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Una tarde soleada

El calor de enero y quedarse en casa no es la mejor combinación. Mucho menos cuando todo el mundo partió a un lugar para vacacionar. Mi rutina mientras tanto era la misma que la del resto del año.

Hacerme el tonto y pedirle a una amiga que me invite a disfrutar una tarde soleada, no era mala idea, aunque sólo sea a tomar sol, eso y algo fresco no estaría nada mal.

Caminé hacia la zona céntrica, que es donde ella vive. En malla, ojotas y remera, como si la ciudad fuese el lugar de veraneo.

Toqué timbre y bajó con típica ropa casera de verano, pero no por eso, menos sexy. Subimos tranquilos y tras un rápido paso por su departamento a buscar algo de tomar, fuimos a su terraza.

En una situación de plenísima confianza, se sacó lo que tenía puesto para quedar sólo en una bikini negra, que al verla hasta mis nervios se alteraron y la sangre empezaba a circularme toda al mismo lugar.

Tras ponernos ambos bronceador, disfrutamos del sol de frente, tirados, sin mucha posibilidad de mirarse, pero cuando quiso darse vuelta, me pidió que el bronceador ahora se lo pase yo.

La vi boca abajo y ahí si mi sangre circuló más fuerte al ver su cola tan linda. Ganándole al deseo, fui buen amigo y empecé a pasar por su cuello, pero no resistí. Disimuladamente hice de caerme y la apoyé con toda mi erección plena. Ella lejos de rehusarse, emitió un pequeño gemido, cerró los ojos, miró al costado y se mordió los labios.

Eso me llevó a hacer fuerza así sienta más duro y se hipnotice, pero me corrió, aunque luego me agarró de las manos y me llevó directo a su departamento.

Ni bien abrió la puerta, nos empezamos a besar de manera profunda. Mi malla se perdió camino a su habitación y ahí se puso de rodillas, como rindiéndose, primero me mordía sutilmente el bulto envuelto en bóxer negro y luego se lo pasó por toda la lengua. Me bajó el bóxer y empezó a llevarse mi miembro a la boca, de manera casi salvaje, pero sintiendo bien todo el sabor, sin parar.

Tras poco mas de un minuto, no aguantamos y la llevé a su cama, me puse arriba suyo y la penetré muy duramente, para luego seguir y parecer que éramos una sola cosa.

Luego, pase abajo yo y ella se subió a mi. Ahí contemplé de frente su cuerpo ya totalmente desnudo, que por cierto, era hermoso, mientras cabalgaba y mantenía abierta su boca emitiendo ruidos provenientes del placer. Después volvió a subir, pero dando la espalda.

Yo miraba su cola y estaba lejos de cansarme. Pedí que me la entregue y no dudó. Se bajó y volvió al oral. Degustando también sus propios jugos, los cuales me decía que estaban dulces. Ya con mi pene hiper lubricado por su saliva, pasé mi lengua por su cola, la cual estaba riquísima.

Ya bien listos ambos empecé lentamente a abrirla, mientras ella en cuatro patas levantaba lentamente su cabeza, llegó hasta el fondo y ambos vimos las estrellas. Le dije duro, sacando lo mejor que podía de mi, hasta que tras unos minutos, sus palabras me hicieron que estalle y mi semen quede todo adentro de su ano, mirando como chorreaba y quedaba una abertura ahí, y ella tirada en la cama con una respiración fuerte. La verdad es que valió la pena quedarse.

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