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La noche de anoche fue simplemente increíble, deliciosa; mi esposa se entregó por vez primera a mi compadre quien la hizo suya y ahora es su amante de cabecera o como amorosamente le digo, - eres la puta de mi compadre, y yo un cornudo feliz.
Les platico lo sucedido.
Durante la semana pasada mi compadre estuvo comunicándose con mi esposa para saber si podíamos vernos y pasar un rato juntos los tres en las cabañas que mencionaba en mi relato anterior, pero como íbamos a estar solos en casa, ella le propuso que podíamos vernos ahí, en casa el sábado por la noche, pero que todo estaba en función de que yo aceptara la invitación. Obviamente yo también estaba con la calentura de ver a mi esposa penetrada por él, por mi compadre; así es que aceptamos y la cita se dio cerca de las 9 de la noche. Aunque todo esto sería bajo una condición, de que se diera lo que se diera, en el momento en el que ella (mi esposa) le pidiera a mi compadre que se fuera de casa así tenía que ser; mi compadre aceptó felizmente.
Llego mi compadre y mientras mi esposa se terminaba de arreglar, nos tomamos unas cervezas. Él llegó cerca de las 9 de la noche a casa, pero mi esposa salió de la recamara después de haberse arreglado, casi eran las 10 de la noche.
Optó por una vestimenta adecuada para la ocasión; una blusa delgada y sin sostén, una falda a medio muslo, una tanga de color negro, unas medias con encaje de silicón que le cubrían prácticamente las piernas, dejando libre la tanga, unas sandalias abiertas y bien perfumada “Coco Chanel”.
A mi esposa le ofrecí un licor de café y lo acepto. Comenzamos la plática y como era lógico, al principio sólo hablamos de situaciones que nos ocurrieron durante la semana que había transcurrido. Mientras tanto mi compadre no le quitaba la vista a los muslos enfundados de mi esposa ni a los movimientos que ella hacía con sus pies.
Constantemente mi esposa se paraba del sofá para dirigirse o bien a la cocina o a cualquier otra cosa, pero siempre pasaba muy cerca de mi compadre, situación que él aprovechaba para rozar sus manos con las piernas de mi esposa.
Los ánimos se fueron encendiendo al grado de que hubo un momento en el que nos sentamos los tres juntos en el mismo sofá y así estuvimos durante un buen tiempo en donde, mientras platicábamos ya de temas más candentes, ambos acariciábamos las piernas de mi mujer. Ella muy amable con el compadre le ofrecía un poco más de ella, le abría más las piernas por momentos, le coqueteaba de forma insinuante y hasta llegaba a rozar su mano tratando de acariciarle la verga.
Llegó el momento esperado, mi esposa se levanta del sofá una vez que terminó su segunda copa de licor, me da la mano y le dice a mi compadre, porque no nos acompañas un rato a la recamara compadrito; ni tardo ni perezoso, se levanta y se va detrás de nosotros.
Entramos a la recamara y ella se recostó sobre la cama, yo me senté a un lado de ella y la comencé a besar frenéticamente en la boca. Mientras me besaba se abrió de piernas y sin pensarlo se comenzó a masturbar delante de mi compadre; él se inclina frente a ella y le comienza a hacer sexo oral; le quita la tanga lentamente y nuevamente se clava en la panocha de mi mujer para lamerla.
Me dice ella – me dejas sola un ratito? Me levanto de la cama y me siento en el sofá para disfrutar ese bello momento.
Después de un buen rato de estarle mamando la panocha a mi mujer y ella acariciarle el cabello a él, se levanta del suelo mi compadre y se quita la ropa, mi esposa se quedó con la ropa puesta, excepto la tanga. Mi compadre se acuesta en la cama y mi esposa comienza a acariciarle los huevos a él y de repente le daba besitos a la cabeza del pito de mi compadre; le acaricia la verga lentamente y después se la mete completita en la boca.
La verdad es que mi compadre no la tiene muy grande que digamos, pero eso si, la tenía bien dura el ojete. Podría confirmar que mi verga es un poco más grande que la de él, pero en fin, como dice mi esposa, no importa si es grande o pequeña, delgada o gruesa, sino lo traviesa que es, jajajajaja.
Después de una buena mamada me habla y me dice, - quieres babita? Pruébala, está deliciosa. Le exprimía la verga con la boca y toda la baba que le salía a mi compadre, era yo quien se la terminaba comiendo. Me decía mi esposa, ven amor, pruébala, métetela un rato a la boca para que la sientas, pero no me anime; probablemente sea en otro momento, pero no ahorita.
Muy hábilmente abre el sobre de un condón, se lo pone en la boca y se lo va ajustando a mi compadre con mucho cuidado. Después de terminar de ponérselo, le vuelve a dar una ligera mamada para aprovechar el sabor chocolate del condón. Le pide que se levante y se le pone en posición de perrito, mi compadre se pone detrás de ella y la cara de mi esposa queda exactamente frente a mi.
Con mucho cuidado busca el sexo de mi esposa con la mano, la sujeta de la cintura y de una sola estocada le deja ir toda la verga. Comienza el vaivén; no la suelta de la cintura y por momentos sus movimientos los hace más violentos. Mi esposa me pide que me acerque a ella y me pide un beso en la boca. Me susurra al oído palabras que me hicieron vibrar, me dice – tiene una verga flaca pero bien rica, es un buen amante y me estoy enamorando de su verga. Me penetra rico, me está calentando mucho amor y por favor veme, te estoy poniendo unos pinche cuernos bien ricos, ves cómo soy? Soy una puta mi vida, soy la puta de tu compadre y me está cogiendo delicioso, me coge más rico que tú, mi cielo. Me voy a venir en su verga mi amor, dile que no se venga, quiero que siempre me penetre, que se venga en mi por favor.
De repente, mi compadre para sus movimientos y emite un sonido de haber terminado. Con mucho cuidado se sale de mi esposa, se quita el condón y se lo da a ella. Ella le dice, gracias compadre; se viste y se fue de la casa.
Después se quita la ropa y solo se deja las medias puestas, se monta sobre mi y me cabalga por un rato; justo antes de terminar toma el condón y vacía todos los mocos de mi compadre en su boca, los juega un rato y se acerca a mi, abro mi boca para besarla y todos los mecos de mi compadre me los deposita en mi boca. La mayoría de ellos me los tragué, otros pocos los dejé en mis labios para embarrarlos en los labios de ella.
Terminé como nunca dentro de su panocha, ella ya cansada se recuesta junto a mi y así quedamos exhaustos, dormidos hasta la mañana de hoy.
Por la mañana nadie hablo de lo sucedido, tomamos café y después salimos a desayunar.
Espero que estas visitas de mi compadre se vuelvan constantes.
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