le pidió perdón. Preguntado el sabio de como lo había logrado, en un aparte con el príncipe le explicó que Siva había prestado su gran linga a los monjes. El maharajá para rehabilitarse con ella, al saber que era una diosa, prohibió los juegos y la bebida e hizo construir ese templo en el que nos encontrábamos.
Mamá, que conocía esa leyenda, se la explicó a John. Lo bueno del caso es que habiendo tantos miembros de la secta en el templo, únicamente se dirigió a ella. Ël se extrañó de que una niña americana se encontrase tan lejos de su casa. Mamá le explicó los motivos, e inició, con sus inigualables artes de captación, el cometido de convertirlo en un prosélito más de la doctrina de la Abnegación. John, que entonces contaba veintiséis años de edad y estaba ansioso de correr aventuras, ante las prebendas que le explicaba mamá se dejó convencer enseguida. Aquél mismo día mamá lo presentó al Padre Máximo, quién dispuso que en la misma noche se procediera a su iniciación.
Al caer la tarde, en que ya nadie extraño acudía al templo, todos desnudos nos aprestamos al ritual acostumbrado. John se tiende sobre el ara, (una gran piedra cuadrangular, que debe servir de asiento, pero que nosotros la usamos como tal). Las mujeres, dos en la parte superior y las otras dos en la inferior por cada lado de la piedra, proceden a pasarle la lengua a lo largo de su cuerpo. Operación en la que se turnan todas la mujeres iniciadas de la secta. A las no iniciadas todavía, es decir, las menores de diez años, nos toca chupar su linga, siguiendo un orden en fila india; sin que ninguna pueda entretenerse más de medio minuto en la operación. Cuando iniciadas y no iniciadas hemos intervenido todas en el cometido encomendado, entonces, la que ha logrado la nueva conversión, se sitúa en cuclillas sobre el neófito, de forma que su yoni coincida con el linga, el cual poco a poco hace que se introduzca en su interior. Una vez llegado al final de la penetración, la oficiante se sale del yoni, el cual se introduce por el ano (¡gracias por enseñarme este nuevo término, en lugar de ojete del culo!), realizando alternativamente esta operación hasta lograr la eyaculación del neófito, en cuyo momento somos todas las que situadas en fila india pasamos en precesión a chuparle el linga hasta dejarlo completamente limpio de semen. Es a mamá a la que le ha tocado en esta ocasión el gran honor de actuar de oficiante. Mientras se efectúa el rito de conversión a la secta, todos los demás miembros no intervenientes en el acto pueden explayarse entre sí en lo que mejor les apetezca: natural, sodomía, felación, etc. etc. sin que haya coto al número de actuantes en cada caso.
Ahora ya sabéis quién es John. En una próxima ocasión os contaré en que momento decidimos volver a nuestra tierra de origen.
Hasta pronto. Os quiero