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Categoría: Confesiones

Una rica cogida con Don Carlos

Me llamo Melissa, he de confesar que he sido muy promiscua desde chica tanto así que a mis 15 años quedé embarazada de mí actual pareja, hoy en día tengo 18 años. Siempre me fascinó el verme delgada, coqueta y sexy, aparte de que heredé lo hermosa de mi madre, desde niña me ha gustado usar pantalones entallados o mallones, a los 11 años empecé a usar tanga, cosa que a los chicos de mi salón les fascinaba y los traía locos, a la edad de los 10 años conocí las delicias de masturbarme, y a los 13 años perdí mi virginidad con mi esposo. Nunca me atreví a tener más parejas sexuales, con mi esposo he experimentado diría yo de todo. Al embarazarnos, obviamente los dos tuvimos que salirnos de estudiar, él para trabajar con su papá y yo pues para cuidar a mi bebé. 



He tenido una fascinación por todo lo relacionado al porno y los relatos son mi parte favorita, aunque unos están muy fuera de serie, a mí me encantan los supuestos hechos reales, así que me atrevo a escribir algo que me pasó hace poco. 



Bueno, sin tanto rodeo. Hace 4 meses me tuve que meter a trabajar ya que a mi esposo le empezó ir mal en el trabajo, mi mamá me apoyó en cuidar a mi bebé por las mañanas, así que aproveché. Entré a trabajar a una papelería como ayudante general, de un matrimonio ya grande, la señora Bertha una señora gorda, con mucho busto y un culo enorme, quizá por tanta grasa que tiene, muy amable y su esposo nada que ver, Don Carlos, el alto, con cuerpo conservado ya que le gustaba hacer mucha actividad física, muy varonil para sus 49 años. 



Empecé sin problemas en el trabajo, la verdad no era cosa del otro mundo ni muy difícil, atender a la gente y acomodar las cosas, por las mañanas me quedaba de encargada, ya que los señores tenían cosas que hacer, así que me quedaba sola, los sábados de repente estaban los dos viendo que hacía falta y una que otra cosa. Fue así que en esos días notaba como don Carlos se me quedaba viendo, no era tan obvio porque estaba ahí su esposa, pero a la oportunidad que se le presentaba se quedaba viendo mi trasero. He de decir que tengo, a pesar de mi embarazo, un cuerpo bonito, eso gracias a mi mamá y a toda la bola de cosas que me puso y me hizo para que, según ella, no quedará vientruda, así que tengo un abdomen con un poco de estrías, pero plano, siempre he tenido un rico trasero, para mí mis nalgas son mi fuerte, duras, firmes y voluminosas, de busto ahí si no puedo presumir, pero tampoco puedo decir que estoy plana, el embarazo me ayudó a reafirmarlos y a dejarlos un poco más grandes. 



Total, así pasaron los sábados y don Carlos me veía más y más, a veces cuando necesitaba ayuda a cargar cosas, se me pegaba mucho por detrás y yo solo sentía su paquete en mi espalda, ya que estoy muy bajita, pero en vez de molestarme, me gustaba. 



Un día martes cualquiera yo estaba atendiendo, sola como siempre y en eso vi entrar a don Carlos, se metió y empezó a despachar conmigo, yo no pregunte qué hacía ahí pues era su papelería, así que actúe normal, pero ahora en ese día sus miradas eran más concentradas en mí, mi cuerpo, y solo veía como respiraba más rápido, y de repente... 



-Melissa? 



Al escuchar mi nombre en un tono de voz que no era de don Carlos solo sentí como corrió en mí algo caliente de arriba a abajo recorriendo todo mi cuerpo, dispuse mi mirada hacia él y solo dije "¿mande?" 



-¿Te puedo hacer una pregunta y no te enojas? 



-No don Carlos, que pasó?



-Bueno, para empezar no me digas don, solo dime Carlos, y en segunda, ¿qué dirás si yo te dijera que me gustas mucho? 



Era obvio que yo le gustaba, después de cómo me veía a cada oportunidad que se le presentara y como me pegaba su paquete en mí, pero nunca pensé que me dijera eso, hubo un silencio de mi parte y no supe que contestar, solo me le quedé mirándolo, temblorosa de mis piernas. 



-Ok ya entendí, disculpa si te incomodé, no era mi intención, solo era una pregunta. Me dijo. 



Así que lo único que pudo salir de mi boca y no sé cómo solo así, como esas veces en las cuales quieres decir otra cosa o solo quedarte callada, pero solo me escuché diciendo: 



-Pero ¿si le gusto? 



No había vuelta atrás, ya no podía hacer otra cosa más que esperar la respuesta y la reacción de don Carlos, así que retiró su mirada del periódico que estaba leyendo y me miró fijamente. 



-Me gustas y mucho, eres una niña muy bonita y te conservas con un cuerpo increíblemente hermoso, te veo y quisiera abrazarte y besarte, tocarte y tenerte por un momento para mí, pero a veces pienso que esto no es correcto, y a veces pienso que no puede ser. 



Me quede nuevamente muda y solo baje mi mirada, me ponía cada vez más nerviosa. 



-Pero no te preocupes, no pasará nada, no siempre y cuando tú no quieras.



Mi cabeza me daba vueltas, y solo sentía el pulso de mi corazón y sentía como mi vagina se ponía caliente y húmeda, me estaba excitando, no lo podía creer... 



-Y que, si yo le digo que también me gusta, y que se me hace un hombre muy varonil. 



Dije, sin pensarlo y con mi mirada fija en él, con la respiración aumentada y con una gran incógnita de lo que pudiera pasar. 



Me miró y me sonrió, empezó a acercarse a mí, mis manos me empezaban a sudar y mi corazón latía más y más, mis piernas se debilitaban a cada paso que daba. 



-Entonces si te gusto, puede que pase algo entre nosotros, puede que en este momento me regales un beso y no sé, veamos qué es lo que pueda pasar después. 



Solo sentí como si cuerpo se empezaba a encorvar para alcanzar pegar su cara con la mía, se quedó a unos centímetros de mis labios, sentía su respiración, lo caliente de su aliento, aún no pegaba sus labios a los míos y ya me sentía muy excitada y sentía como de mi salían jugos y jugos, entonces cedí y pegué mis labios a los suyos, más gruesos que los míos y los de mi esposo, que eran los únicos labios que había probado desde hace mucho tiempo. 



Me besó lento y empezó a tocar mi cara delicadamente, me tomo de los cabellos, y con la otra mano me tocaba el cuello, los besos se empezaron a hacer más desenfrenados, con leves gemidos de mi parte, no lo podía creer, estaba llena de pasión, estaba besándome con don Carlos, pero de repente me lleno un miedo espantoso al pensar que llegaría doña Bertha o algún cliente. 



-Espere ¿y la señora Bertha? -le dije- 



-No te preocupes, ella va a tardar mucho, está ahorita un poco retirada de la ciudad.



-Pero, ¿y los clientes? 



-Eso se puede solucionar. 



Así que se retiró, salió y bajo la cortina, en ese momento éramos él y yo encerrados en su papelería. 



-Esto será bastante sospechoso. 



-Tu tranquila, pero dime, si quieres la subo, repito, aquí no se hará nada un tú no quieras. 



Me quede pensativa, mirándole, excitada, de repente mi mirada se fue hacia abajo y mire como se asomaba su paquete, ese día llevaba alguna especie de mallón, pero para hacer ejercicio, se veía enorme, duro y firme, mi esposo lo tiene de tamaño regular, 18 cm para ser exacta, pero lo que me encanta de él es el tamaño de sus huevos. No dude más y me levante, me acerqué a don Carlos y comencé a besarle otra vez, esta vez sus manos fueron directo a mis nalgas. 



-Preciosa, me encanta tu culito, esta divino -me decía mientras me tocaba y besaba- 



Cada glúteo le cabía en una sola mano, tenía unas manos muy grandes, comenzó a tocarme toda, mis caderas, mis piernas, subió sus manos a mis pechos y los toco encima de la ropa, yo solo me pegaba a él y sentía su enorme verga en mi abdomen, empezó a tallarme mi panocha con sus dedos encima de la ropa, yo ya me sentía empapada.



En eso se separó de mí y fue por una silla, se sentó y me dijo. 



-Desnúdate preciosa, quiero ver cómo te desnudas. 



Es eso se empezó a bajar el pantalón y me enseñó lo que para mí fue una maravilla de verga, apenas su mano le cubría la mitad, era gruesa sus huevos eran el triple que los de mi esposo, no tenía mucho vello, blanca toda y rosada de su cabeza, solo sentí la expresión de mi rostro, de maravilla y sorpresa, se empezó a masturbar lentamente, de arriba a abajo, con las dos manos y aun así todavía se asomaba su cabezota. No dude más y empecé a quitaré la blusa, el brasier.



-Si mi amor, si, así, lento, no llevamos prisa -me decía- 



Le miraba de una forma provocativa, mordiéndome los labios, me puse de espaldas y empecé a bajar mi pantalón, como me lo pidió, lento, dejaba ver mi tanga, y solo escuchaba "no puedo creerlo, no puedo creerlo" baje totalmente mi pantalón dejando ver todo mi culo para él, me lo quite y me di la vuelta. 



-Ven, acércate, ven mi amor. 



Me acerqué me senté en él, se percató lo mojada que estaba, mi tanta estaba lo más húmeda que se puedan imaginar, me toco toda mi panocha, se llenó sus dedos de mis jugos, se los llevó directo a la boca y los chupo, después los dirigió a mi boca e hizo que culpara sus dedos con mis jugos y su saliva. Empecé a tallar mis nalgas contra su enorme verga, me excito más, empecé a gemir y a moverte, a tocarme los pechos, mientras él me apretaba deliciosamente las nalgas y me acomodaba su verga entre ellas. 



-¿Te gusta mamar la verga? -me preguntó- 



No respondí, solo me levante, le tome su verga, mis manos no la cubrían toda, me puse de rodillas, y pose mi cara sobre su verga, me seguí impresionando lo enorme que era, comencé a besar y mamar esos enormes huevos, quería los dos dentro de mi boca, pero no podía, los chupaba y le masturbaba a la vez con mis pequeñas manos, solo escuchaba como gemía de placer. 



-Así mi amor, así, chúpame la verga mi amor, así mi vida. -me repetía y me repetía- 



Me incorporé un poco, escupí en su cabeza y empecé a introducirlo a mi boca, apenas si podía, solo metí creo yo un cuarto de ese enorme palo, tocaba sus huevos mientras le chupaba y lamia ese tronco, lo llenaba de mi saliva para que resbalaran mis labios, el solo me agarraba mi cabeza suave, pero sin forcejear, al ritmo de mis mamadas. 



Así estuve chupando esa verga por un rato hasta que me dijo. 



-Ven mi pequeña putita, ven, levántate. 



¿Escuche bien? ¿Putita? Como me encantaba que me hablen sucio y me insulten durante el sexo, yo sé lo tenía que pedir a mi esposo de vez en cuando, aunque él sabía que me encantaba que me tratara mal, pero tenía ser yo que le indicara cuando. Pero don Carlos, así de la nada y sin pedírselo me empezó a tratar como a mí me gusta, entonces ya se imaginan como me puse, aún más cachonda. 



Me levanto, me tomo de las caderas y me dijo "te voy a para de pies, cuando tengas pies arriba me abrazas con ellos el cuello y te sujetas de mis piernas" No entendí del todo así que solo sentí con qué facilidad me levanto, yo quede parada de manos, sentí como me abrazo de la cintura y me sentí ligera pues él me cargo toda, recordé el abrazar su cuello con mis piernas y lo hice, su enorme verga quedo justo enfrente de mí, y empecé a sentir sus labios en mi panocha, entonces entendí, era un 69, pero parados, entonces no lo había hecho del todo con mi esposo, el tan menudo cuando me iba a cargar así. 



Quede con su verga pegada en mi cara, no podía hacer otra cosa más que sentir sus labios en mi panocha, su lengua, como se comía todos mis jugos, y como de repente se concentró en mi clítoris, sus enormes labios y su lengua abarcaban más allá de mi clítoris, me estaba comiendo toda la panocha, literal. Ya un poco concentrada comencé, como pude, a mamarle toda esa verga a sobarle los huevos, era rico lo que estaba pasando, solo sentía como lo mojaba más y más, hasta que llegó el momento de esa rica sensación del orgasmo, no podía más, no podía seguir mamando esa verga, me agarre fuerte de sus piernas y solo sentí como el alma se me salía por la panocha, mi vista se nubló, sentía como mis ojos se ponían como dicen "de borrega lechera" era increíble la cantidad de líquido que salía de mí, mis piernas temblaban y se contraían todos mis músculos. Me empezó a besar mi panocha y a dar pequeñas lengüetadas qué hacían que me estremeciera más. Me paro con mucho cuidado y me sentó en la silla, dejo que me relajara, hincado frente a mí, mirándome, cayado, tomándome de mis manos, muy lindo don Carlos, yo tardaba en recuperarme. 



-Ya te sientes bien mi amor? -me preguntó- 



Yo solo asentí moviendo la cabeza con un sí, aún respiraba muy rápido y mi corazón latía muy rápido, cosa que no me había pasado con esa intensidad cuando me hacía venir mi esposo. 



Me levanto de la silla y me puso encima de él, agarro su verga y la empezó a tallar sobre mi panocha súper mojada, mi mente solo decía "llegó la hora, llegó la hora" 



-¿Quieres mi verga? ¿Mi puta quiere mi verga?  pídemela como la puta que eres, pídemela -me dijo- 



Apenas si podía hablar de lo aún excitada que estaba, y aún más cuando escuche que me hablara así. 



-Si papito, dámela, la quiero adentro cabron, rómpeme, cógeme. 



Se detuvo y sentí como se gruesa punta abría camino en mi vagina, con una sensación de dolor y plenitud total dentro de mi vagina se fue introduciendo despacio, yo solo me dejaba caer en ese palo, con mis ojos cerrados y sin voz con cuál emitir el placer que sentía al tenerlo adentro, mi vagina deseaba tanto ese palo que se adecuó a las circunstancias, lo deseaba tanto adentro de mí que sentí de golpe mis nalgas sobre sus enormes huevotes. 



-Eres una come vergas, hija de tu pinche madre, eres toda una puta, vamos empieza a tragártela como la puta que eres, muévete, llénate de mí verga perra. 



Comencé a moverme, lento para asegurar que no me doliera, al cabo de un rato de estar meneando mi culo sobre ese palo, y al ver que no había dolor, abrí mis ojos lo mire y comencé a moverme más rápido y adarme leves sentones, una sensación increíble, me estaba partiendo en dos, una ricura total que me recorría de pies a cabeza, empezaba ahora sí a tener voz para gemir de placer, gritaba, le arañaba la espalda, le jalaba de los cabellos, le besaba, le miraba, los sentones empezaban a hacerse más rápidos, continuos y fuertes.



-Vamos cabrón, cógeme.... más, así papito... me fascinas, me fascina tu verga... me encanta don Carlos.... mi macho -le decía así repetidamente- 



-Eso puta así, gózala, goza como la pequeña puta que eres. 



Me empezaba a chupar y morder mis pechos, a mamar mis pezones, agarrarlos con fuerza, me agarraba las nalgas, me nalgueaba, los movimientos se hacían más rápidos. Yo estaba llena de placer, me había olvidado por completo de mi bebe y de mi esposo. 



Sacó su verga y me levanto, hizo me pusiera de a perrito sobre la silla.



-Que rico culo puta, un culo sabroso. 



-Todo tuyo cabron, dátelo papito. 



Se puso de rodillas y me empezó a oler, me empezó chupar mi ano, riquísimo, su lengua era tan grande que se introducía muy leve en mi ano, me la metía y sacaba y me daba de lengüetadas, me introdujo dos dedos, me estaba haciendo y desasiendo. Se incorporó y empecé a sentir su cabeza en mi panocha, por un momento sentí que me lo daría por el ano, pero no. Ya estaba tan abierta que no costo trabajo, solo que ahora el que mandaba era él, empezó a empujar despacio, yo gemía de placer, me agarraba cómo podía de la silla, gemía y gritaba. 



-Más, mas, mas.... Así hijo de la chingada, dame más cabron….



-Ya vi, que eres toda una putota y te encanta la verga, trágatela toda perra, vamos a ver si la aguantas hija de tu puta madre.



-Dale cabron, dale -dije en forma de reto- 



Comenzó a bombear más fuerte y rápido, nuevamente esa sensación, me rompía toda, desde la panocha hasta mi cabeza, con los ojos de a borrega lechera y la boca abierta sacando la lengua, como sensación de que se me salía su verga por la boca (no niego que en ese momento me pasó por la cabeza tener otra verga justamente en la boca) me daba duro y rápido como me gusta, en eso sentí sus dedos en mi clítoris, no dejada de darme igual, me empezó a masturbar, eso era nuevo para mí, una verga dentro de mí mientras me masturban, uffff, era sensacional, eso era la gloria, solo sentía como me le llenaba la verga de jugos y otra vez esa sensación de un orgasmo inminente. 



-Así, así papito, no pares, así, ya... Ya... Ya, me vengo, me vengo, cabron...



Fue el orgasmo y la venida más rica que jamás me habían hecho sentir, sentía que me desmayaba, mi panocha pulsaba a todo lo que da, paro de masturbarme, pero don Carlos sigue dándome con el mismo ritmo, me toma fuerte de mis caderas....



-¡Aaaaaa!!! ¡Así perra embarra mi verga de tu lechita mami, así... Asiiii perra!!! 



No podía creer el placer que me estaba dando este hombre, y aún no podía creer el aguante que tenía, apenas si mi esposo duraba por menos 5 min y con don Carlos ya me había corrido dos veces y todavía sentía su verga bien parada, perforándome. 



Se detuvo, nuevamente lo saco, me acostó en el piso al notar que no podía más sostenerme, ni con mis brazos, ni con mis piernas que apenas me respondían, como pude ya en el piso me repuse y alcance su verga, la quería de nuevo a mi boca, quería tocar sus huevos, me dejo por un rato mamarle su verga llena de algo parecido a una eyaculación. 



-Eso que ves ahí mi amor, son tus líquidos vaginales de lo excitada que estas y de lo puta que eres, ¿nunca te la había sacado? 



Conteste con un no moviendo la cabeza, y su verga dentro de mi boca, y la verdad es que no, nunca me había salido eso de mi vagina. 



Me recostó, y me puso de lado, como si fuéramos a hacer de a cucharita, pero en vez de eso se puso atrás de mi culo, me subió una pierna como en posición fetal y la otra me la estiro, jamás había hecho esa posición, sentí como entro y fue de lo más rico, él se acomodó de una manera indescriptible, me subía la pierna y me perforaba aún más, yo trataba de agarrarlo de las nalgas y empujarlo para que me la metiera con todo y huevos, ante lo imposible los acariciaba como pudiese, y de nuevo sus dedos en mi clítoris, yo ya pedía esquina, sentía que otra venida y ahora si me desmayaba, este don Carlos era todo un semental. 



Su ritmo se empezó a acelerar más al igual que los movimientos sobre mi clítoris, yo en el gemido total, en los gritos y en los "dame papito, dame" 



La sensación de otro orgasmo. 



-¡Noooo!! No lo puedo creer, otra vez, otra vez, así así sigue papito, vacíame toda cabron -le dije casi gritando, con una voz ronca, casi irreconocible- 



-Aguánteme mi amor, aguánteme, ya casi termino ya casi mami, tú dime cuando estés lista para dejarte mi leche - me pidió- 



Fue poco después y se aseguró que estaba a punto de chorrearme, porque me quedé inmóvil, tiesa, con la mirada fija no sé a dónde y con la boca abierta, me empecé a correr y en eso sentí como por dentro me inundaba de algo caliente y a chorros. Nos habíamos venido los dos al mismo tiempo otra nueva experiencia fantástica, me clavaba su verga aún dura vaciándose dentro de mí mientras yo gozaba de placer ahí tirada.



-Estuviste estupenda mi amor, me imaginaba tenerte y desacerté a mi placer, pero esto supero mis expectativas, eres toda una mujer dentro de un cuerpo de una niña -me decía mientras se posaba detrás de mí, me acariciaba y me besaba el cuello, los brazos y me susurraba al oído- 



Yo de verdad no podía decir ninguna palabra estaba agotada, extasiada, me acababan de poner la mejor cogida de mi vida. Mis sentidos tardaron en recuperarse, me volteé y me acomodé entre sus brazos.



-Me encanto mucho don Carlos...



-No me digas don, ya te lo había dicho, por favor, Carlos, ok. 



-Está bien... Repito me encanto, eres un hombre estupendo, ¿se volverá a repetir? 



-Si tú quieres, siempre será así mi amor...



Después de un rato en estarnos acariciando y besando, como pude me levanté, me empecé a vestir, me sentía toda madreada, mi panocha me punzaba y aún salía jugos y semen de ella. Ese día me saco por atrás de la papelería, me llevo a mi casa con el pretexto de que me empecé a sentir mal, mi mama me recibió toda preocupada, pero solo le dije que me sentía dolía la cabeza. Fui y me recosté, me quede totalmente dormida hasta en la noche que llegó mi esposo, solo me levante y me di un baño y me fui a dormir, soñando con la rica cogida que me dio don Carlos. 



Aún sigo trabajando en la papelería, don Carlos sigue tratándome de la misma manera como desde que entre, al perecer doña Bertha ni enterada de lo que pasó, desconozco si la gente que pasaba fuera del local escucho mis gritos aquel día, pero todo parecía normal. A la mejor oportunidad que tiene don Carlos me roba un beso, me toca las nalgas, y yo aprovecho para excitarlo y ver cómo se le pone dura esa enorme verga y si puedo se la toco. 



No sé a dónde me lleve esto, pero de lo que estoy segura es que quiero probar con otros hombres mayores, quiero comprobar si la edad es que los hace coger de tan deliciosa manera o probar otras vergas, que creo fue lo que me falto siendo yo tan promiscua.



Por lo mientras con mi esposo todo normal, pero tengo un poco de miedo por qué el sexo no me sabe igual, si disfruto no lo niego, aún me gusta se verga, pero no me hace sentir igual que don Carlos, ahora siempre quiero que al menos me haga venir con sexo oral. No sé qué me puedan recomendar con esto, no lo quiero dejar eso sí no, lo amo a mi manera, y no quiero dejar de probar otras vergas. 



**********



Espero les haya gustado mi aventura, ya estando por aquí cualquier cosa nueva comentaré. Un beso, un saludo a todos.


Datos del Relato
  • Categoría: Confesiones
  • Media: 5
  • Votos: 1
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