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Categoría: Confesiones

Una última oportunidad

Ya desengañada de la vida, solo ya dejaba llevarme por mi ajetreada vida profesional, esto de tener dos trabajos te deja el tiempo necesario para ir a casa a dormir, medio comer y regresar de nuevo al trabajo. 

Pero aun con mis ojeras pronunciadas, pareciendo un mapache, voy con todas las ganas de comerme y no el mundo, quiero por fin concretar algo con cierta persona con la cual he tenido una plática constante y muy íntima, que a la par me sorprende por cómo se dio la situación. Siendo compañeros que no compartimos lugar de trabajo, estando en dos áreas muy distintas nos haya acercado un poco los mensajes de texto, en los cuales, si me preguntas como empezó... no sé, solo sé que esas platicas chispeantes tarde que temprano tenían que ceder y tener que culminar lo que nos trae como locos, buscando, aunque sea un leve acercamiento en cualquier lugar.

Fue un miércoles cuando todo intempestivamente se dio, pero desde el lunes, como siempre, nuestras platicas nocturnas empezaron desde el inicio del turno, el en su departamento y yo en mi oficina, ese día la plática se acaloro demasiado, que me pregunto si quería ir a fumar un cigarrillo, pensé "¿Por qué no?, quedamos de vernos en el estacionamiento, cuando llegue no lo vi, me recargue sobre un barandal y el muy sigilosamente llego tras de mí, sujetándome por la cintura, se acerca y me hace sentir la dureza de su virilidad, más lo que me hizo temblar y derretirme fue esa voz tan varonil, profunda, que con su solo "¡Hola!" si hubiéramos estado en un lugar más escondido, tengo la certeza que hubiera sucedido algo más, lo más ansiado, el haber culminado lo que tanto platicamos.

El estar frente a él, bajo una noche estrellada, sentirlo tan cerca, mi mente no dejaba de volar, de imaginar, de pensar "¿A que sabrán sus besos?, ¿Como se verá sin ropa?, ¿Cómo será el tacto de su piel?, ¿Cómo será todo el día que estemos juntos consumando nuestras bajas pasiones? Preguntas sórdidas que retumbaban en mi mente mientras escuchaba su platica, me encanta escuchar su voz, me encanta la agilidad mental que posee, su sonrisa y su mirada pervertida al bajarla buscando mis pechos que se esconden bajo mi uniforme, más nunca hizo un acercamiento de frente y yo no me quería ver muy lanzada, así que solo me quede en mi lugar, fumándome mi cigarro deliberando con mis pensamientos sublevos de como poder atacarlo.

Apenas comenzaba nuestra jornada laboral el miércoles, cuando recibí mi primer mensaje de la noche, fue discreto, pero sus palabras se centraron en el trabajo, más en un vuelco de las horas de la madrugada me pregunto qué hacía y que si hubiera la posibilidad de que alguna de los cuartos a un lado de mi oficina estuvieran abiertos, al leer estas palabras me fue inevitable no ponerme caliente y que el diablito en mi hombro brincara de la emoción, sintiéndose el supremo ganador de la competencia, pero también de algún modo absorta de que el fuera directo al grano, solo atine a contestar que me esperara un momento, me levante de mi silla, di un largo respiro y me salí de la oficina, di vuelta a la derecha para entrar por el largo pasillo, como un toque de suerte, la primera puerta a la derecha se encuentra abierta, atine abrir, prender la luz, ahí se encontraba una cama y un sillón, saque mi celular y solo escribí "Cuarto 125" y el me contesto "Ok, voy para allá", como jovencita me entraron los nervios y salí casi corriendo para llegar a mi oficina, me quede parada frente a mi escritorio y escucho el andar presuroso por las escaleras provenientes de la planta de arriba ya que todo era silencio total, se abre mi oficina y era el con una respiración agitada, extiende su mano y me dice "Ven", tome su mano y me jalo hacia él y nos fuimos por el pasillo hasta esa habitación, estaba demasiado nerviosa, no sabía cómo reaccionar, yo misma me bloquee y solo atine a decir que ya regresaba porque cerraría mi oficina, el no puso ninguna objeción, rápidamente llegue, cerré y regresé, el ya había quitado su cobrebocas y estaba por quitarse la parte de arriba de su uniforme cuando cerré la puerta de la habitación, él se acerca sigilosamente a mí, solo acerco su rostro al mío para darme un beso, un beso tan pasional, tan caliente que no hubo necesidad de tocarme para empezarme a excitar.

Estaba consciente de la situación, esto era solo sexo, sin inmiscuir sentimientos, yo no esperaba besos, pero me confundió cuando lo empezó hacer y de esa forma, tomar mi cara entre sus manos y me acariciara, bajando delicadamente, fue desabotonando mi ropa para tocar mis pechos mientras comía mi boca, me acerco hacia él, para un abrazo, puso sus manos sobre mi cadera y empezó a restregarse contra mi haciéndome sentir su virilidad cada vez más dura, tomo mi mano para colocarla sobre el bulto de su pantalón, me susurraba al oído, "Apriétame, quiero que lo sientas, quiero sentir las palabras que leí en cada uno de tus mensajes, quiero sentir tu boca devorándolo, quiero sentir el candor de tu boca, quiero sentir tu lengua juguetona, que sea completamente tuya" sus palabras retumbaban en mi cabeza haciendo crecer mi deseo por él, queriendo que pasara una y mil cosas en los pocos minutos que nos pudimos escapar.

Solo se retiró por unos segundos de mi para terminarse de quitar la parte de arriba de su uniforme, me tomo de las manos y me sentó en la cama, se colocó en cuclillas para seguirme besando, para seguirme tocando los pechos por unos momentos más, puso sus manos sobre mis muslos y me acariciaba, la fricción sobre los mismos, entre más y más acercándose a mi entre pierna que ardía, sentía como brotaba liquido de ella, ansiosa de ser penetrada, se levantó y frente a mi cara puso pelvis, metió sus dedos entre la pretina del pantalón y los fue bajando lentamente hasta dejar al descubierto un miembro viril en todo su esplendor, "Tócalo por favor" decía incesantemente, su respiración cada vez más entrecortada, tratando de susurrar lo más que se podía, todo era y debía de mantenerse en secreto, no pude sucumbir más ante la presencia de ese miembro tan sugestivo, no dude más y empecé a devorarlo con gran dedicación, a degustarlo con una gran pasión, su sabor era tan delicioso, no podía parar de succionarlo, que a cada embestida podía sentir el temblor de sus piernas tratando de aguantar un poco más, solo puedo decir que fueron grandiosos 9 minutos donde pude saborear a un hombre maravilloso en toda la extensión de la palabra, dedicado, pasional, que te deja pidiendo un poco más, aunque solo fue un sencillo pero delicioso oral, termine por tragar cada centímetro cubico de su delicioso néctar y limpie con dedicación su glande para no dejar ningún rastro, lo aliste y nos retiramos de esa habitación a sabiendas de que el me pedirá un poco más y termino por ser así... Hubo una parte II
Datos del Relato
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