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Una tarde,una noche de un dia cualquiera

Estaba sofocada y sentía temblar su cuerpo con los ojos cerrados, como si con ello gozara con su pensamiento en aquellas sensaciones que poco a poco iban apoderándose de ella.
Amaba a esa mujer, quedaba extasiado mirando su bajo vientre, la comba del monte de Venus, los muslos inmaculados y exquisitos que se negaban abrirse ante mis manos; sentía su respiración agitada, pero sobre todo la tibia y suave calidez de sus tetas en mi cara. Su cuerpo ardía y tras exhalar un profundo suspiro, sus piernas se aflojaron lentamente y alzando su cuerpo con delicadeza abrió completamente sus piernas con los muslos recargados sobre el borde del sofá y orilló su cuerpo como para que pudiera explorar sus más secretas intimidades.
Mi boca fue bajando y recorriendo cada centímetro de su cuerpo dejando una estela de saliva en tanto ella emitía apagados gemidos. Olía el perfume de mujer que exhalaba su concha hasta que mis labios se posaron sobre los labios mayores bajo el pubis y mi boca se empapaba de aquella viscosa carne caliente, grande, gorda y de penetrante olor. Mi boca se cerró sobre la secreta abertura que parecía querer succionarla por una ardiente fuerza interior. Al rozar con la punta de la lengua esa perla tan preciada llamada clítoris, saltaba sobre el sofá, a la vez que gimiendo, gritando, aprisionando entre los muslos mi cabeza eran señales que estaba disfrutando un orgasmo fabuloso, y por los estremecimientos, las pulsaciones de su vagina al venirse fueron varios e intensos, intermitentes, y estremecedores, hasta que su respiración fue apaciguándose, relajándose.
Nuestras miradas se comunicaban el mismo e irrefrenable deseo. Los instantes se alargaron, se hicieron más intensos hasta que plena de sensualidad observa mi erección, que parado frente a ella lucia a escasos centímetros de sus ojos. Parecía asombrada mirando como oscilaba frente a su cara. Debía percibir el suave aroma a macho y la cristalina humedad que escapaba por el prepucio, signo inequívoco de mi irrefrenable excitación. Y entonces comprendió y llevó su mano derecha hasta agarrar aquello que la atraía diciendo “perdóname mi amor, fui muy egoísta, no pensé en nada, solo gozarte” mientras delicadamente con las yemas de los dedos, sin apuros, toca la piel de mi pene, acariciando un rato mis testículos, lenta y suavemente.
Lo toma sin apretarlo, se acerca y lo besa con esos besos dulces y suaves, con la caricia de la lengua sobre los labios, con pequeños mordiscos. Acaricio sus cabellos y luego su espalda, sus hombros, sus brazos y alcanzo a tocar sus pechos duros y desafiantes. Su respiración se acelera, suelta el miembro y comienza a acariciarme las piernas, los muslos hasta muy cerca de mi pija y los testículos, pero sin tocarlos.
Sorpresivamente retira el prepucio y descubre mi glande. Lo lame una sola vez con su lengua suave, mojada y caliente. Sólo una vez. Vuelve a cubrir el glande con el prepucio y me besa la punta. Luego retoma la lenta caricia sobre mis muslos.
Su boca besa mi pecho, acercándose lenta pero segura a mis pezones. El tiempo es eterno y mi excitación aumenta, su lengua juega con uno de los pezones mientras su mano cubre mi pene. Juega con el otro y su lengua ataca de nuevo, se retira, espera. Ataca de nuevo. Se retira. Espera. No sabe que ahora controlo mi miembro, estoy alcanzando el éxtasis como nunca, logrando que mi pene descanse, si bien mis testículos se hinchan. Más insiste y su boca lo vuelve a buscar. Se ubica encima de mí en posición de 69, y quedo mirando esa vagina depilada, manando un líquido transparente que baja por sus muslos. Su lengua acaricia con lentitud mis testículos y se retira, momento que vuelvo a tierra y lo dejo crecer. Algunos dirán que no se puede evitar, pero la realidad tantrica te dice que si. Tengo la visión de su hermosa concha a escasos centímetros de mi boca, de sus labios hinchados y enrojecidos, abriéndose para recibir mis embestidas, mi pija crece, y crece y crece. Su mano aprieta mi glande, mientas lo convierte en una gorda y palpitante herramienta de placer. Su lengua lame el tronco sensible como pocas veces. Sus muslos brillan con el líquido que brota de su vagina, el clítoris se hace visible. Rojo, duro, brillante. Mi lengua no llega, así es que me contento con lamer la cara interna de sus muslos, recogiendo sus flujos que brotan como un manantial. Es una delicia, un delicado y exquisito placer.
Quédate quieto por favor –me pide- no hagas nada, y me monta frotando su vulva abierta y lubricadísima contra mi pija ya sensible y muy caliente. Se acaricia el clítoris con mi glande, me esta usando para masturbarse. Ahoga mi pregunta con un beso, y a medida que el beso es más y más violento, siento que comienza a penetrar lenta pero inexorablemente en su ardiente concha, en tanto me va contando lo caliente que me siento, mientras me cuenta lo abierta que se siente mientras baja más y más, y mi pija va siendo comida suavemente por su vagina. Al entrar y luego de interminables minutos, se endereza, y surge ante mi vista toda su belleza y esplendor. Sus labios están absolutamente abiertos, su clítoris se ve hermoso, y entre sus piernas sólo se ve la base de mi miembro. Esta clavada entera. Sus pezones están duros y oscuros, su boca húmeda, entreabierta y brillante, y con la lengua afuera respira agitadamente.
Sus dedos pellizcan mis pezones y empieza a mover las caderas en forma circular, danzando eróticamente; lentamente, comienza a gemir y a sollozar. Sus movimientos se asemejan a una amazona cabalgando y aumentando en velocidad y amplitud poco a poco, hasta que finalmente sube y deja suspendido la punta de mi glande entre sus labios para dejarse caer con violencia, hundiéndose hasta el fondo. Por un instante todo cesa, nada turba el silencio; luego se inclina y me besa para ahogar los gritos de sus orgasmos, mientras me hace el amor con violencia.
Luego colocó su cara de forma tal que mi glande se apoyara en su labio inferior, para luego comenzar a llevar su cabeza cada vez más cerca de mi ingle, engullendo lentamente en un principio milímetro a milímetro mi pija erguida por demás. Sus labios se movían sobre él como si fueran manos que intentaban alcanzar la cima. Una vez que sus acolchados labios se toparon con mi cuerpo, empezó a mover delicadamente su cabeza de atrás a adelante, mi pija apareciendo y desapareciendo por entre esos labios que la habían llevado al estado en el que se encontraba, al tiempo que sentía las cosquillas que tanto su lengua como sus dientes le propinaban; sus manos aferradas a mi culo llevando el ritmo junto con las mías que se posaron en su oscilante cabeza; ritmo que paulatinamente se iba haciendo más frenético. Le separe los cabellos hacía un costado, hice que inclinara su cabeza lo suficiente como para que me sea posible notar como sus cachetes daban cuenta del vacío que se formaba en el interior de su boca, hundiéndose en extremo por la succión de la que mi pija era objeto. Vacío este que me excitaba en sobremanera. También me fue posible notar el ansia que había en sus ojos, que permanecían fijos en mi verga, siguiendo cada milímetro que entraba y salía, cruzándose de tanto en tanto con los míos que, estoy seguro, daban señales de lo mismo y que según podía ver en la sonrisa que esbozaban sus labios aún ocupados con mi vara era lo que ella esperaba.
Ya era absolutamente desbocado el ritmo que llevábamos cuando mi cuerpo dio indicios de que la explosión era inminente. Ella lo notó, ya que sintió la contracción tanto de mis nalgas como de mis testículos. Luego de darme una "mirada de aceptación", se aferró fuertemente de mis nalgas y oprimió su cara contra mi ingle, hasta hacerme primero estallar en su boca, y luego en su rostro que sonreía mientras miraba como las erupciones de leche emanaban en gran cantidad de mi pene. Era algo idílico, aún más teniendo en cuenta que se bebió todo dejándome exhausto.
Quedamos en silencio tomados de la mano, volteo su cabeza hacia mi y vi. como en sus ojos escapaban sigilosamente unas lagrimas. Una enorme ternura embargo mi alma y estremeció mi cuerpo, extendí mis manos y acariciando sus labios musito “Te amo”
Mateo colon 11/01/2004 13:15
Datos del Relato
  • Categoría: Parejas
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2 comentarios. Página 1 de 1
Angel F. Félix
invitado-Angel F. Félix 16-01-2004 00:00:00

Con cierto temor leo lo que escribes, porque no siempre lo que escribes es motivo de mi devoción: ¡El estupro me causa desazón! Por eso, este cuento, tan limpio y logrado, es como un reencuentro con el Colon admirado. ("Una tarde, una noche de un día cualquiera")

Milena
invitado-Milena 12-01-2004 00:00:00

Un relato muy bueno, muy erotico, y sin pornografía, excelente, felicidades

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