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Categoría: Fantasías

Una temporada fina

Caía el mes de mayo cuando decidí lanzarme a la aventura, cogí mi embarcación y me propuse hacer un viaje alrededor del mundo, recorriendo todos sus mares. Lo que me movió a tal aventura fueron muchos años de continua monotonía, día tras día haciendo lo mismo. Decidí dejarlo todo y comenzar a vivir mi propia vida, hacer lo que siempre soñé.



Mi viaje duró poco, pues al cabo de mes y medio de estar navegando, me sorprendió un tremendo temporal, las olas arremetían salvajemente contra mi pequeño barco, moviéndolo violentamente. No aguantó demasiado en pié, tras unos instantes de tremenda lucha, una serie de olas terminó por hundirlo, y yo me hundí con él. La agonía se apoderaba de mí, luchaba con todas mis fuerzas contra aquella situación, intentando salvar mi vida. Tras una lucha frenética por mi supervivencia, logré agarrarme a una puerta de madera que se había desprendido de la embarcación, ese fue el comienzo de mi salvación.



Pasaron unas cuantas horas muy duras, era un pequeño punto en medio de la inmensidad del océano, un juguete en manos de la madre naturaleza. Finalmente amainó el temporal, y las olas me conducieron a una pequeña costa, en medio de ninguna parte.



Era una isla bastante pequeña, seguramente que ni aparecía en los mapas de cartografía. Allí comenzó mi verdadera aventura, la lucha de un hombre contra el medio, debía ingeniármelas cada día para sobrevivir, buscando cobijo y comida. A la mañana siguiente, una vez repuesto me puse a buscar comida, entrando en el interior de una pequeña selva que había en la isla. Hacia mucho calor y estaba sediento, el sudor recorría mi pecho desnudo. Continué caminando, cuando para mi sorpresa, llego a mis oídos sonido de agua, era una pequeña cascada, que se alzaba sobre unas rocas situadas a unos 50 metros de donde yo estaba. Era un lugar precioso, el agua caía sobre un pequeño lago. Me acerque a una orilla para beber y limpiarme un poco el sudor.



Decidí bañarme, y comencé a quitarme el pantalón, cuando me disponía a quitarme los calzoncillos, escuché ruidos detrás mío, era el ruido de pisadas al pasar por ramas secas. Estaba sorprendido y un poco asustado, así que me agaché escondiéndome tras unos arbustos, protegiéndome de un posible peligro.



Ante mi sorpresa, de detrás de los matorrales salieron dos mujeres, eran jóvenes, muy bellas y estaban semidesnudas, tenían sus pechos destapados, y llevaban un minúsculo ropaje que desde sus caderas las tapaba su parte inferior, dejando ver unos preciosos muslos muy bien contorneados. Estaba muy sorprendido, creí que era el único que estaba en aquella isla.



Y esas mujeres debían ser nativas, habitantes de esa isla. Se acercaron a la orilla, a pocos metros de donde yo estaba tumbado. Se quitaron la pequeña prenda que llevaban atada, dejando al desnudo su bello púbico, una de ellas tenia un coñito muy peludo, lleno de pelo negro y voluminoso, la otra lo tenia semi rasurado, con una pequeña mata de pelo que cubría la parte central de su pubis. Se lanzaron al agua, sumergiendo sus desnudos cuerpos en el lago.



Tras un rato de estar buceando, salieron a la superficie en un salto, dejando ver sobre la línea de agua sus mojados y bien dibujados senos. Sus largas melenas húmedas caían sobre sus hombros tras su espalda. Se aproximaron la una a la otra. Contemple con mis atónitos ojos como las dos mujeres se daban un largo y apasionado beso, mientras sus manos rozaban sus cuerpos, intercambiando caricias. Salieron del agua, y se tumbaron sobre la arena, continuaban rozándose con sus dedos, acariciando su piel.



Una de ellas estaba tumbada boca arriba, mientras la otra arrodillándose a su lado comenzó a acariciarla y besarla. Puso su culo en pompa, con su carnoso coño ofreciéndolo a mi mirada. Estaba tan excitada que sus labios vaginales comenzaban a abrirse, podía observar las gotas de humedad que lo recorrían. Estaba acariciando a su compañera con su boca, deslizándola desde sus senos hacia abajo, por su vientre, llegando hasta sus muslos, y subiendo hacia su coño, estaba comiéndola su coñito, lamiéndolo.



Diosss!!!, que excitante... Yo estaba tan solo a dos metros, y podía verlo todo a la perfección, ver a dos mujeres acariciándose era algo que siempre me había excitado tremendamente, y aquella no fue una excepción. Mi polla se estaba poniendo muy dura, comenzó a levantarse, a sobresalir por encima de mi calzoncillo.



Estaba tan excitado con aquella situación que comencé a masturbarme, observando a aquellas mujeres apasionadas, de curvas sinuosas, que se daban placer mutuamente. Mientras me masturbaba, me imaginaba que mi pene penetraba aquel coñito que quedaba a la altura de mis ojos. Que COÑITO!!!, era tremendo!!! En un descuido, me moví hacia un lado, haciendo ruido con una rama. Una de las mujeres se percató, y se levantó hacia el arbusto donde yo estaba. Miró con cuidado tras las ramas, dándose cuenta de mi presencia. Puso cara de asombro y de sorpresa.



Un hombre. Gritó. La compañera que aun continuaba tumbada se levantó, acercándose al matorral. Sal de ahí, deja de esconderte. No tuve más remedio que ponerme en pié, rato antes me había quitado los calzoncillos, así que tuve que tapar mi pene como pude con mis dos manos. No te la tapes, déjanos verla. Me dijeron.



Estaba sorprendido, aparté mis manos, dejando al descubierto mi gruesa polla, que se levantaba en el aire, apuntando hacia ellas. Vaya!! menuda polla! dijeron. Sabes? hace mucho tiempo que no follamos con un hombre, te vamos a devorar, vamos a follarte hasta quedarnos satisfechas.



Las dos mujeres se abalanzaron sobre mi. Sus manos, bocas, lenguas, comenzaron a acariciar mi pene y huevos, era increíble, estaban devorando mi pito, se notaba que hacia tiempo que no tenían una polla entre sus manos. Me succionaban el pene, lo lamían, acariciaban mis huevos, los estrujaban entre sus manos. Una gran excitación empezó a recorrer todo mi cuerpo, no podia mas, tenia que eyacular, mis huevos estaban a puntos de reventar. Ahhhhhh!!!!!, me corri..., eyaculando sobre sus caras, en sus bocas, después de mes y medio en alta mar, sin estar con ninguna mujer, no pude aguantar mucho para correrme. Ellas lamían mi semen con sus lenguas, como si fuera algún manjar exquisito.



Siempre que hacia el amor, podía correrme al menos dos veces, pero después de la primera siempre necesitaba un pequeño descanso, hasta que mi pene alcanzaba el grosor apropiado para volver a penetrar. Y ellas parece que sabían exactamente lo que tenían que hacer para reanimarme.



Me lanzaron sobre el suelo y comenzaron a acariciar mi cuerpo con sus manos, sus bocas recorrían mi piel, besando y acariciando mi cuello, mis pezones, mis caderas, besándome cerca del pene, los muslos. Rápidamente mi sexo comenzó a endurecerse, sabían perfectamente como acariciar a un hombre, que hacer para recuperarlo después de una buena corrida.



Una de ellas se levantó y se sentó sobre mí, puso su coño sobre mi pecho y empezó a restregarse, su coño estaba húmedo. Con sus manos cogió las mías, aproximándolas a sus senos.



Mis manos sobaron sus duros pechos, tenía unos senos voluminosos, que casi no cabían en mis palmas. Sus pezones se endurecían al tacto de mis dedos, eran unas tetas preciosas, con unos pezones rojizos muy llamativos. Después, se movió con sus caderas hacia mi cara, poniéndome su chocho sobre mi boca, empecé a lamerlo, a comerle el coño. Mi lengua lo recorría de abajo arriba, con movimientos lentos en un principio, para aumentar la velocidad después. Introduje dos de mis dedos en su vagina, mientras mi lengua la comía cada pliegue de su coño. Era un coño peludo, y bastante carnoso, sus labios estaban muy abiertos debido a su excitación. Mis dedos la estaban follando, penetrándola, los sacaba y metía al ritmo de mi lengua.



La otra mujer, se sacó mi polla de su boca, y se levantó, se arrodilló sentándose sobre mi, mirando hacia mis pies, introduciéndose mi polla desnuda en su coño, lo tenía muy mojado y caliente, mi polla también estaba muy caliente. Fue una sensación excitante, lo tenia estrechito, era un coño que devoraba mi pene, se la metió por completo, toda mi polla estaba en su interior. Comenzó a moverse, primero con movimientos circulares, para después moverse de arriba abajo, mi polla salía y entraba en su conejito.



Ahhhh!!!! Si.... Si.... Si....!!!! Te estoy follando.... AHhhhhhhh!!!!! que guuusto...!!!!! Que gorda y dura esta!!!!!!! AAAAAhhhhhhh. Siiiiiiiiiiiii.......... Quiero correrme sobre tu polla....!!!



Yo podía contemplar su culo, sus movimientos, mantenía un ritmo muy apasionado, me estaba follando de maravilla. Me habría gustado ver los gestos de su cara, sus ojos cerrados por la excitación y el placer de follar. Yo continuaba comiéndole el coño a su amiga, que estaba disfrutando, estaba jadeando de placer.



Mis labios aprisionaron los labios de su coño, los estiraba suavemente, e introduje mi lengua en su raja, introduciéndola en su vagina y moviendo mi lengua dentro de ella, después pasé a su clitorix, tras un rato lamiendo, conseguí que se corriese. Estaba muy húmeda, su coño estaba empapado de jugos, que restregó por toda mi cara. Pero ella aun no estaba satisfecha, deseaba más, quería sentir mi pene en su interior, necesitaba alcanzar otro orgasmo, correrse de nuevo. Intercambió la posición con su amiga, la cual ya se había corrido, su sexo me había dejado la polla muy húmeda. Se sentó sobre mi polla, metiendosela en su raja. Se deslizo por su vagina con gran facilidad, debido a lo húmedo que tenia su chochito.



Comenzó a moverse con gran velocidad, casi hizo que me corriese, pero redujo el ritmo y pude aguantar un poco más. Mi polla se perdía en su interior. Se la había metido por completo, mientras se movía, me cogía los huevos con sus manos, me los acariciaba con pasión, estrujándolos con sus palmas. Después de estar un rato más follando, eyaculé, saqué mi polla de su coño... Ahhhhhh, me corro!!!, me corrooooo!!!!, Siii, siii, me corro, Siiii... Uffffff



Ella me agarraba la polla, a medida que iba eyaculando, ella me la meneaba, mi leche salía disparada, lanzada a gran velocidad sobre su vientre. Su amiga se acercaba a mi pene, lamiéndolo, limpiando con su lengua las gotitas de semen que quedaban en la punta. Ufff!!! Ha sido maravilloso, sois dos mujeres increíbles. Vaya, era algo que necesitábamos, necesitábamos una buena polla.



Hace tiempo que no nos metíamos en nuestro conejito un buen cipote. Somos nativas de esta isla, somos de una tribu en la que solo somos mujeres, no hay ningún hombre, nuestros maridos murieron en una tormenta, una tarde en la que habían salido a pescar. Vaya!!! es una pena. Cuanto lo siento.



Si, nos quedamos muy solas, y desde entonces procuramos darnos placer las unas a las otras. Pero eso ha cambiado ahora, prepárate, vas a ser nuestro invitado, por mucho tiempo. Vamos a hacerte el amor, a follarte salvajemente, en todas las posturas que puedas imaginar.


Datos del Relato
  • Categoría: Fantasías
  • Media: 10
  • Votos: 1
  • Envios: 0
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