Hacía varios años que no nos insinuabamos. pero esa mañana en la casa de la playa, viendo sus pecho bailar de un lado a otro mientras limpiaba la mesa delante de mi, hizo que me pusiese muy cachondo. Ella sabia que los estaba mirando y sus nervios hacían que no parase de hablar. Ya era madre, estaba mucho más guapa, su figura más voluptuosa dentro de su magnífico tipo. Era una perlita oscura, con un cubo estilizado y unas tetas con unos pezones que parecían puntas de flecha.
Cuando se fue, empecé a leer los relatos que ella escribió unos años antes, mi cuñado me excita y mi cuñado me excita II. Y el que yo escribí, mi atractiva cuñada.
Al cabo de unas semanas, yo tenía que ir a su ciudad por trabajo, y quedamos en su casa para tomar café. Su marido estaba fuera y no volvería hasta la noche. Cuando la vi abrir la puerta con una blusa ancha y un pantalón cómodo, tuberías una gran ereccion pensando lo que podía pasar.
Empezamos a jugar con la niña y al agacharse me dejaba ver que no tenía sujetador y al sentarse veía que el pantalón se le pegaba a su almejita y no llevaba braguitas. Ella no paraba de mirarme la polla hinchada y yo hacía cómo si no la viese.
Al rato la niña se durmió en el dormitorio y yo me hice el adormilado en el sillon viendo la tele, ella se tumbó en el sofá y se hizo la dormida. Al rato me acerque y empecé a masajearle las tetas y su coñito. Empezó a gemir y moverse cómo una serpiente, cogí su mano y la lleve a mi polla y empezó a cascarmela. Yo le lami su rajita hasta que nos corrimos los dos. Después yo me fui sin despedirme. fue como nos gusta, como si no hubiese ocurrido.