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Una tarde de compras

Lo que os voy a narrar ocurrió realmente, tal y como lo cuento, no hace mucho. Estaba de visita en la ciudad por unos días y aproveché la ocasión para verla. No me lo hubiera perdonado si hubiese estado allí y no hubiese echo por verla. La llamé. Fue difícil que me cogiera el teléfono. Al fin ella me llamó al tiempo que yo estaba terminando de escribirle un mensaje.



Era media mañana y yo tenía todavía que hacer una cosa, de modo que quedamos para comer. Nos veríamos enfrente de una librería. Tenía unas ganas locas de verla, pero estaba muy nervioso. Tenía muchas fantasías en la cabeza y ya me había quedado una vez con las ganas de hacerlas realidad. No sabía si sería capaz de lanzarme. Finalmente llegó la hora. De camino tenía el corazón a mil. La encontré de espaldas, mirando el escaparate de la librería. Ya había comprado un par de libros. La toqué y se giró. Cuando me vio se alegró mucho, me saludó con un abrazo y yo le respondí.



Que nervioso estaba... Estaba guapísima, aunque ella nunca lo admite. Vestía de abrigo, pantalones largos y un suéter que marcaba un poco sus pechos. Ay... sus pechos. Le había pedido que me ayudara a comprar un regalo para una amiga. Le sugerí que si le parecía bien algo de lencería, que además debería de tener su misma talla. Le insinué que podría probárselo para ver el efecto. Ella tenía dudas. Antes de comer fuimos a echar un vistazo. Yo ya tenía una idea más o menos fija, pero lo que no estaba tan seguro era de pedirle que se lo probara. En realidad era una excusa. Quería volver a tener la oportunidad que dejé escapar en el pasado.



Nos fuimos a comer mientras yo decidía. Hablamos, reímos y finalmente regresamos.



- Te has decidido ya?



- Me gusta éste- la verdad es q el conjunto era precioso. Estaba como un flan. Parecía un pasmarote, inmóvil, con las prendas en las manos.



- Qué pasa?



- No estoy seguro de que le vaya a valer.- No me atrevía a pedirle que se lo probara. Finalmente fue ella quien se decidió, me lo quitó de las manos y se fue hacia los probadores. La seguí sin saber qué hacer, si entrar o esperarla dentro, finalmente pasé y corrí la cortina. Empezó a desnudarse. Mi corazón latía muy fuerte. Se quitó el suéter y la blusa, y finalmente el sujetador.



Me dio un vuelco el corazón y me apoyé en la pared. Ella también estaba nerviosa, cogía el sujetador para probárselo y se le caía. No atinaba a cerrarlo. La ayudé. Le quedaba perfecto. Realzaba sus senos. No podía dejar de recordar esos senos. Esos pezones rosados, y duros, no sé muy bien por qué motivo, si por el frío o por la excitación.



- Qué te parece?



- No sé, es bonito, pero no sé si le valdrá. – Finalmente me decidí.- Me dejas hacer una cosa?



- Sí, claro...



Le quité el sujetador y rodeé su pecho con mis manos. Mi corazón estaba a punto de salirse de sí. No me creía que hubiera sido capaz de hacer eso. Ella reía – Esa es una buena manera de comprobar la talla! Jajajajaja.



Pronto la sonrisa se convirtió en una respiración profunda. Qué maravilla, no me lo podía creer. Quería probarlos, pero tenía miedo. Le pregunté si podía probarlos y me dijo q si. Y no tardé en hacerlo. Jugué con mi lengua alrededor de su pezón, al tiempo q masajeaba su otro pecho. Su respiración se hacía cada vez más profunda. Paré y empecé con el otro pezón. Era preciosa, me excitaba muchísimo. Volví a parar y a jugar con mis dedos y sus pezones. Agarraba sus pechos, los estrujaba, masajeaba. Un impulso hizo que se lanzara sobre mí. Eso hizo que mi felicidad fuera plena. Me besó y yo respondí. Su cuerpo se echaba sobre el mío, me presionaba, tenía que notar como tenía la polla. Qué beso... Jamás nadie me había besado tan dulcemente.



Así estuvimos hasta que nos dimos cuenta de que llevábamos ya un buen rato, y decidimos salir. Nos costó mantener el equilibrio. Mis piernas me temblaban y yo me iba tambaleando de un lado a otro. Pagamos y nos fuimos.



Buscamos otro probador en otra tienda, más amplio. Cogimos varias prendas y nos metimos. Y allí continuamos. No me lo podía creer, mi fantasía se estaba haciendo realidad. La abracé, la besé, le acariciaba el cuello, sus pezones, qué duros estaban, bajé besando su cuello, y me entretuve de nuevo en su pecho, qué rico! Quería seguir, pero dudaba de que ella me hiciera un mal gesto. Tenía que intentarlo. Presioné su coño por encima de los pantalones mientras la seguía comiendo y jugando con mi lengua en su pezoncito.



Deslicé mi mano dentro de su pantalón hasta encontrar su clítoris. Estaba empapado. Pensé “Eso lo he provocado yo?”.Jugué con mis dedos en su clítoris, realizando círculos e intentando profundizar más. No podía más, tenía que probarlo. Le desabroché el pantalón, y se lo bajé, también sus bragas. Qué coño más exquisito. Lo tenía muy bien afeitadito, con un poquito de pelo, era precioso. Metí mi lengua y empecé a comérselo, allí mismo, estando ella de pie. No paraba de jadear, se inclinaba sobre mí, me tocaba el pelo, pero yo no podía dejar de comer ese coñito, empapado en su jugo.



Hice q se sentara y continué comiéndola, y acariciando los pechos. Afuera se oía a la gente entrar y salir en los probadores, pero nosotros estábamos aislados. Me excitaba vernos a los dos en el espejo, ella recostada en el taburete, disfrutando y yo metiendo mi lengua en lo mas profundo de su coño, y jugando con su clítoris.



Cuando ya no pudo esperar más, se incorporó y empezó a desnudarme. Me abrió la camisa y empezó a besar y a pasar su lengua por mis pezones. Sus manos, mientras tanto, iban desabrochando mi pantalón y buscando mi polla. A esas alturas estaba que reventaba. Finalmente la encontró y lentamente bajó su boca hasta que la encontró. Primero empezó a jugar con su lengua. La tocaba con la puntita mientras la agarraba firmemente con su mano. Yo estaba en el infierno, quería que se la comiera de un trago.



Lentamente se la fue introduciendo en su boca, y empezó a comérmela. Trataba de ahogar mis gemidos, pero era una tarea difícil. Observaba cómo su cabeza subía y bajaba, y cómo sus pechos se movían en sincronía. Estaba a punto de correrme, pero no quería acabar así. La incorporé y tras besos y acaricias, hice que se inclinara cara al espejo, y se la introduje desde atrás, lentamente. Soltó un gemido que trató de controlar. Era preciosa, podía verla reflejada en el espejo. Esa imagen me excitaba mucho más. Su pelo caía sobre su cara, mientras ella trataba de no gritar mordiéndose un labio. Empecé a embestirla lentamente. Mi polla entraba y salía de su coño sin problemas.



Estaba chorreando. Notaba como pedía más, y aceleré el ritmo. Cómo me gustaba ver el movimiento de sus senos reflejado en el espejo. No pude aguantar mucho mas y me corrí salvajemente. Aún ella no había acabado. Pero sin decir nada me senté debajo de ella y empecé a comerla mientras introducía un dedo en su coñito. Ahora sí que se corrió. Cayó de rodillas encima de mí y comenzamos a besarnos mientras recuperábamos el aliento.



Intentamos levantarnos. Nos temblaban las piernas a los dos. Nos vestimos rápidamente y salimos. La chica de la puerta nos miró extrañada, pero creo que no se dio cuenta de lo que en realidad había ocurrido. Tras salir del centro comercial, fuimos a una cafetería a tomar algo. Necesitábamos una silla, porque a los dos nos temblaban las piernas. Estuvimos hablando un buen rato sobre todo lo ocurrido. Aun conservaba su tacto en mis manos. Solo podía pensar en cuando tendría otra oportunidad igual, donde pudiera gozarla con más intimidad. Esa fue la última vez que la vi, y aunque seguimos en contacto, sigo esperando encontrar otra oportunidad.


Datos del Relato
  • Categoría: Hetero
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