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Categoría: Maduras

Unos días con la madura árabe

L a historia que a continuación voy a contar sucedió hace tres años, durante el verano del 2007. Ocurrió en casa de mis padres con una de las mejores amigas de mi madre en ese momento.



Todo comenzó con esta mujer, una señora de unos 43 años y de origen árabe, y que se encontraba de forma ilegal en nuestro país. Había llegado hacía unos meses y tras varios problemas, no tenía lugar donde dormir, por lo que mi madre le ofreció hospedarse en nuestra casa hasta que todo se solucionara.



La mujer era una atractiva árabe, de complexión delgada. Solía vestir con ropas apretadas y top, no era la típica con su burka.



Además, al no tener dinero ni ningún medio, mi madre le tuvo que facilitar ropa, comprándole ropa interior y algo de ropa de vestir.



Lo sorprendente, y que yo no me esperaba, es el tipo de ropa interior que usaba. Utilizaba tangas de los más pequeños y excitantes, también hay que decir que la mujer era delgadita, pero es que los tanguitas eran realmente pequeños.



Las tetas no es que las tuviera muy grandes, por lo que casi nunca utilizaba sujetador, e iba marcando los pezones.



Yo tenía 17 años en ese momento y ya había tenido mi primera experiencia sexual, por lo que ya había catado un buen coño.



Mi atracción hacia esta mujer, comenzó cuando un día sin querer la pillé poniéndose uno de estos tangas en mi habitación. Utilizaba mi habitación para cambiarse porque el piso sólo tiene dos habitaciones y ella dormía en el sofá, lo cual necesitaba un lugar para cambiarse, y utilizaba mi habitación.



Ella no esperaba que yo apareciera en ese momento, pero por circunstancias que ahora ya no me acuerdo, quizás el destino, yo aparecí y la vi.



Por primera vez contemple ese bello cuerpo, delgado y perfectamente marcado. Unos pechos pequeños pero redondos, un culito delgadito, pequeño pero bien puesto y un coño con un triangulito de pelos.



No me esperaba que tuviera el coño rasurado con un solo triangulito, ya que ella siempre fue muy modesta y tímida, no le gustaba hablar de esas cosas.



En ese momento se asusto y se tapó con las manos rápidamente como pudo.



Aún así pude ver su cuerpo, lo que provocaría en mi una reacción sexual, sintiendo por esa mujer lo que antes no sentía.



Comencé a experimentar cambios en mi forma de ver a la maduras, ya que antes las veía como simples madres, pero no atractivas puretas, como lo era la árabe.



Le pedí perdón por lo ocurrido, y ella con su mala vocalización española, me dijo que no pasaba nada, que había sido culpa suya.



Desde ese día me pajeé todos los días pensando en ella, en ese coñito, ese culito, ese tanguita prieto que se le encajaba en la raja del coño.



No se me quitaba de la cabeza, esa mujer, peor aún sabiendo que estaba durmiendo a escasos metros de mí.



Me hacía mis propias películas mentales, en las que entraba en mi habitación y me follaba a la vista de mis padres. Me despertaba todos los días con los gallumbos corridos.



Comencé a coger sus tangas y hacerme pajas con ellos para correrme y dejarlos donde estaban, para que se los pusiera con mi flujo, y sintiera mi leche sobre su coño.



¡Dios como deseaba follar a esa tía!



Temía el día que dijera que su hospedaje se había terminado, que ya habría encontrado algo. No lo quería ni pensar, solo quería verla desfilar delante de mí.



A veces de noche, me levantaba mientras dormía y me la cascaba observándola.



En una ocasión, nos quedamos ella y yo solos en casa, ya que mis padres habían salido hacer un recado y tardarían un par de horas en volver. Ví que era el momento más claro, el momento en que tenía que aprovecharme de la soledad de los dos para insinuarme.



Fui hacia la cocina y allí estaba ella haciéndose un café, me acerque y sin pensarlo me avalancé sobre ella pellizcándole el culo. Rápidamente se aparto y me dijo: ¡pero que haces, estás loco!, no puedes hacer eso, soy amiga de tu madre y muy mayor para ti, ¡ olvídate!



Me quedé confuso, no sabía como reaccionar sabía que lo más normal era que me rechazase, pero tenía una esperanza.



¿Pero, por qué?; no entendía por qué no quería nada conmigo; Nadie se va a enterar, además desde que estás aquí seguro que no has tenido relaciones y todo el mundo las necesita, le dije.



Pero, que dices, tienes 17 años, te saco más de veinte años, tienes que salir con chicas de tu edad, me dijo.



No tiene por qué, me siento totalmente atraído por ti, llevo muchos días esperando este momento y no puedo aguantar más. Nadie se va enterar, te lo prometo.



NO,no,no,no,no,no, de verdad, no podemos, si alguien se entera, tus padres me matan.



Vamos mis padres no vendrán en dos horas y se que estás falta de sexo.



Me acerque a ella y comencé a besarla poco a poco. NO,no,no,no, para por favor, no podemos.



Tranquilízate, te va a gustar. La seguí besando mientras notaba que su cuerpo ya no estaba tan tenso y sus labios empezaban a apretarse con los míos. En ese momento me di cuenta que lo había conseguido, sólo tenía que saber llevar la situación para culminar mi jugada.



Le desabroche lentamente la camisa ajustada que llevaba y le descubrí los pechos. Que ricas tetas. Las lamí una y otra vez, mientras le mordía los pezones.



A veces se paraba y se quedaba mirando para mí mientras decía; ¡dios que estoy haciendo, que estamos haciendo!; pero se reincorporaba y seguía besándome.



La arrimé contra la mesa y le bajé el pantalón de chándal que llevaba puesto, dejando al descubierto su hermoso tanguita de color amarillo. La senté en la mesa y le quité el tanguita. Ahí estaba el mayor tesoro, el premio que estaba buscando, el mejor regalo de mis padres, su coño.



Comencé a lamérselo con fuerza mientras notaba como se iba calentando y mojando a la vez que se dilataba. Gemía la árabe; oohh siiisii, sigue así, chúpamelo más, decía.



En algún momento paramos subiéndonos la adrenalina por el cuerpo, cuando oíamos la puerta del portal, pensando que podrían ser mis padres.



Me saqué la polla y me lubrique con saliva para que entrara mejor. Me dispuse a metérsela, ya tenía la punta dentro y sentía su calor: NOO PAAARA, gritó.



En ese momento creí que se había terminado el sueño.



Rápido ponte un condón.



Al ver que sólo se trataba de eso, fui corriendo a mi habitación cogí uno y me lo puse. Volví y le metí la polla entera en el coño; ¡oohh dios que caliente, que gusto!



La bombeé durante unos cuatro minutos. Gemía la guarra de placer. Me pedía más, más polla, con lo que la saqué y me quité el condón. La puse apoyada con las manos en la mesa y el culo en pompa y me dispuse a metérsela en el culo, no quería acabar la faena sin catar ese culo.



Noo por ahí no, que me duele, me dijo. No te preocupes, lo haré despacio.



Le di unas lametadas en el ojete y comencé a meterla lentamente. Cómo me apretaban sus paredes la polla, era un auténtico placer. La follé, y al no tener condón sentí el mas puro placer en mi manubrio.¡ahhh me corro, me corro!; Me corrí dentro de su culo, creo como nunca me había corrido, debí incluso hasta de mearla dentro de lo excitado que estaba.



Goteaba la leche por sus nalgas y su coño cuando se puso en pie.



¿Te ha gustado?, le dije. Si, pero nadie se puede enterar, hay que limpiar esto rápido antes de que vengan tus padres.



Ella estaba nerviosa, por miedo a que llegaran mis padre, pero se que había disfrutado como una loba.



Recogimos todo y nos vestimos.



A la media hora llegaron mis padres, y no se dieron cuenta de nada. A la semana la mujer abandonó la casa, ya que había encontrado un trabajo y un piso para vivir.



Desde ese día cuando viene de visita a casa, siempre me intenta evitar, quizás por vergüenza. Lo único que yo sé es que hice realidad la fantasía que tenía con ella. Quizás en un tiempo, se le quite el miedo y vuelva a ocurrir algo entre los dos.


Datos del Relato
  • Categoría: Maduras
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